La Pasión de Jesús tiene una doble finalidad, para con Dios y para con las criaturas.
Quien toma parte en sus penas se asemeja a su Humanidad y participa en sus fines, en sus frutos y en su gloria.
Esta mañana, al venir mi adorable Jesús me ha participado parte de su Pasión. Ahora, mientras me encontraba sufriendo, el Señor para aliviarme me ha dicho:
“Hija mía, el primer significado de la Pasión contiene gloria, alabanza, honor, agradecimiento, reparación a la Divinidad.
El segundo es la salvación de las almas y todas las gracias que se necesitan para obtener esta finalidad.
Entonces, quien participa en las penas de mi Pasión, su vida contiene estos mismos significados, no sólo, sino que toma la misma forma de mi Humanidad, y como dicha Humanidad está unida con la Divinidad, también el alma que participa en mis penas está en contacto con la Divinidad y puede obtener lo que quiere.
Es más, sus penas son como llaves para abrir los tesoros divinos, esto mientras vive acá abajo, y después allá en el Cielo también le está reservada una gloria distinta que le es dada por mi Humanidad y Divinidad, en modo de semejarse a mi misma luz y gloria, y será una gloria más especial para toda la corte celestial, que le será dada por medio de esta alma, por lo que Yo le he comunicado, porque por cuantas más almas se han semejado a Mí en las penas, tanto más de dentro de la Divinidad saldrá luz y gloria, y toda la corte celestial participará de esta gloria”.
Sea siempre bendito el Señor, y todo sea para su gloria y honor. Vol. 4 FEBRERO 8 DE 1902.
Cuál es la señal de que sufriendo se toma parte en las penas de Jesús.
Esta mañana veía al confesor todo humillado, y junto el bendito Jesús y San José, el cual le ha dicho: “Ponte a la obra y el Señor está pronto a darte la gracia que quieres”.
Después de esto, viendo a mi amado Jesús sufriente como en el curso de la Pasión le he dicho: “Señor, ¿no sentías cansancio al sufrir tantas diversas penas?”
Y Él: “No, antes bien un sufrimiento encendía más el corazón para sufrir otro, estos son los modos del sufrir divino; no sólo, sino que en el sufrir y en el obrar no mira otra cosa que el fruto que de ello recibe.
Yo en mis llagas y en mi sangre veía las naciones salvadas, el bien que recibían las criaturas, y mi corazón antes que sentir fatigas sentía alegría y ardiente deseo de sufrir más.
Entonces, esta es la señal si lo que se sufre es participación de mis penas: Si une sufrir y alegría de sufrir más, y si en su obrar obra por Mí, si no mira a lo que hace, sino a la gloria que da a Dios y al fruto que de esto recibe.
Vol. 5 19 de Marzo 1903.
Efectos de meditar siempre en la Pasión.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de Nuestro Señor, y mientras esto hacía ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, me es tan querido quien siempre va pensando en mi Pasión, y siente desagrado y me compadece, que me siento como retribuido por todo lo que sufrí en el curso de mi Pasión, y el alma rumiándola siempre, viene a formar un alimento continuo, en el que hay tantos diversos condimentos y sabores que producen diversos efectos.
Así que si en el curso de mi Pasión me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da la libertad; aquellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraban, ella me aprecia, me limpia de esas escupitinas y me honra; aquellos me desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste; aquellos me coronaron de espinas tratándome como rey de burla, me amargaron la boca con hiel y me crucificaron, el alma rumiando todas mis penas me corona de gloria y me honra como su Rey, me llena la boca de dulzura dándome el alimento más exquisito como es el recuerdo de mis mismas obras, y desclavándome de la cruz me hace resucitar en su corazón, dándole Yo por recompensa, cada vez que hace esto, una nueva vida de gracia, así que ella es mi alimento y Yo me hago su alimento continuo.
Así que la cosa que más me agrada es que el alma piense siempre en mi Pasión”. Vol. 7 Nov. 9 DE 1906
Jesús es el contento de los contentos.
Sentía un cierto descontento por las privaciones de mi siempre amable Jesús, y Él en cuanto ha venido me dijo:
“Hija mía, ¿qué haces? Yo soy el contento de los contentos; estando en ti y sintiendo algunos descontentos vengo a reconocer que eres tú, y por lo tanto no me reconozco solo en ti, porque los descontentos son parte de la naturaleza humana, no de la divina, mientras que mi Voluntad es que lo humano no exista más en ti, sino sólo mi Vida Divina”.
