PREPARACIÓN ANTES DE LA MEDITACIÓN.
Oh Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón, que quieras admitirme a la dolorosa meditación de tu dolorosa pasión por medio de este Santo Vía Crucis.
Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos, mientras medito Tu Via Dolorosa.
Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración. Y para complacerte mejor, tomo tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y con éstos quiero orar, fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en tu Corazón, empiezo.
VIACRUCIS
(Al finalizar cada estación se reza: Padre nuestro, Ave María y Gloria y la Jaculatoria: Desciende oh Querer Supremo y ven a reinar sobre la tierra).
1ª. Estación: Jesús en el Huerto de los Olivos.
“Hija mía, ¿quieres saber quien es el que me atormenta mas que los mismos verdugos, es más, que ellos serán nada en comparación con El? ¡Es el amor eterno!, que queriendo tener el primado en todo, me está haciendo sufrir todo junto, y hasta en lo más íntimo, lo que los verdugos me harán sufrir poco a poco. ¡Ah, hija mía es el amor el que prevalece por entero sobre mi y en mi. El amor es para mi, clavo, el amor es para mi, flagelo; el amor es para mi, corona de espinas; el amor es para mi, todo; el amor es para mi, mi pasión perenne, mientras que la pasión que los hombres me darán es temporal, Ah, hija mía, ven a perderte en mi amor, y solo en mi amor comprenderás cuanto he sufrido y cuanto te he amado, y aprenderás a amarme y a sufrir solo por amor”
2ª. Estación: Jesús traicionado por Judas es arrestado.
Oh, Jesús mío, en este beso de Judas reparas las traiciones, los fingimientos, los engaños bajo es aspecto de amistad y de santidad, Tu beso además, declara que a ningún pecador rehúsas perdonar, con tal de que venga a Ti humillado y arrepentido.
3ª. Estación: Jesús es condenado en el Sanedrín.
Amor mío, Tu estas ante Caifás como el más culpable, como quién va a ser condenado. Sin embargo entre tantas acusaciones y ultrajes, veo que aguzas el oído y que el Corazón te late fuertemente, como si fuese a estallar por el dolor. Dime, afligido Bien mío, ¿Qué sucede ahora? Porque veo que todo eso que te están haciendo tus enemigos, siendo tan grande tu amor, con ansia lo esperas y lo ofreces por nuestra salvación. Y tu corazón repara, con toda calma, las calumnias, los odios, los falsos testimonios y el mal que se hace a los inocentes premeditadamente.
4ª. Estación: Jesús es negado por Pedro.
(Habla Jesús). Oigo la voz de Pedro, que dice no conocerme; luego ha jurado, y ha perjurado, por tercera vez que no me conoce. ¡Oh Pedro! ¿Cómo? ¿No me conoces? ¿No recuerdas de cuantos bienes te he colmado? ¡Oh, si los demás me hacen morir de pena, tú me haces morir de dolor! ¡Oh, cuanto mal has hecho al seguirme desde lejos, exponiéndote después a las ocasiones”.
5ª. Estación: Jesús es juzgado por Pilatos.
Pilatos mostrándose insatisfecho ante las acusaciones que te hacen, y para poder condenarte con motivo, te llama aparte y, a solas te pregunta, “¿Eres Tu el Rey de los judíos?”. Y Tu, le respondes, “Mi reino no es de este mundo; de lo contrario miles de legiones de ángeles me defenderían”. Y Pilatos conmovido por la suavidad y la dignidad de tus palabras, sorprendido, te dice: ¿Cómo, Tú eres Rey? Y Tú: Yo lo soy como tú dices, y para esto he venido al mundo: a enseñar la verdad. Y el sin querer saber más y convencido de tu inocencia, sale a la terraza y dice: “Yo no encuentro culpa alguna en este hombre”.
6º. Estación: Jesús es flagelado.
Jesús: “Mírame Padre todo llagado ante esta tempestad de golpes, pero no me basta, pues quiero formar en mi cuerpo tantas llagas, que en el cielo de mi humanidad sean suficientes moradas para todos las almas, de modo que forme en mi mismo su salvación, y luego hacerlas pasar al cielo de la Divinidad. Padre mío, cada golpe de este flagelo repare ante Ti, una por una cada especie de pecado, y al golpearme a mi, sean excusa para quienes los cometen. Que estos golpes golpeen los corazones de las criaturas y les hablen de mi amor de manera que las rindan.
