He pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía como un vilísimo harapo que Jesús había desechado porque le daba asco, tan sucio estaba; y en mi interior oía decirme:
“En mi Voluntad no existen harapos, todo es vida, y Vida Divina. El harapo se rompe, se ensucia, porque no contiene vida, en cambio en mi Voluntad que contiene vida y da vida a todo, no hay peligro que el alma se pueda reducir a pedazos, mucho menos ensuciarse”.
Yo, no haciendo caso de esto pensaba entre mí: “¡Qué hermosas fiestas navideñas me hace pasar Jesús, se ve que me quiere mucho!” Y Él moviéndose en mi interior ha agregado:
“Hija mía, para quien hace mi Voluntad siempre es navidad; en cuanto el alma entra en mi Querer Yo quedo concebido en su acto; conforme va cumpliendoe es Navidad su acto, Yo desarrollo mi Vida; cuando lo termina, Yo resurjo y el alma queda concebida en Mí, desarrolla su vida en la mía y resurge en mis mismos actos. Entonces, mira, las fiestas navideñas son para quien una vez al año se prepara, se pone en gracia, por lo tanto siente en sí algo de nuevo de mi nacimiento; pero para quien hace mi Voluntad siempre es Navidad, renazco en cada acto suyo. ¿Así que tú quisieras que Yo naciera en ti una vez al año? No, no, para quien hace mi Voluntad, mi nacimiento, mi Vida, mi muerte y mi Resurrección deben ser un acto continuado, nunca interrumpido, de otra manera, ¿cuál sería la diferencia, la desmedida distancia con las otras santidades?”