La Inmaculada María, luz de la estirpe humana

Imagen de Mariu

Inmaculada Concepción: Llena de Dios, de Vida Divina, el ser tal como fuimos pensados por Dios: Vida Divina, vida humana, Voluntad Divina, voluntad humana:

 

“…Hija mía, la creación del hombre fue el centro donde nuestra Divinidad concentraba todos los bienes que debían surgir en la criatura, poníamos en ella Vida Divina y Voluntad Divina, vida humana y voluntad humana; la vida humana debía servirnos de habitación, y las dos Voluntades fundidas juntas debían hacer vida en común, con sumo acuerdo, más bien la voluntad humana debía tomar de la nuestra para formar sus actos, y la nuestra debía estar en acto continuo de dar de lo suyo para hacer que la voluntad humana quedase modelada y toda uniformada en la Divina Voluntad.  Ahora, no hay vida, tanto humana, espiritual y Divina, que no tenga necesidad de alimento para crecer, para fortalecerse, embellecerse y felicitarse.  Nosotros poníamos nuestra Vida Divina en el hombre porque era incapaz de recibir toda la plenitud de nuestro Ser Divino, pusimos en él cuanto podía contener de nuestra Vida, dándole libertad de hacerla crecer cuanto más pudiera y quisiera, pero nuestra Vida en el hombre, para crecer, tenía necesidad de alimento, he aquí la necesidad de poner en él una Voluntad Divina, nuestra Vida Divina no se habría adaptado a alimentos de voluntad humana... ” (29-31)

 

Así que éste es el verdadero significado de la palabra “Inmaculada”. Ahora vayamos a investigar un poco el cómo fue todo este proceso:

 

María, siendo miembro de la familia humana, era heredera de la mancha original, y por lo tanto necesitada de redención, que como hemos visto, se le aplican por adelantado los méritos de su Hijo. Recorramos los momentos de la creación del alma de nuestra Madre para conocer a fondo el cómo de esta Concepción maravillosa.

Antes de comenzar, es necesario entender el actuar de Dios, y saber el por qué pudo ser preservada de la mancha original y por consecuencia de la concupiscencia.

 

Premisa.

 

Estamos acostumbrados a nuestro actuar en el tiempo y espacio, por lo que resulta hasta cierto punto incomprensible cómo pudo gozar de los méritos de su Hijo 48 años antes de que Él los consiguiera.

 

Dios, viviendo en la eternidad, es un acto único, sin sucesión de actos:

 

“…A mi pequeña recién nacida quiero hacerle conocer la Inmaculada Concepción de la Virgen, concebida sin pecado.  Pero primero tú debes saber que mi Divinidad es un acto solo, todos los actos suyos se concentran en uno solo, esto significa ser Dios, el portento más grande de nuestra Esencia Divina, no estar sujeta a sucesión de actos, y si a la criatura le parece que ahora hacemos una cosa, y ahora otra, es más bien que hacemos conocer lo que hay en aquel acto solo, porque la criatura, incapaz de conocerlo todo de un solo golpe, se lo hacemos conocer poco a poco…

 

…Ahora, todo lo que Yo, Verbo Eterno debía hacer en mi asumida Humanidad, formaba un solo acto con aquel acto único que contiene mi Divinidad… (Su humanidad y sus actos son eternos “ad intra”)

 

…así que antes de que esta noble Criatura fuese concebida, ya existía todo lo que debía hacer en la tierra el Verbo Eterno, por lo tanto, en el acto en que esta Virgen fue concebida, se alinearon en torno a su Concepción todos mis méritos, mis penas, mi sangre, todo lo que contenía la Vida de un Hombre Dios, y quedó concebida en los interminables abismos de mis méritos, de mi sangre divina, en el mar inmenso de mis penas.  En virtud de ellos quedó inmaculada, bella y pura; al enemigo le quedó cerrado el paso por los incalculables méritos míos y no pudo hacerle ningún daño.  Era justo que quien debía concebir el Hijo de un Dios, debía primero ser Ella concebida en las obras de este Dios, para poder tener virtud de concebir al Verbo que debía venir a redimir al género humano; así que Ella primero quedó concebida en Mí, y Yo quedé concebido en Ella, no quedaba más que a tiempo oportuno hacerlo conocer a las criaturas, pero en la Divinidad estaba como ya hecho. Por eso, la que más recibió los frutos de la Redención, más bien tuvo el fruto completo, fue esta excelsa Criatura, que siendo concebido en Ella, amó, estimó y conservó como cosa suya todo lo que el Hijo de Dios obró sobre la tierra.  ¡Oh! la belleza de esta tierna pequeñita, era un prodigio de la gracia, un portento de nuestra Divinidad, creció como Hija nuestra, fue nuestro decoro, nuestra alegría, el honor y la gloria nuestra”. (16-36)

