Nacimiento de Jesús

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El descendimiento del Verbo Divino.  Cómo partió del Cielo y al mismo tiempo quedó en él.  Prodigios de la encarnación.  El inicio de la fiesta de la Divina Voluntad. Dios en sus obras pone a un lado la ingratitud humana.  
 
Estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, y mi pobre mente se ha detenido en el acto del descendimiento del Verbo Divino a la tierra.
 
 ¡Dios mío, cuántas maravillas, cuántas sorpresas de Amor, de Potencia, de Sabiduría divina, son tales y tantas que no se sabe por donde empezar a decirlas!  Y mi amado Jesús, como inundado en su mar de amor que levantaba sus olas, sorprendiéndome me ha dicho:
 
“Hija mía bendita, en mi descendimiento a la tierra fueron tales y tantas las maravillas, nuestro arrebato de amor, que ni a los ángeles ni a las criaturas les es dado comprender lo que obró nuestra Divinidad en el misterio de la Encarnación.  
 
Tú debes saber que nuestro Ser Supremo posee en naturaleza el movimiento incesante; si este movimiento pudiese cesar aunque fuera un solo instante, lo que no puede ser, todas las cosas quedarían paralizadas y sin vida, porque todas las cosas, la vida, la conservación y todo lo que existe en el Cielo y en la tierra, todo depende de aquel movimiento.
 
 Por eso al descender del Cielo a la tierra, Yo, Verbo e Hijo del Padre, partí de nuestro movimiento primero, más bien, quedé y partí; el Padre y el Espíritu  Santo descendieron junto conmigo, fueron concurrentes, Yo no hice ningún acto que no lo hiciera junto con Ellos, y al mismo tiempo quedaron sobre su trono llenos de Majestad en las regiones celestiales.
 
 Así mismo, al partir, mi Inmensidad, mi Amor, mi Potencia descendían junto conmigo, y mi Amor que llega a lo increíble y no se contenta si no forma de mi Vida tantas Vidas por cuantas criaturas existen, y no sólo eso, sino que por doquier y por todas partes formaba mi Vida, la multiplicaba, y teniendo a mi Inmensidad en su poder la llenaba de tantas Vidas mías a fin de que cada uno tuviese una Vida mía propia, y la Divinidad tuviese la gloria y el honor de tantas Vidas Divinas nuestras por cuantas criaturas y cosas sacamos a la luz del día.
 
 ¡Ah, nuestro Amor nos pagaba por la obra de la Creación, y con el formar tantas Vidas nuestras, no sólo nos correspondía, sino que nos daba de más de lo que habíamos hecho.  Nuestra Divinidad quedó raptada y tuvo un encanto tan dulce al ver los inventos, las estratagemas de nuestro Amor, al ver tantas Vidas nuestras esparcidas, sirviéndose de nuestra Inmensidad como circunferencia donde ponerlas; así que mientras se veía mi Vida como centro, mi Inmensidad y Potencia como circunferencia en la cual eran depositadas estas Vidas innumerables, encontrando todo y a todos se daban para amarnos y hacerse amar.”
 
Yo he quedado sorprendida al escuchar esto, y mi dulce Jesús no dándome tiempo, pronto ha agregado: “Hija mía, no te maravilles, Nosotros cuando obramos hacemos obras completas, de modo que ninguno puede decir:  ‘Esto no lo ha hecho para mí, su Vida no es toda mía.’
 
 ¡Ay, el amor no surge cuando las cosas no son propias y no se tienen en el propio poder!  Además, ¿no hace también esto el sol, obra creada por Nosotros, que mientras se hace luz a los ojos hasta llenarlos todos de luz, al mismo tiempo es luz plena a la mano que obra, al paso que camina?  De modo que todos pueden decir, cosas creadas y criaturas:  ‘El sol es mío.’  Y mientras el centro del sol está en lo alto de la atmósfera, su luz parte y queda al mismo tiempo, y con su circunferencia de luz inviste a la tierra y se hace vida y luz de cada uno, hasta de la florcita y del pequeño hilo de hierba.  El sol no es vida, luz tiene y luz da, junto con todos los bienes que contiene su luz.  
 
Nuestra Divinidad es Vida y es  autora y vida de todo, por eso al descender del Cielo a la tierra debía hacer actos completos, y más que sol hacer desahogo de mi Vida, y multiplicarla en tantas Vidas, a fin de que Cielo, tierra y todos pudiesen poseer mi Vida.  No habría sido obra de nuestra Sabiduría y de nuestro infinito Amor si esto no fuera así.” Jesús ha hecho silencio, y yo continuaba pensando en el Nacimiento del niñito Jesús, y Él ha agregado:
 
“Hija pequeña de mi Querer, la fiesta de mi Nacimiento fue la fiesta y como el inicio de la fiesta de mi Divina Voluntad.  Conforme los ángeles cantaron gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, los ángeles, la Creación, se pusieron en actitud de fiesta, y mientras festejaban mi Nacimiento festejaban la fiesta de mi Divina Voluntad, porque con mi Nacimiento nuestra Divinidad recibía la verdadera gloria, hasta en lo más alto de los Cielos, y los hombres tendrán la verdadera paz cuando reconozcan mi Voluntad, le den el dominio y la hagan reinar, y así su voluntad se hará buena, sentirán la Fuerza divina.
 
 Entonces cantarán juntos Cielos y tierra, gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la tierra a los hombres que poseerán la Divina Voluntad; todo se abonará en ellos y poseerán la verdadera paz.” 
 
