Que panorama tan distinto al que estamos acostumbrados, es algo tan excelso, tan maravilloso, que con dificultad aceptamos como una realidad; nos cuesta tanto renunciar a lo aprendido desde la niñez, que corremos el enorme peligro de dejar a un lado la propuesta de Dios, el plan maestro de nuestro Creador para que Él pudiera tener compañía semejante, y de esta ma