Las acciones de las almas que hacen su vida en la Vida de Jesús, son todas de oro y de precio incalculable...

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... “Dulce hija mía, no llores, debes agradecer a Jesús cómo se comporta contigo y la gracia que te da, que en estos tiempos de flagelos no te hace separarte de su Santísima Voluntad, gracia más grande no podría darte”.

 Después ha regresado Jesús, y viéndome que había llorado me ha dicho:

 “¿Por qué has llorado?”

 Y yo: “He llorado con mi Mamá, no es que haya llorado con algún otro, y he llorado porque Tú no estabas”. Y Jesús tomando mis manos en las suyas parecía que me mitigaba los dolores, y luego me ha hecho ver dos escaleras altas de la tierra al Cielo, en una había mucha gente y en la otra poquísima. En la que había pocos era de oro macizo y los pocos que subían por ella parecía que eran otros tantos Jesús, así que cada uno de ellos era un Jesús; en la otra, donde había más gente, parecía de madera, y se distinguía quiénes eran las personas, casi todas bajas y sin gran desarrollo. Y Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, en la escalera de oro suben aquellos que hacen su vida en mi Vida, así que puedo decir: “Son mis pies, mis manos, mi corazón, todo Yo mismo”. Como tú ves, porque son otros Yo ellos son todos para Mí y Yo soy vida de ellos, sus acciones son todas de oro y de precio incalculable, porque son divinas, su altura nadie la podrá alcanzar jamás, porque son mi misma vida, casi ninguno los conoce porque viven escondidos en Mí, sólo en el Cielo se tendrá perfecto conocimiento de ellos. La escalera de madera en la cual hay más gente, son las almas que caminan por el camino de las virtudes, sí, pero no con la unión de mi Vida y con la conexión continua con mi Voluntad, sus acciones son de madera, porque únicamente la unión Conmigo forma la acción de oro, por lo tanto son de precio mínimo, son bajas de altura, casi raquíticas, porque en sus acciones buenas muchos fines humanos mezclan, y los fines humanos no dan crecimiento; son conocidas por todos porque no viven escondidas en Mí, sino viven en ellas mismas, por lo que nadie las cubre, al Cielo no harán ninguna sorpresa pues eran conocidas aun en la tierra. Por eso hija mía toda en mi Vida te quiero, nada en la tuya, y te recomiendo a los que tú sabes y ves, que se mantengan fuertes y constantes en la escalera de mi Vida”.

 Y me señalaba a algunos que yo conozco, y ha desaparecido.

 Sea todo a gloria suya. Vol. 11 del 25 de Nov. de 1912.

 

 

Quien está en la Divina Voluntad, todo lo que hace Jesús,                                                                                                                                        puede decir es mío. Viviendo y muriendo en el Divino Querer                                                                                                                                                                                         no hay bien que el alma no se lleve con ella.

 Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús no ha dejado de hablarme continuamente de su Santísima Voluntad; diré lo poco que recuerdo. Entonces, no estando bien, al venir el bendito Jesús me dijo:

 “Hija mía, quien está en mi Voluntad, todo lo que Yo hago, el alma puede decir es mío, porque la voluntad del alma está tan fundida con la mía, que lo que hace mi Voluntad hace ella, así que viviendo y muriendo en mi Querer no hay bien que con ella no se lleve, porque no hay bien que mi Voluntad no contenga, y de todos los bienes que hacen las criaturas mi Voluntad es la vida, entonces, muriendo el alma en mi Voluntad se lleva consigo todas las misas que se celebran, las oraciones y las obras buenas que se hacen, porque todas son frutos de mi Voluntad, y además, todo esto es mucho menos en comparación del obrar mismo de mi Voluntad que el alma se lleva consigo como suyo, basta un instante del obrar de mi Voluntad para sobrepasar todo el obrar de todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, así que el alma muriendo en mi Voluntad, no hay belleza que la iguale, ni altura, ni riqueza, ni santidad, ni sabiduría, ni amor, nada, nada la puede igualar, así que el alma que muere en mi Voluntad, al ingreso que hará en la patria celestial no sólo se abrirán las puertas del Cielo, sino que todo el Cielo se abajará para hacerla entrar en la celestial morada, para hacer honor al obrar de mi Voluntad; qué decirte además, la fiesta, la sorpresa de todos los bienaventurados al ver esta alma toda sellada por el obrar de la Voluntad Divina; al ver en esta alma que todo lo ha hecho en mi Querer, que todo lo que ha hecho en vida, cada palabra, cada pensamiento, obra, acción, etc., son tantos soles que la adornan y uno diverso del otro en la luz y en la belleza; al ver en esta alma los tantos ríos divinos que inundarán a todos los bienaventurados, y que no pudiéndolos contener el Cielo correrán también en la tierra para bien de los viadores.

 ¡Ah!, hija mía, mi Voluntad es el portento de los portentos, es el secreto para encontrar la luz, la santidad, las riquezas; es el secreto de todos los bienes, y no es conocido, y por lo tanto ni apreciado ni amado. Al menos tú aprécialo y ámalo, y hazlo conocer a cuantos veas dispuestos”.

 Otro día, estando sufriendo sentía que no podía hacer nada y me sentía oprimida por esto, y Jesús estrechándome toda me dijo:

 “Hija mía, no te inquietes, busca solamente el estar abandonada en mi Voluntad, y Yo haré todo por ti, porque es más un solo instante en mi Voluntad, que todo lo que podrías hacer de bien en toda tu vida”.

 Recuerdo también que otro día me dijo:

 “Hija mía, quien verdaderamente hace mi Voluntad, puede decir que todo lo que se desarrolla en ella, tanto en el alma como en el cuerpo, lo que siente, lo que sufre, puede decir: “Jesús sufre, Jesús está oprimido”. Porque todo lo que las criaturas me hacen me llega hasta en el alma en la cual habito, porque hace mi Voluntad, así que si las frialdades de las criaturas me llegan, mi Voluntad las siente, y siendo mi Voluntad vida de esa alma, por consecuencia sucede que también el alma las siente, así que en vez de afligirse por estas frialdades como suyas, debe estar en torno a Mí para consolarme y repararme por las frialdades que mandan las criaturas; así si siente distracciones, opresiones y otras cosas, debe estar en torno a Mí para aliviarme y repararme, no como cosas suyas sino como mías, por eso el alma que vive de mi Voluntad sentirá muy diversas penas, según las ofensas que me hacen las criaturas, pero las sentirá repentinamente y casi de sobresalto, como también sentirá gozos y contentos indescriptibles, y si en las penas debe ocuparse en consolarme y en repararme, en las alegrías y en los contentos debe ocuparse en gozárselos, y entonces mi Voluntad encuentra su compensación, de otra manera quedará contristada y sin poder desarrollar lo que contiene mi Querer”.

 Otro día me dijo: “Hija mía, quien hace mi Voluntad, absolutamente no puede ir al purgatorio, porque mi Voluntad purga al alma de todo, y habiéndola tenido en vida tan celosamente custodiada en mi Querer, ¿cómo podré permitir que el fuego del purgatorio la toque? Además, a lo más le podrá faltar algún adorno, y mi Voluntad antes de develarle la Divinidad, la va adornando de todo lo que le falta y luego me develo”. Vol. 11 de Marzo 8 de 1914

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