Reflexión sobre la Inmaculada Concepción

Imagen de Mariu

Pequeña reflexión sobre la Inmaculada Concepción

 

Durante nuestra vida, ¿cuántos días 8 de diciembre hemos pasado?

 

¿Cuántas veces habremos reconocido que en este día se  festejaba a nuestra Madre Santísima, que se festejaba su Inmaculada Concepción?  Y de esas veces, ¿cuántas habremos meditado en la trascendencia de lo que se  festejaba? Me atrevo a pensar que muy pocas, y muy pocas personas lo hicieron.

 

En un programa donde se hablaba de María, se  mencionó que Ella no era grande por lo que hizo, sino por lo que Dios hizo en Ella.

 

Ciertamente Dios enriqueció a esta noble criatura con todos los dones que  la hicieron capaz de llegar a ser Madre de Dios, dones que le hubiera resultado imposible conseguir por Sí misma, por lo que la obra tuvo que venir de nuestro  Creador, sin embargo, todo, absolutamente todo lo que Dios obró en María, estuvo supeditado a la decisión de Ella, a un SÍ libre, voluntario de nuestra  Madre Santísima.

 

Y no se trata del sí pronunciado con las palabras de Ella en el momento de  la Anunciación, éstas simplemente fueron el eco del Sí inicial. Aquél SÍ que era necesario para que se iniciara la cadena de dones que debía recibir, y el primer don, sin el cual no podría haber recibido ningún otro, es su Concepción Inmaculada.  Don que por cierto no es algo particular, exclusivo para Ella, pues Dios nos creó  inmaculados a todos,  pero que por consecuencia de la desobediencia original se perdió.

 

 A Ella se le concedió readquirirlo por el SÍ pronunciado ANTES y con plena libertad. Un SÍ dicho en el momento mismo de la creación de su alma.Ahora, para que una acción sea plenamente libre, necesario es conocer a fondo las consecuencias totales de nuestro acto.

 

Ella, tuvo que conocer exactamentelo que se le pedía, y las consecuencias que traería su decisión, los sufrimientos a los que se sometería, etc., por lo tanto todo se lo tuvo que haber comunicado su Creador, y para que esta decisión se prolongara durante toda su vida, sin la más mínima claudicación, tuvo que ser tomada en la eternidad, no en el tiempo, pues si se hubiera realizado en éste, estaría sujeta a posibles claudicaciones.

 

María es grande por su propio mérito, por su decisión de no hacer nunca, nunca su voluntad, y hacer la Voluntad de Dios como se hace en el Cielo, aceptando todas las consecuencias de ello.

 

Así que honor a quien honor merece, y admiración por lo que Dios pudo obrar en esta celestial criatura debido a su entrega total,  pues lo que en realidad pasó fue, ni más ni menos que

 

«LaConcepción de la Divina Voluntad en la Soberana del Cielo»

Bendita seas Madre Santísima por habernos conseguido a nuestro Jesús Redentor y restaurador, y por todo lo que realizaste por nosotros.

 

Fiat