Agrego que pensaba entre mí en la dulce Mamá, y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, a mi querida Mamá nunca se le escapó el pensamiento de mi Pasión, y a fuerza de repetirla se llenó toda, toda de Mí. Así sucede al alma, a fuerza de repetir lo que Yo sufrí viene a llenarse de Mí”. Vol. 11 Marzo 24 1913.
Esta mañana, Jesús ha venido y estrechándome a su Corazón me ha dicho:
“Hija mía, quien piensa siempre en mi Pasión forma en su corazón una fuente, y por cuanto más piensa tanto más esta fuente sea grande, y como las aguas que brotan son comunes a todos, esta fuente de mi Pasión que se forma en el corazón sirve para el bien del alma, para gloria mía y para bien de las criaturas.”
Entonces yo le he dicho: “Dime, Bien mío, ¿qué cosa darás en recompensa a quienes hagan las Horas de la Pasión, tal como Tú me has enseñado?”
Y Él: “Hija mía, estas Horas no las consideraré como cosas vuestras, sino como cosas hechas por Mí, y os daré mis mismos méritos, como si Yo estuviera sufriendo en acto mi Pasión, y así os haré conseguir los mismos efectos, según las disposiciones de las almas, y esto en la tierra, por lo que cosa mayor no podría daros; luego en el Cielo, a estas almas me las pondré de frente saeteándolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces habrán hecho las Horas de mi Pasión, y ellas me saetearán a Mí. ¡Qué dulce encanto sea éste para todos los bienaventurados!” Vol. 11 Abril 10 de 1913
Las horas de la Pasión son las mismas oraciones de Jesús.
Estaba pensando en las horas de la Pasión escritas, y en que como están sin indulgencias, quien las hace no gana nada, mientras que hay tantas oraciones enriquecidas con tantas indulgencias. Mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, todo benignidad me ha dicho:
“Hija mía, con las oraciones indulgenciadas se gana alguna cosa, en cambio las horas de mi Pasión, que son mis mismas oraciones, mis reparaciones y todo amor, han salido propiamente del fondo de mi corazón.
¿Has acaso olvidado cuántas veces me he unido contigo para hacerlas juntos y he cambiado los flagelos en gracias para toda la tierra? Por eso es tal y tanta mi complacencia, que en lugar de la indulgencia le doy al alma un puñado de amor, que contiene precio incalculable de infinito valor, y además, cuando las cosas son hechas por puro amor, mi Amor encuentra en eso su desahogo, y no es indiferente que la criatura dé alivio y desahogo al Amor de su Creador”.Vol. 11 Septiembre 6 de 1913.
Valor de las horas de la Pasión, y recompensa que dará a aquellos que las harán.
Estaba escribiendo las horas de la Pasión y pensaba entre mí: “Cuántos sacrificios para escribir estas benditas horas de la Pasión, especialmente por tener que poner en el papel ciertos actos internos que sólo entre yo y Jesús han pasado, ¿cuál será la recompensa que Él me dará por esto?” Y Jesús haciéndome oír su voz tierna y dulce me ha dicho:
“Hija mía, en recompensa por haber escrito las horas de mi Pasión, por cada palabra que has escrito te daré un beso, un alma”.
Y yo: “Amor mío, esto a mí, y a aquellos que las harán, ¿qué les darás?”
Y Jesús: “Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré también un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo, y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Querer, y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra, y esto cada vez que las hagan”.
En otra ocasión estaba lamentándome con Jesús, porque después de tantos sacrificios para escribir las horas de la Pasión, eran muy pocas las almas que las hacían, y entonces Él me dijo:
“Hija mía, no te lamentes, aunque fuera sólo una deberías estar contenta, ¿no habría sufrido Yo toda mi Pasión aunque se debiera salvar una sola alma? Así también tú, jamás se debe omitir el bien porque sean pocos los que lo aprovechen, todo el mal es para quien no lo aprovecha, y así como mi Pasión hizo adquirir el mérito a mi Humanidad como si todos se salvaran, a pesar de que no todos se salvan, porque mi Voluntad era la de salvarlos a todos, entonces merecí según lo que Yo quería, no según el provecho que las criaturas harían; así tú, según que tu voluntad se haya ensimismado con mi Voluntad, de querer y de hacer el bien a todos, así serás recompensada, todo el mal es de aquellos que pudiendo no las hacen, estas horas son las más preciosas de todas, pues no son otra cosa que repetir lo que Yo hice en el curso de mi Vida mortal, y lo que continúo en el Santísimo Sacramento. Cuando escucho estas horas de mi Pasión, escucho mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, la cual es de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que hace ella misma. ¡Oh, cuánto quisiera que aunque fuera una sola por región hiciera estas horas de mi Pasión!, me oiría a Mí mismo en cada lugar, y mi Justicia en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada”.
