Anunciando el Reino
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Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, Yo quiero la verdadera consumación en ti, no fantástica sino verdadera, pero en modo simple y factible.
Inmaculado Corazón de María, Madre y Reina de la Divina Voluntad, te ruego por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús, y por la gracia que Dios te ha concedido, desde tu Inmaculada Concepción, la Gracia de vivir en la Divina Voluntad.
Nombre... Te quiero bendecir con la misma bendición con la que Jesús bendijo a su Madre Santísima antes de comenzar su pasión.
Así pues, por medio e intercesión de la bienaventurada Virgen María, Reina y madre de la Divina Voluntad.
Te bendigo para imprimir en ti, el triple sello de las tres Divinas Personas, para que tú resurjas de tu decaimiento para vivir en el Divino Querer.
Esta bendición en el nombre del padre + comunique e imprima en tu voluntad el sello de su poder, restituyéndola como soberana de todo.
…Estaba escribiendo las horas de la Pasión y pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios para escribir estas benditas horas de la Pasión, especialmente por tener que poner en el papel ciertos actos internos que sólo entre yo y Jesús han pasado, ¿cuál será la recompensa que Él me dará por esto?”
Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver todo circundado de luz que le salía de dentro de su Santísima Humanidad, que lo embellecía en modo tal de formar una vista encantadora y raptora, yo quedé sorprendida y Jesús me dijo:
“Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz en mi Humanidad capaz de embellecerme en modo tal, de tener raptados a todos los bienaventurados.
Comparto con ustedes esta colección de cartas escritas por Luisa Piccarreta (1865-1947), conocida como "la Pequeña Hija de la Divina Voluntad". Este compilado representa un valioso testimonio de su extraordinaria vida espiritual y su mensaje sobre la Divina Voluntad.
“Hija mía, el primer significado de la Pasión contiene gloria, alabanza, honor, agradecimiento, reparación a la Divinidad.
El segundo es la salvación de las almas y todas las gracias que se necesitan para obtener esta finalidad.
Entonces, quien participa en las penas de mi Pasión, su vida contiene estos mismos significados, no sólo, sino que toma la misma forma de mi Humanidad, y como dicha Humanidad está unida con la Divinidad, también el alma que participa en mis penas está en contacto con la Divinidad y puede obtener lo que quiere.