Soledad de Jesùs, como el Sol, en medio de las criaturas. 26 de Junio 1922 Vol.14

Imagen de Esperanza Melara

El aislamiento y la soledad de Jesús en medio de las criaturas.

Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y como desde hace algunos días yo me encontraba como atada, tanto que me sentía impotente aun para moverme, me ha dicho tomando mis manos en las suyas:

“Hija mía, deja que Yo te desate.”

Y poniéndose junto a mí ha puesto mis brazos sobre sus hombros diciéndome:

“Ahora estás libre, estréchame a ti, pues he venido para hacerte compañía y recibir en correspondencia la tuya. Mira, Yo soy el Dios aislado por las criaturas, vivo en medio de ellas, soy vida de cada uno de sus actos y me tienen como si no existiera con ellas. ¡Oh! cómo lloro mi soledad, me ha tocado la misma suerte del sol, que mientras él vive con su luz y calor en medio de todos, no hay fecundidad que de él no venga, con su calor purifica la tierra de tantas inmundicias, sus bienes son incalculables y con magnanimidad los hace descender sobre todos, pero él en lo alto vive siempre solo, y el hombre ingrato no le da jamás un gracias, un testimonio de agradecimiento. Así soy Yo, solo, siempre solo, mientras que estando en medio de ellos soy Luz de cada pensamiento, sonido de cada palabra, movimiento de cada obra, paso de cada pie, latido de cada corazón, y el hombre ingrato me deja solo, no me dice un gracias, un te amo; quedo aislado en la inteligencia, porque de la Luz que les doy se sirven para ellos y tal vez para ofenderme; quedo aislado en las palabras, porque el sonido que forman muchas veces sirve para blasfemarme; quedo aislado en sus obras, de las que se sirve para darme muerte; en los pasos, en el corazón, atentos sólo a desobedecerme y a amar lo que a Mí no pertenece. ¡Oh, cómo me pesa esta soledad! Pero mi Amor, mi magnanimidad son tan grandes, que más que sol continúo mi curso, y en mi curso voy investigando si alguno quiere hacerme compañía en tanta soledad, y encontrándolo, con él formo mi compañía perenne y lo abundo de todas mis gracias. He aquí por qué he venido a ti, estaba cansado de tanta soledad, no me dejes jamás solo hija mía.”

Volumen 14- 26 Junio 1922 

 

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