Enviado por Mariu el
Adán mereció compasión porque
la primera época de su vida fue
en el reino del Querer Divino.
Cuando tomamos posesión de las Obras que Dios tiene preparadas para nosotros, al conocer los tesoros que nos quiere participar y se las hacemos presentes con un TE AMO en nuestros Giros, una de las que mas lo regocijan cuando se las mencionamos es la Creación de Adán,
Conocer a Adán antes del pecado original nos da una idea de lo que quiere decir: El regreso del hombre al Orden primero de la Creación tal como fué Creado.
Adán fue el más santo antes de pecar.
Plenitud y totalidad de bienes de los actos hechos en el Divino Querer; cómo se extienden a todos. La pupila del ojo investida por el sol.
Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir todos los actos de la Divina Voluntad que hay en ella, y habiendo llegado al edén donde Dios creó al primer hombre, Adán, para unirme con él a aquella unidad de Voluntad que poseía con Dios, en la cual hacía sus primeros actos en su primera época de la Creación, pensaba para mí: “¿Quién sabe qué santidad poseía mi primer padre Adán, qué valor contenían sus primeros actos hechos en el reino del Fiat Divino y, ¿cómo puedo yo conseguir de nuevo sobre la tierra un reino tan santo, estando sólo yo ocupada en obtener un bien tan grande?” Pero mientras esto pensaba mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior mandando rayos de luz, y aquella luz se convertía en palabras y me ha dicho:
“Hija mía, hija primogénita de mi Voluntad, como hija de Ella quiero revelarte la santidad de aquél que poseyó el reino de mi Fiat Divino. En el principio de la Creación este reino tuvo su vida, su perfecto dominio y su completo triunfo, así que este reino no es del todo extraño a la familia humana, y como no es extraño existe toda la esperanza de que regrese de nuevo en medio de ella para reinar y dominar.
Ahora, tú debes saber que Adán poseía tal santidad cuando fue creado por Dios, y sus actos aun mínimos tenían tal valor, que ningún santo ni antes ni después de mi venida sobre la tierra pueden compararse a su santidad, y todos los actos de éstos no llegan al valor de un solo acto de Adán, porque él poseía en mi Voluntad Divina la plenitud de la santidad, la totalidad de todos los bienes divinos; ¿y sabes tú qué significa plenitud?
Significa estar lleno hasta el borde, hasta desbordar fuera luz, santidad, amor y todas las cualidades divinas, de modo de poder llenar Cielo y tierra, de los cuales tenía el dominio y en ellos extendía su reino; por eso cada acto suyo hecho en esta plenitud de bienes divinos tenía tal valor, que ningún otro, por cuanto se sacrificase, sufriese u obrase el bien, pero que no poseyese el reino de mi Voluntad y su total dominio, puede compararse a uno solo de estos actos en el reino de Ella.
Por eso la gloria, el amor que me dio Adán mientras vivió en el reino de mi Divino Querer, ninguno, ninguno me los ha dado, porque él en sus actos me daba la plenitud y totalidad de todos los bienes, y sólo en mi Voluntad se encuentran estos actos, fuera de Ella no existen, por eso Adán tenía sus riquezas, sus actos de valor infinito que le participaba mi eterno Querer delante a la Divinidad, porque Dios al crearlo nada de vacío había dejado en él, sino todo era plenitud divina, por cuanto a criatura era posible contener.
Ahora, al caer en el pecado no fueron destruidos estos actos, estas sus riquezas, esta gloria y amor perfectos que había dado a su Creador, más bien en virtud de ellos y de su obrar hecho en mi Fiat Divino mereció la Redención.
No, no podía quedar sin redención quien había, aun por poco tiempo, poseído el reino de mi Voluntad, quien posee este reino entra en tales vínculos y derechos con Dios, que Dios mismo siente en él la fuerza de sus mismas cadenas, que atándolo no puede separarse de él.
Nuestra Majestad adorable se encontraba con Adán en las condiciones de un padre que teniendo un hijo, este le ha sido causa de tantas conquistas, de grandes riquezas, de gloria incalculable, no hay cosa que posea el padre donde no encuentre los actos de su hijo, dondequiera siente resonar la gloria, el amor de su hijo; ahora, este hijo por su desventura cae en pobreza, ¿puede acaso el padre no tener compasión de su hijo si donde quiera y en todo siente el amor, la gloria, las riquezas con las cuales lo ha circundado su hijo?
