La Mamá Celestial le enseña
el secreto de la felicidad.
Encontrándome en mi habitual estado, me encontré fuera de mí misma y después de haber girado y girado en busca de Jesús, encontré en cambio a la Reina Mamá, y oprimida y cansada como estaba le dije: "Dulcísima Mamá mía, he perdido el camino para encontrar a Jesús, no sé más a dónde ir ni qué hacer para encontrarlo de nuevo." Mientras esto decía, lloraba, y Ella me dijo:
"Hija mía, ven junto a Mí y encontrarás el camino y a Jesús.
Es más, quiero enseñarte el secreto para poder estar siempre con Jesús y para vivir siempre contenta y feliz aún en esta tierra, y es: tener fijo en tu interior que sólo Jesús y tú están en el mundo y nadie más, y sólo a Él debes gustar, complacer y amar y sólo de Él debes esperar ser amada y contentada en todo. De esta manera, estando sólo tú y Jesús, no te impresionará más si estás rodeada de desprecios o alabanzas, de parientes o extraños, de amigos o enemigos... Sólo Jesús será todo tu contento y sólo Jesús te bastará por todos. Hija mía, hasta en tanto que todo lo que existe acá abajo no desaparece del todo del alma, no se puede encontrar verdadero y perpetuo contento."
Y mientras esto dijo, de dentro de un rayo salió Jesús en medio de nosotros, yo lo tomé, lo llevé conmigo y me encontré en mí misma. Vol. 4 de 21 Ago. 1901
* * *
26 de enero de 1902
Vol. 4
La Santísima Trinidad
y la Mamá Reina.
Esta mañana mientras me encontraba en mi habitual estado, veía ante mí una luz interminable y comprendía que en esa luz moraba la Santísima Trinidad, a la vez veía enfrente de esa luz a la Reina Mamá que quedaba toda absorbida por la Santísima Trinidad y Ella absorbía en sí a las tres Divinas Personas, de tal modo que quedaba enriquecida con las tres prerrogativas de la Trinidad Sacrosanta, es decir: potencia, sabiduría y caridad, y como Dios ama al género humano como parte de sí y como partícula salida de sí y desea ardientemente que esta parte de sí mismo vuelva en Él mismo, así la Mamá Reina, participando en esto, ama al género humano con amor entrañable. Vol. 4 del 26 de enero de 1902
* * *
La Santísima Virgen: Estrella de luz.
Estando en mi habitual estado, vino la Reina Madre y me dijo:
"Hija mía, mis dolores, como dicen los profetas, fueron un mar de dolores y en el Cielo se cambiaron en un mar de gloria, y cada dolor mío hizo fructificar otros tantos tesoros de gracia. Y así como en la tierra me llaman 'Estrella del mar' porque con seguridad guío al puerto, así en el Cielo me llaman 'Estrella de luz' para todos los bienaventurados, porque quedan recreados por esta luz que me produjeron mis dolores." Vol. 4 del 24 de Feb. de 1902
* * *
10 de enero de 1903
Vol. 4
Las palabras más agradables
a la dulce Mamá.
Esta mañana, después de haber esperado mucho, vino la Reina Mamá con el Niño en brazos y me lo dio, diciéndome que lo tuviera cortejado con actos continuos de amor. Yo lo hice por cuanto pude y mientras esto hacía, Él me dijo:
"Amada mía, las palabras más agradables y que más consuelan a mi Madre son ‘Dominus tecum’, ‘el Señor es contigo’, porque en cuanto fueron pronunciadas por el arcángel, sintió comunicarse en Ella todo el Ser divino, y entonces se sintió investida de la potencia divina, de modo que su potencia humana, ante la divina, se perdió en ésta y mi Madre quedó con la potencia divina en sus manos." Vol. 4 10 de Enero de 1903
* * *
30 de junio de 1903
Vol. 5
La Santísima Virgen le enseña
a tener la mirada interior
fija en Jesús.
Encontrándome fuera de mí misma vi a la Reina Madre y postrándome a sus pies le dije: "Dulcísima Madre mía, en qué terribles aprietos me encuentro privada de mi único Bien, de mi misma vida, siento que toco los extremos." Y mientras esto decía, lloraba.
La Virgen Santísima, abriéndose la parte del corazón como si abriera una custodia, tomó el Niño de ahí adentro y me lo dio, diciéndome:
"Hija mía, no llores. Aquí tienes a tu Bien, a tu Vida, a tu Todo. Tómalo y tenlo siempre contigo. Y mientras lo tienes contigo, ten tu mirada fija en tu interior en Él, no te preocupes si no te dice nada o si no sabes decirle nada, míralo solamente en tu interior, porque al mirarlo comprenderás todo, harás todo y darás satisfacción por todos. Esta es la belleza del alma interior, que sin voz, sin instrucción, como no hay ninguna cosa externa que la atraiga o la inquiete sino que toda su atracción, todos sus bienes están encerrados en el interior, fácilmente con el simple mirar a Jesús todo comprende y todo obra. De este modo caminarás hasta la cima del Calvario y habiendo llegado ahí, no lo verás ya niño sino crucificado, y tú quedarás junto con Él crucificada."
Entonces pareció que con el Niño en brazos y con la Virgen Santísima hacía el camino del Calvario. Conforme caminábamos, algunas veces encontraba a alguien que quería quitarme a Jesús y llamaba en ayuda a la Reina Madre diciéndole: "Mamá mía, ayúdame porque me quieren arrebatar a Jesús." Y Ella me respondía: "No temas, tu empeño sea tener la mirada interior fija en Él y esto tiene tanta fuerza que todas las demás fuerzas humanas y diabólicas quedan debilitadas y derrotadas." Vol. 5 del 30 de Jumio de 1903.