Duplicar la Gloria de los Santos

(...)Continuaba mis actos en la Divina Voluntad, e iba ofreciendo los sacrificios que hicieron los santos del antiguo testamento, los de mi Mamá Celestial, todos los sacrificios de mi amado Jesús, y así uno a uno de todo el resto.

El Divino Querer me los ponía todos en orden ante mi mente, y yo los iba ofreciendo como el más bello homenaje a mi Creador. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me dijo: 

“Hija mía, no hay cosa sufrida y obrada por todos los santos de la historia del mundo, en que mi Voluntad no haya tomado parte, haciéndose actora y concurrente de fuerza, de ayuda, de sostén en aquel sacrificio u obra que hayan hecho.

Ahora el alma, ofreciéndolos a Dios como homenaje de gloria, trae a la memoria aquel sacrificio y obra, y mi Divina Voluntad reconoce lo que ha puesto de suyo en tales actos, y da la virtud de duplicar la gloria de aquel sacrificio, para Dios y para quien ha tenido el bien de sacrificarse y obrar para cumplir mi Divina Voluntad.

El verdadero bien no cesa jamás, ni en el Cielo ni en la tierra, basta una criatura que lo recuerde y lo ofrezca, y se renueva la gloria en el Cielo y descienden los efectos de aquel bien en la tierra a favor de las criaturas. Vol. 29 del 2 de marzo de 1931.

"La Divina Voluntad ha sido el fundamento invisible de todas las obras realizadas por los santos a lo largo de la historia. Cuando ofrecemos en nuestras oraciones el sacrificio y las virtudes de estos santos, no solo honramos su memoria, sino que multiplicamos la gloria que sus actos rinden a Dios. Esto ocurre porque, al reconocer y ofrecer conscientemente estos actos en la Divina Voluntad, les permitimos irradiar nuevamente su luz en el tiempo presente, amplificando así su valor eterno en el plan divino haciendo que su mérito fructifique continuamente en la Iglesia."

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