El vivir en la Divina Voluntad, es más que la misma comunión.
Encontrándome en mi habitual estado, y lamentándome por sus privaciones, apenas como de huída ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, te recomiendo que no salgas de dentro de mi Voluntad, porque mi Voluntad contiene tal potencia, que es un nuevo bautismo para el alma, es más, más que el mismo bautismo, porque en los sacramentos hay parte de mi Gracia, en cambio en mi Voluntad está toda la plenitud; en el bautismo se quita la mancha del pecado original pero quedan las pasiones, las debilidades; en mi Voluntad, destruyendo el alma el propio querer, destruye las pasiones, las debilidades y todo lo que es humano, y vive de las virtudes, de la fortaleza y de todas las cualidades divinas”.
Yo al oír esto decía entre mí: “Dentro de poco dirá que su Voluntad es más que la misma comunión”. Y Él ha agregado:
“Cierto, cierto, porque la comunión Sacramental dura pocos minutos; mi Voluntad es comunión perenne, más bien es eterna, que se eterniza en el Cielo. La comunión Sacramental está sujeta a obstáculos por enfermedades, por necesidades, o por parte de quien la debe administrar, mientras que la comunión de mi Voluntad no está sujeta a ningún estorbo, sólo conque el alma la quiera y todo está hecho, ninguno puede impedirle un bien tan grande, que forma la felicidad de la tierra y del Cielo, ni los demonios, ni las criaturas, ni mi misma omnipotencia. El alma es libre, nadie tiene derecho sobre ella en este punto de mi Voluntad. Por eso Yo la insinúo, quiero tanto que la tomen mis criaturas, es la cosa que más me importa, que más me interesa; todas las otras cosas no me interesan, ni aun las cosas más santas, y cuando obtengo que el alma viva de mi Voluntad me siento triunfante, porque encierra el mayor bien que puede haber en el Cielo y en la tierra”. Volumen 9 Marzo 23 1910
La Divina Voluntad es Sol, y quien vive
del Querer Divino se vuelve sol.
Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y poniéndose frente a mí me miraba toda, esas miradas me penetraban dentro y fuera y yo quedaba toda luz, y por cuanto más me miraba tanto más resplandecía, y a través de esta luz Él miraba a todo el mundo, y después de haberme mirado fijamente me ha dicho:
“Hija mía, mi Voluntad es Sol, y quien vive de mi Querer se vuelve sol, y Yo, sólo a través de este sol miro el mundo y vierto gracias y beneficios para provecho de todos. Si no estuviera este Sol de mi Querer en alguna alma, la tierra se volvería extraña para Mí y rompería cualquier comunicación entre la tierra y el Cielo, así que el alma que hace perfectamente mi Voluntad, es como sol en el mundo, con esta diferencia, que el sol material hace bien, da luz y hace bien material; en cambio el Sol de mi Voluntad en el alma consigue gracias espirituales y temporales, y da luz a las almas. Hija mía, que lo que más te interese sea mi Querer, mi Querer sea tu vida, tu todo, también en las cosas más santas, hasta en mi misma privación. Tú, ciertamente no me darás este disgusto de alejarte, aun por poco, de mi Voluntad, ¿no es verdad?”
Yo he quedado maravillada y ha desaparecido. Y pienso entre mí qué quiere decir este hablar de Jesús, ¡ah! tal vez me quiere hacer alguna de las suyas, o sea privarme de Él, ah, sea siempre bendito y adorado su Santísimo Querer”. Vol. 10 Diciembre 21 de 1911
La Divina Voluntad deposita todos sus bienes y sus obras divinas en quien vive en Ella.
Valor de un solo instante en la Divina Voluntad.
Todo lo que le pasa a quien vive en la Divina Voluntad no es algo suyo, sino de Jesús en él.
Quien vive en Ella no puede ir al Purgatorio.