Agrego que un día estaba haciendo la hora cuando la Mamá Celestial dio sepultura a Jesús, y yo la seguía para hacerle compañía en su amarga desolación para compadecerla. No tenía la costumbre de hacer esta hora siempre, sólo algunas veces, y estaba indecisa si debía hacerla o no, y Jesús bendito, todo amor y como si me lo rogara me ha dicho:
“Hija mía, no quiero que la descuides, la harás por amor mío en honor de mi Mamá. Debes saber que cada vez que tú la haces, mi Mamá se siente como si estuviera en persona en la tierra y repetir su vida, y por lo tanto recibe Ella la gloria y el amor que me dio a Mí en la tierra, y Yo siento como si estuviera de nuevo mi Mamá en la tierra, sus ternuras maternas, su amor y toda la gloria que Ella me dio, por eso te tendré en consideración de madre”.
Entonces, abrazándome, oía que me decía quedo, quedo: “Mamá mía, mamá”. Y me sugería lo que hizo y sufrió en esta hora la dulce Mamá, y yo la seguía. Desde ese día en adelante no la he descuidado, ayudada por su gracia. Vol. 11 Octubre de 1914
Complacencia de Jesús por las horas de la Pasión.
Estaba haciendo las horas de la Pasión, y Jesús complaciéndose me ha dicho:
“Hija mía, si tú supieras la gran complacencia que siento al verte repetir estas horas de mi Pasión, y siempre repetirlas, y de nuevo repetirlas, quedarías feliz. Es verdad que mis santos han meditado mi Pasión y han comprendido cuánto sufrí y se han deshecho en lágrimas de compasión, tanto, de sentirse consumar de amor por mis penas, pero no lo han hecho así de continuo y siempre repetido con este orden, así que puedo decir que tú eres la primera que me da este gusto tan grande y especial, y al ir desmenuzando en ti hora por hora mi Vida y lo que sufrí, Yo me siento tan atraído, que hora por hora te voy dando el alimento y como contigo el mismo alimento, y hago junto contigo lo que haces tú. Debes saber que te recompensaré abundantemente con nueva luz y nuevas gracias, y aun después de tu muerte, cada vez que sean hechas por las almas en la tierra estas horas de mi Pasión, Yo en el Cielo te cubriré siempre de nueva luz y gloria”.Vol. 112 Nov. 4 1914-
Quien hace las horas de la Pasión hace suya la Vida de Jesús, y toma el mismo oficio de Él.
Continuando las acostumbradas horas de la Pasión, mi amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el mundo está en continuo acto de renovar mi Pasión, y como mi inmensidad envuelve a todos, dentro y fuera de las criaturas, por eso estoy obligado por su contacto a recibir clavos, espinas, flagelos, desprecios, escupitajos y todo lo demás que sufrí en la Pasión, y aun más. Ahora, quien hace estas horas de mi Pasión, a su contacto me siento sacar los clavos, romper las espinas, endulzar las llagas, quitar los salivazos, me siento cambiar en bien el mal que me hacen los demás, y Yo, sintiendo que su contacto no me hace mal, sino bien, me apoyo siempre más sobre ella”.
Después de esto, volviendo el bendito Jesús a hablar de estas horas de la Pasión ha dicho:
“Hija mía, has de saber que con hacer estas horas, el alma toma mis pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, los deseos, los afectos y aun mis más íntimas fibras y las hace suyas, y elevándose entre el Cielo y la tierra hace mi mismo oficio, y como corredentora dice junto Conmigo: “Ecce ego mitte me”, quiero repararte por todos, responderte por todos e implorar el bien para todos”. Vol. 11 6 de Nov. 1914
Todo pensamiento sobre la Pasión de Jesús es una luz tomada de su Stma.
Humanidad para asemejarlo.
Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver todo circundado de luz que le salía de dentro de su Santísima Humanidad, que lo embellecía en modo tal de formar una vista encantadora y raptora, yo quedé sorprendida y Jesús me dijo:
“Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz en mi Humanidad capaz de embellecerme en modo tal, de tener raptados a todos los bienaventurados.
Ahora, el alma a cada pensamiento de mi Pasión, a cada condolencia, a cada reparación, etc., que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un pensamiento de más de mi Pasión, será una luz de más que le llevará un gozo eterno”. Vol. 11 Abril 23 1916
Los Ángeles de la guarda de la Humanidad de Nuestro Señor continúan su oficio con quien vive en su Divina Voluntad.
