Esta mañana mi dulce Jesús no ha venido, y yo la he pasado entre suspiros, ansias y amarguras, pero toda sumergida en su Voluntad. Llegada la noche no podía más, y lo llamaba y lo volvía a llamar, mis ojos no se podían cerrar, me sentía inquieta, a cualquier costo quería a Jesús; mientras me encontraba en esto ha venido y me ha dicho:
“Paloma mía, ¿quién te puede decir los vuelos que haces en mi Querer, el espacio que recorres, las extensiones que vuelas? ¡Ninguno, ninguno, ni siquiera tú lo sabrías decir! Yo, sólo Yo lo puedo decir, Yo que mido las fibras, Yo que numero el vuelo de tus pensamientos, de tus latidos, y mientras vuelas veo los corazones que tocas; pero no te detengas, vuela a otros corazones y llama y vuelve a llamar y vuela de nuevo, y sobre tus alas lleva mi te amo a otros corazones para hacerme amar, y después, en un solo vuelo ven a mi corazón para tomar descanso, para después reiniciar vuelos más rápidos. Yo me divierto con mi paloma y llamo a los ángeles, a mi Mamita a divertirse Conmigo. Pero mira, no te lo digo todo, el resto te lo diré en el Cielo, ¡oh, cuántas cosas sorprendentes te diré!”
Después me ha puesto la mano en la frente y ha agregado:
“Te dejo la sombra de mi Voluntad, el aliento de mi Querer, duerme”.
Y me he dormido. Vol. 12 del 23 de mayo de 1918.
Breve Reseña de los Giros en la Divina Voluntad [ir al Video]
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