Resucito
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Agonizante Jesús, mientras parece que está por apagarse tu vida, oigo ya el estertor de la agonía, veo tus bellos ojos eclipsados por la cercana muerte, tus santísimos miembros abandonados, y frecuentemente siento que no respiras más, y siento que el corazón se me rompe por el dolor.
Pero, oh mi Jesús, parece que tu amor no tiene reposo, veo que de nuevo haces sentarse a tus amados discípulos, tomas una palangana con agua, te ciñes una blanca toalla y te postras a los pies de los apóstoles, en un acto tan humilde que te atrae la mirada de todo el Cielo y lo hace permanecer estático, los mismos apóstoles se quedan casi sin movimiento al verte postrado a sus pies.
Pero dime amor mío, ¿Qué quieres? ¿Qué pretendes con este acto tan humilde, humildad jamás vista y que jamás se verá?
Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, Yo quiero la verdadera consumación en ti, no fantástica sino verdadera, pero en modo simple y factible.
Inmaculado Corazón de María, Madre y Reina de la Divina Voluntad, te ruego por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús, y por la gracia que Dios te ha concedido, desde tu Inmaculada Concepción, la Gracia de vivir en la Divina Voluntad.
Nombre... Te quiero bendecir con la misma bendición con la que Jesús bendijo a su Madre Santísima antes de comenzar su pasión.
Así pues, por medio e intercesión de la bienaventurada Virgen María, Reina y madre de la Divina Voluntad.
Te bendigo para imprimir en ti, el triple sello de las tres Divinas Personas, para que tú resurjas de tu decaimiento para vivir en el Divino Querer.
Esta bendición en el nombre del padre + comunique e imprima en tu voluntad el sello de su poder, restituyéndola como soberana de todo.