Estaba haciendo las Horas de la Pasión y el bendito Jesús me dijo:
“Hija mía, en el curso de mi vida mortal, millones y millones de ángeles cortejaban a mi Humanidad y recogían todo lo que Yo hacía, los pasos, las obras, las palabras y aún mis suspiros y mis penas, las gotas de mi sangre, en suma, todo.
Eran ángeles encargados de mi custodia, y para hacerme honor, obedientes a mis más pequeñas señales subían y bajaban del Cielo para llevar al Padre todo lo que Yo hacía.
Ahora estos ángeles tiene un oficio especial, y cuando el alma hace memoria de mi vida, de mi Pasión, de mis oraciones, se ponen en torno a ella para recoger sus palabras, sus pensamientos, sus compadecimientos, y los unen con los míos y los llevan ante mi Majestad para renovarme la gloria de mi misma vida.
Y es tanta la complacencia de los ángeles que, reverentes, se están en torno al alma para oír lo que dice y rezan junto con ella; por eso, con qué atención y respeto el alma debe hacer estas Horas, pensando que los ángeles toman de sus labios sus palabras para repetir junto a ella lo que ella dice.”
Luego agregó: “Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas son los sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por tanto, más difusión, más difusión”. Vol. 11 Octubre 13 de 1916.
12-1
Marzo 16, 1917
Cómo la unión estrecha entre el alma y Dios nunca se rompe.
Continúa mi habitual estado, y mi siempre amable Jesús, apenas como relámpago y a la carrera se hace ver, y si me lamento me dice:
“Hija mía, hija mía, pobre hija, si supieras que sucederá tú sufrirías mucho, y Yo para no hacerte sufrir tanto, trato de rehuirte”.
Y volviendo a lamentarme al decirle: “Vida mía, no me lo esperaba de Ti, Tú que parecía que no podías ni sabías estar sin mí, y ahora pasan horas y horas, y alguna vez parece que quieres dejar pasar también el día entero. Jesús, no me lo hagas, cómo has cambiado”. Y Jesús me sorprende y me dice:
“Cálmate, cálmate, no he cambiado, Yo soy inmutable, más bien te digo que cuando me comunico al alma, la he tenido estrechada Conmigo, le he hablado, he desahogado mi amor, esto no se rompe jamás entre el alma y Yo, a lo más cambio el modo, ahora en un modo, ahora en otro, pero siempre voy inventando cómo hablar y desahogarme con ella en amor. ¿No ves tú misma que si no te he dicho nada en la mañana, estoy esperando la noche para decirte una palabra? Y cuando los demás leen las aplicaciones de mi Pasión, estando en ti, Yo me derramo hasta el borde de tu alma y te hablo de mis cosas más íntimas que hasta ahora no había manifestado, y cómo el alma debe seguirme en aquel mi obrar; aquellas aplicaciones serán el espejo de mi Vida interna, y quien en ella se mire, copiará en sí mi misma Vida, ¡oh! cómo revelan mi amor, la sed de las almas, y en cada una de las fibras de mi corazón, en cada respiro mío, pensamiento, etc., por eso Yo te hablo más que nunca, pero apenas termino me escondo, y tú no viéndome me dices que he cambiado, pero más bien te digo que cuando no quieres repetir con tu voz lo que te digo en tu interior, tú impides mi desahogo de amor”.Vol. 12 16 Marzo 1917
Efectos del fundirse en Jesús. “Las Horas de la Pasión” son la Redención en acto y por eso son el orden del Universo.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba fundiéndome toda en mi dulce Jesús y luego me extendía toda en las criaturas para darles a todas por entero a Jesús. Entonces Él me dijo:
“Hija mía, cada vez que la criatura se funde en Mí da a todas las criaturas un flujo de Vida Divina, y según tienen ellas necesidad obtienen su efecto: la que es débil siente la fuerza, la obstinada en la culpa recibe la luz, la que sufre recibe consuelo; y así de todo lo demás.”
Después, me encontré fuera de mi misma y me hallaba en medio de muchas almas que me hablaban y parecían ser almas del Purgatorio y santos y nombraban a una persona conocida mía que había fallecido no hacía mucho, y oía:
”Él se siente como feliz al ver que no hay alma que entre al Purgatorio que no lleve el sello de las Horas de la Pasión, y ayudada y rodeada por el cortejo de estas Horas toma sitio en lugar seguro. No hay alma que vuele al Paraíso que no sea acompañada por estas Horas de la Pasión. Estas Horas hacen llover del Cielo continuo rocío sobre la Tierra, en el Purgatorio y hasta en el Cielo.”
