La libertad del hombre

Imagen de Mariu

El alma en la Divina Voluntad da a Dios el amor que no darán las almas perdidas.  Dios al crear al hombre lo dejó libre y le dio el poder de hacer el bien que quiere.

 

 No siento la fuerza de escribir mis dolorosas penas, digo sólo algunas palabras que mi dulce Jesús me había dicho y que yo no pensaba escribir, pero Jesús reprochándomelo, me hizo decidir el escribirlas.

Recuerdo que una noche estaba haciendo la adoración a mi crucificado Jesús y le decía:  “Amor mío, en tu Querer encuentro todas las generaciones, y yo a nombre de toda la familia humana te adoro, te beso, te reparo por todos; tus llagas, tu sangre se las doy a todos, a fin de que todos encuentren su salvación.  Y si las almas perdidas no pueden ya aprovecharse de tu santísima sangre, ni amarte, la tomo yo por ellas para hacer lo que deberían hacer ellas, no quiero que tu amor quede defraudado por parte de las criaturas, por todos quiero suplir, repararte, amarte, desde el primero hasta el último hombre”.  Mientras esto y otras cosas decía, mi dulce Jesús me puso los brazos al cuello y estrechándome me dijo:

 “Hija mía, eco de mi Vida, mientras tú rezabas mi misericordia se endulzaba y mi justicia perdía la aspereza, y no sólo en el tiempo presente, sino también en el tiempo futuro, porque tu oración permanecerá en acto en mi Voluntad, y en virtud de ella mi misericordia dulcificada correrá más abundante, y mi justicia será menos rigorosa, y no sólo esto, sino que escucharé las notas de amor de las almas perdidas, y mi corazón sentirá hacia ti un amor de especial ternura, al encontrar en ti el amor que me debían dar estas almas y derramaré en ti las gracias que tenía preparadas para ellas”.

 Otra vez me dijo: “Hija mía, amo tanto a la criatura, que al crear el cielo, las estrellas, el sol y toda la naturaleza, no les dejé ninguna libertad, así que el cielo no puede agregar una estrella más, ni quitar ninguna; ni el sol perder o agregar una gota de luz de más; en cambio al crear al hombre lo dejé libre, es más, lo quería junto Conmigo en crear las estrellas, el sol, para embellecer el cielo de su alma, y conforme debía hacer el bien, ejercitarse en las virtudes, le daba el poder de formarse las estrellas, los soles más espléndidos, y por cuanto más bien hacía, tantas más estrellas formaba, y por cuanta más intensidad de amor y de sacrificio, más esplendor y más luz agregaba a sus soles, y Yo, paseando junto con él en el cielo de su alma le decía:  “Hijo mío, por cuanto más bello quieres hacerte, tanto más gusto me das; es más, amo tanto tu belleza que te incito, te enseño, y en cuanto te decides Yo corro y junto contigo renuevo la potencia creadora y te doy el poder de hacer el bien que quieres; te amo tanto que no te he hecho esclavo, sino libre, pero, ¡ay, cuánto abuso de este poder que te he dado, tienes el atrevimiento de convertirlo en tu ruina y en ofensa a tu Creador!”   Vol. 12 de 6 de Dic. 1919

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