La Ascensión; cómo partía para el Cielo y quedaba en la tierra.

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La Ascensión; cómo partía para el Cielo y quedaba en la tierra.
 

(...) Estaba siguiendo la Ascensión de Jesús al Cielo, cómo era bello, todo majestad, vestido de luz fulgidísima que raptaba y encadenaba los corazones a amarlo, y mi dulce Jesús todo bondad y amor me ha dicho:

“Hija mía bendita, no hay suceso de mi Vida que no simbolice el reino de mi Divina Voluntad, en este día de mi Ascensión Yo me sentía victorioso y triunfante, mis penas habían terminado, más bien dejaba mis penas ya sufridas en medio a mis hijos que dejaba sobre la tierra, como ayuda, fuerza y sostén, y como refugio dónde esconderse en sus penas, para tomar de las mías el heroísmo en sus sacrificios, puedo decir que dejaba mis penas, mis ejemplos y mi misma Vida como simiente, que madurándose y creciendo debía hacer surgir el reino de mi Divina Voluntad.

Así que partía y quedaba, quedaba en virtud de mis penas; quedaba en sus corazones para ser amado, después que mi Santísima Humanidad subía al Cielo sentía más estrecho el vínculo de la familia humana, por consiguiente no me habría adaptado a no recibir el amor de mis hijos y hermanos que dejaba en la tierra; quedé en el Santísimo Sacramento para darme continuamente a ellos, y ellos a darse a Mí para hacerles encontrar el reposo, el descanso y el remedio a todas sus necesidades.

Nuestras obras no sufren de mutabilidad, lo que hacemos una vez lo repetimos siempre.

Además de esto, en este día de mi Ascensión Yo tenía doble corona, la corona de mis hijos que llevaba conmigo a la patria celestial, y la corona de mis hijos que dejaba en la tierra, símbolo ellos de aquellos pocos que serán el principio del reino de mi Divina Voluntad; todos los que me vieron ascender al Cielo recibieron tantas gracias, que todos pusieron la vida para hacer conocer el reino de la Redención y pusieron los fundamentos para formar mi Iglesia, y hacer que recogiera en su regazo materno a todas las generaciones humanas; así los primeros hijos del reino de mi Voluntad, serán pocos, pero serán tales y tantas las gracias de las que serán investidos, que pondrán la vida para llamar a todos a vivir en este santo reino.

Una nube de luz me invistió, la cual quitó de la vista de los discípulos mi presencia, los cuales estaban estáticos viendo mi persona, que era tanto el encanto de mi belleza que tenía raptadas sus pupilas, no sabían bajar su mirada para ver la tierra, tanto que se requirió de un ángel para sacudirlos y hacerlos regresar al cenáculo.

También esto es símbolo del reino de mi Querer, será tal y tanta la luz que investirá a sus primeros hijos, que llevarán lo bello, el encanto, la paz de mi Fiat Divino, de modo que fácilmente se dispondrán a querer conocer y amar un bien tan grande.

Ahora, en medio a los discípulos estaba mi Mamá que asistía a mi partida para el Cielo, este es el más bello símbolo.

Así que Ella es la Reina de mi Iglesia, la asiste, la protege, la defiende, así se pondrá en medio a los hijos de mi Voluntad, será siempre Ella el motor, la vida, la guía, el modelo perfecto, la maestra del reino del Fiat Divino que tanto aprecia, son sus ansias, sus deseos ardientes, sus delirios de amor materno, que quiere a sus hijos en la tierra en el reino donde Ella vivió, no está contenta con tener a sus hijos en el Cielo en el reino de la Divina Voluntad, sino que los quiere también sobre la tierra, siente que la tarea dada a Ella por Dios como Madre y Reina no la ha completado, su misión no ha terminado hasta en tanto que no reine la Divina Voluntad sobre la tierra en medio a las criaturas.

Quiere a sus hijos que la semejen y que posean la herencia de su Mamá, por eso la gran Señora es toda ojos para mirar, todo corazón para amar, para ayudar a quien ve en algún modo dispuesto a querer vivir de Voluntad Divina.

Por eso en las dificultades piensa que Ella está junto a ti, te sostiene, te fortalece, toma tu querer en sus manos maternas para hacerlo recibir la Vida del Fiat Supremo.”Volumen 34 Mayo 20 1936