Al oír esto decía yo para mí: “Tal vez mi amado Jesús, para mantener la palabra dada de que por cada palabra de las Horas de la Pasión daría un alma, hace que no haya alma salvada que no se haya servido de estas Horas. “Después he vuelto en mi misma, y habiendo visto a mi dulce Jesús le he preguntado si eso era cierto y Él me ha dicho:
“Estas Horas son el orden del universo, ponen en armonía el Cielo con la Tierra y me detienen para que no destruya al mundo. Siento poner en circulación mi Sangre, mis Llagas, mis ansias de salvar a las almas y me siento repetir mi Vida.
¿Cómo podrían obtener las criaturas algún bien sino es por medio de estas Horas?. ¿Por qué dudas? La cosa no es tuya, sino mía; tú no has sido más que el esforzado y débil instrumento”.
Vol. 12 16 de mayo de 1917
Frutos de “las Horas de la Pasión”.
Estaba rezando con cierto temor y ansiedad por un alma moribunda, y mi amable Jesús, al venir, me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué temes? ¿No sabes tú que por cada palabra sobre mi Pasión, pensamiento, compasión, reparación, recuerdo de mis penas...se establecen nuevas comunicaciones de electricidad entre el alma y Yo, y por lo tanto el alma se va adornando de tan múltiples y diferentes bellezas?
Esa alma ha hecho las Horas de mi Pasión y Yo la recibiré como hija de mi Pasión, vestida y adornada con mis Llagas.
Esta flor ha crecido en tu corazón y Yo la bendigo y la recibo en el mío como una flor predilecta.”
Y mientras esto decía, se desprendía una flor de mi corazón y emprendía el vuelo hacia Jesús... Vol. 12 Julio 12 de 1918
Las tres heridas mortales del corazón de Jesús.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús, al venir me hacía ver su adorable corazón todo lleno de heridas de las que brotaban ríos de sangre, y todo doliente me ha dicho:
(2) “Hija mía, entre tantas heridas que contiene mi corazón, hay tres heridas que me dan penas mortales y tal acerbidad de dolor, que sobrepasan a todas las demás heridas juntas, y éstas son: Las penas de mis almas amantes. Cuando veo a un alma toda mía sufrir por causa mía, torturada, humillada, dispuesta a sufrir aun la muerte más dolorosa por Mí, Yo siento sus penas como si fueran mías, y tal vez más. ¡Ah! el amor sabe abrir heridas más profundas, de no dejar sentir las otras penas. En esta primera herida entra en primer lugar mi querida Mamá, ¡oh! cómo su corazón traspasado por causa de mis penas se vertía en el mío, y Yo sentía a lo vivo todas sus heridas, y al verla agonizante y no morir por causa de mi muerte, Yo sentía en mi corazón el desgarro, la crudeza de su martirio, y sentía las penas de mi muerte que sentía el corazón de mi amada Mamá, y por ello mi corazón moría junto, así que todas mis penas unidas con las penas de mi Mamá, sobrepasaban todo; por eso era justo que mi Celestial Mamá tuviera el primer puesto en mi corazón, tanto en el dolor como en el amor, porque cada pena sufrida por amor mío, abría mares de gracias y de amor que se volcaban en su corazón traspasado; en esta herida entran todas las almas que sufren por causa mía y sólo por amor, en ésta entras tú, y aunque todos me ofendieran y no me amaran, Yo encuentro en ti el amor que puede suplirme por todos, y por eso, cuando las criaturas me arrojan, me obligan a huir de ellas, Yo rápido vengo a refugiarme en ti como a mi escondite, y encontrando mi amor, no el de ellas, y penante sólo por Mí, digo: “No me arrepiento de haber creado cielo y tierra y de haber sufrido tanto”. Un alma que me ama y que sufre por Mí es todo mi contento, mi felicidad, mi compensación de todo lo que he hecho, y haciendo a un lado todo lo demás, me deleito y me entretengo con ella. Sin embargo, esta herida de amor en mi corazón, mientras es la más dolorosa y sobrepasa todo, contiene dos efectos al mismo tiempo: Me da intenso dolor y suma alegría, amargura indecible y dulzura indescriptible, muerte dolorosa y vida gloriosa. Son los excesos de mi amor, inconcebibles a mente creada; y en efecto, ¿cuántos contentos no encontraba mi corazón en los dolores de mi traspasada Mamá?
