Todo lo que hizo Jesús, está en acto de salvar al hombre.

Imagen de Mariu
“Hija mía, toda mi Vida fue un solo acto proveniente de aquel acto único del Eterno, que no tiene sucesión de actos,  Y si bien en miHumanidad externamente se haya visto gradualmente la sucesión de los diversos actos de mi Vida, es decir, mi concepción, mi nacimiento, crecimiento, obras,  pasos, padecimientos y muerte, no obstante, en el interior de mi Humanidad, mi Divinidad, el Verbo Eterno unido hipostáticamente a mi alma, hacia de toda mi Vida un acto solo continuo; de manera que la sucesión de mis actos externos que se veían no era sino lo que salía de este acto solo, el cual, desbordándose hacia afuera, se manifestó como la sucesión de los diversos aspectos de mi vida terrena; sin embargo, desde el momento que fui concebido, al mismo tiempo en mi interior Yo nacía, lloraba, obraba, hablaba, predicaba el Evangelio, instituía los Sacramentos, padecía y quedaba crucificado. . . 
 
Todo lo que sale de Dios queda en Dios, no sufre cambios, ni aumento ni disminución alguna; una vez hecho el acto, permanece con la plenitud de la Vida que nunca se acaba y que puede dar vida a todos. . . “ 
 
“. . . El primer hombre, al pecar, perdió una Voluntad Divina, y por éso fué necesaria mi Humanidad unida al Verbo Eterno, que debía de sacrificar en todo y por todo la voluntad humana de mi Humanidad para adquirir de nuevo esta Voluntad Divina, con el fin de darla nuevamente a la criatura.De manera que mi Humanidad no concedió siquiera un respiro de vida a su voluntad humana, sino que la tuvo sólo para sacrificarla y pagar la libertad que el hombre se habla tomado de rechazar con tanta ingratitud esta Voluntad Suprema, por lo cual le fallaron todos sus bienes, su felicidad, su dominio, su santidad; todo le falló.
  
Si el hombre hubiera perdido una cosa humana dada por Dios, un Angel o un Santo habría podido devolvérsela; pero habiendo perdido una Voluntad Divina, se necesitaba otro Hombre que fuese también Dios, que se la pudiera restituir. 
 
Ahora bien, si Yo hubiera venido a la tierra sólo a redimirlo, habría bastado una gota de mi Sangre o una pequeña pena mía para ponerlo a salvo; pero como Yo no sólo vine a salvarlo, sino a devolverle mi Voluntad perdida, esta Divina Voluntad quiso bajar en todas mis penas, en mis lágrimas, en mis suspiros y gemidos, en todo lo que Yo hacía y sufría, para adquirir de nuevo su dominio en todas y sobre todos los actos humanos, y así poder formar nuevamente su Reino en medio de las criaturas.
 
De manera que cuando Yo, siendo niño pequeño, lloraba, sollozaba, gemía, mi Voluntad Divina, más que si fuera luz solar, inundaba toda la Creación con mis lágrimas, con mis gemidos y suspiros; así que las estrellas, el sol, el azul cielo, el mar, la florecilla, todos lloraban, gemían, sollozaban y suspiraban, pues la Voluntad Divina que estaba en Mi era la misma que reinaba en toda la Creación, y como cosa natural las estrellas lloraban, el cielo gemía, el sol sollozaba, el mar suspiraba; el eco mío era llevado por la Luz de mi 
Voluntad en todas las cosas creadas, que repitiendo mi acto hacían compañía a su Creador.
  
¡Oh, si supieras qué asalto recibía la Divina Majestad al escuchar en toda la Creación mi llanto, mis gemidos y suspiros. . .! Todas las cosas creadas, animadas por mi Voluntad, postradas a los pies del Trono Divino, Lo ensordecían con sus gemidos, Lo atraían con sus lágrimas, Lo movían a piedad con sus suspiros y plegarias, y mis penas, repercutiéndose en todas las cosas creadas, Lo forzaban a ceder las llaves del Cielo, e imploraban nuevamente el Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.  
 