 

Esto nos lo avala Sn Pablo cuando dice:

 

“…Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria. (Ef. 2:10)

 

De la misma manera en los escritos de Luisa aparece esta afirmación en múltiples ocasiones.

La Virgen, en el libro “La Reina del Cielo” nos describe paso a paso el proceso de su creación, veamos:

 

1er paso.  Tú debes saber que Yo conocí mi voluntad humana sólo para tenerla sacrificada en homenaje a mi Creador, mi vida fue toda de Voluntad Divina, desde el primer instante de mi concepción fui plasmada, enfervorizada y puesta en su luz, la cual purificó con su potencia mi germen humano y quedé concebida sin mancha original, por eso, si mi concepción fue sin mancha y tan gloriosa de formar el honor de la Familia Divina, fue sólo el Fiat omnipotente que se volcó sobre mi germen, y pura y santa quedé concebida. Así que si el Querer Divino no se hubiera vertido sobre mi germen, más que una tierna madre para impedir los efectos del pecado original, habría encontrado la triste suerte de las otras criaturas, de ser concebida con el pecado original, por eso la causa primaria fue la Divina Voluntad, a Ella sea el honor, la gloria, el agradecimiento de ser toda concebida sin mancha de origen.

 

2do paso.  En cuanto el Querer Divino se volcó sobre mi germen humano para impedir los tristes efectos de la culpa, la Divinidad sonrió, se puso en fiesta al ver mi germen, aquel germen humano puro y santo como salió de sus manos creadoras en la creación del hombre. Y el Fiat Divino hizo entonces el segundo paso en Mí, llevando éste mi germen humano, por Él purificado y santificado ante la Divinidad, a fin de que se volcara a torrentes sobre mi pequeñez en acto de ser concebida, y la Divinidad descubriendo en Mí, bella y pura su obra creadora, sonrió de complacencia y queriéndome festejar, el Padre celestial vertió en Mí mares de potencia, el Hijo mares de sabiduría, el Espíritu Santo mares de amor. Así que Yo quedé concebida en la luz interminable de la Divina Voluntad y en medio de estos mares divinos, que mi pequeñez, no pudiéndolos contener, formaba olas altísimas para enviarlas nuevamente como homenajes de amor y gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...

 

Nota.- El siguiente paso es importantísimo para comprender la prueba a la que fue sometida nuestra Madre Santísima, pero sobre todo el cómo, siendo una criatura inmersa en el tiempo, su prueba tiene vigencia para toda su Vida.

 

3er paso.  Escucha hija mía, en cuanto la Divinidad sonrió y festejó mi concepción, el Fiat Supremo hizo el tercer paso en mi pequeña humanidad. Muy pequeñita me dotó de razón divina (Le dan la opción de ver las cosas como las ve Dios) , y movida toda la Creación a fiesta me hizo reconocer por todas las cosas creadas como su Reina...

 

Querida hija mía, has de saber que la Divina Voluntad cuando reina en el alma no sabe hacer cosas pequeñas, sino grandes, quiere concentrar en la afortunada criatura todas sus prerrogativas divinas, y todo lo que ha salido de su Fiat omnipotente la circundan y quedan obedientes a sus indicaciones. ¿Qué cosa no me dio el Fiat Divino? Me dio todo, Cielo y tierra estaban en mi poder, me sentía dominadora de todo, incluso de mi mismo Creador.

 

4 paso. Y mientras todo era sonrisa y fiesta entre Ellos y Yo, Yo veía que no se podían confiar de Mí si no tenían una prueba. Hija mía, la prueba es la bandera que dice victoria, la prueba pone al seguro todos los bienes que Dios nos quiere dar, la prueba madura y dispone al alma para adquirir grandes conquistas, y también Yo veía la necesidad de esta prueba, porque quería dar a mi Creador, como correspondencia de tantos mares de gracias que me había dado, un acto de mi fidelidad, que me costase el sacrificio de toda mi vida. Cómo es bello poder decir: “Me has amado y te he amado.” Pero sin la prueba esto no puede decirse jamás...