(3) La segunda herida mortal de mi corazón es la ingratitud. La criatura con la ingratitud cierra mi corazón, más bien, ella misma da dos vueltas a la llave, y mi corazón se hincha porque quiere derramar gracias, amor, y no puede, porque la criatura me los ha encerrado y ha puesto el sello con la ingratitud, y Yo doy en delirio, desvarío sin esperanza de que esta herida me sea curada, porque la ingratitud me la va haciendo siempre más profunda, dándome pena mortal.
(4) La tercera es la obstinación. ¡Qué herida mortal a mi corazón! La obstinación es la destrucción de todos los bienes que he hecho para la criatura; es la firma de la declaración que la criatura hace de no conocerme, de no pertenecerme más, es la llave del infierno, al cual la criatura va a precipitarse; y mi corazón siente por ello el desgarro, se me hace pedazos, y me siento llevar uno de esos pedazos. ¡Qué herida mortal es la obstinación!
(5) Hija mía, entra en mi corazón y toma parte en estas mis heridas, compadece mi despedazado corazón, suframos juntos y roguemos”.
(6) Yo he entrado en su corazón, cómo era doloroso, pero bello, sufrir y rogar con Jesús. Vol. 12 Enero 27 de 1919.
12-81
Febrero 4, 1919
La Pasión interna que la Divinidad hizo sufrir a la Humanidad de Jesús en el transcurso de toda su Vida.
Continuando mi habitual estado, por cerca de tres días me sentía perdida en Dios; muchas veces el buen Jesús me atraía dentro de su Santísima Humanidad, y yo nadaba en el mar inmenso de la Divinidad. ¡Oh! cuántas cosas se veían, cómo se veía claro todo lo que obraba la Divinidad en la Humanidad, y frecuentemente mi Jesús interrumpía mis sorpresas y me decía:
“Mira hija mía con qué exceso de amor amé a la criatura, mi Divinidad fue celosa de confiar a las criaturas el trabajo de la Redención haciéndome sufrir la Pasión. La criatura era impotente para hacerme morir tantas veces por cuantas criaturas habían salido y deberían salir a la luz de lo creado, y por cuantos pecados mortales habrían tenido la desgracia de cometer. La Divinidad quería vida por cada vida de criatura, y vida por cada muerte que con el pecado mortal se daba. ¿Quién podría ser tan potente sobre Mí, para darme tantas muertes, sino mi Divinidad? ¿Quién habría tenido la fuerza, el amor, la constancia de verme morir tantas veces, sino mi Divinidad? La criatura se habría cansado y habría desfallecido. Y no creas que este trabajo de mi Divinidad empezó tarde, por el contrario, empezó en cuanto fue cumplida mi concepción, desde el seno de mi Mamá, la cual muchas veces tenía conocimiento de mis penas y quedaba martirizada y sentía la muerte junto Conmigo. Así que desde el seno materno mi Divinidad tomó el empeño de verdugo amoroso, pero precisamente por amoroso más exigente e inflexible, tanto, que ni siquiera una espina fue dispensada a mi gimiente Humanidad, ni un clavo, pero no como las espinas, los clavos, los flagelos que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, que no se multiplicaban, cuantos me ponían, tantos quedaban; en cambio, los de mi Divinidad se multiplicaban por cada ofensa, así que tantas espinas por cuantos pensamientos malos, tantos clavos por cuantas obras indignas, tantos golpes por cuantos placeres, tantas penas por cuantas fueron las ofensas; por eso eran mares de penas, de espinas, de clavos, de golpes innumerables. Delante a la Pasión que me dio la Divinidad, la Pasión que me dieron las criaturas el último de mis días no fue otra cosa que sombra, imagen de lo que me hizo sufrir mi Divinidad en el curso de mi Vida, por eso amo tanto a las almas, son vidas que me cuestan, son penas inconcebibles a mente creada, por eso entra dentro de mi Divinidad y mira y toca con la mano lo que sufrí”.
Yo no sé como me encontraba dentro de la inmensidad Divina, que erigía tronos de justicia por cada criatura, a lo cual el dulce Jesús debía responder por cada acto de criatura, sufrir las penas, la muerte, pagar el precio de todo; y Jesús como dulce corderito quedaba muerto por las manos divinas, para resurgir y sufrir otras muertes. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios, qué penas tan desgarradoras, morir para resurgir y resurgir para someterse a muertes más dolorosas! Yo me sentía morir al ver muerto a mi dulce Jesús. Tantas veces hubiera querido evitar una sola muerte a Aquél que tanto me ama. ¡Oh, cómo comprendía bien que sólo la Divinidad podía hacer sufrir tanto a mi dulce Jesús, y que sólo Ella podía gloriarse de haber amado a los hombres hasta la locura y el exceso, con penas inauditas y con amor infinito! Por eso, ni el ángel ni el hombre tenían en su mano este poder, de poder amarnos con tanto heroísmo de sacrificio como un Dios. ¿Pero quién puede decirlo todo? Mi pobre mente nadaba en aquel mar inmenso de luz, de amor y de penas, y yo quedaba como ahogada sin saber salir de él; y si mi amable Jesús no me hubiera atraído al pequeño mar de su Santísima Humanidad, en el que la mente no quedaba tan sumergida sin poder ver ningún confín, yo no habría podido decir ni nada. Después de esto mi dulce Jesús ha agregado:
“Hija amada, parto de mi Vida, ven en mi Voluntad, ven a ver cuánto hay que sustituir a tantos actos míos suspendidos aún y no sustituidos por parte de las criaturas. Mi Voluntad debe ser en ti como la primera rueda del reloj, si ella camina todas las demás ruedas caminan, y el reloj señala las horas, los minutos, así que todo el acuerdo está en el movimiento de la primera rueda, y si la primera rueda no tiene movimiento, queda detenido. Así, la primera rueda en ti debe ser mi Voluntad, que debe dar movimiento a tus pensamientos, a tu corazón, a tus deseos, a todo, y como mi Voluntad es la rueda central de mi Ser, de la Creación, y de todo, tu movimiento saliendo de este centro vendrá a sustituir a tantos actos de las criaturas, multiplicándose en los movimientos de todos, como movimiento central, vendrá a poner a mi Trono por parte de las criaturas, los actos de ellas, sustituyéndose a todo. Por eso sé atenta, tu misión es grande, es toda divina”.VOL. 12 Febrero 4 de 1919.
Cuánto bien produce pensar en la Pasión de Jesús, en la que están todos los remedios a los males del hombre.
Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús, y entonces Él, al venir me ha dicho:
“Hija mía, cada vez que el alma piensa en mi Pasión, se acuerda de lo que sufrí o me compadece, en ella se renueva la aplicación de mis penas, surge mi Sangre para inundarla, se ponen en camino mis Llagas para sanarla si está llagada o para embellecerla si está sana, así como también todos mis méritos para enriquecerla.
El negocio que hace es sorprendente, es como si pusiera en un banco todo lo que Yo hice y sufrí y ganara el doble. Todo lo que Yo hice y sufrí está en acto continuo de darse al hombre, como el sol está en acto continuo de dar su luz y su calor a la tierra.
Lo que Yo he obrado no está sujeto a agotarse, basta con que el alma lo quiera y por cuantas veces lo quiera para que reciba el fruto de mi vida.
De modo que si se recuerda veinte veces, o cien, o mil, de mi Pasión, otras tantas gozará los efectos de Ella, pero...¡qué pocos son los que de Ella hacen tesoro! Con todo el bien de mi Pasión...y se ven almas débiles, ciegas, sordas, mudas, cojas, cadáveres vivientes que dan asco, y ¿por qué? Porque mi Pasión es olvidada.
Mis penas, mis Llagas, mi Sangre, son fortaleza que quita las debilidades, son luz que da vista a los ciegos, son lengua que desata las lenguas y que abre los oídos, son camino que endereza a los cojos, son vida que hace resucitar a los muertos.
Todos los remedios necesarios a la humanidad están en mi Vida y en mi Pasión, pero las criaturas desprecian la medicina y no se preocupan de los remedios, por eso se ve que con toda mi Redención...y el hombre perece en su estado, como afectado por una enfermedad incurable.
Pero lo que más me duele es ver a personas religiosas que se fatigan por la adquisición de doctrinas, de especulaciones, de historias, pero de mi Pasión...nada!; de manera que mi Pasión muchas veces está lejos de las iglesias, lejos de la boca de los sacerdotes, por lo que su hablar es sin luz, y así las gentes se quedan más en ayunas que antes”. Vol. 13 OCTUBRE 21 DE 1921.
Las verdades acerca del Divino Querer, son canales que se abren desde
el mar de la Divina Voluntad para provecho de todas las criaturas.
Me sentía toda inmersa en el Querer Divino, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
“Hija de mi Querer, mira en tu interior como corre pacífico el mar inmenso de mi Voluntad, pero no creas que este mar corre en ti desde hace poco tiempo sólo porque ahora me oyes hablar frecuentemente de mi Voluntad, sino desde hace mucho, mucho, siendo mi costumbre primero hacer y después hablar.