Mi Padre Celestial, apiadado y enternecido por su misma Voluntad que lloraba, gemía, suplicaba y sufría en todas sus obras, cedía las llaves y daba nuevamente su Reino; pero para estar seguro, lo ponía en mi Humanidad, para poderlo dar de nuevo a su debido tiempo a la familia humana.
  
Esta es la necesidad de que Yo hiciera y Me abajara al nivel de las acciones humanas, porque mi Voluntad Divina debía de establecer su dominio y sustituir todos los actos de las criaturas en el orden de su Voluntad Divina.
 
¿Ves entonces cuánto Me cuesta este Reino y con cuántas penas lo he rescatado? Por éso lo amo tanto y cueste lo que cueste quiero establecerlo en medio a las criaturas"
 
Y yo: “Pero díme, amor mío, si todo lo que Tú hiciste estaba investido de la Unidad de la Luz del Supremo Querer, siendo Una esta Voluntad no puede dividirse ni separarse de sus actos, y entonces la Creación ya no está sola; tiene la compañía de tus actos, de tu amor, de tus gemidos; por lo tanto no hay ese silencio de tamba que Tú me dijiste otra vez ” 
 
Y Jesús, todo bondad, ha añadido: “Hija mía, has de saber que en tanto que mi Humanidad estuvo en la tierra, como también mientras que estuvo la Reina Soberana, en la Creación no hubo soledad ni silencio sepulcral, porque gracias a la Luz de la Voluntad Divina, dondequiera que Esta se hallaba, mi acto se extendía como luz y se difundía en todo, se multiplicaba en todas las cosas
creadas y en todas partes se repetía, pues una sola era la Voluntad Tan verdad es esto, que la Creación dió señales sensibles, tanto en mi nacimiento como mucho más en mi muerte, hasta llegar a obscurecerse el sol, a romperse las piedras, a temblar la tierra, como si todos llorasen por su Creador, por su Rey; lloraban por Aquel que los había tenido en fiesta, que había puesto  a su soledad y al silencio de tumba. sintiendo la amargura de tan dura privación, dieron señales de dolor y de llanto, y de nuevo se sumieron en el luto de la soledad y del silencio, porque yéndome Yo de la tierra ya no había quien hiciera resonar su voz en la Luz de mi Voluntad, que haciendo eco hacia que la Creación hablase y obrase.
 
Sucedía como con un gramófono, un instrumento metálico que ingeniosamente encierra la voz de quien habla o de quien canta, y el instrumento habla, canta, llora, ríe, pero esto sucede gracias al eco de la voz que ha hablado; pero si se quita el mecanismo que produce ese canto, el instrumento queda mudo.
  
Mucho más aún, porque Yo no vine a la tierra por la Creación, sino por el hombre, y por éso todo lo que Yo hice, penas, oraciones, gemidos, suspiros, los dejé, más que una nueva Creación, para el bien de las almas, ya que habiendo sido hecho todo lo que Yo hice en virtud de mi Potencia Creadora, todo está en acto de salvar al hombre. 
 
Además, la Creación fué hecha para el hombre, y en ella él debía de ser el rey de todas las cosas creadas; pero el hombre, al separarse de mi Voluntad Divina, perdió la autoridad, el dominio, y ya no podía formar leyes en el reino de la Creación, como es propio de un rey cuando tiene un reino, pues habiendo perdido la Unidad de la Luz le mi Voluntad ya no supo gobernar, ya no tuvo
más fuerza de dominio y sus leyes no tenían valor. la Creación fué para él como un pueblo que se revela al rey y lo hace su irrisión.
  
Y por éso mi Humanidad fué enseguida reconocida por toda la Creación como su Rey, porque todas Las cosas sentían en Mí la fuerza de la unión de una sola Voluntad; pero al irme Yo se quedó de nuevo sin Rey y sumida en su silencio, esperando de nuevo a quien debía en el Reino de mi Voluntad hacer oír su voz, para hacerla resonar en todas las cosas.
 
¿Pero sabes tú quien es aquella que de nuevo pondrá de fiesta a toda la Creación, quién formará su eco y la hará de nuevo hablante? Eres tú, hija mía, quien tomará otra vez el dominio, el gobierno, en el Reino de mi Voluntad; por éso sé atenta, y tu vuelo en mi Querer sea continuo “
 

 Agosto 1926