 

Ahora escucha hija de mi corazón, al conocer los graves males de la voluntad humana en Adán y en toda su descendencia, Yo, tu celestial Mamá, si bien apenas recién concebida, lloré amargamente con lágrimas ardientes sobre el hombre caído… (Vale la pena hacer notar que fue necesario hacerle conocer el mal, lo que la voluntad humana había realizado)

 

…Así, el Fiat Supremo hizo el cuarto paso en mi alma, pidiéndome por prueba mi voluntad, esperando de Mí mi Fiat y la aceptación de tal prueba.

 

5 paso. En cuanto el Ser Supremo me pidió mi querer humano, y habiendo comprendido el grave mal que puede hacer la voluntad humana en la criatura, y cómo ella pone en peligro todo, incluso las obras más bellas de su Creador; cómo la criatura con su querer humano, toda es oscilante, es débil, inconstante, desordenada, y esto porque Dios al crearla la había creado unida, como en naturaleza con su Voluntad Divina, de modo que Ella debía ser la fuerza, el movimiento primario, el sostén, el alimento, la vida de la voluntad humana, así que con no dar vida a la Voluntad Divina en la nuestra, se rechazan los bienes recibidos de Dios en la Creación y los derechos recibidos en naturaleza en el acto en que fuimos creados; ¡oh, cómo comprendí bien la grave ofensa que se hace a Dios y los males que llueven sobre la criatura! Así que tuve horror y miedo de hacer mi voluntad, y justamente temía, porque también Adán fue creado por Dios, inocente, y con hacer su voluntad, ¿en cuántos males no se arrojó él y a todas las generaciones?

 

Por eso tu Mamá presa de terror, y más por el amor hacia mi Creador, juré no hacer jamás mi voluntad, tomé ésta y la até a los pies del trono divino en homenaje continuo de amor y de sacrificio, jurando no servirme jamás, aun por un solo instante de mi vida, de mi voluntad, sino siempre de la de Dios. Ahora hija mía amadísima, en cuanto hice don de mi voluntad a mi Creador, Yo me sentí triunfadora en la prueba querida para Mí, y Dios se sintió triunfador sobre mi voluntad humana.

 

Lecturas en los escritos de Luisa acerca de la prueba a la cual fue sometida la Virgen. Dice Luisa:

 

“Grande es el prodigio de la Inmaculada Concepción, pero mi Mamá Celestial no tuvo ninguna prueba en su Concepción, todo le fue propicio, tanto de parte de Dios como de parte de su naturaleza creada por Dios tan feliz, tan santa, tan privilegiada; entonces, ¿cuál fue su heroísmo y su prueba? Si de la prueba no fue excluido el ángel en el Cielo, ni Adán en el Edén, ¿acaso sólo la Reina de todos debía ser excluida de la aureola más bella, que la prueba debía poner sobre su cabeza augusta de Reina y de Madre del Hijo de Dios?”  Mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

 

“Hija mía, nadie puede ser aceptable a Mí sin la prueba.  Si no hubiera estado la prueba habría tenido una Madre esclava, no libre, y la esclavitud no entra en nuestras relaciones ni en nuestras obras, ni puede tomar parte en nuestro libre amor. Mi Mamá tuvo su primera prueba desde el primer instante de su Concepción, en cuanto tuvo su primer acto de razón, conoció su voluntad humana por una parte y la Voluntad Divina por la otra, y fue dejada libre para elegir a cuál de las dos voluntades debía adherirse, y Ella, sin perder un instante y conociendo toda la magnitud del sacrificio que hacía, nos donó su voluntad sin quererla conocer más, y Nosotros le hicimos don de la nuestra, y en este intercambio de donación de voluntades por ambas partes, concurrieron todos los méritos, las bellezas, los prodigios, los mares inmensos de gracia en la Inmaculada Concepción de la más privilegiada de todas las criaturas.  (17-25)

 

Así que, habiendo dicho FIAT en la Divina Voluntad, no podía cambiar, era inmutable su decisión.

