He pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía como un vilísimo harapo que Jesús había desechado porque le daba asco, tan sucio estaba; y en mi interior oía decirme:
Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado ha venido el niño Jesús, y yo viéndolo muy pequeño, como si acabara de nacer, le he dicho: “Querido mío, ¿cuál fue la causa, quién te hizo venir del Cielo y nacer tan pequeño en el mundo?”
Encontrándome en mi habitual estado, estaba deseando al niño Jesús, y después de mucho esperar se ha hecho ver en mi interior como pequeño niño, y me decía:
A la edad de diecisiete años, me preparé a la fiesta de la Santa Navidad practicando diferentes actos de virtud y mortificación, honrando especialmente los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno con nueve horas de meditación al día, referentes siempre al misterio de la Encarnación.