Al acostarse y al entregarse al sueño.
Padre, te amo; ven, Divina Voluntad a reposar en mi sueño, y extiende tu descanso sobre todas las criaturas.
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Padre, te amo; ven, Divina Voluntad a reposar en mi sueño, y extiende tu descanso sobre todas las criaturas.
Conclusión de la Agonía
Agonizante Jesús, mientras parece que está por apagarse tu vida, oigo ya el estertor de la agonía, veo tus bellos ojos eclipsados por la cercana muerte, tus santísimos miembros abandonados, y frecuentemente siento que no respiras más, y siento que el corazón se me rompe por el dolor.
Jesús da el título al libro que se ha de publicar y lo explica:
“Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver al Reverendo Padre que ha de ocuparse de la publicación de los escritos sobre la Adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose a su lado, le decía:
“Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será éste:
"Te invito vivir una experiencia espiritual transformadora: Al acompañar a Jesús, hora por hora, durante su Pasión.
Te invitamos a emprender un viaje espiritual de la mano de la Reina del Cielo, quien con amor maternal desea conducirnos al corazón mismo de la Divina Voluntad, donde encontraremos paz, gozo y plenitud.
Este libro que aquí te comparto no es solo para ser leído, sino para ser vivido día a día, permitiendo que las palabras de María transformen nuestra vida ordinaria en un extraordinario camino de santidad.
Diferencia entre la oración tradicional y la oración en la Divina Voluntad:
La oración tradicional es un diálogo personal con Dios donde expresamos nuestras peticiones, alabanzas y agradecimientos desde nuestra voluntad humana. Es como hablar con Dios desde nuestra orilla del río.
¡Oh Jesús mío! Dulce prisionero de amor, heme aquí contigo de nuevo; te dejé con decirte “adiós”, y ahora vuelvo a Ti diciéndote “buenos días.” Me consumía el ansia de volverte a ver en esta prisión de amor para darte mis amorosos saludos, mis latidos afectuosos, mis respiros encendidos, mis deseos ardientes, y toda yo misma para transfundirme toda en Ti y dejarme toda en Ti en perpetuo recuerdo y prenda de mi amor constante hacia Ti.
¡Oh Jesús mío! Prisionero celestial, ya el sol está en el ocaso y las tinieblas invaden la tierra, y Tú quedas solo en el tabernáculo de amor. Me parece verte triste por la soledad de la noche, no teniendo en torno a Ti la corona de tus hijos y de tus tiernas esposas, que al menos te hagan compañía en tu voluntario cautiverio.