Hija mía, Adán con vivir en el reino de nuestra Voluntad había penetrado en nuestros confines que son interminables, y dondequiera había puesto sus actos, su gloria, su amor para su Creador, y como hijo nuestro con sus actos que hacía nos traía nuestras riquezas, nuestras alegrías, la gloria y amor nuestros, su eco resonaba en todo nuestro Ser, como el nuestro en el suyo; ahora, viéndolo caído en la pobreza, ¿cómo nuestro Amor podía soportar el no tener compasión de él, si nuestra misma Voluntad Divina nos hacía la guerra amorosamente e intercedía por aquél que había vivido en Ella?
¿Ves entonces qué significa vivir en mi Querer Divino, su gran importancia? En Ella está la plenitud de todos los bienes divinos y la totalidad de todos los actos posibles e imaginables, abraza todo el Ser Divino.
El alma se encuentra en mi Voluntad como el ojo se encuentra de frente al sol, que queda todo lleno de su luz, y mientras el sol se refleja todo entero en la pupila del ojo, su luz permanece también fuera, invistiendo toda la persona y recorriendo la tierra, sin alejarse de dentro de la pupila, y mientras queda su luz en el ojo, quisiera llevar a la pupila al sol para hacerla hacer junto con él el giro de la tierra y hacerle hacer lo que hace la luz y recibir sus actos por doquier como testimonio de amor y gloria.
Esto es imagen del alma que vive en mi Voluntad, Ella la llena de tal plenitud que no deja ningún vacío en ella, y como no es capaz de poseer toda la inmensidad divina, la llena, por cuanto más la criatura pudiese contener, y sin separarse queda fuera de ella, llevándose en la interminabilidad de su luz la pupila de la voluntad del alma para hacerla hacer lo que hace mi Divina Voluntad, para recibir la correspondencia de sus actos y de su amor.
¡Oh! potencia de mi Fiat Divino obrante en la criatura, que haciéndose investir por su luz no le niega su dominio y su reino. Y si Adán mereció compasión es porque la primera época de su vida fue en el reino del Querer Divino.
Si la Soberana Celestial pudo obtener, aunque estuviese sola, la venida del Verbo sobre la tierra, fue porque dio libre campo al reino del Fiat Divino en Ella. Si mi misma Humanidad pudo formar el reino de la Redención, fue sólo porque poseía toda la integridad e inmensidad del reino del eterno Querer, porque Él, dondequiera que se extiende todo abraza, todo puede, no existe potencia contra de Él que pueda restringirlo.
Así que uno solo que posea el reino de mi Voluntad vale más que todo y que todos, y puede merecer y conseguir lo que todos los demás juntos no pueden ni merecer, ni obtener, porque todos los demás juntos, por cuan buenos sean, pero sin la Vida de mi Voluntad en ellos, son siempre las pequeñas llamitas, las plantitas, las florecitas, que a lo más sirven para adornar la tierra, sujetas a marchitarse y secarse, y la Bondad divina no puede hacer ni grandes planes sobre de ellos, ni conceder portentos de hacer el bien al mundo entero.
En cambio en quien vive mi Voluntad, es más que sol, y así como el sol con el imperio de su luz inviste a todos, impera sobre las plantas y da a cada una la vida, el color, el perfume, la dulzura, con su tácito imperio se impone sobre todo para dar sus efectos y los bienes que posee, ningún otro planeta hace tanto bien a la tierra como lo hace el sol; así en quien vive mi Querer, son más que sol y con la luz que contienen se abajan y con rapidez se elevan, penetran dondequiera:
En Dios, en sus actos; con la Voluntad Divina que poseen imperan sobre Dios mismo, sobre las criaturas, son capaces de arrollar todo para llevar a todos la vida de la luz que poseen, son el portador de su Creador y hacen caminar la luz delante para impetrar, obtener y dar lo que quieren.
¡Oh! si las criaturas conocieran este bien tan grande harían competencia, y todas las pasiones se cambiarían en pasión de luz de vivir sólo y siempre en aquel Fiat Divino que todo santifica, todo dona y sobre todo impera.” Octubre 2, 1927