Es verdad que tu principio fue el mar de mi Pasión, porque no hay santidad que no pase por el puerto de mi Humanidad; hay santos que quedan en el puerto de mi Humanidad, otros pasan más allá.
Pero después injerté inmediatamente el mar de mi Voluntad, y cuando te vi dispuesta y me cediste tu querer, el mío tomó vida en ti y este mar corría y crecía siempre, cada acto tuyo de más hecho en mi Querer era un crecimiento mayor; Yo poco te hablé de esto, pero nuestros quereres estaban unidos juntos y se comprendían sin hablarse, y además, con sólo vernos nos comprendíamos.
Yo me hacía feliz en ti, sentía las delicias del Cielo en nada diferentes de las que me dan los santos, que mientras Yo los felicito a ellos, ellos me felicitan a Mí; porque estando inmersos en mi Querer no pueden hacer menos que darme alegrías y delicias.
Pero mi felicidad no estaba completa, quería que también mis otros hijos participaran de un bien tan grande, por eso empecé a hablarte de mi Querer en modo sorprenderte, y por cuantas verdades, por cuantos efectos y valores te decía, tantos canales abría desde el mar de mi Voluntad en favor de ellos, a fin de que estos canales dieran agua abundante a toda la tierra.
Mi obrar es comunicativo y siempre está en acto sin jamás detenerse, pero estos canales de las criaturas muchas veces son ensuciados, en otros arrojan piedras y el agua no corre, corre con dificultad; no es que el mar no quiera dar el agua, ni porque no esté limpia pueda penetrar en todas partes, sino que es la parte de las criaturas que se opone a tan gran bien; por eso si leen estas verdades y no están dispuestos no entenderán nada, quedarán confundidos y deslumbrados por la luz de mis verdades; para los dispuestos será luz que los iluminará y agua que, quitándoles la sed, no querrán separarse jamás de estos canales por el gran bien que sienten y por la nueva vida que corre en ellos.
Por eso también tú deberías estar contenta en abrir estos canales en favor de tus hermanos, no descuidando nada de mis verdades, ni la más pequeña, porque por más pequeña que sea puede servir a un hermano tuyo para tomar agua.
Así que sé atenta en abrir estos canales y en contentar a tu Jesús que tanto ha hecho por ti”. Vol. 13 Octubre 23 de1921.
La perversidad del fingimiento.
“Hija mía, la pena que más me traspasó en mi Pasión fue el fingimiento de los fariseos, fingían justicia y eran los más injustos; fingían santidad, legalidad, orden, y eran los más perversos, fuera de toda regla y en pleno desorden, y mientras fingían honrar a Dios, se honraban a sí mismos, su propio interés, su propia conveniencia, por eso la luz no podía entrar en ellos, porque sus modos fingidos les cerraban las puertas, y el fingimiento era la llave que a doble giro de cerradura, cerrándola a muerte, obstinadamente impedía aun cualquier resplandor de luz, tanto que Pilatos, idólatra, encontró más luz que los mismos fariseos, porque todo lo que él hizo y dijo no partía del fingimiento, sino a lo más del temor, y Yo me siento más atraído hacia el pecador más perverso, no fingido, que hacia aquellos que son más buenos, pero fingidos.
¡Oh!, cómo me da repugnancia quien aparentemente hace el bien, finge ser bueno, reza, pero por dentro anida el mal, el propio interés, y mientras los labios rezan su corazón está lejano de Mí, y en el mismo acto de hacer el bien piensa cómo satisfacer sus pasiones brutales.
Además, el hombre fingido en el bien que aparentemente hace y dice, no es capaz de dar luz a los demás, habiéndole cerrado las puertas a la luz, así que obran como demonios encarnados, que muchas veces bajo aspecto de bien atraen al hombre, y éstos viendo el bien se dejan atraer, pero cuando van en lo mejor del camino los precipitan en las culpas más graves.
¡Oh! cómo son más seguras las tentaciones bajo aspecto de culpa, que aquellas bajo aspecto de bien, así es más seguro tratar con personas perversas, que con personas buenas pero fingidas, ¿cuánto veneno no esconden, cuantas almas no envenenan? Si no fuera por los fingimientos y todos se hicieran conocer por lo que son, se quitarían la raíces del mal de la faz de la tierra, y todos quedarían desengañados”.Vol. 13 22 Nov. 1921