"Ven junto conmigo en mi Querer, elevemonos entre el Cielo y la tierra y adoremos juntos la Majestad Suprema, bendigamosla y demosle homenajes por todos, para que Cielo y tierra puedan llenarse de adoraciones, de homenajes y de bendiciones y todos puedan recibir los efectos".
El aislamiento y la soledad de Jesús en medio de las criaturas.
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y como desde hace algunos días yo me encontraba como atada, tanto que me sentía impotente aun para moverme, me ha dicho tomando mis manos en las suyas: