La confianza: Escalera para subir a la Divinidad.
Esta mañana he recibido la comunión y me he encontrado con Jesús, estaba también la Mamá Reina, y ¡oh! maravilla, veía a la Madre y veía el corazón de Ella transformado en Jesús niño; miraba al Hijo y veía en el corazón del niño a la Madre. Mientras estaba en esto recordé que hoy es la epifanía, y yo, a ejemplo de los santos magos debía ofrecer alguna cosa al niño Jesús, pero veía que no tenía nada que darle. Entonces, viendo mi miseria, me ha venido el pensamiento de ofrecerle por mirra mi cuerpo con todos los sufrimientos de los doce años que he estado en cama, dispuesta a sufrir y a estar todo el tiempo que Él quisiera; por oro la pena que siento cuando me priva de su presencia, que es la cosa más penosa y dolorosa para mí; por incienso mis pobres oraciones unidas a las de la Reina Mamá, a fin de que fueran más aceptables al niño Jesús. Entonces hice el ofrecimiento con toda la confianza de que el niño aceptaría todo. Parecía que Jesús con mucho gusto aceptaba mis pobres ofrecimientos, pero lo que más le gustaba era la confianza con la que se los había ofrecido. Entonces me ha dicho:
“La confianza tiene dos brazos, con uno se abraza a mi Humanidad y se sirve de Ella como escalera para subir a mi Divinidad, con el otro se abraza a la Divinidad y a torrentes toma las gracias celestiales, así que el alma queda toda inundada por el Ser Divino. Cuando el alma confía, está segura de obtener lo que pide, Yo me hago atar los brazos, la hago hacer lo que quiere, la hago penetrar hasta dentro de mi corazón y por sí misma le hago tomar lo que me ha pedido. Si no hiciera esto me sentiría en un estado de violencia.”
Mientras esto decía, del pecho del niño y del de la Madre salían tantos ríos de licor (pero no sé decir propiamente como se llamaba eso que digo licor) que me inundaban el alma. Y la Reina Madre ha desaparecido.
Después de esto, junto con el niño hemos salido fuera, en la bóveda de los cielos, su gracioso rostro lo veía triste y he dicho entre mí: “Tal vez quiere leche y por eso está triste.” Entonces le he dicho: “¿Quieres mamar de mí, porque la Reina Mamá no está?” Pero antes de hacer esto he sentido temor de que fuera demonio, entonces para asegurarme lo he persignado varias veces con la cruz y le he dicho: “¿Eres Tú realmente Jesús Nazareno, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de María Virgen Madre de Dios?” El niño aseguraba que sí. Entonces asegurada, lo he puesto a mamar de mí. El niño parecía que se reanimaba tomando un aspecto alegre, y yo veía que chupaba parte de aquellos ríos de los que Él mismo me había inundado. Y mientras esto hacía me sentía jalar el corazón, porque parecía que de él venía aquella leche que Jesús chupaba de mí. ¿Quién puede decir lo que pasaba entre el niño Jesús y yo? No tengo lengua para poderlo manifestar, no tengo palabras para poderlo describir. ( Vol. 3 enero 6 de 1900)
Vol. 6 Julio 29, 1904
La fe hace conocer a Dios, pero la
confianza lo hace encontrar.
Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús le he dicho: “Señor mío y Dios mío.” Y Él ha dicho:
“Dios, Dios, sólo Dios; hija, la fe hace conocer a Dios, pero la confianza lo hace encontrar, así que la fe sin la confianza es fe estéril. Y a pesar de que la fe posee inmensas riquezas para que el alma pueda enriquecerse, si falta la confianza queda siempre pobre y desprovista de todo.”
Vol. 6 Marzo 23, 1905
Gloria y complacencia de Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús y yo le he dicho: “Señor, ¿es tu gloria mi estado?”
Y Él: “Hija mía, toda mi gloria y toda mi complacencia, es que te quiero toda más en Mí.”
Después ha agregado: “El todo está en la desconfianza y temor del alma en sí misma, y en la confianza y firmeza en Dios.”
Dicho esto ha desaparecido.
Vol. 7 Enero 3, 1907
La verdadera confianza reproduce
la Vida Divina en el alma.
Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, quien mucho teme, es señal de que mucho confía en sí misma, porque no descubriendo en sí misma otra cosa que debilidades y miserias, naturalmente y justamente teme; y quien nada teme, es señal de que confía en Dios, porque confiando en Dios, las miserias y las debilidades quedan perdidas en Dios; sintiéndose investida por el Ser Divino, no más obra ella, sino Dios en ella, ¿y qué puede temer? Así que la verdadera confianza reproduce la Vida Divina en el alma.”
VOL. 8 Enero 22, 1909
Cuando Dios es deudor del alma.
Estaba pensando en las tantas privaciones de Nuestro Señor y en que años atrás, una vez, habiendo esperado varias horas a Nuestro Señor, cuando vino yo me lamentaba con Él porque me había hecho esperar para venir, y el bendito Jesús me dijo:
“Hija mía, cuando Yo te sorprendo previniendo tus deseos de quererme y vengo sin hacerte esperar, tú quedas deudora de Mí, pero cuando te hago esperar un poco y después vengo, Yo quedo deudor tuyo, ¿te parece poco que un Dios te dé la ocasión de ser deudor tuyo?”
Y decía entre mí: Entonces eran horas, pero ahora que son días, ¿quién sabe cuántas deudas ha contraído conmigo? Creo que son innumerables, porque muchas me está haciendo. Pero después pensaba entre mí: “¿Y para qué me sirve tener un Dios deudor? Creo que para Jesús lo mismo es tenerlo como deudor que ser uno deudor de Él, porque Él en un momento puede dar tanto al alma, que equivalga y sobrepase las deudas que tenga, y he aquí que las deudas quedan anuladas.” Pero mientras esto pensaba, el bendito Jesús en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, tú dices disparates, además de los dones espontáneos que Yo doy a las almas, están los dones de vínculo. A las almas, dones espontáneos puedo darles o puedo no darles, en Mí está la elección, porque ningún vínculo me ata; pero a las almas de los dones de vínculo, como en tu caso, me siento vinculado, obligado a darle lo que quiere, a concederle mis dones. Imagínate un señor y dos personas, una de estas dos personas tiene su dinero en manos de aquel señor, la otra no; tanto a una como a otra ese señor puede dar lo que quiera, ¿pero quién está más segura de obtener del señor en caso de una necesidad, la que tiene su dinero en manos de aquel señor o la que no tiene? Ciertamente la que tiene su dinero depositado tendrá las buenas disposiciones, el valor, la confianza para ir a pedir lo que está depositado en las manos de aquel señor, y si lo ve titubear en darle, le dirá francamente: “Dámelo pronto, porque finalmente no te pido lo tuyo, sino lo mío.” Mientras que si va la otra persona que no tiene nada en manos de aquel señor, irá tímida, sin confianza y estará a lo que aquél quiera, si quiere darle alguna ayuda o no. Ésta es la diferencia que hay entre el tenerme de deudor y no tenerme como tal. ¡Si tú comprendieras los bienes inmensos que produce este contraer crédito conmigo!”
Agrego que mientras escribía, pensaba entre mí otra tontería: “Cuando esté en el Cielo, mi amado Jesús, sentirás enfado de haber contraído tantas deudas conmigo, mientras que si vienes aquí, quedando yo deudora, Tú que eres tan bueno, en el primer encuentro que tengamos me perdonarás todas mis deudas; pero yo que soy mala no lo haré, me haré pagar aun un respiro de espera.” Pero mientras esto pensaba, en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, no sentiré enfado sino contento, porque mis deudas son deudas de amor, y deseo más ser deudor que tenerte como deudora mía, porque estas deudas que contraigo contigo, mientras son deudas para Mí, serán prendas y tesoros que conservaré en mi corazón eternamente, que te darán el derecho de ser amada por Mí más que a los demás, y esto será una alegría, una gloria de más para Mí, y tú tendrás pagado aun el respiro, el minuto, el deseo, el latido, y por cuanto más seas prepotente y avara en el exigir, más me darás gusto y más te daré. ¿Estás contenta así?”
Yo he quedado confundida y no he podido decir nada más.
Vol. 9 Mayo 16, 1909
El sol es símbolo de la Gracia.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el sol es como un símbolo de la Gracia, el cual donde encuentra vacío, aunque fuera una caverna, un subterráneo, una fisura, un agujero, con tal que estén vacíos y haya alguna pequeña abertura para entrar, entra y todo lo llena de luz; con esto no disminuye su luz en los otros espacios donde está, y si la luz no ilumina más, no es que le falte la luz, sino que le falta el terreno para poder difundir de más su luz. Así es mi Gracia, más que sol majestuoso envuelve a todas las criaturas con su benéfico influjo, pero no entra sino sólo en los corazones vacíos, y por cuanto vacío encuentra, tanta luz hace penetrar dentro de los corazones. Pero, ¿cómo se forman estos vacíos? La humildad es la pala que excava y forma el vacío; el desapego de todo, aun de sí mismo, es el vacío mismo; la ventana para hacer entrar la luz de la Gracia en este vacío es la confianza en Dios y la desconfianza de sí mismo; así que por cuanto confía en Dios, otro tanto ensancha la puerta para hacer entrar la luz y tomar de ella mayor Gracia; la custodia que guarda la luz y la engrandece es la paz.”
Vol. 10 Mayo 19, 1911
La confianza rapta a Jesús. Él quiere que el
alma se olvide de sí misma y se ocupe sólo de Él.
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, y yo me estaba junto a Él para compadecerlo, amarlo, abrazarlo y consolarlo con toda la plenitud de la confianza, y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, tú eres mi contento, así me agrada, que el alma se olvide de sí misma, de sus miserias, que se ocupe sólo de Mí, de mis aflicciones, de mis amarguras, de mi amor, y que con toda confianza se esté junto a Mí. Esta confianza me rapta el corazón y me inunda de mucha alegría, porque como el alma se olvida de sí por Mí, así Yo olvido todo por ella y la hago una sola cosa para Mí, y llego no sólo a darle, sino a hacerle tomar lo que quiere. Al contrario el alma que no olvida todo por Mí, aun sus miserias y se quiere estar en torno a Mí con todo respeto, con temor y sin la confianza que me rapta el corazón, y como si quisiera estar con temerosa compostura conmigo y toda reservada, a esta tal nada le doy y nada puede tomar, porque falta la llave de la confianza, de la soltura, de la simplicidad, cosas todas necesarias, para Mí para dar, y para ella para tomar, por lo tanto, con las miserias viene y con las miserias se queda.”
Vol. 10 Noviembre 2, 1911
Jesús le da un corazón de luz, y le dice
que hará todo por medio de este corazón.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me lamentaba con Él de que venía brevemente, y que no me daba tiempo de decirle nada de las tantas necesidades que hay, con la añadidura de que al venir, ahora me estrecha fuerte, ahora me transforma tanto en su Voluntad que no me deja ni siquiera un pequeño espacio para poder perorar por sus criaturas, y Jesús me ha dicho:
“Pero hija mía, siempre quieres saberlo todo, está bien, te lo digo. Las cosas serán graves, gravísimas, he ahí todo el por qué, y si me pusiera en confianza contigo, tú me atarías y no me dejarías hacer nada, en cambio debes tener paciencia y por ahora Yo te ataré a ti.”
Después ha tomado un corazón de luz y me lo ha puesto dentro de mi interior agregando:
“Amarás, hablarás, pensarás, repararás, todo lo harás por medio de este corazón.”
Vol. 11 Abril 10, 1912
Las almas que tienen más confianza son el
desahogo y el entretenimiento del Amor de Jesús.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, las almas que más resplandecerán, como refulgentes gemas en la corona de mi Misericordia, son las almas que tienen más confianza, porque por cuanta más confianza tienen, tanto más dan campo al atributo de mi Misericordia para derramar cualquier gracia que esas almas quieran; en cambio quien no tiene verdadera confianza, ella misma me encierra las gracias dentro de Mí y permanece siempre pobre y desprovista, y mi Amor queda contenido en Mí y sufro grandemente por esto, y para no sufrir tanto y para poder más libremente desahogar mi Amor, trato más con las almas que tienen confianza que con las otras, porque con éstas puedo desahogar mi Amor, puedo jugar, puedo tomar amorosos contrastes, porque no tengo que temer que se molesten, que se dejen llevar por el temor, más bien se hacen más atrevidas y en todo encuentran como amarme más. Así que las almas con confianza son el desahogo y el entretenimiento de mi Amor, son las más agraciadas y las más ricas.”
Vol. 11 Agosto 20, 1913
Para vivir en la Divina Voluntad, la vida
de la propia voluntad debe terminar.
Mientras rezaba veía en mí a mi siempre amable Jesús y a otras almas en torno a mí, las cuales decían: “Señor, todo has puesto en esta alma.” Y extendiendo sus manos hacia mí me decían: “Ya que Jesús está en ti, y con Él todos los bienes, toma y danos a nosotras.” Yo he quedado confundida por esto, y el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, en mi Voluntad están todos los bienes posibles, y el alma que vive en Ella es necesario que esté con confianza obrando junto conmigo como dueña. Todo esperan las criaturas de esta alma, y si no lo tienen se sienten defraudadas, ¿y cómo puede dar si no está con toda confianza obrando junto conmigo? Por eso al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria la confianza para dar, la simplicidad para comunicarse a todos, con el desinterés de sí para poder vivir toda para Mí y para el prójimo. Tal soy Yo.”
Vol. 12 Octubre 8, 1919
Efectos de la confianza.
Continuando mi habitual estado de penas y de privaciones, me la paso con Jesús casi en silencio, toda abandonada en Él como una pequeña bebita. Entonces mi dulce Jesús haciéndose ver en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, la confianza en Mí es la pequeña nube de luz en la cual queda el alma tan envuelta, que le hace desaparecer todos los temores, todas las dudas, todas las debilidades, porque la confianza en Mí no sólo le forma esta pequeña nube de luz que la envuelve toda, sino que la nutre con alimentos contrarios, que tienen la virtud de disipar todos los temores, dudas y debilidades. En efecto, la confianza en Mí disipa el temor y nutre al alma de puro amor, disipa las dudas y le da la certeza, quita la debilidad y le da la fortaleza, es más, la hace tan atrevida conmigo, que se aferra a mis pechos y chupa, chupa y se nutre, no quiere otro alimento, y si ve que chupando no recibe nada, y esto lo permito para ejercitarla en la más alta confianza, ella ni se cansa ni se separa de mi pecho, es más, chupa más fuerte, golpea la cabeza en mi pecho y Yo complacido la hago hacer. Así que el alma que verdaderamente confía en Mí es mi sonrisa y mi complacencia, quien confía en Mí me ama, me estima, me cree rico, potente, inmenso; en cambio quien desconfía, no me ama en verdad, me deshonra, me cree pobre, impotente, pequeño, ¡qué afrenta a mi Bondad!”