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús no ha dejado de hablarme continuamente de su Santísima Voluntad; diré lo poco que recuerdo. Entonces, no estando bien, al venir el bendito Jesús me dijo:
“Hija mía, quien está en mi Voluntad, todo lo que Yo hago, el alma puede decir es mío, porque la voluntad del alma está tan fundida con la mía, que lo que hace mi Voluntad hace ella, así que viviendo y muriendo en mi Querer no hay bien que con ella no se lleve, porque no hay bien que mi Voluntad no contenga, y de todos los bienes que hacen las criaturas mi Voluntad es la vida, entonces, muriendo el alma en mi Voluntad se lleva consigo todas las misas que se celebran, las oraciones y las obras buenas que se hacen, porque todas son frutos de mi Voluntad, y además, todo esto es mucho menos en comparación del obrar mismo de mi Voluntad que el alma se lleva consigo como suyo, basta un instante del obrar de mi Voluntad para sobrepasar todo el obrar de todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, así que el alma muriendo en mi Voluntad, no hay belleza que la iguale, ni altura, ni riqueza, ni santidad, ni sabiduría, ni amor, nada, nada la puede igualar, así que el alma que muere en mi Voluntad, al ingreso que hará en la patria celestial no sólo se abrirán las puertas del Cielo, sino que todo el Cielo se abajará para hacerla entrar en la celestial morada, para hacer honor al obrar de mi Voluntad; qué decirte además, la fiesta, la sorpresa de todos los bienaventurados al ver esta alma toda sellada por el obrar de la Voluntad Divina; al ver en esta alma que todo lo ha hecho en mi Querer, que todo lo que ha hecho en vida, cada palabra, cada pensamiento, obra, acción, etc., son tantos soles que la adornan y uno diverso del otro en la luz y en la belleza; al ver en esta alma los tantos ríos divinos que inundarán a todos los bienaventurados, y que no pudiéndolos contener el Cielo correrán también en la tierra para bien de los viadores.
¡Ah!, hija mía, mi Voluntad es el portento de los portentos, es el secreto para encontrar la luz, la santidad, las riquezas; es el secreto de todos los bienes, y no es conocido, y por lo tanto ni apreciado ni amado. Al menos tú aprécialo y ámalo, y hazlo conocer a cuantos veas dispuestos”.
Otro día, estando sufriendo sentía que no podía hacer nada y me sentía oprimida por esto, y Jesús estrechándome toda me dijo:
“Hija mía, no te inquietes, busca solamente el estar abandonada en mi Voluntad, y Yo haré todo por ti, porque es más un solo instante en mi Voluntad, que todo lo que podrías hacer de bien en toda tu vida”.
Recuerdo también que otro día me dijo:
“Hija mía, quien verdaderamente hace mi Voluntad, puede decir que todo lo que se desarrolla en ella, tanto en el alma como en el cuerpo, lo que siente, lo que sufre, puede decir: “Jesús sufre, Jesús está oprimido”. Porque todo lo que las criaturas me hacen me llega hasta en el alma en la cual habito, porque hace mi Voluntad, así que si las frialdades de las criaturas me llegan, mi Voluntad las siente, y siendo mi Voluntad vida de esa alma, por consecuencia sucede que también el alma las siente, así que en vez de afligirse por estas frialdades como suyas, debe estar en torno a Mí para consolarme y repararme por las frialdades que mandan las criaturas; así si siente distracciones, opresiones y otras cosas, debe estar en torno a Mí para aliviarme y repararme, no como cosas suyas sino como mías, por eso el alma que vive de mi Voluntad sentirá muy diversas penas, según las ofensas que me hacen las criaturas, pero las sentirá repentinamente y casi de sobresalto, como también sentirá gozos y contentos indescriptibles, y si en las penas debe ocuparse en consolarme y en repararme, en las alegrías y en los contentos debe ocuparse en gozárselos, y entonces mi Voluntad encuentra su compensación, de otra manera quedará contristada y sin poder desarrollar lo que contiene mi Querer”.
Otro día me dijo: “Hija mía, quien hace mi Voluntad, absolutamente no puede ir al purgatorio, porque mi Voluntad purga al alma de todo, y habiéndola tenido en vida tan celosamente custodiada en mi Querer, ¿cómo podré permitir que el fuego del purgatorio la toque? Además, a lo más le podrá faltar algún adorno, y mi Voluntad antes de develarle la Divinidad, la va adornando de todo lo que le falta y luego me develo”. Vol. 11 Marzo 8 de 1914
El alma que vive en la Divina Voluntad, conforme
va obrando el bien, hace salir de Dios ese bien.
Continúo mis días amarguísimos, Jesús bendito viene muy poco, y si me lamento, o me responde con un sollozo, o bien me dice:
“Hija mía, tú sabes que no vengo frecuentemente porque los castigos se van haciendo más severos, entonces, ¿por qué te lamentas?”
Pero yo llegué a un punto en que no podía más y rompí en llanto, y Jesús para tranquilizarme y reforzarme ha venido, y casi toda la noche la pasé con Jesús; ahora me besaba, me acariciaba, me sostenía, ahora se arrojaba en mis brazos para tomar reposo, ahora me hacía ver el terror de las gentes, quién huía de un punto y quién de otro. Recuerdo que me dijo:
“Hija mía, lo que Yo contengo en la potencia, el alma lo contiene en la voluntad, así que todo el bien que verdaderamente quiere hacer, Yo lo veo como si en realidad el alma lo hubiera hecho. Yo tengo Querer y Poder, si quiero puedo, en cambio el alma muchas cosas no las puede, y el querer suple al poder, y así se va asemejando a Mí, y Yo voy enriqueciendo al alma con todos aquellos méritos que contiene su buena voluntad y que quiere hacer su voluntad”.
Luego agregó: “Hija mía, cuando el alma se da toda a Mí, Yo establezco en ella mi morada, muchas veces me place cerrar todo y estarme a oscuras, otras veces me place dormir, y al alma la pongo como centinela a fin de que no deje venir a nadie a molestarme e interrumpir mi sueño, y si es necesario debe afrontar ella las molestias y responder por Mí.
Otras veces me place abrir todo y hacer entrar los vientos, las frialdades de las criaturas, los dardos de las culpas que me mandan, y tantas otras cosas, y el alma debe estar contenta de todo, debe dejarme hacer lo que quiero, es más, debe hacer suyas mis cosas, y si no soy libre de hacer lo que quiero, sería un infeliz en ese corazón si debiera estar atento en hacerle sentir cuánto gozo, y ocultar, a pesar mío, cuánto sufro, así que, ¿dónde estaría mi libertad?
¡Ah! Todo está en mi Voluntad, y si el alma toma Ésta, toma toda la sustancia de mi Ser y me encierra a todo Yo en ella, y conforme va obrando el bien, teniendo en ella la sustancia de mi Vida, hace salir ese bien de Mí mismo, y saliendo de Mí, como rayo de luz corre para bien de todas las criaturas”. Vol. 11 Marzo 2 de 1916
La Santidad del vivir en el Divino Querer está exenta de interés personal y de pérdida de tiempo.
Continúo sólo por obedecer. Mi siempre amable Jesús parece que tiene ganas de hablar del vivir en su Santísimo Querer; parece que mientras habla de su Santísima Voluntad olvida todo y hace olvidar todo; el alma no encuentra otra cosa que la necesidad, otro bien, que vivir en su Querer. Entonces mi dulce Jesús, después de haber escrito el día 20 de Noviembre acerca de su Querer, disgustándose conmigo me ha dicho:
“Hija mía, no has dicho todo, quiero que no dejes de escribir ninguna cosa cuando Yo te hablo de mi Querer, aun las más pequeñas cosas, porque todas servirán para bien de los que vendrán. En todas las santidades ha habido siempre los santos que han dado inicio a las diferentes especies de santidad, así que hubo el santo que inicio la santidad de los penitentes, otro que inició la santidad de la obediencia, otro la de la humildad y así de todas las otras santidades.
Ahora, el inicio de la santidad del vivir en mi Querer quiero que seas tú. Hija mía, todas las demás santidades no están exentas de pérdida de tiempo y de interés personal, como por ejemplo: Un alma que vive en todo a la obediencia tiene mucha pérdida de tiempo; aquel hablar y hablar continuado la distraen de Mí, pone la virtud en lugar mío, y si no tiene la oportunidad de tomar todas las órdenes, vive inquieta. Otra que sufre tentaciones, ¡oh! cuánta pérdida de tiempo, no se cansa de decir todos sus obstáculos y pone la virtud del sufrimiento en lugar mío, y muchas veces estas santidades se esfuman.
Pero la santidad del vivir en mi Querer está exenta de interés personal, de pérdida de tiempo, no hay peligro de que Me cambien por la virtud, porque el vivir en mi Querer soy Yo mismo. Esta fue la santidad de mi Humanidad en la tierra, y por eso hizo todo y por todos, y sin la sombra del interés.
El interés propio quita el sello de la santidad divina, por esto jamás puede ser sol, a lo más, por cuan bella sea, puede ser una estrella. Por eso quiero la santidad del vivir en mi Querer; en estos tiempos tan tristes la generación tiene necesidad de estos soles que la calienten, la iluminen, la fecunden; el desinterés de estos ángeles terrestres, todo para bien de los demás, sin la sombra de interés propio, abrirá el camino en los corazones de todos para recibir mi gracia.
Además, las iglesias son pocas, muchas serán destruidas; muchas veces no encuentro sacerdotes que me consagren, otras veces permiten que almas indignas me reciban, y que almas dignas no me reciban, otras veces las almas no pueden recibirme, así que mi amor se encuentra obstaculizado. Por eso quiero hacer la santidad del vivir en mi Querer, en ella no tendré necesidad de sacerdotes para consagrarme, ni de iglesias, ni de tabernáculos, ni de hostias, sino que estas almas serán todo junto:
Sacerdotes, iglesias, tabernáculos y hostias. Mi amor estará más libre, cada vez que quiera consagrarme lo podré hacer, a cada momento, de día, de noche, en cualquier lugar donde esas almas se encuentren, ¡oh, cómo mi amor tendrá su desahogo completo! ¡Ah, hija mía, la presente generación merece ser destruida del todo, y si permitiré que algo poco quede de ella, es para formar estos soles de la santidad del vivir en mi Querer, que a ejemplo mío me reharán de todo lo que me debían las otras criaturas, pasadas, presentes y futuras. Entonces la tierra me dará verdadera gloria y mi Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, tendrá su cumplimiento y conclusión”. Vol. 12 Noviembre 27 de 1917
Diferencia entre vivir unido con Jesús, y vivir en el Divino Querer.
Volviendo sobre el punto del vivir en el Divino Querer, se me había dicho que es como vivir en el estado de unión con Dios, y mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, hay gran diferencia entre el vivir unido Conmigo, y vivir en mi Querer”.
Y mientras esto decía, me ha extendido los brazos y me ha dicho:
“Ven en mi Querer aunque sea por un solo instante y verás la gran diferencia”.
Yo me he encontrado en Jesús, mi pequeño átomo nadaba en el Querer Eterno, y como este Querer Eterno es un acto solo que contiene todos los actos juntos, pasados, presentes y futuros, yo, estando en el Querer Eterno tomaba parte en aquel acto único que contiene todos los actos, por cuanto a criatura es posible. Yo tomaba parte también en los actos que no existen aún y que deberán existir hasta el fin de los siglos, y hasta que Dios sea Dios, y también por éstos yo lo amaba, lo agradecía, lo bendecía, etc., no había ni un solo acto que se me escapara, y ahora tomaba el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, lo hacía mío, como era mío su Querer, y lo daba a Ellos como mío. Cómo estaba contenta por poder darles el amor de Ellos como mío, y porque Ellos encontraban su pleno contento y su desahogo completo al recibir de mí su amor como mío; ¿pero quién puede decirlo todo? Me faltan las palabras. Entonces el bendito Jesús me ha dicho:
“¿Has visto qué cosa es vivir en mi Querer? Es desaparecer, es entrar en el ámbito de la Eternidad; es penetrar en la omnividencia del Eterno, en la mente increada, y tomar parte en todo por cuanto a criatura es posible, y en cada acto divino; es disfrutar aún estando en la tierra de todas las cualidades divinas; es odiar el mal en modo divino; es expandirse a todos sin agotarse, porque la Voluntad que anima a esta criatura es Divina; es la santidad aún no conocida, que haré conocer, que pondrá el último adorno y el más bello y el más refulgente de todas las demás santidades, y será corona y cumplimiento de todas ellas.
Ahora, vivir unido Conmigo no es desaparecer, se ven dos seres juntos, y quien no desaparece no puede entrar en el ámbito de la eternidad para tomar parte en todos los actos divinos. Pondera bien y verás la gran diferencia”. Volumen 12 Abril 8 de 1918
Diferencia que hay entre el vivir en la Voluntad de Dios y el hacer la Voluntad de Dios. Para entender qué cosa quiere decir vivir en la DivinaVoluntad se debe disponer al más grande de los sacrificios, que esel de no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad.
Estaba pensativa acerca de lo que está escrito sobre el vivir en el Divino Querer, y pedía a Jesús que me diera más luz para explicarme mejor, y así poder aclarar más a quien estoy obligada a hacerlo este bendito vivir en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, no se quiere entender. El vivir en mi Voluntad es reinar, el hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes; lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas.
El vivir en mi Querer es hacer suya mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella; el hacer mi Voluntad es tenerla en cuenta como Voluntad de Dios, no como cosa propia, ni poder disponer de Ella como se quiere.
El vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, la cual es la de Dios, la cual, siendo una Voluntad toda Santa, toda pura, toda paz, y siendo una sola Voluntad la que reina, no hay contrastes, todo es paz; las pasiones humanas tiemblan ante esta Suprema Voluntad y quisieran rehuirla, no se atreven a moverse ni a oponerse, viendo que ante esta Santa Voluntad tiemblan Cielos y tierra.
Así que el primer paso del vivir en el Querer Divino, ¿qué hace? Poner el orden divino en el fondo del alma, vaciarla de lo que es humano, de tendencias, de pasiones, de inclinaciones y de otras cosas. En cambio el hacer mi Voluntad es vivir con dos voluntades, y cuando doy las órdenes de seguir la mía, la criatura siente el peso de su voluntad que le pone contrastes, y a pesar de que siga las órdenes de mi Voluntad con fidelidad, siente el peso de la naturaleza rebelde, sus pasiones e inclinaciones.
Y cuántos santos, a pesar que han llegado a la perfección más alta, sienten esta su voluntad que les hace guerra, que los tiene oprimidos, y muchos están obligados a gritar:
‘¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Esto es, de esta mi voluntad que quiere dar muerte al bien que quiero hacer?’ El vivir en mi Voluntad es vivir como hijo, el hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En el primero, lo que es del padre es del hijo y muchas veces hacen más sacrificios los siervos que los hijos, a ellos les toca exponerse a los servicios más fatigosos, más humildes, al frío, al calor, a viajar a pie; en efecto, ¿cuánto no han hecho mis santos para seguir las órdenes de mi Voluntad?
En cambio el hijo está con su padre, tiene cuidado de él, lo alegra con sus besos y con sus caricias, manda a los siervos como si lo hiciera su padre; si sale, no va a pie, sino que viaja en carroza; y si el hijo posee todo lo que es del padre, a los siervos no se da otra cosa que la paga por el trabajo que han hecho, y quedan libres de servir o no servir a su patrón, y si no lo sirven no tienen más derecho de recibir ninguna otra compensación. En cambio entre padre e hijo nadie puede quitar estos derechos:
‘Que el hijo posee los bienes del padre.’ Ninguna ley, ni celeste ni terrestre puede quitar estos derechos, ni desvincular la filiación entre padre e hijo. Hija mía, el vivir en mi Voluntad es el vivir que más se acerca al de los bienaventurados en el Cielo, y es tan distante de quien hace mi Voluntad y está fielmente a mis órdenes, cuanto es distante el Cielo de la tierra, cuanta distancia hay entre hijo y siervo, entre rey y súbdito.
