Porque Adán fué probado

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Dice Luisa: Pensaba entre mí: “Si Adán por una sola vez que se sustrajo de la Divina Voluntad cayó tan bajo y cambió su fortuna en miseria, su felicidad en amargura, ¿qué será de nosotros que tantas y tantas veces nos sustraemos de esta adorable Voluntad?”
Pero mientras esto pensaba, mi amado y único bien ha agregado:
“Hija mía, Adán cayó tan bajo porque se sustrajo de una Voluntad expresa de su Creador, en la cual venía encerrada la prueba para probarlo en su fidelidad hacia Aquél que le había dado la vida y todos los bienes que poseía.
Mucho más que lo que Dios pedía de él ante los tantos bienes que gratuitamente le había dado, era que se privara, de los tantos frutos que le había otorgado, sólo de un fruto por amor a Aquél que tanto le había dado.
Y en este pequeño sacrificio que Dios quería de él, le había hecho saber que no quería otra cosa que estar seguro de su amor y de su fidelidad.
Adán debería haberse sentido honrado de que su Creador quería estar seguro del amor de su criatura.
Se acrecentó la culpa porque aquél que lo atrajo y persuadió a caer no era un ser superior a él, sino una vil serpiente, su capital enemigo.
Su caída trajo más graves consecuencias porque era la cabeza de todas las generaciones, por tanto todos los miembros debían sentir como connaturalmente los efectos del mal de su cabeza.
Mira entonces que cuando una Voluntad mía es expresa, querida y mandada, el pecado es más grave y las consecuencias son irremediables, y sólo mi misma Voluntad puede reparar tanto mal, como sucedió a Adán; en cambio cuando no es expresa, si bien la criatura está en deber de pedir para conocer mi Voluntad en su obrar, si dentro de su acto entra un bien es la pura gloria mía; pero si no es expresa, no es tan grave el mal y es más fácil encontrar remedio, y esto lo hago a cada criatura para probar su fidelidad y también para poner al seguro el amor con el que dicen que me aman; ¿quién es aquél que no quiere estar seguro de un terreno que adquiere, tanto que hasta llega a hacer las escrituras?
¿Quién es aquél que no quiere estar seguro de la fidelidad de un amigo, de la lealtad verdadera de un siervo?
Entonces para estar seguro hago conocer que quiero los pequeños sacrificios, los cuales le llevarán todos los bienes, la santidad, y realizarán la finalidad para la que fueron creados; en cambio si son reacias, todo estará trastornado en ellas y todos los males le lloverán encima.
Pero el no hacer mi Voluntad es siempre un mal, más o menos grave según el conocimiento que de Ella se posee”. Vol. 21 Abril 8 de 1927