 

"…Hija mía, la Inmaculada Concepción de mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta.  Las Tres Divinas Personas hicieron competencia: El Padre hizo salir un mar inmenso de potencia; Yo, Hijo, saqué un mar infinito de sabiduría; y el Espíritu Santo un mar inmenso de eterno amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de este mar fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas, así que la Divinidad suministró la sustancia de esta Concepción, y no sólo era centro de vida de esta admirable y singular criatura, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, potencia, sabiduría, amor, privilegios, etc.  Así que su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar, y se formó y creció bajo el influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y singular criatura, la Divinidad no quiso esperar como es su costumbre con las demás criaturas, quería sus abrazos, la correspondencia de su amor, sus besos, gozarse sus inocentes sonrisas, y por eso no apenas fue formada su Concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice conocer nuestras alegrías y nuestros dolores con relación a la Creación; y desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de nuestro trono para darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y arrojándose en nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas.  ¡Oh!, cómo era bello ver a esta inocente y privilegiada criatura, enriquecida con todas las cualidades divinas, venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor, porque solamente el pecado es lo que pone distancia entre Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor, así que Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado por Nosotros, nos dominaba, nos raptaba, nos ponía en fiesta y se hacía raptora de otro amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra.  Cielo y tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros, por tener después de tantos siglos a su Reina; el sol sonrió en su luz, y se creyó afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía y belleza del firmamento; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió ennoblecida al deber dar habitación y por tener que hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz.  Sólo el infierno lloró y sintió perder las fuerzas por el dominio de esta Soberana Señora. (15-1)

 

“…Hija mía, la Inmaculada María, pequeña luz de la estirpe humana, porque la tierra humana le dio el origen, pero fue siempre hija de la luz porque ninguna mancha entró en esta luz; ¿pero sabes tú donde está toda su grandeza, quién le dio la soberanía, quién formó los mares de Luz, de santidad, de gracia, de amor, de belleza, de potencia, dentro y fuera de Ella?  Hija mía, lo humano no sabe hacer jamás cosas grandes, ni dar cosas grandes, así que la Reina Celestial habría quedado la pequeña luz si Ella no hubiese puesto como a un lado su querer, que era la pequeña luz, y no haciéndose investir por mi Querer Divino, en el cual perdió su pequeña luz, el cual no es pequeña luz sino Sol interminable que invistiéndola toda formó mares de luz en torno a Ella, de gracia, de santidad, la embelleció tanto de volverla toda bella, con todas las tintas de las bellezas divinas, para hacer enamorar a Aquél que la había creado.  Su Inmaculada Concepción, por cuan bella y pura, era siempre una pequeña luz, no habría tenido ni potencia, ni luz suficiente para poder formar mares de luz y de santidad si nuestro Querer Divino no hubiese investido la pequeña luz para convertirla en Sol, y la pequeña luz, cual era la voluntad de la Soberana Celestial, no se hubiese contentado con perderse en el Sol del Fiat Divino para hacerse dominar por Él.  Fue esto el gran portento, el reino de mi Voluntad Divina en Ella, con Ésta, todo lo que hacía se volvía luz, se nutría de luz, nada salía de Ella que no fuese luz, porque tenía en su poder el Sol de mi Querer Divino, que por cuanta luz quería tomar, tanta tomaba.  Y como la propiedad de la luz es difundirse, dominar, fecundar, iluminar, calentar, he aquí el por qué la nobleza de la Soberana Reina con el Sol de mi Voluntad Divina que poseía, se difundió en Dios y dominándolo lo doblegó para hacerlo descender sobre la tierra, quedó fecunda del Verbo Eterno, iluminó y calentó al género humano; se puede decir que todo lo hizo en virtud del reino de mi Querer que poseía, todas las otras prerrogativas se pueden llamar adornos de esta Madre Reina, pero la sustancia de todos sus bienes, de su altura, belleza, grandeza y soberanía, fue que poseyó el reino de mi Voluntad, por eso de Ella se dice lo menos, y de lo más no dicen ni una palabra.  Esto significa que de mi Voluntad poco o nada conocen, por eso casi todos son mudos para Ella”. (23-219).

 

Nuevo tema que con motivo de la Próxima Navidad nos obsequia el Dr. Salvador Tomassiny.

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