"Ven junto conmigo en mi Querer, elevemonos entre el Cielo y la tierra y adoremos juntos la Majestad Suprema, bendigamosla y demosle homenajes por todos, para que Cielo y tierra puedan llenarse de adoraciones, de homenajes y de bendiciones y todos puedan recibir los efectos".
Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado en medio de un valle florido en el cual he encontrado a mi confesor difunto, muerto el día 10 del corriente, y según su costumbre de cuando vivía acá abajo me ha dicho:
Estaba rezando fundiéndome toda en Jesús, y quería en mi poder cada pensamiento de Jesús para poder tener vida en cada pensamiento de criatura, para poder reparar con el mismo pensamiento de Jesús, y así de todo lo demás. Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(27) “Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazón, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes. Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se atribuyen a ellas mismas lo que hacen, queriéndome hacer tantos hurtos de mis gracias.
... “Dulce hija mía, no llores, debes agradecer a Jesús cómo se comporta contigo y la gracia que te da, que en estos tiempos de flagelos no te hace separarte de su Santísima Voluntad, gracia más grande no podría darte”.
Después ha regresado Jesús, y viéndome que había llorado me ha dicho:
Después de meditar el pasaje de San Lucas elegí estas palabras, UNA PALABRA TUYA BASTARÁ PARA SANARME… conforme más las repetía seguía pensando con más insistencia cual sería esa palabra que Dios pronunciaría para sanarme y purificarme haciéndome digna de esta Misión.