Además, esto es un don que quiero hacer en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan mi Voluntad sino que la posean. ¿No soy acaso Señor y dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero? ¿No es libre un señor de decir a un siervo: ‘Vive en mi casa, come, toma, ordena como otro yo mismo?’
Y para hacer que nadie pueda impedirle la posesión de sus bienes, se legitima este siervo como hijo y le da el derecho de poseer. Si esto puede hacer un rico, mucho más puedo hacerlo Yo.
Este vivir en mi Querer es el don más grande que quiero dar a las criaturas, mi bondad quiere siempre más desahogarse en amor hacia ellas y habiéndoles dado todo, y no teniendo más que darles para hacerme amar, quiero hacer don de mi Voluntad, a fin de que poseyéndola, amen el gran bien que poseen.
No te asombres si ves que no comprenden, para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, cual es el de no dar vida, aun en las cosas santas a la propia voluntad, sólo entonces sentirían la posesión de la mía y tocarían con la mano qué significa vivir en mi Querer. Tú sé atenta y no te fastidies de las dificultades que te ponen, y Yo poco a poco me haré camino para hacer comprender el vivir en mi Voluntad”. Vol. 17 Septiembre 18 1924
Jesús cuando habla dona el bien que encierra su palabra. En el Divino Querer no habrá esclavos, ni rebeldes, ni leyes, ni mandatos.
Estaba pensando en cuánta potencia, cuántos bienes están encerrados en el Santo Querer Divino, en cómo en Él todo es paz, todo es felicidad, en cómo no se tiene necesidad de ordenes para obrar, sino que la propia naturaleza siente en sí tal fuerza hacia el bien, que no puede hacer menos que hacerlo. Qué felicidad sentirse convertida en bien, en santidad, en fuerza, a la propia naturaleza, así que en el reino del Querer Supremo no habrá leyes, sino que todo será amor y la naturaleza convertida en ley divina, de modo que por sí misma querrá hacer lo que el Fiat Supremo quiere que haga. Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús con su acostumbrada luz que hacía salir de su inteligencia me ha dicho:
“Hija mía, todo lo que te he dicho acerca de mi Voluntad han sido dones que te he hecho. El conocimiento no basta si no se posee el bien que contiene el mismo conocimiento, si esto no fuese así te volvería infeliz, porque conocer un bien y no poseerlo es siempre un dolor.
Mucho más que Yo no sé hacer las cosas a la mitad, sino completas, por eso primero dispongo al alma, ensancho su capacidad y después dono el conocimiento junto con el bien que contiene, y como los conocimientos sobre mi Voluntad son divinos, he aquí por qué la naturaleza queda dotada con la semejanza de la Naturaleza Divina, y entonces, siendo más que hija no espera la orden, sino que se siente honrada de hacer, sin habérselo dicho, lo que quiere el Padre.
Las leyes, las ordenes, son para los siervos, para los esclavos, para los rebeldes, pero en el reino del Fiat Supremo no habrá siervos, ni esclavos, ni rebeldes, sino que será una misma la Voluntad de Dios y de la criatura, y por eso una será la Vida.
Y es también esta la razón por la que tanto y tantas cosas estoy diciendo acerca de mi Voluntad, para abundar en los dones, no sólo para ti, sino para quien quiera venir a vivir en mi Reino, a fin de que nada le falte, de nada tenga necesidad, sino que posea en sí mismo la fuente de los bienes. No obraría como el Dios que soy, grande, potente, rico, magnánimo, si debiendo constituir el Reino de mi Voluntad no dotase a aquellos que deben vivir en Él con las prerrogativas y cualidades que posee mi misma Voluntad.
Es más, tú debes saber que como todas las cosas han salido de aquel acto único de Dios, así todo debe regresar en aquel acto único que no tiene sucesión de actos, y sólo puede regresar en este acto único, quien deja todo para vivir sólo de mi Voluntad, porque el alma viviendo en Ella, todo lo que hace se convierte en luz, y naturalmente sus actos quedan incorporados y ensimismados en la luz eterna del Sol de mi Voluntad, y por eso, como consecuencia, se vuelven un acto solo con el único acto de Ella.