7ª. Estación: Jesús es coronado de espinas.
Jesús: Yo debo de rehacer al hombre en todo… El pecado le ha quitado la corona y lo ha coronado de oprobio y de confusión, de modo que no puede comparecer ante mi Majestad. El pecado lo ha deshonrado, haciéndole perder todo derecho a los honores y a la gloria; por eso quiero ser coronado de espinas, para poner la corona sobre la frente del hombre y para devolverle todos los derechos a todo honor y gloria…Y mis espinas serán ante mi Padre reparaciones y voces de disculpa por tantos pecados de pensamiento, en especial de soberbia, y voces de luz para cada mente creada.
8ª. Estación: Jesús es cargado con la cruz.
“Jesús mío, la cruz es demasiado ligera para tu amor, sin embargo el peso de la cruz se une a de nuestros enormes pecados, tan inmensos como es la extensión de los cielos, y tu quebrantado bien mío, te sientes aplastado ante el peso de tantas culpas… Tu la recibes diciéndole: Oh, Cruz cátedra de sabiduría solo tú enseñaras la verdadera santidad, solo tu formarás los héroes, los atletas, los mártires, los santos. Cruz hermosa, tu eres mi trono, y teniendo yo que partir de la tierra, te quedarás tu en mi lugar. A ti te entrego en dote a todas las almas: ¡custódiamelas, sálvamelas; a ti te las confío!
9ª. Estación: Jesús es ayudado por el Cirineo a llevar la cruz.
Tus enemigos, por temor de que te mueras bajo la cruz, obligan al Cirineo a ayudarte a llevar la cruz, el cual, de mala gana y vociferando te ayuda, no por amor, sino por fuerza. Y entonces, en tu corazón hacen eco todos los lamentos de quienes sufren por la falta de resignación, las rebeliones, los enojos y los desprecios en el sufrir.
10ª. Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.
Viendo a las piadosas mujeres que lloran por tus penas, te olvidas de ti mismo y las consuelas diciendo: “Hijas no lloréis por mis penas, sino por vuestros pecados y los de vuestros hijos”. ¡Que sublime enseñanza! ¡Que dulce es tu palabra! Oh Jesús, contigo reparo por las faltas de caridad, y te pido la gracia de olvidarme de mi misma para que no me acuerde sino solo de Ti.
11ª. Estación: Jesús es crucificado.
Mi buen Jesús, ahora te veo suspendido entre el cielo y la tierra. En este sublime momento te diriges al Padre, y con voz débil y apagada le dices”Padre Santo, heme aquí cargando con todos los pecados del mundo… Por esta cruz y en virtud de estos dolores, concede a todos el perdón, verdadera conversión, paz y santidad.
12ª. Estación: Jesús en la cruz su Madre y el discípulo.
María: “hija mía, Yo seguí a Jesús al Calvario, en donde entre penas inauditas y contorsiones horribles, fue crucificado y alzado en la Cruz, solo entonces me fue concedido estar a los pies de la cruz, para recibir de sus labios agonizantes el don de todos mis hijos y el derecho y sello de mi Maternidad sobre todas las criaturas.
13ª. Estación: Jesús muere en la cruz.
Oh, dulce Jesús, crucificado agonizas, ya estas a punto de dar el último respiro de tu vida mortal… veo que de nuevo abres tus ojos moribundos y miras en torno a la cruz, y te despides de todos, al pasar tu mirada por tus enemigos, les dices: “Os perdono y os doy el beso de la paz”. Nada escapa a tu mirada; de todos te despides y a todos perdonas. Después reuniendo todas tus fuerzas, con voz potente y sonora, gritas: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. E inclinando la cabeza. Expiras.
14ª. Estación: Jesús es colocado en el sepulcro.
Dolorosa Mamá mía, ya veo que te dispones al último sacrificio: tener que dar sepultura a tu Hijo Jesús muerto. Y resignadísima a los Quereres del Cielo, lo acompañas y con tus mismas manos lo depones en el sepulcro... Y mientras recompones esos miembros, tratas de decirle un último adiós, de darle el último beso, y por el dolor te sientes arrancar el corazón del pecho. El amor te deja clavada sobre esos miembros, y por la fuerza del dolor y del amor tu vida está a punto de quedar apagada junto con tu muerto Hijo...
Oh Jesús, Gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos... Gracias y Te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". AH Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de tus bendiciones y de tus gracias... Ah Jesús, estréchame a tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te bendigo" tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti.