Todas las cosas creadas llevan el Amor de Dios al hombre.
Estaba rezando, y con mi pensamiento me fundía en el Querer Eterno, y poniéndome ante la Majestad Suprema decía:
“Eterna Majestad, vengo a tus pies a nombre de toda la familia humana, desde el primero hasta el último hombre de todas las generaciones humanas, a adorarte profundamente; a tus pies santísimos quiero sellar las adoraciones de todos;