             
Después continuaba pensando en el Nacimiento del pequeño Rey Jesús y le decía.  “Amado niñito, dime qué cosa hiciste cuando viste tanta ingratitud humana hacia tu Amor.”
 
 Y Jesús: “Hija mía, si hubiera tenido en cuenta la ingratitud humana hacia tanto Amor mío, habría tomado el camino para regresarme al Cielo, y por eso habría entristecido y amargado a mi Amor y hubiera cambiado la fiesta en luto.  ¿Quieres saber qué hago en mis obras más grandes para hacerlas más bellas, con el alarde y la suntuosidad más grande de mi Amor?  Pongo todo a un lado, la ingratitud humana, los pecados, las miserias, las debilidades, y doy curso a mis obras más grandes como si todo lo anterior no existiera.
 
 Si Yo quisiera poner atención a los males del hombre no habría podido hacer obras grandes, ni dar curso a todo mi Amor, habría quedado impedido, sofocado en mi Amor.  En cambio, para estar libre en mis obras y para hacerlas cuanto más bellas puedo, pongo todo a un lado, y si es necesario cubro todo con mi Amor, de modo que no veo más que Amor y Voluntad mía, y así sigo adelante en mis obras más grandes y las hago como si ninguno me hubiese ofendido, porque para gloria nuestra nada debe faltar al decoro, a lo bello y a la grandeza de nuestras obras.  Por eso quisiera que también tú no te ocuparas de tus debilidades, de las miserias y de tus males, porque por cuanto más se piensan, tanto más débil se siente, tanto más los males ahogan a la pobre criatura, y las miserias se estrechan más fuertemente en torno a ella.
 
 Con pensarlas, la debilidad alimenta la debilidad, y la pobre criatura va cayendo más, los males cobran más fuerza, las miserias la hacen morir de hambre; en cambio con no pensarlas, por sí mismas se desvanecen.  Lo mismo le sucede al bien, un bien alimenta a otro bien, un acto de amor llama a otro acto de amor, un abandono en mi Querer hace sentir en sí la nueva Vida Divina; así que el pensamiento del bien forma el alimento, la fuerza para hacer otro bien.
 
 Por eso quiero que tu pensamiento no se ocupe de otra cosa que de amarme y de vivir de mi Voluntad; mi Amor quemará tus miserias y todos tus males, y mi Querer Divino se constituirá vida tuya, y se servirá de tus miserias para formarse el escabel donde erigir su trono.”
 
Después seguía pensando en el pequeño Jesús nacido y, ¡oh, cómo se me desgarraba el corazón al verlo llorar, sollozar, gemir, temblar de frío, hubiera querido poner un mi “te amo” por cada pena y lágrima del pequeño divino para calentarlo y calmarle el llanto!  Y Jesús ha agregado:
 
“Hija mía, a quien vive en mi Querer me lo siento en mis lágrimas, en mis gemidos, me lo siento correr en mis sollozos, en los temblores de mis miembros infantiles, y en virtud de mi Querer que posee, me cambia las lágrimas en sonrisas, los sollozos en alegrías de Cielo; con sus cantos de  amor me calienta y me cambia las penas en besos y abrazos.  Es más, tú debes saber que quien vive en mi Querer recibe continuos injertos de todo lo que hace mi Humanidad:  Si pienso, injerto sus pensamientos; si hablo y rezo, injerto su palabra; si obro, injerto sus manos; no hay cosa que haga Yo de la cual no forme injertos para injertar a la criatura y hacer de ella la repetición de mi Vida, mucho más que estando mi Divina Voluntad en ella, encuentro mi Potencia, mi Santidad, mi misma Vida, para hacerme hacer lo que Yo quiero de ella.
 
 ¿Cuántos prodigios no puedo hacer en la criatura donde encuentro mi Voluntad?  Yo vine a la tierra para cubrir todo con mi Amor, para ahogar los mismos males y quemar todo con mi Amor.  Por justicia quería resarcir a mi Padre, porque era justo que fuese reintegrado en el honor, en la gloria, en el amor y gratitud que todos le debían, por eso mi Amor no se daba paz, llenó los vacíos de su gloria, de su honor, y llegó a tanto, que por vía de amor pagó a la Divinidad por haber creado un cielo, un sol, un viento, un mar, una tierra florida y todo el resto, por lo cual el hombre no había dicho ni siquiera un gracias por los tantos bienes recibidos, había sido el verdadero ladrón, el ingrato, el usurpador de nuestros bienes.
 
 Mi Amor corría, corría para llenar los abismos de distancia entre el Creador y la criatura, pagaba por vía de amor a mi Padre Celestial, y por vía de amor recompraba a todas las generaciones humanas, para darles de nuevo la Vida de mi Voluntad; ya había formado tantas Vidas de Ella para formar con Ellas el rescate, y cuando mi Amor paga es tanto su valor, que puede pagar por todos y readquirir lo que quiere.  Por eso ya has sido comprada por mi Amor, así que deja que te goce y te posea.”  Vol. 35 Diciembre 25 de 1937.

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Comentarios

Imagen de Estrella

FELIZ NAVIDAD!!

Comment: 

Qué bella y hermosa explicación que obtuvo de Jesús esta bendita mujer!
Rescato una frase que me pareció vital y centro de acción:
"(...) un bien alimenta a otro bien, un acto de amor llama a otro acto de amor, un abandono en mi Querer hace sentir en sí la nueva Vida Divina; así que el pensamiento del bien forma el alimento, la fuerza para hacer otro bien.