Cartas de Luisa Piccarreta.

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CARTAS DE LUISA PICCARRETA

“La Pequeña Hija De La Divina Voluntad”

 

Las Cartas de Luisa Piccarreta contienen enseñanzas maravillosas y especialmente nos indican la mejor y la más sencilla manera de vivir en la Divina Voluntad.

De una carta de Luisa 
Tres cosas te recomiendo: Firmeza en el bien, paz perenne, confianza filial. La confianza te hará vivir como una pequeña niña en los brazos de su mamá, y Jesús y la Madre Celestial pensarán en las cosas que se necesiten. Te dirán con los hechos: “Tú piensa en vivir en nuestra Voluntad, y Nosotros pensaremos en todo, aun en la salvación de tus hermanos.” ¿No estás contenta por ello?

 

1. A los superiores generales de los Padres Rogacionistas y de las hijas del D. Celo.

Fiat

Reverendos Padres y Madres Generales,

 el Divino Consolador Jesús os consuele y os ponga el bálsamo sobre la profunda herida abierta en vuestros corazones por la pérdida de la querida M. Gesuina. Pero no, no la habéis perdido, ella ha partido para el Cielo y vosotros habéis adquirido ante Dios una protectora y pacificadora, come lo era en la tierra. Ella continuará haciendo, desde allá, el oficio de pacificadora, mucho más que ha partido en un momento en el cual vosotros, queridos superiores, gemís y toda la obra gime porque queréis la suspirada paz. Su bella alma, cándida y pacífica, habiendo terminado su carrera no tenía más qué hacer en la tierra; el Cielo la reclamaba al ver que había cumplido su misión como criatura, porque no la podía tener más lejana.

Así que a nosotros sólo nos queda decir Gracias a Dios por la afortunada M. Genuina, y Fiat por nosotros que la hemos perdido, y este Fiat remediará a todo. Así que no nos descorazonen el dolor y las pérdidas; son siempre anunciadores de gracias, de luz, de ayudas más sorprendentes. Tenemos un Querer omnipotente con nosotros, por eso no hay nada que temer. Este Querer Divino cambiará los corazones, para formar los sujetos que se necesitan; Jesús bendito y nuestra Mamá Celestial estarán junto con ustedes para guiaros y disponer las cosas según su adorable Voluntad.

Mi buena Madre, Reverendo Padre, yo os compadezco mucho; sé que ha sido un desgarro para vuestro corazón materno y paterno, por eso ruego a Jesús que os dé la fuerza, que se ponga Él en el lugar de vuestro corazón, a fin de que cure el dolor y provea a todo. 

Me encomiendo a vuestras oraciones, y dejándoos en la paz del Querer Supremo os beso la mano Reverenda Madre; y besando la mano al Padre, imploro su paterna bendición.

Vuestra sierva devotísima. Luisa Piccarreta.

(Corato 24/2/1932)

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