Continuando mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y rezaba, amaba y reparaba; y Él me ha dicho:
“Hija mía, ¿quieres una similitud de los actos hechos en mi Querer? Mira hacia lo alto y ahí encontrarás el sol, un círculo de luz que tiene sus límites, su forma, pero la luz que sale de este sol, de dentro de los límites de su redondez, llena la tierra, se extiende dondequiera, no en forma redonda sino donde encuentra tierra, montes, mares para iluminar y para revestir con su calor; tanto, que el sol con la majestad de su luz, con el benéfico influjo de su calor y con investir a todos, se vuelve el rey de todos los planetas y tiene la supremacía sobre todas las cosas creadas.
Ahora, así son los actos hechos en mi Querer, y aún más, la criatura al obrar, su acto es pequeño, limitado, pero conforme entra en mi Querer se hace inmenso, inviste a todos, da luz y calor a todos, reina sobre todos, adquiere la supremacía sobre todos los demás actos de las criaturas, tiene derecho sobre todos; así que impera, gobierna, conquista, no obstante su acto es pequeño, pero con hacerlo en mi Querer ha sufrido una transformación increíble, que ni al ángel le es dado comprenderlo, sólo Yo puedo medir el justo valor de estos actos hechos en mi Voluntad, son el triunfo de mi gloria, el desahogo de mi amor, el cumplimiento de mi Redención, y me siento como compensado de la misma Creación, por eso siempre adelante en mi Querer”. Vol.12-29
Diciembre 12, 1917
Para hacer vida este pasaje de Luisa Piccarreta sobre los actos en la Divina Voluntad, te sugiero estas prácticas:
- Práctica de la conciencia divina: Antes de realizar cualquier acción cotidiana, por pequeña que sea, ofrécela conscientemente a la Divina Voluntad, visualizando cómo ese acto limitado se expande como la luz del sol al entrar en el Querer Divino.
- Ejercicio de fusión: Dedica momentos del día para "fundirte" intencionalmente en el Querer de Jesús, como menciona Luisa, repitiendo: "No soy yo quien obra, sino Dios en mí".
- Vivir la universalidad: Realiza tus acciones ordinarias (rezar, amar, reparar) con la conciencia de que, hechas en la Divina Voluntad, tocan a todas las criaturas como la luz del sol que ilumina todo.
- Transformación de intención: Convierte actos limitados en inmensos ofreciéndolos con la intención explícita de que sea la Voluntad Divina quien actúe, no la tuya.
- Contemplación activa: Mientras realizas las tareas diarias, contempla cómo cada acto tuyo, al entregarlo al Querer Divino, se transforma en un acto de valor eterno que "impera, gobierna y conquista".
La esencia es permitir que tus acciones limitadas se fundan con lo ilimitado del Querer Divino, transformándose así en obras de valor universal, como el sol que desde su pequeño círculo ilumina todo el planeta.
- Inicie sesión para enviar comentarios