Ve hija mía con cuánto amor fue creado el hombre

La Creación del hombre
“Hija mía, nuestro amor se apasionó tanto en el acto en que creamos al hombre, que no hicimos otra cosa que reflejar sobre él, a fin de que fuese obra digna de nuestras manos creadoras, y conforme nuestros reflejos llovían sobre él, así en el hombre le venía infundida la inteligencia, la vista, el oído, la palabra, el latido en el corazón, el movimiento a las manos, el paso a los pies.
Nuestro Ser Divino es purísimo espíritu, y por eso no teníamos sentidos, en el conjunto de todo nuestro Ser Divino somos luz purísima e inaccesible, esta luz es ojo, es oído, es palabra, es obra, es paso.
Esta luz hace todo, mira todo, siente todo, escucha todo, se encuentra por todas partes, ninguno puede huir del imperio de nuestra luz.
Por eso, mientras creamos al hombre fue tanto nuestro amor, que nuestra luz llevando nuestros reflejos sobre él lo formaba, y formándolo le llevaba los efectos de los reflejos de Dios.
Ve entonces hija mía con cuánto amor fue creado el hombre, hasta llegar a deshacerse nuestro Ser Divino en reflejos sobre él, para comunicarle nuestra imagen y semejanza; ¿se podía dar amor más grande?
No obstante se sirve de nuestros reflejos para ofendernos, mientras que se debía servir de estos nuestros reflejos para venir a Nosotros, y con estos reflejos dados por Nosotros decirnos:
Cuán bello me creó tu amor, y yo por correspondencia te amo, te amaré siempre, y quiero vivir en la luz de tu Divina Voluntad”. Vol. 28 del 24 de marzo de 1930
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