En cambio, en quien obra fuera de Ella, se ve la materia que contiene la obra, no luz, y por eso no pueden incorporarse con la luz del acto único de Dios, por lo tanto pronto se verá que no es cosa nuestra, que no nos pertenece, por eso, todo lo que no sea hecho en virtud del Fiat Divino no será reconocido por Dios.
Supón que tú quisieras unir luz y tinieblas, cobre y oro, piedras y tierra, ¿no se distinguiría con claridad la luz de las tinieblas, el cobre del oro, las piedras de la tierra? Y esto a causa de que son materias distintas una de la otra, pero si unieras juntas luz a luz, tinieblas a tinieblas, oro a oro, no sabrías distinguir ni separar la luz de antes de la luz de después, las tinieblas de antes a las de después, la masa de oro de antes a la de después, así es de mi Voluntad, lo que Ella misma hace en la criatura es luz, por lo tanto no es maravilla que quede incorporada al acto único de su Eterna luz.
Por eso, gracia más grande no podría hacer en estos tiempos tan borrascosos y de carrera vertiginosa en el mal, que hacer conocer que quiero dar el gran don del Reino del Fiat Supremo, y como confirmación de esto lo estoy preparando en ti con tantos conocimientos y dones, a fin de que nada falte al triunfo de mi Voluntad. Por eso está atenta al depósito de este Reino que hago en ti”.
Después de esto estaba pensativa porque me había sido impuesto por la santa obediencia el no dejar de escribir ni siquiera una palabra que mi dulce Jesús me pudiese decir, mientras que yo soy muy fácil para omitir algunas cosas, porque estoy convencida de que ciertas cosas íntimas, ciertos desahogos que Jesús hace a mi pequeña alma, no es necesario ponerlos sobre el papel, sino que deben quedar en el secreto del corazón. Entonces rogaba que me diese la gracia de no faltar a la obediencia, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, si quien te guía y te dirige te da esta obediencia, significa que ha entendido que soy Yo quien te habla y el valor que contiene aun una sola palabra mía. Mi palabra es luz y está llena de vida, por lo tanto quien posee la vida la puede dar, mucho más que mi palabra contiene la fuerza creadora, por eso una sola palabra mía puede crear innumerables vidas de gracia, vidas de amor, vidas de luz, Vida de mi Voluntad en las almas.
Tú misma no podrás comprender el largo camino que puede hacer una sola palabra mía, quien tiene oído la escuchará, quien tiene corazón quedará herido por ella. Por eso quien te guía tiene razón en darte esta obediencia.
¡Ah, tú no sabes cómo lo asisto y estoy en torno a él mientras lee mis y tus escritos sobre mi Voluntad, para hacerle comprender toda la fuerza de las verdades y del gran bien que hay en ellas; y él gira en torno a mi Voluntad, y en virtud de la luz que siente, te da esta obediencia. Por eso sé atenta y Yo te ayudaré y te facilitaré lo que a ti te parece difícil.
Tú debes saber que mi corazón está dilatado, sufre y suspira porque quiero hacer conocer el reino del Fiat Supremo, los grandes bienes que hay en Él, y el gran bien que recibirán aquellos que lo poseerán. Es propiamente en mi corazón que lo tengo y me lo siento explotar, porque quiero ponerlo fuera.
¿No quieres darme tú ese alivio a fin de que mi corazón, poniéndolo fuera se alivie y no tenga que sufrir más, ni suspirar con suspiros dolientes? Y esto lo harás haciendo conocer lo que te manifiesto acerca de mi Voluntad, porque cuando haces esto me das el campo para abrir los caminos para preparar el lugar donde debo poner el Reino de mi Voluntad; y si tú no manifiestas lo que te digo, me cierras estos caminos y mi corazón se inflama de más. Por eso déjame hacer, y tú sígueme y no pienses en ello”. Vol. 19 SEPTIEMBRE 9 DE 1926