Después de esto pensaba entre mí: “Mi dulce Jesús exalta tanto la felicidad del Reino del Fiat Supremo, sin embargo Él mismo, que era la misma Voluntad Divina, mi Madre Celestial que la poseía íntegra, no fueron felices sobre la tierra, más bien fueron los que más sufrieron en la tierra; también de mí misma, que dice que soy la hija primogénita de su Voluntad, me ha tenido cuarenta y tres y más años confinada dentro de una cama, y sólo Jesús sabe lo que he sufrido, es verdad que he sido prisionera feliz y no cambiaría mi feliz suerte aunque me ofrecieran cetros y coronas, porque lo que me
Oh San José, asistidme con vuestra poderosa intercesión. Obtened para mí, de vuestro Divino Hijo, Nuestro Señor, todas las bendiciones espirituales que necesito. A fin de que, habiendo conseguido, aquí en la tierra, la ayuda de vuestro poder celestial, pueda ofrecer mi gratitud y homenaje, al Padre más Amoroso.
2º Cor.3, 18 Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, pues Él es el Señor del Espíritu.
Estaba rezando fundiéndome toda en Jesús, y quería en mi poder cada pensamiento de Jesús para poder tener vida en cada pensamiento de criatura, para poder reparar con el mismo pensamiento de Jesús, y así de todo lo demás. Y mi dulce Jesús me ha dicho: