Selección de capítulos de diversos volúmenes que hablan de la Santísima Virgen María.

Imagen de Mariu

La Santísima Virgen asunta en el Cielo.  El Ave María junto con Jesús.

 

Me sentí salir fuera de mí misma en las alturas de los cielos, junto con mi amante Jesús. Parecía que todo estaba de fiesta, Cielo, tierra y purgatorio; todos estaban inundados por un gozo, un júbilo nuevo. Muchas almas salían del purgatorio y como rayos llegaban al Cielo para asistir a la fiesta de nuestra Reina Mamá. Yo también me empujaba en medio de aquella inmensa multitud de gente, es decir, ángeles, santos y almas del purgatorio que ocupaban ese nuevo Cielo, que era tan inmenso, que el nuestro que vemos en comparación de ese me parecía un pequeño agujero, y mucho más, pues tenía la obediencia y permiso del confesor. Pero mientras trataba de mirar no veía más que un sol luminosísimo que despedía rayos que toda me penetraban de lado a lado y me transformaban como en un cristal, tanto que descubría muy bien mis pequeños defectos y la infinita distancia que hay entre Creador y criatura; es más, cada rayo tenía su marca: uno mostraba la santidad de Dios, otro la pureza, otro el poder, otro la sabiduría y demás virtudes y atributos de Dios. Así que mi alma, viendo su nada, sus miserias y su pobreza se sentía aniquilada y en vez de mirar, se postraba de bruces ante ese sol eterno, ante el cual no hay nadie que pueda estar frente a él...

Además, para ver la fiesta de nuestra Mamá Reina se tenía que ver desde dentro de ese sol, pues estando la Santísima Virgen tan sumergida en Dios, mirando desde otros puntos no se veía nada. Ahora, mientras me encontraba en estas condiciones de aniquilamiento ante el sol divino, estando el niñito Jesús en brazos de la Mamá Reina, me dijo:

"Nuestra Mamá está en el Cielo y a ti te doy el oficio de hacerme de mamá en la tierra. Y como mi vida está sujeta continuamente a los desprecios, a la pobreza, a las penas, a los abandonos de los hombres, y mi Madre estando en la tierra fue mi fiel compañera en todas estas penas y además trataba de consolarme en todo, hasta donde sus fuerzas podían, así tú también, haciéndome de mamá, me harás fiel compañía en todas mis penas, sufriendo tú en lugar de Mí hasta donde puedas, y donde no puedas, tratarás de darme al menos un consuelo. Pero debes saber que te quiero toda ocupada en Mí. Seré celoso hasta de tu respiro si no lo haces por Mí y cuando vea que no estás toda atenta para contentarme, no te daré paz ni reposo."

Entonces empecé a realizar el oficio de su Mamá, pero ¡oh, cuánta atención se necesitaba para contentarlo! Con tal de verlo contento yo no podía ni dirigir una mirada a otra parte... Ahora Él quería dormir, ahora quería beber, ahora quería que lo acariciara, y yo tenía que estar lista para todo lo que Él quería; ahora decía: "Mamá, me duele la cabeza ¡alíviame!" y yo en seguida le revisaba la cabeza y encontrando espinas se las quitaba, luego, poniéndole mi brazo bajo su cabeza, hacía que reposara, y mientras descansaba, de repente se levantó y dijo: "Siento un peso y un sufrimiento en el corazón, tanto de sentirme morir; ve qué hay." Y observando en el interior de su corazón encontré todos los instrumentos de la pasión y de uno por uno se los quité y los puse en mi corazón... Viéndolo aliviado, empecé a acariciarlo y a besarlo y le dije: "Mi solo y único Tesoro, no me has dejado ver la fiesta de nuestra Madre Reina ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron los ángeles y los santos cuando hizo su entrada al paraíso."

Y Jesús: "El primer canto que le cantaron a mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave María están contenidas las alabanzas más hermosas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que sintió al ser hecha Madre de Dios; por eso vamos a rezarla juntos para honrarla, y cuando tú vengas al paraíso te haré encontrar esta Ave María como si la hubieras dicho junto con los ángeles aquella primera vez en el Cielo." (1

Entonces rezamos la primera parte del Ave María juntos. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor saludar a nuestra Mamá Santísima junto con su querido Hijo! Cada palabra que Él decía daba una luz inmensa en la que se comprendían muchas cosas sobre la Virgen Santísima, pero ¿quién puede decirlas todas, y menos yo por mi incapacidad? Por eso hago silencio. Vol. 2 DEL 15 DE AGOSTO DE 1899.

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La Santísima Virgen,

portento de la gracia.

 

...Después miré el bellísimo rostro de Jesús y en mi interior sentí un contento indescriptible y dirigiéndome a Él le dije:

"Dulcísimo amor mío, si yo siento tanto deleite al verte, ¿qué habrá sentido nuestra Mamá Reina cuando te encerraste en su seno purísimo? ¿Cuántos contentos, cuántas gracias le diste?"

Y Él: "Hija mía, fueron tales y tantas las delicias y las gracias que derramé en Ella que basta con decirte que lo que Yo soy por naturaleza, nuestra Madre lo alcanzó por gracia; y mucho más, pues no teniendo culpa, mi gracia pudo dominar en Ella libremente, así que no hay cosa de mi Ser que no le haya conferido a Ella."  

En ese momento me pareció ver a nuestra Mamá Reina como si fuera otro Dios, con esta única diferencia: que en Dios es naturaleza propia y en María Santísima es gracia recibida. ¿Quién puede decir cómo quedé asombrada? ¿Cómo se perdía mi mente al ver este portento de gracia tan prodigioso? Vol. 2 del 26 de Sep.1899.

 

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21 de noviembre de 1899

Vol. 3

Jesús se deleita en Luisa

auxiliada por la Santísima Virgen.

 

Esta mañana mi amadísimo Jesús en cuanto vino me dijo:

"Hija mía, todo tu gusto debe ser espejearte en Mí, y si esto lo haces siempre, tomarás en ti todas mis cualidades, mi fisonomía, mis mismos rasgos, y Yo, en correspondencia, todo mi gusto y sumo contento será deleitarme en espejearme en ti."

Dicho esto desapareció. Yo estaba meditando en mi mente esas palabras y repentinamente volvió, puso su santa mano en mi cabeza y volviendo mi cara hacia Él agregó:

"Hoy quiero deleitarme un poco al espejearme en ti."

Un estremecimiento me recorrió todo mi cuerpo y un susto de sentirme morir, porque veía que me miraba fijamente, como queriéndose deleitar en mis pensamientos, miradas, palabras y en todo lo demás al espejearse en mí. "¡Oh Dios! ¿Soy causa de deleitarte o de amargarte?" iba repitiendo en mi interior. En este momento vino nuestra querida Mamá Reina en mi ayuda, trayendo una vestidura blanquísima entre las manos, y todo amabilidad me dijo:

"Hija, no temas, quiero suplir Yo misma por ti vistiéndote con mi inocencia, así mi Hijo al espejearse en ti pueda encontrar el mayor deleite que se pueda encontrar en una criatura humana." 

Entonces me vistió con esa vestidura y me presentó ante mi querido bien Jesús diciéndole: "Acéptala por consideración a Mí, querido Hijo, y deléitate en ella."

Así se me quitó todo temor y Jesús se deleitó en mí y yo en Él.

 

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25 de diciembre de 1900

Vol. 4

Nacimiento de Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado me sentí fuera de mí misma y después de haber girado me encontré dentro de una cueva y vi a la Reina Mamá que estaba en el momento de dar a luz al niñito Jesús. ¡Qué estupendo prodigio! Me parecían tanto la Madre como el Hijo transmutados en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús que contenía en sí a la Divinidad, y le servía como de velo para cubrir a la Divinidad, de modo que rasgando el velo de la naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios, Dios y hombre, hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros y toma carne humana, porque el verdadero amor no se separa jamás. Entonces me pareció que la Madre y el Hijo, en ese felicísimo instante, quedaron como espiritualizados y sin el mínimo obstáculo Jesús salió del seno materno, desbordándose ambos en un exceso de amor. Es decir, esos santísimos cuerpos transformados en luz, sin el mínimo impedimento Jesús luz salió de dentro la luz de la Madre, quedando sanos e intactos tanto el uno como la otra, volviendo luego al estado natural.  

Pero ¿quién puede decir la belleza del Niñito ya que en ese momento de su nacimiento translucía externamente los rayos de su Divinidad? ¿Quién puede decir la belleza de la Madre que quedaba toda absorbida en aquellos rayos divinos? ¿Y San José? Me parecía que no estaba presente en el momento del parto sino que permanecía en otro rincón de la cueva, todo abstraído en ese profundo misterio, y si no vio con los ojos del cuerpo, vio muy bien con los ojos del alma porque estaba arrebatado en éxtasis sublime.

Ahora, en el momento en que el Niñito salió a la luz yo quería volar para tomarlo entre mis brazos, pero los ángeles me lo impidieron, diciéndome que le tocaba a la Madre el honor de tomarlo primero. Entonces la Virgen Santísima, como sacudida, volvió en sí y de las manos de un ángel recibió al Hijo en sus brazos, lo estrechó tan fuerte en el ímpetu de amor en que se encontraba que parecía que lo quisiera encerrar de nuevo en Ella, después queriendo dar un desahogo a su ardiente amor lo puso a tomar leche de su pecho. Mientras tanto yo permanecía toda aniquilada, esperando ser llamada para no recibir otro regaño de los ángeles, y la Reina me dijo: "Ven, ven a tomar a tu Amado y gózalo también tú, y desahoga con Él tu amor." En cuanto dijo esto me acerqué y la Mamá me lo puso en los brazos. ¿Quién puede decir mi contento, los besos, los abrazos, las ternuras?...

 

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La Mamá Celestial le enseña

el secreto de la felicidad.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me encontré fuera de mí misma y después de haber girado y girado en busca de Jesús, encontré en cambio a la Reina Mamá, y oprimida y cansada como estaba le dije: "Dulcísima Mamá mía, he perdido el camino para encontrar a Jesús, no sé más a dónde ir ni qué hacer para encontrarlo de nuevo." Mientras esto decía, lloraba, y Ella me dijo:

"Hija mía, ven junto a Mí y encontrarás el camino y a Jesús.  

Es más, quiero enseñarte el secreto para poder estar siempre con Jesús y para vivir siempre contenta y feliz aún en esta tierra, y es: tener fijo en tu interior que sólo Jesús y tú están en el mundo y nadie más, y sólo a Él debes gustar, complacer y amar y sólo de Él debes esperar ser amada y contentada en todo. De esta manera, estando sólo tú y Jesús, no te impresionará más si estás rodeada de desprecios o alabanzas, de parientes o extraños, de amigos o enemigos... Sólo Jesús será todo tu contento y sólo Jesús te bastará por todos. Hija mía, hasta en tanto que todo lo que existe acá abajo no desaparece del todo del alma, no se puede encontrar verdadero y perpetuo contento."

Y mientras esto dijo, de dentro de un rayo salió Jesús en medio de nosotros, yo lo tomé, lo llevé conmigo y me encontré en mí misma. Vol. 4 del 25 mde Dic. de 1901.

 

La Santísima Trinidad

y la Mamá Reina.

 

Esta mañana mientras me encontraba en mi habitual estado, veía ante mí una luz interminable y comprendía que en esa luz moraba la Santísima Trinidad, a la vez veía enfrente de esa luz a la Reina Mamá que quedaba toda absorbida por la Santísima Trinidad y Ella absorbía en sí a las tres Divinas Personas, de tal modo que quedaba enriquecida con las tres prerrogativas de la Trinidad Sacrosanta, es decir: potencia, sabiduría y caridad, y como Dios ama al género humano como parte de sí y como partícula salida de sí y desea ardientemente que esta parte de sí mismo vuelva en Él mismo, así la Mamá Reina, participando en esto, ama al género humano con amor entrañable. Vol. 4 del 26 de enero de 1902.

  

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La Santísima Virgen: Estrella de luz.

 

Estando en mi habitual estado, vino la Reina Madre y me dijo:

"Hija mía, mis dolores, como dicen los profetas, fueron un mar de dolores y en el Cielo se cambiaron en un mar de gloria, y cada dolor mío hizo fructificar otros tantos tesoros de gracia. Y así como en la tierra me llaman 'Estrella del mar' porque con seguridad guío al puerto, así en el Cielo me llaman 'Estrella de luz' para todos los bienaventurados, porque quedan recreados por esta luz que me produjeron mis dolores." Vol. 4 de 24 de febrero de 1902.

 

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Las palabras más agradables

a la dulce Mamá.

 

Esta mañana, después de haber esperado mucho, vino la Reina Mamá con el Niño en brazos y me lo dio, diciéndome que lo tuviera cortejado con actos continuos de amor. Yo lo hice por cuanto pude y mientras esto hacía, Él me dijo:

"Amada mía, las palabras más agradables y que más consuelan a mi Madre son ‘Dominus tecum’, ‘el Señor es contigo’, porque en cuanto fueron pronunciadas por el arcángel, sintió comunicarse en Ella todo el Ser divino, y entonces se sintió investida de la potencia divina, de modo que su potencia humana, ante la divina, se perdió en ésta y mi Madre quedó con la potencia divina en sus manos." Vol. 4 del 10 de Enero de 1903.

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La Santísima Virgen le enseña

a tener la mirada interior

fija en Jesús.

 

Encontrándome fuera de mí misma vi a la Reina Madre y postrándome a sus pies le dije: "Dulcísima Madre mía, en qué terribles aprietos me encuentro privada de mi único Bien, de mi misma vida, siento que toco los extremos." Y mientras esto decía, lloraba.

La Virgen Santísima, abriéndose la parte del corazón como si abriera una custodia, tomó el Niño de ahí adentro y me lo dio, diciéndome:

"Hija mía, no llores. Aquí tienes a tu Bien, a tu Vida, a tu Todo. Tómalo y tenlo siempre contigo. Y mientras lo tienes contigo, ten tu mirada fija en tu interior en Él, no te preocupes si no te dice nada o si no sabes decirle nada, míralo solamente en tu interior, porque al mirarlo comprenderás todo, harás todo y darás satisfacción por todos. Esta es la belleza del alma interior, que sin voz, sin instrucción, como no hay ninguna cosa externa que la atraiga o la inquiete sino que toda su atracción, todos sus bienes están encerrados en el interior, fácilmente con el simple mirar a Jesús todo comprende y todo obra. De este modo caminarás hasta la cima del Calvario y habiendo llegado ahí, no lo verás ya niño sino crucificado, y tú quedarás junto con Él crucificada."

Entonces pareció que con el Niño en brazos y con la Virgen Santísima hacía el camino del Calvario. Conforme caminábamos, algunas veces encontraba a alguien que quería quitarme a Jesús y llamaba en ayuda a la Reina Madre diciéndole: "Mamá mía, ayúdame porque me quieren arrebatar a Jesús." Y Ella me respondía: "No temas, tu empeño sea tener la mirada interior fija en Él y esto tiene tanta fuerza que todas las demás fuerzas humanas y diabólicas quedan debilitadas y derrotadas." Vol. 5 del 30 de Junio de 1903.

 

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La adoración de la Santísima

Virgen cuando encontró a Jesús

llevando la cruz.

 

Continuando mi habitual estado, por pocos instantes vi al bendito Jesús con la cruz sobre el hombro en el momento de encontrarse con su Santísima Madre, y yo le dije: "Señor, ¿qué hizo tu Mamá en este encuentro dolorosísimo?" Y Él:

"Hija mía, no hizo más que un acto de adoración profundísimo y simplísimo, y como el acto, cuanto más simple es, tanto más fácil es para unirse con Dios, espíritu simplísimo, por eso en ese acto se fundió en Mí y continuó lo que obraba Yo mismo en mi interior. Y esto me fue sumamente agradable, más que si me hubiera hecho cualquier otra cosa más grande.

Porque el verdadero espíritu de adoración consiste en esto: que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que obra Dios y con Él se una. ¿Crees que sea verdadera adoración la que con la boca adora y con la mente piensa en otra cosa? ¿O que la mente adora y la voluntad está lejos de Mí? ¿O que una potencia me adora y las demás están todas desordenadas? No, Yo quiero todo para Mí y todo lo que le he dado, en Mí, y éste es el acto más grande de culto de adoración que la criatura puede darme." Vol. 6 de 17 de Diciembre de 1903.

 

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Efectos de los dolores

de la Santísima Virgen.

 

Esta mañana me encontré fuera de mí misma y al mirar la bóveda del cielo, vi siete soles resplandecientísimos, pero su forma era diferente del Sol que vemos, empezaban en forma de cruz y terminaban en punta y esta punta estaba dentro de un corazón. Al principio no se veía bien porque era tanta la luz de estos soles que no dejaba ver quién estaba adentro, pero conforme más me acercaba, más se distinguía que adentro estaba la Reina Mamá, y en mi interior dije: "¡Cuánto quisiera decirle si quiere que me esfuerce en salir de este estado por mí misma sin que asista el sacerdote!" 

 Y se lo dije. Ella me respondió con un "no" rotundo. Yo quedé mortificada por esta respuesta y la Santísima Virgen se volteó hacia una multitud de personas que le hacían corona y les dijo: "Oigan lo que quiere hacer." Y todos dijeron: "¡No, no, que no lo haga!" Después, acercándose a mí, toda bondad me dijo:

"Hija mía, ánimo en el camino del dolor. ¿Ves estos siete soles que salen de mi Corazón? Son mis siete dolores, los cuales me fructificaron inmensa gloria y esplendor. Estos soles, fruto de mis dolores, saetean continuamente el trono de la Santísima Trinidad, la cual al sentirse herida me envía siete canales de gracia continuamente haciéndome dueña de ellos, y yo los dispongo para gloria de todo el Cielo, para alivio de las almas purgantes y para beneficio de todos los viadores." 

Mientras esto decía, desapareció y yo me encontré en mí misma. Vol. 6 del 21 de Diciembre de 1903.

 

 

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17 de septiembre de 1905

Vol. 6

 

Cómo se puede participar en los

dolores de la Celestial Mamá.

 

Habiendo estado muy sufriente por la privación de mi dulcísimo Jesús, esta mañana, día de los dolores de María Santísima, después de haberlo esperado mucho, vino y me dijo: "Hija mía, ¿qué quieres que tanto me deseas?"

Y yo: "Señor, ¿qué tienes para ti? Eso quiero para mí."

Y Él: "Hija mía, para Mí tengo espinas, clavos y cruz."

Y yo: "Pues bien, eso quiero para mí."

Y me dio su corona de espinas y me participó los dolores de la cruz. Después agregó:

"Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron los dolores en mi Madre. Quien anticipadamente se pone en las manos de la Providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier especie de penas, miserias, enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga para ella, viene a participar en el primer dolor de la profecía de Simeón. Quien actualmente se encuentra en los sufrimientos y está resignado, se está más estrechado a Mí y no me ofende, es como si me salvara de las manos de Herodes y sano y salvo me custodia en el egipto de su corazón y así participa en el segundo dolor. Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi presencia y está firme y es fiel en sus habituales ejercicios, es más, toma de eso ocasión para amarme y buscarme más sin cansarse, participa en los méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi pérdida. Quien se encuentra en cualquier ocasión, especialmente al verme gravemente ofendido, despreciado, pisoteado y trata de repararme, de compadecerme y de rezar por aquellos mismos que me ofenden, es como si Yo encontrara en esa alma a mi misma Madre que si hubiera podido me habría liberado de mis enemigos, y participa así en el cuarto dolor. Quien crucifica sus sentidos por amor a mi crucifixión y trata de copiar en sí mismo las virtudes de mi crucifixión, participa en el quinto dolor. Quien está en continua actitud de adorar y de besar mis llagas, de reparación, de agradecimiento y demás a nombre de todo el género humano, es como si me tuviera en sus brazos como me tuvo mi Madre cuando fui bajado de la cruz y participa así en el sexto dolor. Quien se mantiene en mi gracia, corresponde a ella y no da morada a nadie en su corazón más que a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del corazón y participa en el séptimo dolor." Vol. 6 de 17 de Sep. 1906.

 

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Todo lo que la Reina Mamá contiene

tiene su raíz y su principio en el Fiat

 

Continuando mi habitual estado, me encontré fuera de mí misma en un jardín en el que veía a la Reina Mamá sentada sobre un altísimo trono, yo ardía por el deseo de subir hasta arriba para besarle las manos, y mientras me esforzaba por subir, Ella vino hacia mí y me dio un beso en el rostro. Yo, al verla, vi en su interior como un globo de luz y dentro de esa luz estaba la palabra Fiat y de esta palabra descendían muchísimos, diferentes e interminables mares de virtudes, de gracias, de grandezas, de gloria, de gozos, de bellezas y de todo lo que contiene nuestra Reina Mamá. Así que todo estaba radicado en aquel Fiat y en ese Fiat tenían principio todos sus bienes.

¡Oh Fiat omnipotente, fecundo, santo! ¿Quién te puede comprender...? Yo me siento muda... Es tan grande que no sé decir nada; por eso mejor pongo punto.

Entonces yo la miraba maravillada y Ella me dijo:

"Hija mía, toda mi santidad salió de dentro de la palabra Fiat. Yo no me movía, ni para un respiro, ni para un paso, ni para ninguna otra acción sino dentro de la Voluntad de Dios; mi vida era la Voluntad de Dios, Ella era mi alimento y mi todo. Esto me producía una santidad, riquezas, gloria, honores, no humanos sino divinos.

Así el alma: por cuanto más está unida y fundida con la Voluntad de Dios, tanto más se puede decir santa, tanto más es amada por Dios y por cuanto más amada, tanto más favorecida por Él, porque la vida de esa alma no es otra cosa que el producto de la Voluntad de Dios y... ¿podrá no amarla si es una sola cosa con Él?

Así que, no se debe mirar lo mucho o lo poco que se hace sino más bien en si es querido por Dios, porque Dios mira más el pequeño hacer, si es según su Voluntad, que el gran hacer pero sin Ella".

Vol. 8 5 de Abril. 1908.

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27 de Diciembre de 1908

Vol. 8

 

Qué pasaba entre el Niño Jesús y su

dulcísima Mamá cuando Ella lo alimentaba.

 

Estaba meditando en el momento cuando la Reina Mamá alimentaba al Niño Jesús y decía para mí: "¿Qué pasaría entre la Mamá Santísima y el pequeño Jesús en este acto?"

En este momento me lo sentí mover en mi interior y me dijo:

"Hija mía, cuando tomaba leche del pecho de mi dulcísima Mamá, juntamente con la leche tomaba el amor de su Corazón, era más el amor lo que recibía que la leche.

Y conforme la recibía oía decirme: ‘te amo, te amo oh Hijo’, y Yo le replicaba a Ella: ‘te amo, te amo oh Madre’. Pero Yo no estaba solo en esto, sino que a mi ‘te amo’, el Padre y el Espíritu Santo, y la creación toda, los ángeles, los santos, las estrellas, el Sol, las gotas de agua, las plantas, las flores, los granitos de arena, todos los elementos corrían junto con mi ‘te amo’ y repetían: ‘te amamos, Madre de nuestro Dios, en el amor de nuestro Creador.’

Mi Madre veía todo esto y quedaba inundada, y no encontraba ni siquiera un pequeño espacio en el que no oyera decirse que Yo la amaba. Su amor quedaba atrás y casi solo, y repetía: ‘te amo, te amo’, pero no podía igualarme, porque el amor de la criatura tiene sus límites y su tiempo, en cambio mi amor es increado, interminable y eterno.

Esto sucede al alma cuando me dice: ‘te amo’, también Yo le respondo: ‘te amo’ y junto conmigo está toda la creación para amarla en mi amor. ¡Oh, si las criaturas comprendieran todo el bien y el honor que se procuran con sólo decirme: ‘te amo’! ¡Bastaría sólo esto de que un Dios a su ‘te amo’, honrándolas, les replique: ‘te amo’!"

 

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9 de Mayo de 1913

Vol. 11

 

Jesús y su Madre Santísima

fueron inseparables. 

Cómo realizaba su oficio de Madre.

  

Mientras rezaba estaba pensando en el momento cuando Jesús se despidió de la Madre Santísima para ir a sufrir su pasión, y decía entre mí: "¿Cómo es posible que Jesús se haya podido separar de la querida Mamá y Ella de Jesús?"

Y el bendito Jesús me dijo:

"Hija mía, ciertamente que no podía haber separación entre Mí y mi dulce Mamá; la separación fue sólo aparentemente. Yo y Ella estábamos fundidos juntos y era tal y tanta la fusión que Yo quedé con Ella y Ella vino conmigo, así que se puede decir que hubo una especie de bilocación. Esto sucede también en las almas cuando están unidas verdaderamente conmigo, y si rezando hacen entrar en sus almas como vida la oración sucede una especie de fusión o de bilocación: en todos lados donde Yo me encuentro las llevo conmigo, y Yo quedo con ellas.

Hija mía, tú no puedes comprender bien lo que fue mi querida Mamá para Mí. Yo, viniendo a la tierra no podía estar sin Cielo, y mi Cielo fue mi Mamá. Entre Yo y Ella pasaba tal electricidad que ni siquiera un pensamiento hubo en Ella que no lo tomara de mi mente y este tomar de Mí todo, la palabra, la voluntad, el deseo, la acción, el paso... en suma, todo, formaba en este Cielo el sol, las estrellas, la luna y todos los gozos posibles que puede darme la criatura y que puede ella misma gozar. ¡Oh cómo me deleitaba en este Cielo! ¡Oh, cómo me sentía consolado y rehecho de todo! También los besos que me daba mi Mamá encerraban el beso de toda la humanidad y me restituían el beso de todas las criaturas. En todo me sentía a mi dulce Mamá: me la sentía en el respiro y si era afanoso me lo aliviaba, me la sentía en el Corazón y si estaba amargado me lo endulzaba, en el paso y si estaba cansado me daba reposo, y ¿quién puede decirte cómo me la sentía en la pasión? En cada flagelo, en cada espina, en cada llaga, en cada gota de mi sangre, en todo me la sentía y me hacía el oficio de mi verdadera Madre. ¡Ah, si las almas me correspondieran, si todo tomaran de Mí, cuántos Cielos y cuántas madres tendría sobre la tierra...!"

 

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28 de Noviembre de 1920

Vol. 12

 

Bendición universal de Jesús

al bendecir a su Mamá

antes de la pasión.

 

Estaba pensando en el momento en el que mi Jesús, para dar principio a su dolorosa pasión quiso ir con su Mamá a pedirle su bendición y el bendito Jesús me dijo:

"Hija mía, ¡cuántas cosas dice este misterio! Yo quise ir a pedir la bendición a mi querida Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que mi Mamá debía soportar y era justo que mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido. Mi Mamá comprendió inmediatamente, tanto que no me bendijo sino hasta que me pidió la bendición y después de ser bendecida por Mí, me bendijo Ella.

Pero esto no es todo... Para crear el universo pronuncié un Fiat y con ese solo Fiat reordené y embellecí Cielo y tierra; al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida; y al dar principio a mi pasión, con mi palabra creadora y omnipotente quise bendecir a mi Mamá, pero no era a Ella solamente a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, siendo Ella quien tenía la supremacía sobre todas ellas y en Ella las bendecía a todas y a cada una.

Es más, bendecía cada pensamiento, cada acto, cada palabra, etc.; bendecía cada cosa que debía servir a la criatura. Y así como cuando mi Fiat omnipotente creó el Sol y éste sin disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su curso para todos y para cada uno de los mortales, así mi palabra creadora, bendiciendo, quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, así como nunca cesa el Sol de dar luz y calor a todas las criaturas.

Pero esto no es todo aún. Con mi bendición quise renovar los dones de la creación; quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir junto conmigo para comunicar a las criaturas la potencia, quise bendecirlas a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarles la sabiduría y el amor y así renovar la voluntad, la inteligencia y la memoria de la criatura, restableciéndola de este modo como soberana de todo.

Pero has de saber que al dar, quiero la correspondencia, y comprendiendo mi querida Mamá esto, inmediatamente me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos.

¡Oh, si todos pudieran ver esta bendición mía, la oirían en todo!: en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que los nutre, en el dolor que los aflige, en los gemidos de su oración, en los remordimientos de conciencia, en el abandono de las criaturas... en todo escucharían mi palabra creadora que les dice -pero desgraciadamente no la escuchan-: ‘te bendigo en nombre del Padre, de Mí, y del Espíritu Santo; te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte; te bendigo para hacerte santo’. Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo.

Estos son algunos de los efectos de mi bendición, de la que mi Iglesia, enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los Sacramentos y en otras ocasiones da su bendición".

 

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18 de Diciembre de 1920

Vol. 12

 

Correspondencia de amor y de

agradecimiento por tanto que

Dios obró en la Mamá Celestial.

 

Me sentí fuera de mí misma y me encontré junto con mi dulce Jesús, pero tan estrechados Él conmigo y yo con Él que casi no podía ver su divina persona y no sé cómo le dije: "Mi dulce Jesús, mientras estoy estrechada a ti quiero testimoniarte mi amor, mi agradecimiento y todo lo que la criatura está en deber de hacer por haber Tú creado a nuestra Reina Mamá Inmaculada, la más bella, la más santa, el mayor portento de gracia, enriqueciéndola con todos los dones y haciéndola nuestra Madre. Y esto lo hago a nombre de las criaturas pasadas, presentes y futuras. Quiero tomar todos y cada uno de los actos de las criaturas, las palabras, los pensamientos, los latidos, los pasos... y en cada uno de ellos decirte: ‘te amo, te agradezco, te bendigo, te adoro por todo lo que has hecho a mi Celestial Mamá y tuya’."

A Jesús le agradó mi acto, pero tanto que me dijo:

"Hija mía, con ansia esperaba este acto tuyo a nombre de todas las generaciones; mi justicia y mi amor sentían la necesidad de esta correspondencia, porque grandes son las gracias que descienden sobre todos por haber enriquecido tanto a mi Mamá, ¡y sin embargo, no tienen nunca una palabra, un ‘gracias’ que decirme...!"

 

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10 de enero de 1921

Vol. 12

 

El Fiat Mihi de la Virgen Santísima en

el Divino Querer y el Fiat de Luisa.

 

Estaba pensando acerca de lo que está escrito en otro capítulo y decía entre mí: "Yo no sé qué quiere Jesús de mí, pero Él sabe qué mala soy y cómo no soy buena para nada..." Y Jesús moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, recuerda que años atrás te pregunté si querías hacer vida en mi Querer y como te quería en mi Querer quise que en mi mismo Querer pronunciaras tu ‘Sí’ y este ‘Sí’ quedó atado a un punto eterno y a una Voluntad que no tendrá fin, este ‘Sí’ está en el centro de mi Querer y está rodeado por una inmensidad infinita y queriéndose salir no encuentra el camino; por eso me río y me divierto con tus pequeñas oposiciones y algunos descontentos, porque te veo como una persona atada en el fondo del mar por su propia voluntad que al querer salir no encuentra más que agua por todas partes y como está atada en el fondo del mar, sintiendo la molestia de quererse salir, para estarse tranquila y feliz, mejor se arroja más profundamente en el fondo del mar. Así Yo, viéndote inquieta, como si quisieras salir y no pudiendo, atada por tu mismo ‘Sí’, te arrojas más en el fondo de mi Querer y Yo me río y me divierto. Además, ¿crees tú que sea cosa de nada y fácil salirse de dentro de mi Querer? ¡Te saldrías de un punto eterno, y si supieras qué significa salirse de un punto eterno temblarías de pavor!..."

Luego agregó: "El primer ‘Sí’ en mi Fiat lo pedí a mi querida Mamá, y ¡oh potencia de su Fiat en mi Querer! En cuanto el Fiat Divino se encontró con el Fiat de mi Mamá se hizo uno solo y mi Fiat la elevó, la divinizó, la cubrió y sin obra humana me concibió a Mí, Hijo de Dios; únicamente en mi Fiat podía concebirme. Mi Fiat le comunicó la inmensidad, la infinitud y la fecundidad en modo divino y por eso pude quedar concebido en Ella, Yo, el Inmenso, el Eterno, el Infinito.  

En cuanto dijo Fiat Mihi no sólo se posesionó de Mí, sino también de todas las criaturas y de todas las cosas creadas. Sentía todas las vidas de las criaturas en Sí y comenzó a hacerla de Madre y de Reina de todos y de todo. ¡Oh, cuántos portentos contiene este ‘Sí’ de mi Mamá; si te los quisiera narrar todos, no terminarías nunca de escucharlos!

Ahora, un segundo ‘Sí’ en mi Querer te lo pedí a ti, y tú, si bien temblando, lo pronunciaste; ahora este ‘Sí’ en mi Querer tendrá también sus inmensos portentos, tendrá un cumplimiento divino.  

Tú sígueme y profundízate más en el mar inmenso de mi Voluntad y Yo me ocuparé de todo. Mi Mamá no pensó cómo habría hecho para concebirme, sino sólo dijo: Fiat Mihi y Yo me ocupé del modo cómo concebirme. Así lo harás tú".

 

* * *

17 de enero de 1921

Vol. 12

 

Potencia creadora del Fiat en la creación,

del Fiat Mihi de la Santísima Virgen

en la redención y cumplimiento

del Fiat Voluntas Tua como

en el Cielo en la tierra.

 

Mi pobre mente me la sentía sumergida en el mar inmenso del Querer Divino. Por doquier veía el sello, la marca del Fiat; lo veía en el Sol y me parecía que el eco del Fiat en el Sol me traía el amor Divino que me hiere y me saetea; y yo, en alas del mismo Fiat en el Sol subía hasta el Eterno y llevaba a nombre de toda la familia humana el amor que saeteaba a la Majestad Suprema y que la hería, y decía: "En tu Fiat me has dado todo este amor y sólo en el Fiat puedo regresártelo". Miraba las estrellas y en ellas veía el Fiat y este Fiat me traía en sus dulces y mansos centelleos el amor pacífico, el amor dulce, el amor oculto, el amor de compasión en la noche de la culpa, y yo en el Fiat en las estrellas llevaba ante el trono del Eterno a nombre de todos el amor pacífico, para poner paz entre el Cielo y la tierra; el amor dulce de las almas amantes, el amor oculto de tantas otras, el amor de las criaturas después de la culpa cuando vuelven a Dios. Pero ¿quién puede decir todo lo que comprendía y hacía en tantos Fiat que veía esparcidos en toda la creación? Si lo quisiera decir me alargaría demasiado. Entonces mi dulce Jesús tomó mis manos entre las suyas y estrechándolas fuerte me dijo:

"Hija mía, el Fiat está todo lleno de Vida; es más, es la misma Vida, y por eso, de dentro del Fiat salen todas las vidas y todas las cosas. De mi Fiat salió la creación, por eso en cada cosa creada se ve el sello y la marca del Fiat.

Del Fiat Mihi de mi querida Mamá dicho en mi Querer, que tuvo la misma potencia que mi Fiat Creador, salió la redención; así que no hay cosa de la redención que no contenga el sello del Fiat Mihi de mi Mamá. Toda mi misma Humanidad, mis pasos, mis obras, mis palabras, etc., fueron sellados por el Fiat Mihi de Ella. Mis penas, mis llagas, las espinas, la cruz, la sangre, todo tenía el sello de su Fiat Mihi, porque las cosas llevan el sello y la marca del origen de donde han salido. Mi origen en el tiempo fue el Fiat Mihi de mi Inmaculada Mamá, por eso todo mi obrar lleva la señal de su Fiat Mihi. Así que en cada hostia sacramental está su Fiat Mihi; si el hombre surge de la culpa, si el recién nacido es bautizado, si el Cielo se abre para recibir a alguno, es el Fiat Mihi de mi Mamá que sella, que marca, que sigue y procede todo. ¡Oh potencia del Fiat! Él surge a cada instante, se multiplica y se hace vida de todos los bienes.

Ahora quiero decirte por qué te pedí tu Fiat, tu ‘Sí’ en mi Querer: la oración que enseñé: el Fiat Voluntas Tua sicut in Cœlo et in terra, oración de tantos siglos y de tantas generaciones, quiero que tenga ya su cumplimiento. He aquí para qué quiero otro ‘Sí’ en mi Querer, otro Fiat que contenga la potencia creadora, quiero el Fiat que surge a cada instante, que se multiplica a todos, quiero en un alma mi mismo Fiat que suba hasta mi trono y con su potencia creadora lleve a la tierra la Vida del Fiat como en el Cielo así en la tierra".

Yo, sorprendida y aniquilada al oír esto, le dije: "Jesús, ¿qué dices? Tú sabes lo mala que soy y lo incapaz para todo". Y Él:

"Hija mía, es mi costumbre elegir a las almas más pequeñas, incapaces y pobres, para mis obras más grandes. Mi misma Mamá nada de extraordinario tenía en su vida exterior, ningún milagro, ninguna señal tenía que la hiciera distinguirse de las demás mujeres; su único distintivo era su perfecta virtud, en la que casi ninguno ponía atención. 

Y si a los demás santos les he dado el distintivo de los milagros y a otros los he adornado con mis llagas, a mi Mamá nada, nada, sin embargo era el portento de los portentos, el milagro de los milagros, la verdadera y perfecta crucificada, ninguna otra, ninguna semejante a Ella.

Yo acostumbro hacer como un amo que tiene dos servidores: uno que parece un gigante musculoso, capaz para todo, y otro, pequeño, débil, incapaz, parece que no sepa hacer nada, ningún servicio importante, y si lo tiene es más por caridad que por otra cosa. Entonces debiendo enviar una altísima suma de dinero a otro lugar ¿qué hace? Llama al pequeño, al incapaz y le confía la gran suma y dice para sí: ‘Si la confío al gigante, todos le pondrán atención, los ladrones lo asaltarán y lo podrán robar y si con su fuerza hercúlea se defendiera, podría quedar herido. Sé que él es bravo, pero quiero protegerlo, no quiero exponerlo a un evidente peligro; en cambio, este pequeño, considerándolo incapaz, ninguno le pondrá atención, ninguno podrá pensar que pueda Yo confiarle una suma tan importante y volverá sano y salvo’. El pequeño incapaz se asombra de que su amo confíe en él mientras podía servirse del gigante, y todo tembloroso y humilde va a entregar la gran suma sin que ninguno se digne mirarlo, y sano y salvo regresa ante su amo, más tembloroso y humilde que antes. Así hago Yo. Cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más escojo almas pequeñas, pobres, ignorantes, sin ninguna exterioridad que las señale, su estado de pequeñas sirve como segura custodia de mi obra, los ladrones de la propia estima, del amor propio, no le pondrán atención conociendo su incapacidad, y ella, humilde y temblando desempeñará el oficio confiado por Mí, conociendo que no ella, sino Yo he hecho todo en ella".

 

* * *

24 de enero de 1921

Vol. 12

 

Así como el Fiat de la creación

y el de la redención empezaron

en una sola criatura, así también

el Fiat Voluntas Tua.

 

Me sentía aniquilada al pensar en este bendito Fiat y mi siempre amable Jesús ha querido aumentar mi confusión. Me parece que quiere hacer un juego conmigo, proponiéndome cosas sorprendentes y casi increíbles, tomándose el placer de verme confundida y más aniquilada, pero lo que es peor es que me veo obligada por la obediencia a ponerlo por escrito, para mi mayor tormento. Entonces, mientras rezaba, mi dulce Jesús apoyaba su cabeza en la mía, con su mano se sostenía su frente y de su frente salió una luz hacia la mía y me dijo:

"Hija mía, el Primer Fiat fue dicho en la creación sin intervención de ninguna criatura. El Segundo Fiat fue dicho en la redención y quise la intervención de la criatura y escogí a mi Mamá para cumplimiento del Segundo Fiat. Ahora, para su cumplimiento quiero decir el tercer Fiat y lo quiero decir por medio tuyo; te he escogido a ti para cumplimiento del tercer Fiat. Este Fiat hará completar la gloria y el honor del Fiat de la creación y será la confirmación y desarrollo de todos los frutos del Fiat de la redención. Estos tres Fiat reflejarán a la Sacrosanta Trinidad en la tierra y tendré el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. Estos tres Fiat serán inseparables, el uno será vida del otro, serán Uno y Trino, pero distintos entre ellos. Mi amor lo quiere, mi gloria lo exige, porque habiendo hecho salir del seno de mi potencia creadora los primeros dos Fiat, quiere hacer salir el tercer Fiat no pudiendo ya contenerlo mi amor, y esto para completar la obra que salió de Mí; de otra forma las obras de la creación y de la redención quedarían incompletas".

Yo al oír esto quedé no sólo confundida sino aturdida y dije para mí: "¿Es posible todo esto? ¡Hay tantos, y si es cierto que me ha elegido a mí, me parece que es una de las habituales locuras de Jesús! Además, ¿qué podría yo hacer y decir clavada en una cama e inepta como soy? ¿Podría yo hacer frente a la multiplicidad e infinitud del Fiat de la creación y del de la redención? Siendo mi Fiat semejante a los otros dos Fiat, debo correr junto con ellos, multiplicarme con ellos, hacer el bien que hacen ellos, entrelazarme con ellos... ¡Ah Jesús, piensa bien lo que haces, yo no sirvo para tanto!" Pero ¿quién puede decir todas las tonterías que yo decía? Entonces Jesús volvió y me dijo:

"Hija mía, cálmate, Yo elijo a quien me place. Has de saber que todas mis obras las inicio entre Mí y una sola criatura, luego son difundidas. De hecho ¿quién fue el primer espectador del Fiat de la creación? Adán y luego Eva; no fueron ciertamente multitudes de gentes, pero después de años y años han sido espectadores muchedumbres y multitudes de pueblos. En el Segundo Fiat fue espectadora solamente mi Mamá, ni siquiera San José supo algo; mi Mamá se encontraba más que en tus condiciones, era tanta la grandeza de la fuerza creadora de mi obra que sentía en sí que, confundida, no sentía la fuerza de decir ni una sola palabra a ninguno, y si luego San José lo supo, fui Yo quien se lo manifesté. Y así, en su seno virginal como semilla germinó este Fiat y se formó la espiga para multiplicarlo y luego salió a la luz del día. Pero ¿quiénes fueron los espectadores? Poquísimos. En la estancia de Nazaret fueron sólo mi querida Mamá y San José; luego, cuando mi Humanidad creció, salí y me hice conocer, pero no por todos, luego se difundió más y se difundirá aún. Así será del tercer Fiat: germinará en ti, se formará la espiga, sólo el sacerdote tendrá conocimiento, luego pocas almas y después se difundirá, se difundirá y hará el mismo camino que la creación y la redención. Por cuanto más te sientes aniquilada, tanto más crece en ti y se fecunda la espiga del tercer Fiat, por eso sé atenta y fiel".

 

* * *

8 de marzo de 1921

Vol. 12

 

Como la Santísima Virgen llamó al

Verbo a encarnarse en su seno, así

Luisa llama a la Divina Voluntad a

hacer vida en ella en la tierra.

 

Mientras oraba, estaba fundiéndome toda en la Divina Voluntad, entonces mi dulce Jesús salió de mi interior y poniendo un brazo en mi hombro me dijo:

"Hija mía, mi Mamá, con su amor, con sus oraciones y con su aniquilamiento, me llamó del Cielo a la tierra a encarnarme en su seno. Tú, con tu amor y con el perderte siempre en mi Querer, llamarás a mi Voluntad a hacer vida en la tierra en ti, y luego me darás vida en las demás criaturas. Ahora, has de saber que mi Mamá con haberme llamado del Cielo a la tierra en su seno, siendo éste que hizo acto único y que no se repetirá, Yo la enriquecí con todas las gracias y la doté con tanto amor de hacerla sobrepasar el amor de todas las criaturas unidas juntas, la hice ser primera en los privilegios, en la gloria, en todo, tanto que puedo decir que todo lo eterno se redujo en un solo punto y se vertió en Ella a torrentes, a mares inmensos, tanto que todos quedan muy por debajo de Ella. Tú, con llamar a mi Voluntad en ti, también haces un acto único y, por tanto, por decoro de mi Voluntad que debe habitar en ti, debo derramar tantas gracias y tanto amor de hacerte superar a todas las demás criaturas y como mi Voluntad tiene la supremacía sobre todo y es eterna, inmensa e infinita, en quien debe tener principio y cumplimiento la Vida de mi Voluntad debo comunicarle, enriquecerla, dotarla con las mismas cualidades de mi Voluntad, dándole la supremacía sobre todo. Mi Querer Eterno tomará el pasado, el presente y el futuro, los reducirá en un solo punto y los verterá en ti; mi Voluntad es Eterna y quiere tomar vida donde encuentre lo eterno, es Inmensa y quiere vida en la inmensidad, es Infinita y quiere encontrar la infinitud, pero ¿cómo puede encontrar todo esto si primero no lo pone en ti?"

Yo al escuchar todo esto quedé espantada y aturdida (y si lo he escrito es porque la obediencia se ha impuesto) y dije: "¡Jesús, ¿qué dices? ¡Quieres confundirme y humillarme hasta el polvo, siento que no puedo aguantar lo que dices, siento un pavor que toda me espanta!" Y Jesús agregó:

"Lo que te digo me servirá a Mí mismo, es necesario a la santidad y a la dignidad de mi Voluntad: Yo no me abajo a habitar donde no encuentro las cosas que me pertenecen; tú no serás más que la depositaria de un bien tan grande y debes ser muy celosa en custodiarlo; por eso, ten ánimo y no temas".

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19 de noviembre de 1921

Vol. 13

 

Los dos apoyos de Jesús en su agonía:

su inseparable Mamá y Luisa con

los demás hijos de su Voluntad.

 

Estaba haciendo compañía a mi Jesús agonizante en el Huerto de Getsemaní y por cuanto me era posible lo compadecía, lo estrechaba fuertemente a mi corazón tratando de enjugarle su sudor mortal, entonces mi amable Jesús con voz débil y agonizante me dijo:

"Hija mía, dura y penosa fue mi agonía en el Huerto, quizá más penosa que la de la cruz, porque si ésta fue el cumplimiento y el triunfo sobre todo, aquí en el Huerto fue el principio, y los males se sienten más al principio que cuando están por terminar. En esta agonía la pena más desgarradora fue cuando se hicieron presentes ante Mí, uno por uno todos los pecados. Mi Humanidad comprendió toda la enormidad de ellos y cada pecado tenía el sello de ‘Muerte a un Dios’ y estaba armado con espadas para matarme. Ante la Divinidad la culpa se me presentaba horrible, más horrible que la misma muerte. 

Al solo comprender qué cosa significa ‘pecado’, me sentí morir, y moría en realidad; grité al Padre y fue inexorable, no hubo uno solo que al menos me diera una ayuda para no dejarme morir; grité a todas las criaturas que tuvieran piedad de Mí, pero en vano... Así que mi Humanidad languidecía y estaba por recibir el último golpe de la muerte.

Pero ¿sabes tú quién impidió la ejecución y sostuvo a mi Humanidad para no morir? Primero fue mi inseparable Mamá. Ella, al oírme pedir ayuda voló a mi lado y me sostuvo, y Yo apoyé mi brazo derecho en Ella, agonizante la miré y encontré en Ella la inmensidad de mi Voluntad íntegra, sin haber habido nunca rotura entre mi Voluntad y la suya. Mi Voluntad es vida y como la Voluntad del Padre era inamovible y la muerte me venía de las criaturas, una criatura que tenía la vida de mi Voluntad me daba la vida: He aquí que mi Mamá, que en el portento de mi Voluntad me concibió y me hizo nacer en el tiempo, ahora me da por segunda vez la vida para hacerme cumplir la obra de la redención.

Después miré a la izquierda y encontré a la pequeña hija de mi Querer; te encontré a ti como primera con el séquito de los demás hijos de mi Voluntad; y como a mi Mamá la quise conmigo como primer eslabón de la Misericordia, de la cual debíamos abrir las puertas a todas las criaturas y por eso quise apoyar la derecha, a ti te quise como primer eslabón de la Justicia, para impedir que se descargase sobre todas las criaturas como se merecen y por eso quise apoyar la izquierda, a fin de que la sostuvieras junto conmigo.

Con estos dos apoyos Yo me sentí dar de nuevo la vida, y como si no hubiera sufrido, con paso firme me fui al encuentro de mis enemigos.

Además, en todas las penas que sufrí en mi pasión, muchas de ellas capaces de darme la muerte, estos dos apoyos no me dejaron nunca, y cuando me veían a punto de morir, con mi Voluntad que contenían me sostenían y me daban sorbos de vida. ¡Oh, los prodigios de mi Querer! ¿Quién puede jamás numerarlos y calcular su valor?

Por eso amo tanto a quien vive en mi Querer, reconozco en ella mi retrato, mis nobles rasgos, siento en ella mi mismo aliento, mi misma voz, y si no la amara me defraudaría a Mí mismo, sería como un padre sin generación, sin el noble cortejo de su corte y sin la corona de sus hijos. Y si no tuviera la generación, la corte, la corona, ¿cómo podría llamarme Rey? Así que mi Reino está formado por aquéllos que viven en mi Voluntad, y de este Reino Yo escojo la Madre, la Reina, los hijos, los ministros, el ejército, el pueblo... Yo soy todo para ellos y ellos son todo para Mí".

 

* * *

16 de marzo de 1922

Vol. 14

 

Vivir en la Divina Voluntad no tiene

nada de extraordinario exteriormente,

todo es entre el alma y Dios,

como la Virgen Santísima.

 

Continuando mi habitual estado, estaba pensando para mí: "Me siento la más mala de todos, y sin embargo, mi dulce Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes y que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere ni siquiera confiarla a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador. Pero ¿qué es lo que hago de grande? Nada. Mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás".

Y mientras pensaba esto, mi siempre amable Jesús, interrumpiendo mi pensamiento me dijo:

"Hija mía, se ve que sin tu Jesús no sabes pensar ni decir más que disparates. Tampoco mi querida Mamá hizo nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que otros.  

Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida: hilaba, cosía, barría, encendía el fuego... ¿Quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios? Sus acciones externas nada hacían entreverlo. Pero cuando me llevaba en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado; de Ella procedía la vida y la conservación de todas las criaturas; el Sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor; la tierra, el desarrollo de la vida de las plantas; todo giraba en torno a Ella; Cielo y tierra estaban al pendiente hasta de sus más pequeños movimientos; pero ¿quién veía algo? Nadie. Toda su grandeza, potencia y santidad y los mares inmensos de bienes que de Ella salían, era de su interior. Cada uno de sus latidos, de sus respiros, de sus pensamientos, de sus palabras era un desbordamiento en su Creador; entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba; nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedara herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban y la hacían superar todo, ¡pero nadie veía nada! Sólo Yo, su Dios e Hijo, estaba al corriente de todo; entre Mí y mi Mamá pasaba una tal corriente, que su palpitar corría en el mío, y el mío corría en el suyo, de manera que Ella vivía de mi palpitar eterno y Yo de su palpitar materno y, por eso, nuestras vidas se confundían juntas. Y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre. Las acciones externas no me satisfacen ni me agradan si no brotan de un interior del que Yo sea vida.

Entonces ¿cuál es tu extrañeza de que tu vida externa sea del todo ordinaria? Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes para que nadie me las señale y Yo esté más libre para obrar, y cuando las he cumplido entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos. Y con todo, es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer y que la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y que mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr en todos un Querer Divino que se hace actor de cada acto de cada uno y que sustituye por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria eterna y divina? ¿Te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continuas relaciones con la Voluntad Divina, y que una se desborde en la otra? Hija mía, lo que te recomiendo es que estés atenta y me sigas fielmente".

 

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15 de agosto de 1922

Vol. 14

 

Los actos de Jesús y los

de la Santísima Virgen

en la Divina Voluntad.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me estaba abandonando en los brazos de la Santísima Voluntad de Dios, y mi dulce Jesús me dijo:

"Hija mía, en mi Querer no sólo encontrarás todos los actos que hizo mi Humanidad, en los que entretejía a todas las criaturas juntas, sino que encontrarás también todo lo que hizo mi querida Mamá, que entretejiéndose junto conmigo, sus actos formaban uno solo con los míos.

En cuanto fui concebido en su seno, Ella empezó a entretejerse con mis actos, y como mi Humanidad no tenía otra vida, ni otro alimento ni otra finalidad que la sola Voluntad de mi Padre, y Ésta, corriendo en todo, me constituía acto de toda criatura para restituir al Padre los derechos de Creador de parte de las criaturas y para darme Yo como vida a todas las criaturas, así también Ella: en cuanto empezó a entrelazarse conmigo, también le restituía al Padre, a nombre de todos, sus derechos de Creador y se daba a las criaturas, de modo que todas las criaturas recibían como vida, junto con mis actos los de mi Mamá.  

Ahora en el Cielo abraza toda la gloria de cada criatura, y de parte de cada criatura mi Querer le da tanta gloria que no hay gloria que Ella no contenga, ni gloria que de Ella no descienda. Y como entretejió conmigo sus obras, su amor, sus penas, etc., ahora en el Cielo está refulgente de tanta gloria por cuantos entretejidos hizo en mi Voluntad; he aquí por qué supera todo, abraza todo y concurre en todo; he aquí lo que significa vivir en mi Querer. Jamás habría podido recibir tanta gloria mi Mamá querida, si todos sus actos no hubieran corrido en mi Querer, los cuales la constituyeron Reina y corona de todos.

Ahora te quiero a ti en mi Querer para que el entretejido no sea sólo entre dos sino entre tres; mi Voluntad quiere ensancharte para encontrar en una criatura a todas las criaturas juntas. Y ¿ves el gran bien que te vendrá, cuánta gloria me darás, y cuánto bien harás a todos?"

 

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3 de octubre de 1922

Vol. 14

 

Necesidad de que la Santísima

Virgen estuviera al día en las

penas internas de Jesús.

 

Continuando mi habitual estado, me sentía oprimida porque el bendito Jesús frecuentemente permite que yo sufra mientras está presente el Confesor, y me lamentaba con Él diciéndole:

"Amor mío, te pido, te suplico que no permitas que sufra en presencia de alguien; haz que todo pase entre Tú y yo y que únicamente Tú conozcas mis penas. Ah Jesús, conténtame, dame tu palabra de que no lo harás más; es más, hazme sufrir el doble, estaré contenta, siempre que todo quede oculto entre Tú y yo". Y Jesús interrumpiendo mi hablar me dijo:

"Hija mía, no te abatas, cuando mi Voluntad lo quiere, tú debes ceder; además esto no es otra cosa que un paso de mi vida. Mi misma vida oculta, mis penas internas y todo lo que hice tuvieron siempre al menos uno o dos espectadores, y esto con razón, por necesidad y para obtener la finalidad de mis mismas penas. Así que, el primer espectador fue mi Padre Celestial, a quien nada podía escaparle porque era Él mismo el que me infligía las penas, era actor y espectador; si mi Padre no hubiera visto ni hubiera sabido nada ¿cómo habría podido Yo darle satisfacción, darle la gloria e inclinarlo, ante la vista de mis penas, a la misericordia para el género humano? Entonces la finalidad de mis penas no se hubiera logrado.

En segundo lugar mi Mamá fue espectadora de todas las penas de mi vida oculta, y esto era necesario, pues si Yo había venido del Cielo a la tierra para sufrir, no para Mí sino para bien de los demás, debía tener por lo menos a una criatura en la que debía apoyar el bien que contenían mis penas y así mover a mi querida Mamá a agradecerme, a alabarme, a amarme, a bendecirme y a hacerla admirar los excesos de mi bondad; tanto que Ella, conmovida y raptada ante la vista de mis penas, me rogaba que en vista del gran bien que le llevaban mis penas, no la eximiera de fundirse con mis mismas penas para sufrirlas también Ella y darme así su correspondencia y ser mi perfecta imitadora. Si mi Mamá no hubiera visto nada, Yo no habría tenido mi primera imitadora, ni habría tenido ningún ‘gracias’, ninguna alabanza, y mis penas y el gran bien que contenían habrían quedado sin efecto, porque no conociéndolas ninguno, no habría Yo podido hacer el primer apoyo, y así la finalidad del gran bien que debía recibir la criatura se habría perdido. ¿Ves ahora cuán necesario fue que al menos una sola criatura estuviera al tanto y al día de mis penas?"

 

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8 de Diciembre de 1922

Vol. 15

 

Sobre la Inmaculada Concepción.

 

Escribo para obedecer y ofrezco todo a mi dulce Jesús uniéndome al sacrificio de su obediencia para obtener la gracia y la fuerza de hacerlo como Él quiere...

Ahora, ¡oh mi Jesús!, dame tu santa mano, la luz de tu inteligencia y escribe junto conmigo...

Estaba pensando en el gran portento de la Concepción Inmaculada de mi Reina y Celestial Mamá y en mi interior oí decirme:

"Hija mía, la concepción inmaculada de mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta. Las tres Divinas Personas hicimos competencia: el Padre hizo salir un mar inmenso de potencia, Yo, Hijo, un mar infinito de sabiduría y el Espíritu Santo un mar inmenso de eterno amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de este mar fue formada la concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas. Así que la Divinidad suministró la sustancia de esta concepción; y no sólo era centro de vida de esta admirable criatura singular, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, potencia, sabiduría, amor, privilegios, etc. Así pues, su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar y se formó y creció bajo el influjo de estas olas divinas, tanto que en cuanto fue formada esta noble y singular criatura la Divinidad no quiso esperar como con el común de las demás criaturas, quería sus abrazos, la correspondencia de su amor, sus besos, gozarse sus inocentes sonrisas y por eso en cuanto fue formada su concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice conocer nuestros gozos y nuestros dolores en relación a la creación, y aun desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de nuestro trono para darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y arrojándose en nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento que arrancaba nuestras sonrisas. 

¡Oh, cuán bello era ver a esta inocente y privilegiada criatura enriquecida con todas las cualidades divinas, venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor! Pues lo único que pone distancia entre Creador y criatura, lo único que despedaza el amor, que hace perder la confianza e infunde el temor es el pecado. Así pues, Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado por Nosotros, nos dominaba, nos arrobaba, nos ponía en fiesta y se hacía raptora de más amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra. Cielos y tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros por tener después de tantos siglos a su Reina. El Sol sonrió en su luz y se creyó afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía de las estrellas y su belleza; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina y también la tierra sonrió y se sintió ennoblecida por tener que darle habitación y hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz. Sólo el infierno lloró y sintió perder las fuerzas ante el dominio de esta Soberana Señora.

Pero ¿sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial Criatura cuando se encontró la primera vez ante nuestro trono? Ella conoció que todo el mal del hombre había sido el rompimiento entre su voluntad y la de su Creador. Ella se estremeció y sin dejar pasar el tiempo ató su voluntad a los pies de mi trono, sin ni siquiera quererla conocer, y mi Voluntad se ató a Ella y se constituyó centro de vida, tanto que entre Ella y Nosotros se abrieron todas las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo secreto que no le confiáramos. Fue exactamente éste el acto más bello, más grande y más heroico que hizo: el depositar a nuestros pies su voluntad; lo cual nos raptó y nos hizo constituirla Reina de todos. ¿Ves ahora qué significa atarse con mi Voluntad y no conocer la propia?

El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor nuestro.

El tercero fue restituirnos el honor y la gloria de toda la creación, que el hombre nos había quitado con hacer su voluntad. Y aún desde el seno materno lloró por amor nuestro, porque nos vio ofendidos... y lloró de dolor por el hombre culpable. ¡Oh, cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes y apresuraban la suspirada redención!

Esta Reina nos dominaba, nos ataba, nos arrancaba gracias infinitas..., nos inclinaba tanto hacia el género humano que no podíamos ni sabíamos resistir ante sus insistentes deseos, pero ¿de dónde le venía un tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad? ¡Ah, tú lo has entendido, era la potencia de nuestro Querer que obraba en Ella, que mientras la dominaba la hacía dominadora del mismísimo Dios! Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la potencia y santidad de Nuestro Querer? ¡Sería resistir a Nosotros mismos! Descubríamos en Ella nuestras cualidades divinas; como olas afluían sobre Ella los reflejos de nuestra santidad, los reflejos de los modos divinos, de nuestro amor, de nuestra potencia, etc., y nuestro Querer, que era su centro, atraía todos los reflejos de nuestras cualidades divinas y se hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella. Si esta Virgen Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas las demás prerrogativas y privilegios con los que tanto la embellecimos habrían sido una nada frente a eso. Fue esto lo que la confirmó y le conservó los tantos privilegios, y no sólo esto sino que a cada instante le multiplicaba nuevos.

He aquí por qué la constituimos Reina de todos, porque cuando Nosotros obramos, lo hacemos con razón, sabiduría y justicia: porque nunca dio vida a su querer humano, sino que nuestro Querer fue siempre íntegro en Ella. ¿Cómo podíamos decirle a cualquier otra criatura: ‘tú eres Reina del Cielo, del Sol, de las estrellas...’ si en lugar de tener nuestro Querer por dominio fuera dominada por su querer humano? Todos los elementos, el cielo, el Sol, la tierra, se habrían sustraído del régimen y del dominio de esa criatura, todos habrían gritado en su mudo lenguaje: ‘¡no la queremos, nosotros somos superiores a ella, porque nunca nos hemos sustraído de tu Eterno Querer! Tal como nos creaste así somos’, habría gritado el Sol con su luz, las estrellas con su centelleo, el mar con el murmullo de sus olas, y así todo lo demás. En cambio, en cuanto todos sintieron el dominio de esta Virgen excelsa, que casi como hermana suya no quiso conocer nunca su voluntad, sino sólo la de Dios, no sólo hicieron fiesta sino que se sintieron honrados por tener tal Reina y corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes con ponerse la luna como escabel de sus pies, las estrellas como corona, el Sol como diadema, los ángeles como siervos y los hombres como esperando... ¡Todos, todos le rindieron honores y le ofrecieron sus homenajes! No hay honor y gloria que no se pueda dar a nuestro Querer, sea que obre en Nosotros, en su propia sede, sea que habite en la criatura.

Pero ¿sabes tú cual fue el primer acto que hizo esta noble Reina cuando saliendo del seno materno abrió los ojos a la luz de este bajo mundo? Mientras Ella nacía, los ángeles cantaban canciones de cuna a la celestial Bebita, Ella quedó extasiada y su bellísima alma salió de su cuerpecito acompañada por legiones angelicales y giró por tierra y Cielo recogiendo todo el amor que Dios había esparcido en toda la creación y penetrando en el empíreo vino a los pies de nuestro Trono y nos ofreció la correspondencia del amor de toda la creación y pronunció su primer ‘gracias’ a nombre de todos. ¡Oh, cómo nos sentimos felices al escuchar ‘gracias’ de boca de esta Bebita Reina y le confirmamos todas las gracias y todos los dones, tanto, de hacerla superar a todas las demás criaturas unidas juntas! Después, arrojándose en nuestros brazos se deleitó con Nosotros, nadando en el océano de todos los gozos, y quedando embellecida de nueva belleza, de nueva luz y de nuevo amor imploró de nuevo por el género humano suplicándonos con lágrimas que descendiera el Verbo Eterno a salvar a sus hermanos. Y mientras esto hacía, nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra y Ella de inmediato dejó nuestros gozos y alegrías y partió para hacer... ¿qué cosa?: Nuestro Querer.

¡Qué potente imán era nuestro Querer habitante en la tierra en esta recién nacida Reina! No nos parecía ya extraña la tierra, no nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de nuestra Justicia, pues teníamos la potencia de nuestra Voluntad que en esta inocente Niñita nos detenía los brazos, nos sonreía desde la tierra y cambiaba la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto, que no pudiendo resistir a tan dulce encanto el Verbo Eterno apresuró su carrera.

¡Oh prodigio de mi Querer Divino, a ti todo se debe, por ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer habitante en la criatura!"

 

* * *

23 de Marzo de 1923

Vol. 15

 

Dolores de la Mamá Celestial y

cómo el Fiat Divino obró en ellos.

 

Estaba pensando en los dolores de mi Mamá Celestial, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, el primer rey de los dolores fui Yo. Siendo Yo Hombre y Dios debía todo concentrar en Mí para tener el primado sobre todo, por tanto también sobre los mismos dolores. Los dolores de mi Mamá no fueron otra cosa que las reverberaciones de los míos, que reflejándose en Ella le participaban todos mis dolores, los cuales, traspasándola, la llenaron de tal amargura y pena de sentirse morir a cada reflejo de mis dolores, pero el amor la sostenía y le daba de nuevo la vida. Por eso, no sólo por honor, sino con derecho de justicia fue la primera Reina del inmenso mar de sus dolores."  

Y mientras esto decía me parecía ver a mi Mamá frente a Jesús y todo lo que contenía Jesús, los dolores y los traspasos de ese Corazón Santísimo se reflejaban en el Corazón de la adolorada Reina; esos reflejos formaban innumerables espadas en el Corazón de la traspasada Mamá y eran selladas por un Fiat de luz, en el que Ella quedaba rodeada y fundida y quedaba en medio de tantos Fiat de luz fulgidísima que le daban tanta gloria... que faltan las palabras para narrarlo. Entonces Jesús continuó diciéndome:

"Pero no fueron sólo los dolores los que constituyeron Reina a mi Mamá y la hicieron refulgir de tanta gloria, sino mi Fiat Omnipotente que entrelazaba cada acto y dolor suyo y se constituía vida de cada dolor suyo. Mi Fiat era el primer acto que formaba la espada, dándole la intensidad del dolor que quería. Mi Fiat podía poner en aquel Corazón traspasado cuantos dolores quería, agregar heridas sobre heridas, penas sobre penas, sin la sombra de la mínima resistencia; es más, se sentía honrado de que mi Fiat se constituyera vida aun de cada uno de sus latidos. Y mi Fiat le dio gloria completa y la constituyó verdadera y legítima Reina.

Ahora, ¿cuáles serán las almas en las que pueda Yo hacer reflejar los reflejos de mis dolores y de mi misma vida? Las que tendrán por vida mi Fiat. Este Fiat absorberá en ellas mis reflejos y Yo seré magnánimo en participar lo que mi Querer obra en Mí. Por eso, en mi Voluntad espero a las almas para darles el verdadero dominio y la gloria completa de cada acto y de cada pena que puedan sufrir. Fuera de mi Voluntad, el obrar y el sufrir Yo no lo reconozco. Podría decir: ‘No tengo qué darte, ¿cuál fue la voluntad que te animó en el hacer y en el sufrir eso?, pues de ella hazte recompensar.’ Muchas veces el hacer el bien, el sufrir, sin que mi Voluntad entre en medio, pueden ser míseras esclavitudes que degeneran en pasiones. Sólo mi Querer da el verdadero dominio, las verdaderas virtudes y la verdadera gloria de trasmutar lo humano en Divino."

 

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14 de abril de 1923

Vol. 15

 

Para que María Santísima pudiera

concebir a un hombre y Dios, Dios

concentró en Ella todos los bienes

posibles e imaginables.

 

Estaba pensando en todo lo que mi siempre amable Jesús me va manifestando sobre su Santísima Voluntad y muchas dudas y dificultades surgían en mi mente, que no creo que sea necesario decirlas aquí. Entonces, moviéndose en mi interior y estrechándome fuerte a su Corazón me dijo:

"Hija amada de mi Voluntad, debes saber que cuando quiero hacer obras grandes, obras en que toda la familia humana debe tomar parte, siempre que quiera, es mi costumbre concentrar en una sola criatura todos los bienes, todas las gracias que esta obra contiene, a fin de que todos los demás como de una fuente puedan tomar de aquel bien cuanto quieran. Cuando hago obras individuales doy cosas limitadas, en cambio cuando hago obras que deben servir al bien general doy cosas sin límite.

Esto hice en la obra de la redención. Para poder elevar a una criatura a concebir un hombre y Dios, debí concentrar en Ella todos los bienes posibles e imaginables, debí elevarla tanto que puse en Ella el germen de la misma fecundidad Paterna, y así como mi Celestial Padre me generó virgen en su seno con el germen virginal de su fecundidad eterna sin obra de mujer y en este mismo germen procedió el Espíritu Santo, así mi Mamá Celestial, con este germen eterno todo virginal de la fecundidad Paterna me concibió en su seno virgen, sin obra de hombre. La Trinidad Sacrosanta debió dar de lo suyo a esta Virgen divina para poderme concebir a Mí, Hijo de Dios. Jamás mi santa Mamá me hubiera podido concebir sin tener ningún germen. Y como Ella era de la raza humana, este germen de la fecundidad eterna le dio virtud de concebirme hombre; y como el germen era divino, al mismo tiempo me concibió Dios. Y así como al generarme el Padre al mismo tiempo procede el Espíritu Santo, así, al mismo tiempo que quedé generado en el seno de mi Mamá, procedió la generación de las almas. Así que todo lo que ab æterno sucedió en la Santísima Trinidad en el Cielo, se repitió en el seno de mi querida Mamá. La obra era grandísima e incalculable a mente creada... debía concentrar todos los bienes y aun a Mí mismo para hacer que todos pudieran encontrar lo que necesitaban. Por eso, debiendo ser la obra de la redención tan grande para envolver a todas las generaciones, quise por tantos siglos las oraciones, los suspiros, las lágrimas, las penitencias de tantos patriarcas, profetas y todo el pueblo del antiguo testamento; y esto lo hice para disponerlos a recibir un bien tan grande y para moverme a concentrar en esta Celestial Criatura todos los bienes que todos debían disfrutar. Y ¿qué movía a rezar, a suspirar, etc., a este pueblo? La promesa del futuro Mesías. Esta promesa era como el germen de tantas súplicas y lágrimas. Si no hubiera habido esta promesa, ninguno habría pensado en la salvación ni la habría esperado.

Ahora, hija mía, vengamos a mi Voluntad. ¿Tú crees que sea una santidad como las demás santidades, un bien, una gracia casi igual a las demás que he hecho por tantos siglos a los demás santos y a toda la Iglesia? ¡No, no! Aquí se trata de una época nueva, de un bien que debe servir también a todas las generaciones, pero es necesario que todo este bien lo concentre primero en una sola criatura, como hice en la redención concentrando todo en mi Mamá. Y fíjate como las cosas van a paso igual: Para hacer que viniera la redención y disponer a las almas a esto, hice la promesa del futuro Mesías, a fin de que con esperarlo no sólo se dispusieran sino que pudieran encontrar también ellos en el futuro Redentor su salvación. Ahora, para disponer las almas a vivir en mi Querer y hacerlos partícipes de los bienes que Él contiene y hacer volver al hombre al camino de su origen, como fue creado por Mí, quise Yo rezar por primero, haciendo resonar mi voz desde un punto al otro de la tierra hasta lo alto del Cielo, diciendo: ‘Padre nuestro que estás en los Cielos’, y no dije ‘Padre mío’, sino que lo llamé Padre de toda la familia humana para comprometerlo en lo que iba a agregar: ‘que todos santifiquen tu Nombre a fin de que venga tu Reino sobre la tierra y tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.’ Era ésta la finalidad de la creación y Yo pedía al Padre que fuera cumplida. En cuanto Yo recé, el Padre cedió a mis súplicas y formé el germen de un tal bien. Y para hacer que este germen fuera conocido enseñé a mis Apóstoles mi oración y ellos la transmitieron a toda la Iglesia, para que así como el pueblo del futuro Redentor encontraba la salvación en Él y se disponía a recibir al futuro Mesías, así, con este germen formado por Mí la Iglesia pide y repite innumerables veces mi misma oración y se dispone a recibir que reconozcan y amen a mi Celestial Padre como Padre de ellos, de modo de merecer ser amados como hijos y recibir el gran bien de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra; los mismos santos, en este germen y en esta esperanza de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra formaron su santidad, el mártir derramó su sangre... no hay bien que de este germen no se derive. Así que toda la Iglesia lo pide, y así como todas las lágrimas, las penitencias, las oraciones para tener al Mesías estaban dirigidas para aquella Virgen excelsa que debíamos disponer para concentrar un tan grande bien para poder recibir a su Salvador, si bien no conocían quién sería, así ahora la Iglesia cuando reza el Padre Nuestro es precisamente para ti para quien reza, para hacer que Yo concentre en ti todo el bien que contiene mi Querer, el modo, el cómo la Voluntad Divina tendrá su vida en la tierra como en el Cielo; y si bien por ahora no eres conocida, la Iglesia haciendo eco a mi oración: ‘hágase tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra’, me pide, me suplica que concentre todo este bien en una segunda virgen, a fin de que como otra salvadora salve a la humanidad que va a su ruina, y haciendo uso de mi insuperable amor y misericordia escuche Yo mi misma oración unida a la de toda la Iglesia y haga volver al hombre a su origen, a la finalidad para la cual lo creé, es decir, que mi Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo. Es precisamente esto vivir en mi Querer, todo lo que te voy manifestando a esto te incita, en esto te confirma; esto es el gran cimiento que voy formando en tu alma, y para hacerlo voy concentrando todas las gracias pasadas, presentes y futuras que he hecho a todas las generaciones, es más, las duplico, las multiplico, porque siendo mi Querer la cosa más grande, más santa, más noble, que no tiene principio ni fin, para depositarlo en una criatura es justo y decoroso que concentre en ella todos los bienes posibles, gracias innumerables, pureza y nobleza divina, a fin de que tenga el mismo cortejo que tiene en el Cielo. Esta Voluntad mía es la misma que obró en la redención y que quiso servirse de una Virgen, ¿cuántos portentos y prodigios de gracias no obró en Ella? Mi Voluntad es grande, contiene todos los bienes y al obrar obra con magnanimidad y si se trata de hacer obras que hagan bien a toda la humanidad, pone todos sus bienes. Ahora quiere servirse de otra virgen para concentrar su Voluntad y dar principio a hacer conocer que su Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo.

Y si en la redención quise venir a salvar al hombre perdido, a satisfacer por sus culpas, pues él era impotente de hacerlo, a darle un refugio y a tantos otros bienes que la redención contiene, ahora mi Voluntad, queriendo hacer ostentación de más amor que en la misma redención, con hacer que se haga en la tierra como en el Cielo viene a dar al hombre su estado de origen, su nobleza, la finalidad para la cual fue creado; viene a abrir las corrientes entre su Voluntad y la humana, de manera que la voluntad humana absorbida y dominada por esta Voluntad Divina le dará vida en ella y Ella reinará en la tierra como en el Cielo."

* * *

11 de Julio de 1923

Vol. 15

 

Por cuanto más grande es la obra

que Dios quiere hacer, tanto más

es necesario que sea única la criatura

que elige. Necesidad de la asistencia

del sacerdote.

 

Estaba rezando y toda abandonándome en los brazos de mi dulcísimo Jesús, pero un pensamiento en mi mente me decía: "Sólo para mí este martirio de dar molestias a los demás, de ser una carga para los ministros no pudiendo hacer menos que fastidiarlos con mis hechos que se desarrollan entre mí y Jesús; en cambio los demás son libres, ellos entran en el estado de sufrimiento y por sí mismos se liberan, pero yo ¡cuántas veces le he pedido que me liberara, pero en vano!" Entonces, mientras esto y otras cosas pensaba, el bendito Jesús vino, todo bondad y amor, y poniéndose junto a mí me dijo:

"Hija mía, cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más es necesario que sea única y singular la criatura que elijo. La obra de la redención era la más grande y elegí a una sola criatura, dotándola con todos los dones, jamás concedidos a ninguno, para hacer que esta criatura contuviera tanta gracia de poder hacerme de Madre y para poder depositar en Ella todos los bienes de la redención. Y para custodiar mis mismos dones, desde que fue concebida hasta que me concibió a Mí la tuve bajo la luz de la Santísima Trinidad, la Cual se hacía custodia y tenía el oficio de dirigirla en todo; después, cuando quedé concebido en su seno virginal, siendo Yo el verdadero sacerdote, la cabeza y el primero de todos los sacerdotes, tomé Yo la tarea de custodiarla y de dirigirla en todo, aun el movimiento de su latido; y cuando Yo morí la confié a otro sacerdote, el cual fue San Juan. Un alma tan privilegiada, que contenía todas las gracias, única en la mente divina, única en la historia, no quise dejarla, hasta su último respiro, sin la asistencia de un representante mío. ¿Acaso he hecho esto a otras almas? No; porque no conteniendo tanto bien, tantos dones y tantas gracias no eran necesarias ni tanta custodia ni tanta asistencia.

Ahora, hija mía, también tú eres única en mi mente y serás también única en la historia. No habrá ni antes ni después de ti ninguna otra criatura a la que le haré tener, como obligado por necesidad, la asistencia de mis ministros. Habiéndote elegido para depositar en ti la santidad, los bienes, los efectos, la actitud de mi Suprema Voluntad, era conveniente, justo y decoroso, por la santidad misma que contiene mi Querer, que un ministro mío te asistiera y fuera el primer depositario de los bienes que mi Voluntad contiene, y de su regazo hacerlos pasar a todo el cuerpo de la Iglesia. ¿Qué atención no se requiere de ti y de ellos?: Tú en recibir de Mí, como una segunda madre mía, el gran don de mi Querer y conocer de Él todas sus cualidades, y ellos en recibirlas de ti y hacer que se cumpla en mi Iglesia el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra. ¡Ah, tú no sabes cuánto he debido darte para hacerte capaz de depositar en ti mi Querer: te quité todo germen de corrupción, purifiqué tu alma y tu misma naturaleza de manera que ni tú sientes nada por ellos, ni ellos por ti, porque faltando los gérmenes es como si faltase el fuego a la leña, y si no te exenté de la culpa original, como hice con mi querida Mamá, con quitarte el germen de la corrupción obré otro prodigio de gracia jamás concedido a ningún otro, porque era decoroso para mi Voluntad, tres veces santa, descender en un alma y tomar posesión de ella y que no fuera, ni siquiera mínimamente, ensombrecida por el más ligero hálito corrompido; mi Voluntad no se habría adaptado a tomar posesión de ti y a comunicarte su actitud si hubiera visto en ti algún germen de corrupción, como no me habría adaptado Yo, Verbo del Padre, a ser concebido en el seno de mi Mamá Celestial si no la hubiera exentado de la culpa de origen. Y además ¿cuántas gracias no te he hecho? Tú crees que sea nada y por eso ni lo piensas, y en lugar de agradecerme te ocupas en pensar en lo que he dispuesto de ti y en los que he puesto en torno a ti, mientras que Yo quiero que sigas sólo mi Querer.

Debes saber que este cumplimiento de mi Voluntad es tan grande que entra en las obras más grandes que la Trinidad ha obrado y quiero que sea conocido, a fin de que al conocer la grandeza y los bienes inmensos que contiene, las criaturas lo amen, lo estimen y lo deseen.

Tres veces la Divinidad decidió obrar ad extra: la primera fue en la creación, y ésta fue sin intervención de la criatura, porque ninguna había salido a la luz del día. La segunda fue en la redención, y junto con ella intervino una Mujer, la más santa, la más bella, la cual fue mi Celestial Mamá; fue Ella el canal y el instrumento del que me serví para cumplir la obra de la redención. Y la tercera es el cumplimiento de mi Voluntad, que se haga como en el Cielo así en la tierra, esto es, que la criatura viva y obre con la santidad y potencia de nuestra Voluntad; obra inseparable de la creación y de la redención, como es inseparable la Trinidad Sacrosanta. No podemos decir que la obra de la creación esté por Nosotros terminada si nuestra Voluntad, como fue decretado por Nosotros, no obra en la criatura y vive con aquella misma libertad, santidad y potencia con la que obra y vive en Nosotros. Es más, éste es el punto más bello, más fúlgido y culminante y es el sello del cumplimiento de la obra de la creación y de la redención. Éstos son decretos divinos y deben tener su pleno cumplimiento. Y para cumplir este decreto queremos servirnos de otra mujer, la cual eres tú. Fue la mujer la que incitó y fue la causa por la que el hombre se precipitó en sus desventuras, y Nosotros queremos servirnos de la mujer para poner las cosas de nuevo en orden y hacer salir al hombre de sus desventuras y restituirle el decoro, el honor y la verdadera semejanza nuestra, tal como fue por Nosotros creado.

Por eso sé atenta. No tomes las cosas a la ligera. Aquí no se trata de una cosa cualquiera, se trata de decretos divinos y de darnos campo para hacernos cumplir las obras de la creación y de la redención. Y por eso, así como confiamos mi Mamá a San Juan, para depositar en él y de él a la Iglesia, los tesoros, las gracias y todas mis enseñanzas que en el curso de mi vida, estando Ella confiada a Mí y haciéndole Yo de sacerdote deposité en Ella como en un santuario, y todas las leyes, los preceptos, las doctrinas que la Iglesia debía poseer, y Ella, fiel cual era y celosa aun de una sola palabra mía, para que no se perdieran las depositó en mi fiel discípulo Juan, por eso mi Mamá tiene el primado sobre toda la Iglesia, así he hecho de ti; debiendo servir el Fiat Voluntas Tua a toda la Iglesia, te he confiado a un ministro mío, a fin de que deposites en él todo lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, los bienes que hay, cómo la criatura debe entrar en Ella y cómo la paterna bondad quiere abrir otra era de gracia poniendo en común con la criatura sus bienes que posee en el Cielo, restituyéndole la felicidad perdida.

Por eso sé atenta y séme fiel."

* * *

20 de Agosto de 1923

Vol. 16

 

La santidad del vivir en la Divina

Voluntad, a ejemplo de la Santísima

Virgen, no tiene nada de prodigioso

exteriormente.

 

Estaba pensando entre mí: "El buen Jesús dice tantas cosas admirables de su Voluntad, y cómo no hay cosa más grande, más alta, más santa que el alma que llama a vivir en su Querer, pero si así fuera, quién sabe cuántas cosas admirables yo debería hacer, cuántas cosas estrepitosas, aun externamente...; en cambio, nada que fascine, que impresione, al contrario, me siento la más abyecta e insignificante y que nada hago de bien, mientras que los santos ¿cuánto bien no han hecho? Cosas estrepitosas, milagros... ¿y con todo esto dice que el vivir en su Querer deja atrás a todos los santos?"

Entonces, mientras estos y otros pensamientos pasaban en mi mente, mi Jesús se movió en mi interior y con su acostumbrada luz me dijo:

"Hija mía, la santidad, cuando es individual, para un tiempo y para un lugar tiene más de prodigioso en el exterior para atraer a aquellos individuos, lugares y tiempos a recibir la gracia y el bien que esa santidad contiene. En cambio la santidad del vivir en mi Querer no es santidad individual, asignada a hacer bien a ciertos lugares, a ciertos individuos y en ciertos tiempos, no, sino que es santidad que debe hacer bien a todos, en todos los tiempos y en todos los lugares; es una santidad que queda eclipsada en el eterno sol de mi Querer, que invadiendo a todos es luz sin palabra, es fuego sin leña, sin ruido, sin humo, pero no por esto deja de ser la más majestuosa, la más bella y la más fecunda; su luz más pura, su calor más intenso, y cuya verdadera imagen es el Sol que ilumina vuestro horizonte: ilumina a todos, pero sin ruido; es luz, pero no tiene palabra, no dice nada a nadie del bien que hace, de las semillas que fecunda, de la vida que da a todas las plantas, de cómo con su calor purifica el aire contaminado y destruye lo que puede dañar a toda la humanidad, y es tan callado que aunque lo tengan con ellos no le prestan atención, pero no por esto deja de ser majestuoso y bello, ni deja de seguir con el bien que hace a todos. Y si el Sol llegara a faltar, todos lo llorarían, viniendo a faltar el más grande milagro de la fecundidad y conservación de toda la naturaleza.

Más que sol es la santidad del vivir en mi Querer. Un alma recta y toda ordenada en mi Voluntad es más que un ejército en batalla; su inteligencia está ordenada y vinculada con la Inteligencia Eterna; sus latidos, sus afectos, sus deseos, están ordenados con vínculos eternos; así que sus pensamientos, su voluntad y todo su interior son ejércitos de mensajeros que de ella parten y que llenan Cielo y tierra, son voces hablantes, son armas que defienden a todos y por primero a su Dios, llevan el bien a todos, son la verdadera milicia celestial y divina que la Suprema Majestad tiene toda reordenada en sí, siempre pronta a sus órdenes.

Además está el ejemplo de mi Mamá, verdadera santidad del vivir en mi Querer, todo eclipsado su interior en el eterno sol de la Voluntad Suprema. Debiendo ser la Reina de la santidad de los santos y Madre y portadora de mi Vida a todos, y por tanto de todos los bienes, quedaba como oculta en todos, llevando el bien sin hacerse conocer. Más que silencioso sol llevaba la luz sin palabra, el fuego sin ruido, el bien sin hacerse notar; no había bien que no partiera de Ella, no había milagro que de Ella no saliera; viviendo en mi Querer vivía oculta en todos, y era y es origen de todos los bienes de todos. Estaba tan extasiada en Dios, tan fijada y ordenada en la Divina Voluntad, que todo su interior nadaba en el mar del Eterno Querer, estaba al día de todo el interior de todas las criaturas y ponía el suyo para reordenarlas delante de Dios. Era precisamente el interior del hombre lo que tenía más necesidad de ser rehecho, reordenado, más que el exterior, y teniendo Ella que hacer lo más, parecía que dejaba de hacer lo menos, mientras que era origen del bien externo y del interno, y sin embargo aparentemente parecía que no hacía obras grandes y estrepitosas. Ella, más que sol, pasaba inobservada y oculta en la nube de luz de la Divina Voluntad, tanto que los mismos santos han dado de ellos aparentemente más haciendo cosas más estrepitosas que mi misma Mamá. Y con todo ¿qué cosa son los más grandes santos ante mi Celestial Mamá...? Son apenas las pequeñas estrellas comparadas con el gran Sol, y si quedan iluminadas, la causa es el Sol. Pero a pesar de que no hiciera cosas estrepitosas no dejaba, aun visiblemente, de ser majestuosa y bella, rozando apenas la tierra y toda ocupada en aquel Querer Eterno que Ella con tanto amor y violencia fascinaba y atraía para transportarlo del Cielo a la tierra y que la humana familia había tan brutalmente exiliado hasta el empíreo, y Ella, con su interior todo ordenado en el Divino Querer no daba tiempo al tiempo, si pensaba, si latía, si respiraba, y todo lo que hacía, eran vínculos fascinantes para atraer al Verbo Eterno a la tierra. Y... venció, e hizo el más grande milagro, que nadie más puede hacer.

Esta es tu tarea, hija mía: fascinarme, vincularme tanto, con tu interior todo reordenado en el Supremo Querer, hasta transportarlo del Cielo a la tierra, a fin de que sea conocido y tenga vida como en el Cielo así en la tierra. De todo lo demás no te des ni un pensamiento. Quien debe hacer lo más, no es necesario que haga lo menos; es más, así da campo a que otros hagan lo menos, para dar a todos su trabajo. Yo sé cuándo es necesario, sé el tiempo, el lugar, las personas, cuando debo hacer conocer aun con prodigios externos mis obras más grandes. Tú sigue siempre el vuelo en mi Querer llenando Cielo y tierra, para fascinarme tanto, que no pueda resistir a hacer el más gran milagro: que mi Querer reine en medio de las criaturas."

 

* * *

15 de Noviembre de 1923

Vol. 16

 

Los bienes que contiene la Divina

Voluntad están suspendidos.

La fiesta que prepara la Divina

Voluntad. La tarea de la Reina

del Cielo y la tarea de la Pequeña

Hija del Divino Querer. Porqué

fue necesario primero la redención.

 

Me sentía como abismada en el Santo Querer de Dios, y me parecía que mi dulce Jesús en mi interior se deleitaba mucho en mandarme luz y yo me sentía como eclipsada en esa luz; sentía llenarse tanto mi mente de esa luz que no podía contenerla, tanto que dije: "Jesús, corazón mío ¿no sabes que soy pequeña? No puedo contener lo que Tú quieres poner en mi inteligencia".

Y Jesús: "Pequeña hija mía, no temas, tu Jesús te hará beber de sorbo en sorbo esta luz a fin de que puedas recibirla y comprenderla. ¿Sabes tú qué significa esta luz? Es la luz de mi Voluntad. Es esa Voluntad Divina rechazada por las demás criaturas, que queriendo venir a reinar en la tierra quiere encontrar quien la reciba, quien la comprenda, quien la ame. Para venir a reinar quiere encontrar un alma pequeña que se ofrezca a recibir todos aquellos actos que la Suprema Voluntad había destinado para cada criatura para hacerla feliz y santa y para darle los bienes que contiene. Ahora bien, esta felicidad, santidad y bienes que la Eterna Voluntad puso fuera para comunicarlos a la criatura cuando puso fuera toda la creación, están sacados y suspendidos, y si no encuentra quien los reciba para darle todos los homenajes, los honores y el cortejo que las demás criaturas no le han dado, no puede venir a reinar en la tierra. Por lo tanto tu tarea es abrazar todas las generaciones para recibir todos los actos de la Suprema Voluntad que las criaturas han rechazado junto con todos los bienes que Ella contiene. Si no haces esto, mi Eterno Querer no se puede poner en fiesta para venir a reinar; tendrá las lágrimas del dolor pasado, de cómo ingratamente fue rechazado, y quien llora no reina. Por eso quiere que los actos de su Querer destinados para cada criatura tengan una reparación, y no sólo esto, sino que con amor quieras recibir su felicidad y lo que Él contiene".

Y yo: "Jesús, amor mío ¿cómo puedo hacer esto? Soy demasiado pequeña y mala, y Tú lo sabes; más aun, temo que no pueda hacerlo ni siquiera por mí, ¿cómo podré hacerlo por los demás?"

Y Él de nuevo: "Precisamente para esto te he escogido y te conservo pequeña: para hacer que nada hagas por ti sola sino siempre conmigo. Lo sé Yo también que, como pequeña, no eres buena para nada, a lo más para hacerme sonreír con tus pequeñeces. Por eso tu Jesús pensará en todo.

Esto es necesario, así como fue necesario que para venir a cumplir la redención, una pequeña hija nuestra, cual fue mi Mamá, tomase por su tarea recibir en Ella todos los actos de nuestra Voluntad rechazados por las criaturas, y los hizo suyos, los acogió con decoro, los amó, los reparó, los correspondió, tanto de llenar todos sus confines, por cuanto a criatura es posible; entonces la Divinidad, cuando vio en esta pequeña su Voluntad de la creación reintegrada, no sólo por Ella sino por todas las demás, se sintió tan atraída que a sus tantos actos de Voluntad por la creación emitió el acto más grande, más sublime, más prodigioso: que esta pequeña debía ser aquélla que sería elevada a la sola y única dignidad de Madre de su mismo Creador. Jamás habría podido Yo, Verbo Eterno, descender del Cielo si no hubiera encontrado en Ella mi Voluntad reintegrada, tal como había sido querido por Nosotros que existiera en la criatura. ¿Cuál fue entonces la causa que me hizo venir a la tierra? Mi Voluntad existente en una pequeña criatura. Qué me importaba si era pequeña, lo que me interesaba era que mi Voluntad estuviera íntegra y a salvo en Ella, sin ninguna rotura por parte de su voluntad humana. Salvada nuestra Voluntad, todos nuestros derechos nos venían restituidos, la criatura se ponía en orden a su Creador y el Creador quedaba en orden a la criatura. La finalidad de la creación ya estaba realizada, entonces fuimos a los hechos, que el Verbo se hiciera carne, primero para redimir al hombre y después para que nuestra Voluntad se hiciera como en el Cielo así en la tierra. ¡Ah sí! Fue mi Mamá, que tomando en sí toda nuestra Voluntad salida para bien de la creación, flechó a la Divinidad con flechas divinas, de modo que herida por nuestras mismas flechas, como imán potente atrajo al Verbo en su seno.

Nada sabemos negar a quien posee nuestra Voluntad. Mira entonces la necesidad por la que quiero a otra criatura que se ofrezca a recibir en ella todos los actos de mi Voluntad que puse fuera en la creación, para dar cumplimiento a aquel Fiat que vine a traer a la tierra, y que sólo por mi Mamá fue acogido y comprendido y por esto no hubo división entre Yo y Ella. La Divinidad quiere ser herida de nuevo con sus mismos dardos para dar a las generaciones este gran bien de que mi Voluntad reine; siendo la cosa más grande que quiere dar, esto es, el verdadero origen del hombre, no basta una voluntad humana para impetrarla, mucho menos para herir la Divinidad, sino que se necesita una Voluntad Divina con la que llenándose el alma hiera al Creador con sus mismas flechas, para que, herido, abra los Cielos y haga descender su Querer sobre la tierra; y mucho más, pues así encontrará su noble cortejo de todos los actos de su Voluntad formados en la criatura que le ha arrancado el acto solemne: que su Voluntad venga a reinar en la tierra con su completo triunfo".

Entonces yo al oír esto le dije: "Mi amado Bien, tu hablar me confunde, es más, me aniquila tanto que me siento una pequeña recién nacida que no habiendo formado bien los miembros es necesario fajarla, y mientras me son necesarias las fajas para formarme, Tú quieres desfajarme ¿y para qué? Para hacerme extender mis infantiles manitas y hacerme abrazar tu Eterna Voluntad... Jesús mío ¿no ves? No llego, no puedo abarcarla, soy demasiado pequeña. Y además, si tanto te agrada que tu Querer reine en la tierra ¿por qué has esperado tanto tiempo? ¿Y por qué Tú mismo cuando viniste a la tierra no hiciste una y otra cosa, esto es: la redención y el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra? Tú tenías los brazos fuertes y largos para abrazar tu interminable Voluntad. ¿Ves, ves Jesús? Los míos son débiles y cortos ¿cómo puedo hacerlo?"

Y Él de nuevo: "Pobre bebita, tienes razón, mi hablar te confunde, la luz de mi Voluntad te eclipsa y te hace la verdadera recién nacida de la Suprema Voluntad... Ven entre mis brazos, te fajaré con las fajas de mi misma Voluntad a fin de que refuerces tus miembros con su fortaleza, así te será fácil estrechar en tus pequeños brazos al Querer Eterno que con tanto amor quiere venir a reinar en ti".

Entonces yo me arrojé en sus brazos para dejarme hacer lo que Jesús quería. Y luego de nuevo agregó:

"Podía Yo muy bien hacer una y otra cosa cuando vine a la tierra, pero la criatura no es capaz de recibir todo junto el obrar de su Creador, y Yo mismo me complazco en dar siempre nuevas sorpresas de amor. Además, la criatura había profanado su gusto con su voluntad, había apestado el aliento de su alma con tantas suciedades... de darme asco, había llegado a tanto que sentía gusto en las cosas más repugnantes, que le hacían correr en las tres potencias del alma como un líquido podrido de no reconocerse más su nobleza. Entonces, primero, con mi redención debía pensar en todo esto, darle todos los remedios para estos males y darle el baño de mi sangre para lavarla. Si Yo hubiera querido hacer una cosa y la otra, estando el hombre muy sucio, ciego y sordo, tal como lo había hecho el querer humano, no habría tenido los ojos de la inteligencia para comprender, ni oídos para escuchar, ni corazón para recibirla, y mi Voluntad, no comprendida y no encontrando lugar en donde morar, habría tomado de nuevo el vuelo al Cielo. Por eso era necesario que primero el hombre comprendiera los bienes de la redención para disponerse a comprender el bien del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra.

Y eso hubiera sucedido también para ti, si al principio, cuando comencé a hablarte, te hubiera hablado de mi Voluntad, tú no me habrías entendido. Habría hecho como un maestro que en lugar de enseñar al discípulo las primeras letras del alfabeto, quiere enseñarle las ciencias o las lenguas extranjeras... ¡pobre niño! Se confundiría y jamás aprendería nada. Quise entonces hablarte del sufrir, de las virtudes, cosas éstas más aptas y más palpables a la naturaleza humana y que se pueden llamar el alfabeto de la vida cristiana, el lenguaje del exilio y de los que aspiran a la Patria Celestial; en cambio mi Voluntad es el lenguaje del Cielo, y tiene principio donde las demás ciencias y virtudes terminan. Ella es reina que domina todo y corona todo, de manera que ante la santidad de mi Voluntad todas las demás virtudes empequeñecen y tiemblan. Es por esto por lo que primero quise hacerte de Maestro de alfabeto: para disponer tu inteligencia, y luego pasar a hacerte de Maestro Celestial y Divino, que sólo se ocupa del lenguaje de la Patria y de la ciencia más alta que contiene mi Voluntad. Debía primero quitarte el gusto de todo, porque la voluntad humana contiene este veneno: que hace perder el gusto de la Voluntad Divina. En todas las cosas creadas, habiendo salido de Mí, Yo puse un gusto divino, y el alma con hacer su voluntad, aun en las cosas santas, no encuentra este gusto, y Yo para hacerte gustar sólo mi Voluntad estoy atento a no hacerte gustar nada, a fin de que te pueda disponer a darte lecciones más sublimes sobre mi Voluntad.

Si esto era necesario para ti, mucho más lo era para toda la Iglesia, a la cual debía hacer conocer primero las cosas inferiores y luego la más alta y superior de todas, cual es mi Voluntad".

 

* * *

24 de Noviembre de 1923

Vol. 16

 

La historia doliente de la Divina

Voluntad. La Santísima Virgen

hizo suyos todos los actos de la

Divina Voluntad y así preparó

el alimento a sus hijos.

Ésta es también la misión de Luisa.

 

Estaba haciendo la Hora de la Pasión en la que mi Mamá Dolorosa recibió en sus brazos a su Hijo muerto y lo depositó en el sepulcro, y en mi interior decía: "Mamá mía, junto con Jesús pongo en tus brazos todas las almas, para que a todas las reconozcas como hijas tuyas y una por una la escribas en tu corazón y la pongas en las llagas de Jesús; son hijas de tu dolor inmenso y esto basta para que las reconozcas y las ames. Y quiero poner a todas las generaciones en la Voluntad Suprema, a fin de que ninguna falte y a nombre de todas te doy consuelos, compadecimientos y alivios divinos". Entonces, mientras decía esto, mi dulce Jesús se movió en mi interior y me dijo:

"¡Hija mía, oh, si supieras cuál fue el alimento con el que alimentó a todos estos hijos mi doliente Mamá!"

Y yo: "¿Cuál fue, Jesús mío?".

Y Él de nuevo: "Como tú eres mi pequeñita, elegida por Mí para la misión de mi Querer y vives en ese Fiat en el cual fuiste creada, quiero hacerte saber la historia de mi Eterno Querer, sus alegrías y sus dolores, sus efectos y su valor inmenso, lo que hizo y lo que recibió, y quién tomó a pecho su defensa. Los pequeños son más atentos en escucharme, porque no tienen la mente llena de otras cosas, están como en ayunas de todo, y si se les quiere dar otro alimento sienten asco, porque siendo pequeños están habituados a tomar sólo la leche de mi Voluntad, que más que madre amorosa los tiene pegados a su divino pecho para alimentarlos abundantemente y ellos están con sus boquitas abiertas esperando la leche de mis enseñanzas, y Yo me divierto mucho... ¡Oh, cómo es bello verlos ahora sonreír, ahora alegrarse, y ahora llorar al oírme narrar la historia de mi Voluntad!

El origen de mi Voluntad es eterno, jamás entró el dolor en Ella; entre las Divinas Personas esta Voluntad estaba en suma concordia, es más, era una sola. En cada acto que emitía fuera, tanto ad intra cuanto ad extra, nos daba infinitos gozos, nuevos contentos, felicidades inmensas; cuando quisimos poner fuera la máquina de la creación ¿cuánta gloria, cuánto honor y armonías no nos dio? En cuanto brotó el Fiat, este Fiat difundió nuestra belleza, nuestra luz, nuestra potencia, el orden, la armonía, el amor, la santidad, todo, y Nosotros quedamos glorificados por nuestras mismas virtudes, viendo, por medio de nuestro Fiat, el florecimiento de nuestra Divinidad reflejada en todo el universo. Nuestro Querer no se detuvo, henchido de amor como estaba quiso crear al hombre, y tú sabes la historia de él, por eso sigo adelante. Ah, fue precisamente él el que causó el primer dolor a mi Querer, trató de amargar a Aquél que tanto lo amaba y que lo había hecho feliz. Mi Querer lloró más que una tierna madre que llora por su hijo lisiado y ciego sólo porque se sustrajo de la voluntad de la madre. Mi Querer quería ser el primer agente en el hombre y no para otra cosa sino para darle nuevas sorpresas de amor, de gozos, de felicidad, de luz, de riquezas; quería siempre dar, he aquí por qué quería obrar en él como primer agente. Pero el hombre quiso hacer su voluntad y rompió con la Divina... ¡Nunca lo hubiera hecho! Mi Querer se retiró y él se precipitó en el abismo de todos los males.

Entonces, para vincular de nuevo estas dos voluntades se necesitaba Uno que contuviera en sí una Voluntad Divina, y por eso amando con un amor eterno a este hombre, decretamos entre las Divinas Personas que Yo, Verbo Eterno, tomara carne humana para venir a salvarlo y vincular las dos voluntades separadas. ¿Pero dónde descender? ¿Quién debía ser Aquélla que debía prestar su carne a su Creador? He aquí por qué elegimos una criatura que, en virtud de los méritos previstos del futuro Redentor, fue exentada de la culpa de origen: su querer y el Nuestro fueron uno solo.

Fue esta celestial Criatura la que comprendió la historia de nuestra Voluntad. Nosotros, como a pequeñita, todo le narramos: el dolor de nuestro Querer y cómo el hombre ingrato, con romper su voluntad con la Nuestra había reprimido nuestro Querer en el ámbito divino, como obstruyéndolo en sus designios, impidiendo que pudiera comunicarle sus bienes y la finalidad para la que había sido creado. Para Nosotros el dar es hacernos felices y hacer feliz a quien de Nosotros recibe, es enriquecer sin Nosotros empobrecer, es dar lo que Nosotros somos por naturaleza, formándolo en la criatura por gracia; es salir de Nosotros para dar lo que poseemos... Con dar, nuestro amor se desahoga, nuestro Querer hace fiesta. Si no debíamos dar, entonces ¿para qué formar la creación? Por eso el solo no poder dar a nuestros hijos, a nuestras queridas imágenes, era como un luto para nuestra Suprema Voluntad. Sólo con ver al hombre obrar, hablar, caminar, sin la conexión con nuestro Querer, por él destrozada, y que debíamos hacer correr en él, si estaba con Nosotros, corrientes de gracia, de santidad, de ciencia, etc., y no podíamos, nuestro Querer sentía un dolor; cada acto de criatura era para Nosotros un dolor, porque veíamos ese acto vacío de valor divino, privado de belleza y de santidad... todo desemejante de los actos nuestros.

¡Oh, cómo comprendió la Celestial Pequeña este nuestro sumo dolor y el gran mal del hombre por sustraerse de Nuestro Querer! ¡Oh, cuántas veces Ella lloró ardientes lágrimas por nuestro dolor y por la gran desgracia del hombre! Y por eso Ella, temiendo, no quiso conceder ni siquiera un acto de vida a su voluntad; y por esto se mantuvo pequeña: porque su querer no tuvo vida en Ella... ¿y cómo podía hacerse grande? Y lo que no hizo Ella, lo hizo nuestro Querer: la hizo crecer toda bella, santa, divina, la enriqueció tanto que la hizo la más grande de todas las criaturas; era un prodigio de nuestro Querer, prodigio de gracia, de belleza, de santidad. Pero Ella se mantuvo siempre pequeña, tanto que no descendía nunca de nuestro brazos; tomó a pecho nuestra defensa, correspondió todos los actos dolientes del Supremo Querer, y no sólo estaba Ella toda en orden a nuestra Voluntad sino que hizo suyos todos los actos de las criaturas y absorbiendo en Ella toda nuestra Voluntad rechazada por ellas la reparó, la amó, y teniéndola como en depósito en su Corazón virginal preparó el alimento de nuestra Voluntad a todas las criaturas. ¿Ves entonces con qué alimento nutre a sus hijos esta Madre amantísima? Le costó toda su vida, penas inauditas y la misma vida de su Hijo para hacer en Ella el depósito abundante de este alimento de mi Voluntad, para tenerlo dispuesto para alimentar a todos sus hijos cual Madre tierna y amorosa. Ella no podía amar más a sus hijos, con darles este alimento su amor había llegado al último grado. Así que, entre tantos títulos que Ella tiene, el más bello título que a Ella se le podría dar es el de Madre y Reina de la Divina Voluntad.

Ahora, hija mía, si esto hizo mi Mamá para la obra de la redención, también tú lo debes hacer para la obra del Fiat Voluntas Tua. Tu voluntad no debe tener vida en ti y haciendo tuyos todos los actos de mi Voluntad de cada criatura los depositarás en ti, y mientras a nombre de todas darás la correspondencia a mi Voluntad, formarás en ti todo el alimento necesario para alimentar a todas las generaciones con el alimento de mi Voluntad. Cada dicho, cada efecto, cada conocimiento de más de Ella, será un gusto de más que encontrarán en este alimento, de manera que con avidez lo comerán. Todo lo que te digo sobre mi Querer servirá para excitar el apetito y hacer que ningún otro alimento tomen, aun a costa de cualquier sacrificio... Si se dijera que un alimento es bueno, que restituye las fuerzas, que sana a los enfermos, que contiene todos los gustos, es más, que da la vida, la embellece y la hace feliz ¿quién no haría cualquier sacrificio para comer ese alimento? Así será de mi Voluntad. Para hacerla amar y desear es necesario el conocimiento de Ella. Por eso sé atenta y recibe en ti este depósito de mi Querer, a fin de que, cual segunda madre, prepares el alimento a nuestros hijos, y así imitarás a mi Mamá. Te costará también a ti, pero ante mi Voluntad cualquier sacrificio te parecerá nada. Hazla de pequeña, no desciendas nunca de mis brazos y Yo continuaré narrándote la historia de mi Voluntad".

 

* * *

6 de Diciembre de 1923

Vol. 16

 

La tarea de la Santísima Virgen,

la tarea de Jesús y la tarea de

Luisa para hacer venir el Reino

de la Divina Voluntad a la tierra.

 

Estaba rezando, y mi dulce Jesús se hizo ver en mi interior que me miraba fijamente; y yo, atraída por su mirada, lo miraba a Él hasta dentro de su interior, que me parecía como si fuera un cristal en el cual se podía ver todo lo que mi amado Jesús hacía, y yo, uniéndome a Él trataba de hacer lo que Él hacía.

Luego me pareció que Jesús tomaba mi alma entre sus manos y la lanzaba al vuelo en la inmensidad de su Voluntad diciéndome:

"¡La recién nacida de mi Voluntad! En mi Voluntad has nacido, en Ella quiero que vivas, vuela, vuela en el Eterno Querer, cumple tu oficio; mira que hay mucho quehacer entre la Divinidad y las criaturas, gira por todas las generaciones, pero siempre en mi Querer, de otra manera no las encontrarás a todas, y amando, obrando, reparando y adorando por todos irás ante la Majestad Suprema para darle todo el amor y los homenajes de todos y de cada uno, como verdadera Hija Primogénita de nuestro Querer".

Yo tomaba el vuelo y Jesús seguía con su mirada mi vuelo. ¿Pero quién puede decir lo que hacía? En su Querer encontraba todo el amor que su Voluntad debía dar a las criaturas, y no tomándolo ellas, estaba suspendido esperando que fuera tomado, yo lo hacía mío e invistiendo a todas las inteligencias creadas, formaba por cada pensamiento un acto de amor, de adoración y de todo lo que cada inteligencia debía dar a Dios, y abrazando todo en mí, como si a todos los pusiera en mi regazo, tomaba camino al Cielo para llevarlos al seno del Padre Celestial y le decía:

"Padre Santo, vengo ante tu trono para traerte en mi regazo a todos tus hijos, a tus queridas imágenes por ti creadas, para ponerlos en tu seno Divino, a fin de que aquella Voluntad, por ellos rota entre Tú y ellos, Tú la vincules y la anudes de nuevo. Es la pequeña hija de tu Querer quien esto te pide; soy pequeña, es cierto, pero tomo la tarea de satisfacerte por todos. No me iré de tu trono si no me vinculas la voluntad humana con la Divina, y llevándola a la tierra descienda el Reino de tu Querer a la tierra. A los pequeños nada se les niega, porque lo que piden no es otra cosa que el eco de tu mismo Querer y de lo que quieres Tú".

Entonces, después regresé con Jesús, que me esperaba en mi habitación, y Él me recibió en sus brazos, me colmó de besos y de caricias y me dijo:

"Pequeña mía, para hacer que el Querer del Cielo descienda a la tierra es necesario que todos los actos humanos sean sellados y esmaltados con actos de Voluntad Divina, para que el Supremo Querer, viendo que todos los actos de voluntad de las criaturas están marcados por la Suya, atraído por el imán potente de su mismo Querer descienda a la tierra y reine. Y a ti, como Hija Primogénita de nuestro Querer, te es dada esta tarea.

Debes saber que para atraer al Verbo y hacerlo descender del Cielo, mi Mamá tomó la tarea de girar por todas las generaciones y haciendo suyos todos los actos de voluntad humana, Ella ponía el Querer Divino, y tenía tanto capital de este Querer Supremo de sobrepasar todo lo que debían tener todas las criaturas juntas, y en cada giro que hacía en Él multiplicaba este capital. Entonces Yo, Verbo Eterno, viendo que la más fiel de nuestras criaturas con tanta gracia y amor había llenado todos los actos humanos con el Querer Divino, tomando a pecho lo que se necesitaba para hacer esto, viendo que en el mundo estaba nuestro Querer, atraído, descendí del Cielo.

La segunda tarea me tocó a Mí para formar la redención. Mucho debí girar por todos los actos humanos, tomarlos todos como en un puño y cubrirlos, sellarlos, esmaltarlos con mi Querer Divino para atraer a mi Padre Celestial y hacerlo mirar todos los actos humanos cubiertos por aquel Querer Divino que el hombre había rechazado a las regiones celestiales, a fin de que mi Padre Divino pudiera abrir las puertas del Cielo, cerradas por la voluntad humana. No hay bien que no descienda sino sólo por medio de mi Voluntad.

La tercera tarea es tuya. Al primer y al segundo sello de nuestro Querer en todos los actos humanos, te toca a ti, como Hija Primogénita de nuestro Querer, poner el tercero para atraer a que venga el Reino de mi Querer a la tierra. Por eso gira, hija mía, en todos los actos humanos de las criaturas, penetra dentro de los corazones y lleva a cada latido el latido de mi Querer, a cada pensamiento el beso, el conocimiento de mi Voluntad, en cada palabra imprime el Fiat Omnipotente, invade todo, envuelve a todos en Él para que venga mi Reino a la tierra. Tu Jesús no te dejará sola en estos giros, te asistirá y te guiará en todo".

Y mientras esto decía, yo tomaba mi vuelo y giraba por todo y por todos... ¿Pero quién puede decir lo que hacía? Lo puede decir sólo Jesús, que me lo hacía hacer. Así pasé toda la noche junto con Jesús y mientras giraba, ahora le traía todos los pensamientos, ahora todas las palabras, ahora las obras, los pasos, los latidos, todos investidos por su Voluntad; y Jesús todo recibía con amor y hacía fiesta, y después me dijo:

"¿Ves qué gran diferencia hay entre la santidad en mi Querer y la santidad de las virtudes? La primera es recibir en cada instante corrientes de gracia, de luz, de amor, y estar la criatura en cada acto suyo en orden con su Creador, por eso es la santidad que más la acerca a su Creador. La segunda, la de las virtudes, es a tiempos y a circunstancias: cuando se presenta la ocasión de ejercitar ahora la paciencia, ahora la obediencia, ahora la caridad, etc. y si no se presentan ocasiones, las virtudes quedan interrumpidas y sin crecimiento y no pueden recibir el bien que contiene la virtud en acto. En cambio en la santidad en mi Querer no hay pausas ni interrupciones, mi Querer está siempre fijo en dardear a la criatura, y ella lo puede recibir en todo instante, si respira, si piensa, si habla, si late, si se alimenta o si duerme... todo entra en mi Querer, y en todo instante puede llenarse de mi Voluntad con todos los bienes que Ella contiene".

 

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8 de Diciembre de 1923

Vol. 16

 

Sobre la inmaculada

concepción de María.

 

Estaba pensando en la inmaculada concepción de mi Mamá Reina. Y después de haber recibido la santa comunión, mi siempre amable Jesús se hizo ver en mi interior como dentro de una estancia toda luz y en esta luz me hacía ver todo lo que Èl hizo en todo el curso de su vida. Se veían como en ordenado cortejo todos sus méritos, sus obras, sus penas, sus llagas, su sangre, en una palabra, todo lo que contiene la vida de un Hombre y Dios, todo como en acto de proteger a un alma a Él muy querida, de cualquier mal, aun del mínimo, que pudiera tocarla y ensombrecerla.

Yo me asombré al ver tanta atención de Jesús, y Él me dijo:

"A mi pequeña recién nacida quiero hacer conocer la inmaculada concepción de la Virgen, concebida sin pecado.

Pero antes, has de saber que mi Divinidad es un acto solo; todos los actos suyos se concentran en uno solo. Esto significa ser Dios, el portento más grande de nuestra esencia divina: no estar sujeto a sucesión de actos. Y si a la criatura le parece que ahora hacemos una cosa y después otra, es más bien que le hacemos conocer lo que hay en ese único acto, pues siendo la criatura incapaz de conocerlo todo de un solo golpe, se lo hacemos conocer poco a poco.

Por tanto, todo lo que Yo, Verbo Eterno, debía hacer en mi asumida Humanidad formaba un solo acto con aquel acto único que contiene mi Divinidad. Así que, antes de que esta noble criatura fuera concebida ya existía todo lo que debía hacer en la tierra el Verbo Eterno, y en el acto en que esta Virgen fue concebida se cortejaron en torno a su Concepción todos mis méritos, mis penas, mi sangre y todo lo que contenía la vida de un Hombre Dios, y quedó concebida en los interminables abismos de mis méritos, de mi sangre divina y en el mar inmenso de mis penas. En virtud de ellos quedó inmaculada, bella y pura. Al enemigo le quedó cerrado el paso por los incalculables méritos míos y no pudo hacerle ningún daño.  

Era justo que quien debía concebir al Hijo de Dios, debía primero ser Ella concebida en las obras de este Dios, para poder tener virtud de concebir al Verbo que debía venir a redimir al género humano. Así que Ella primero quedó concebida en Mí, y Yo quedé concebido en Ella. No quedaba más que, a tiempo oportuno, hacerlo conocer a las criaturas, pero en mi Divinidad estaba como ya hecho. Por eso, la que más recibió los frutos de la redención, es más, que tuvo el fruto completo, fue esta excelsa criatura, porque siendo concebida en todo lo que el Hijo de Dios obró en la tierra, amó, estimó y conservó todo eso como cosa suya. ¡Oh, la belleza de esta tierna pequeñita! ¡Era un prodigio de la gracia, un portento de nuestra Divinidad; creció como hija nuestra, fue nuestro decoro, nuestra alegría y el honor y gloria nuestros!"

Entonces, mientras todo esto dijo mi dulce Jesús, yo pensé en mi mente: "Es cierto que mi Reina Mamá fue concebida en los interminables méritos de mi Jesús, pero su sangre, su cuerpo, fueron concebidos en el seno de santa Ana, la cual no estaba exenta de la mancha de origen; entonces ¿cómo puede ser que nada heredó de los tantos males que todos hemos heredado del pecado de nuestro primer padre Adán?"

Y Jesús:

"Hija mía, tú no has comprendido aún que todo el mal está en la voluntad. La voluntad arrolló al hombre, es decir, a su naturaleza, no la naturaleza arrolló a la voluntad del hombre. Así que la naturaleza quedó en su puesto, tal como fue creada por Mí, nada cambió; fue su voluntad la que se cambió y se puso, nada menos que, contra una Voluntad Divina, y esa voluntad rebelde arrolló a su naturaleza, la debilitó, la contaminó y la hizo esclava de vilísimas pasiones. Sucedió como a un recipiente lleno de perfumes o de cosas preciosas, si se vacía y se llena de podredumbre o de cosas viles ¿acaso cambia el recipiente? Cambia lo que se pone dentro, pero él es siempre lo que es, a lo más se hace más o menos apreciable, según lo que contiene. Así fue del hombre.

Entonces, a mi Mamá el ser concebida en una criatura de la raza humana no le causó ningún daño porque su alma era inmune de toda culpa: entre su voluntad y la de su Dios no hubo división, las corrientes divinas no encontraron obstáculo ni oposición para derramarse sobre Ella, a cada instante estaba bajo torrentes de nuevas gracias. Entonces, con esta voluntad y esta alma toda santa, toda pura, toda bella, el recipiente de su cuerpo, que tomó de su madre, quedó perfumado, rehabilitado, ordenado, divinizado, en modo de quedar exenta también de todos los males naturales de los que está invadida la naturaleza humana. ¡Ah sí! Fue precisamente porque recibió el germen del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra lo que la ennobleció y la restituyó a su principio, tal como el hombre fue por Nosotros creado, antes de que pecara; es más, se lo hizo sobrepasar y la embelleció aun más bajo los continuos flujos de aquel Fiat que tiene sólo virtud de reproducir imágenes todas semejantes a Aquél que las ha creado, y en virtud de esta Voluntad Divina que obraba en Ella se puede decir que lo que Dios es por naturaleza, Ella lo es por gracia. Nuestra Voluntad todo puede hacer y a todo puede llegar cuando el alma nos da libertad de obrar y no interrumpe con su voluntad humana nuestro obrar".

 

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22 de Marzo de 1924

Vol. 16

 

La Santísima Virgen viviendo

en el Divino Querer realizó el más

grande milagro, sin nada de exterior.

 

Habiendo leído el Confesor lo que está escrito en capítulos anteriores, dijo que no estaba convencido de eso, que si fuera verdad, esta mañana se debería ver el mundo cambiado, o al menos en parte. Entonces yo quedé dudosa y casi con la voluntad de no querer escribir más y de no decir más nada. Entonces al venir mi amable Jesús me abandoné toda en sus brazos y desahogué con Él mi corazón. Le dije cómo pensaba el Confesor y que para creer quisieran ver cosas prodigiosas, milagros, etc. Y mi amado Jesús, estrechándome a Él como si con su contacto quisiera despejarme las dudas que me afligían, me dijo:

"Hija mía, ánimo, no te abatas; si no fuera necesario que escribieras, no te habría obligado al sacrificio.

Debes saber que cada efecto, cada bien, cada valor que te hago conocer sobre mi Voluntad y lo que la criatura puede hacer viviendo en Ella, son otros tantos gustos, alicientes, imanes, alimentos, armonías, perfumes, luces; así que cada efecto que te digo contiene su propiedad especial y, por lo tanto, no manifestando todos los bienes que hay en mi Querer y hasta dónde el alma puede llegar viviendo en Él, harías faltar un atractivo para cautivarlas, un gusto para halagarlas, un imán para atraerlas o un alimento para saciarlas; así que faltaría la perfecta armonía, el placer de los perfumes, la luz para encaminarlas, y por eso, no encontrando todos los bienes posibles, es decir, no conociéndolos, no tendrían ese gran deseo de elevarse sobre todas las demás cosas para hacer vida en mi Voluntad.

Además, no te preocupes de lo que te fue dicho. También mi querida Mamá tenía por vida mi Querer, sin embargo el mundo seguía su curso en el mal, nada se vio cambiado, y ni siquiera un milagro externo se vio en Ella, pero lo que no hizo en el bajo mundo lo hizo en el Cielo con su Creador. Con su vivir continuo en el Querer Divino formó lugar en Ella para atraer al Verbo a la tierra, cambió la suerte del género humano e hizo el más grande de los milagros, que nadie más ha hecho y que jamás podrá hacer, fue milagro único: transportar el Cielo a la tierra. Quien debe hacer lo más no es necesario que haga lo menos. Y con todo, ¿quién sabía algo de lo que hacía mi Mamá? ¿Quién sabía lo que hacía con el Eterno para obtener el gran portento del descendimiento del Verbo en medio de las criaturas? Sólo por algunos se supo en mi Concepción que fue Ella la causa, y por muchos cuando me vieron expirar en la cruz.

Hija mía, cuanto más grande es el bien que quiero hacer al alma y este bien debe descender para bien de las generaciones humanas y debe darme una gloria completa, tanto más la atraigo a Mí y hago madurar este bien entre Yo y el alma; la separo de todos, la hago ignorada y cuando mi Querer quiere que se acerque a cualquier otra criatura se necesita todo mi poder para hacerla someterse al sacrificio. Por eso deja hacer a tu Jesús y tranquilízate".

Y yo: "Jesús mío, ellos tienen razón; dicen que no ven ningún hecho, ningún bien positivo, todas son sólo palabras; y yo, no es que quiera algo, lo que quiero es que hagas como quieres Tú mismo, que yo haga tu santísima Voluntad y que lo que pasa entre Tú y yo quede en el secreto de nuestros corazones".

Y Jesús: "¡Ah hija mía! ¿Te habría gustado que mi redención la hubiera obrado en el secreto de mi Padre Celestial y de mi querida Mamá que debía concebirme, y que ningún otro hubiera sabido que Yo había descendido a la tierra? Un bien, por cuan grande sea, si no es conocido no produce vida, no se multiplica, no es amado ni imitado. Así que mi redención hubiera quedado sin efecto por parte de las criaturas. Hija mía, déjalos decir y hazme hacer, no te preocupes. Y todo lo que Yo hice estando en la tierra, tanto en el interior como en el exterior, no se conoce aún ni ha recibido su pleno y deseado fruto, en especial mi vida oculta. 

Las criaturas casi nada conocieron de todo el bien que hice, sin embargo sirvió admirable y prodigiosamente ante mi Padre Divino para preparar y hacer madurar el fruto de la redención, pero aparentemente Yo vivía junto a las criaturas ignorado, pobre, abyecto y despreciado; sin embargo esto decía nada, ante mi Padre Yo era lo que era, y mi obrar interior abría entre el Cielo y la tierra mares de luz, de gracias, de paz y de perdón. Mi interés era el de abrir el Cielo en bien de la tierra, cerrado desde hacía tantos siglos, y que mi Padre mirara con amor a las criaturas; hecho esto, lo demás vendría por sí solo. Y esto no fue solamente un gran bien, sino que fue el todo, fue la levadura, el preparativo, el cimiento de la redención.

Así es de ti. Es necesario que ponga la levadura de mi Querer, que forme los preparativos, que forme los cimientos, que entre Yo y tú haya sumo acuerdo, entre mis actos internos y los tuyos, para abrir el Cielo a nuevas gracias y a nuevas corrientes y disponer a la Majestad Suprema para que conceda la gracia más grande: que sea conocida su Voluntad en la tierra y que viva en medio de las criaturas con su pleno dominio, como vive en el Cielo. Y mientras te ocupas de esto, ¿crees que la tierra no recibe ningún bien? ¡Ah, te equivocas! Las generaciones corren vertiginosamente por una pendiente en el mal. ¿Quién las detiene? ¿Quién impide que queden sumergidas en su carrera vertiginosa hasta desaparecer de la faz de la tierra? Recuerda que no hace mucho el mar rompió sus límites bajo la tierra, amenazando tragar países enteros y tu misma ciudad estaba en gran peligro. ¿Quién detuvo ese flagelo? ¿Quién hizo detener y encerrar las aguas en sus límites? Es precisamente éste el gran flagelo que se prepara a la carrera vertiginosa de las criaturas; la misma naturaleza está cansada de tantos males y quisiera reivindicar los derechos de su Creador; por eso todas las cosas naturales quisieran ponerse contra el hombre, el mar, el fuego, el viento, la tierra están por salir de sus límites para hacer daño y golpear a las generaciones para diezmarlas. ¿Y te parece poco que mientras la raza humana está sumergida en males irremediables Yo te llame a ti y elevándote entre el Cielo y la tierra y fundiéndote con mis mismos actos te haga correr en mi Voluntad para preparar el acto opuesto a los tantos males que ahogan a la tierra, preparando así el bien y buscando vencer al hombre con mi amor, para detenerlo en su carrera vertiginosa, dándole la cosa más grande que es la luz de mi Voluntad, para que, conociéndola, la tome como alimento para restaurar sus fuerzas perdidas y reforzado se detenga en su loca carrera y readquiera el paso firme para no precipitarse más en los males?"

Entonces mi Jesús desapareció y yo quedé más amargada al pensar en la horrible carrera de las criaturas y en el trastorno que la naturaleza hará contra ellas...

* * *

8 de Diciembre de 1924

Vol. 17

 

La concepción inmaculada de

la Santísima Virgen y la prueba

a la que Ella estuvo sujeta.

 

Estaba pensando en la inmaculada concepción de mi Soberana Reina Mamá. A mi mente afluían los méritos, las bellezas y los prodigios de su inmaculada concepción, prodigio que supera todos los demás prodigios hechos por Dios en toda la creación. Entonces, mientras esto pensaba decía entre mí: "Grande es el prodigio de la inmaculada concepción, pero mi Mamá Celestial no tuvo ninguna prueba en su concepción; todo le fue propicio, tanto de parte de Dios como de parte de su naturaleza, creada por Dios tan feliz, tan santa, tan privilegiada; entonces, ¿cuál fue su heroísmo y su prueba? Si de la prueba no fueron excluidos los ángeles en el Cielo, ni Adán en el edén, ¿acaso sólo la Reina de todos habría de ser excluida de la aureola más bella que la prueba hubiera puesto en su augusta cabeza de Reina y de Madre del Hijo de Dios?"

Y mientras esto pensaba, mi amable Jesús moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, nadie puede ser acepto a Mí sin la prueba. Si no hubiera habido prueba, hubiera tenido una Madre esclava, no libre, y la esclavitud no entra en nuestras relaciones ni en nuestras obras, ni puede tomar parte en nuestro libre amor. Mi Mamá tuvo su prueba desde el primer instante de su Concepción: en cuanto tuvo su primer acto de razón, conoció su voluntad humana por una parte y la Voluntad Divina por la otra y fue dejada libre para elegir a cuál de las dos voluntades debía adherirse, y Ella, sin perder ni un instante y conociendo toda la importancia del sacrificio que hacía, nos donó su voluntad, sin quererla nunca conocer. (25)

 

(25) Ésta es la sustancia de la Virginidad Perpetua de María. Adán perdió la virginidad en la que fue creado cuando tomó del "árbol" del conocimiento del bien y del mal, es decir, cuando conoció su voluntad humana separada de la Voluntad de Dios.

 

Y Nosotros le hicimos don de la nuestra y en este intercambio de donación de voluntades por ambas partes afluyeron todos los méritos, las bellezas, los prodigios, los mares inmensos de gracia en la concepción inmaculada de la más privilegiada de todas las criaturas. (26)

 

(26) Este intercambio de donación de voluntades o "cambio de corazones" que tantas veces vemos realizado en la vida de los santos constituye la unión perfecta, la perfección cristiana, y es aquélla en la que el hombre muerto a sí mismo, habiendo negado todo lo que es suyo, hasta su propio yo (su propia voluntad), principio de todo pecado y de toda imperfección, libre y racionalmente se entrega totalmente a Dios en un acto de amor perfecto y desde ese momento adquiere una actividad intensísima y perfecta porque Dios es ya el que obra en él y junto con él; es poner toda su capacidad, toda su actividad en el pensar y, sobre todo, en el querer a disposición de Dios y como adhiriéndose y sumándose plenamente al pensar y al Querer de Dios. Y si esto sucede en los santos... ¿qué habrá sido en la Santísima Virgen María, que desde el primer instante de su concepción los abarca a todos y los supera a todos juntos? (Ver nota 21).

 

Es siempre la voluntad lo que pruebo; todos los sacrificios, aun la muerte, sin la voluntad, me dan náuseas y no atraen ni siquiera una de mis miradas.

Pero ¿quieres saber tú cuál fue el más grande prodigio obrado por Nosotros en esta criatura tan santa, y el más grande heroísmo de tan bella criatura que nunca nadie, nadie podrá igualar? Su vida la empezó con nuestra Voluntad y así la siguió y la cumplió. Así que se puede decir que cumplió desde que empezó y empezó desde que cumplió. Y nuestro más grande prodigio fue que en cada pensamiento suyo, palabra, respiro, latido, movimiento y paso, nuestro Querer desembocaba en Ella y Ella nos ofrecía el heroísmo de un pensamiento, de una palabra, de un respiro, de un latido divino y eterno obrante en Ella. Esto la elevaba tanto que lo que Nosotros somos por naturaleza, Ella lo era por gracia. Todas sus demás prerrogativas, todos sus privilegios y su misma inmaculada concepción habrían sido una nada en comparación de este gran prodigio; es más, fue esto lo que la confirmó y lo que la hizo estable y fuerte durante toda su vida. (27)

 

(27) Como se aprecia, aquí no sólo se trata del aspecto negativo de la concepción inmaculada de María, que consiste en qué no tuvo: el pecado original, sino se trata del aspecto positivo, es decir, en que sí tuvo: todos esos privilegios únicos, especialmente ese don de vivir en la Divina Voluntad, del que como de una fuente brotaban todos los demás. (Ver nota 26).

Es completamente cierto en teología que "La Santísima Virgen María no sólo no pecó jamás, sino que fue confirmada en gracia desde el primer instante de su inmaculada concepción y era, por consiguiente, impecable." Esta confirmación en gracia exige que desde ese momento haya sido probada y que libremente aceptara vivir siempre así, por eso fue necesario absolutamente darle el uso de razón desde el primer momento. (Ver nota 21)

 

Mi Voluntad que continuamente desembocaba en Ella le participaba la naturaleza divina, y su continuo recibirla la hizo fuerte en el amor, fuerte en el dolor... diferente entre todos. Fue esto: nuestra Voluntad obrante en Ella, lo que atrajo al Verbo a la tierra, lo que formó la semilla de la fecundidad divina para poder concebir un Hombre y Dios sin obra humana, y la hizo digna de ser Madre de su mismo Creador. Por eso Yo insisto siempre en mi Voluntad, porque Ella conserva al alma tan bella como salió de nuestras manos y la hace crecer como copia original de su Creador. Y por cuantas obras grandes y sacrificios uno pueda hacer, si mi Voluntad no entra dentro, Yo los rechazo, no los reconozco, no es alimento para Mí; y las obras más bellas sin mi Voluntad, se hacen alimento de la voluntad humana, de la propia estima y de la codicia de la criatura".

 

* * *

 

1 de Mayo de 1925

Vol. 17

 

Son misiones únicas la misión

de Jesús de Salvador, la misión

de María Ssma. de Madre del Hijo

de Dios y la misión de Luisa de

hacer conocer los méritos, el valor

y el bien que la Divina Voluntad

contiene, y que aún son desconocidos,

y hacerla reinar en la tierra.

 

Estaba pensando en las tantas cosas que mi amado Jesús me ha dicho sobre su Santísima Voluntad y me vinieron algunas dudas que no es necesario escribirlas, diré sólo lo que mi sumo Bien me dijo:

"Hija mía, en ciertas misiones u oficios van encerrados muchos dones, gracias, riquezas y prerrogativas; y que, si no fuera por misión o por desempeño de oficio, no sería necesario que se poseyera ese tanto que se posee de ellos y que por necesidad de desempeñar el oficio le fue dado.

Mi Humanidad tuvo por misión de mi Divinidad la salvación de las almas y el oficio de redentor de redimirlas, y por este oficio me fueron confiadas sus almas, sus penas, sus satisfacciones, así que Yo encerré todo; si mi Humanidad no hubiera encerrado una alma, una pena, una satisfacción, el oficio de redentor no habría sido completo y por lo tanto no habría encerrado en Mí todas las gracias, los bienes y la luz que era necesario dar a cada alma. Y si bien no todas las almas se salvan, esto dice nada, Yo debía encerrar los bienes de todas, para hacer que por mi parte para todas tuviera las gracias necesarias y sobreabundantes para poder salvar a todas. Esto me convenía por decoro y por justo honor a mi oficio de redentor. Mira, así es el Sol que está sobre vuestro horizonte: contiene tanta luz que puede dar luz a todos, y a pesar que no todos quisieran gozar de su luz, él, por el oficio único de sol que tiene, posee en él esa misma luz que las criaturas pudieran rechazar. Y esto conviene al Sol porque fue creado por Dios como único astro que debía calentar la tierra y abrazarla con su luz. Cuando una cosa o un oficio es único, para que pueda desempeñar su oficio es necesario que contenga tanto de ese bien que pueda darlo a todos, sin que al darlo a los demás disminuya en él ni un átomo. Entonces, mucho más me convenía a Mí, que debía ser el nuevo sol de las almas que debía con mi luz dar luz a todos y abrazar todo para poderlo llevar ante la Majestad Suprema, y a esta Majestad Suprema poderle ofrecer un acto que contuviera todos los actos e hiciera descender sobre todos la luz sobreabundante para ponerlos a salvo.

Además de Mí está mi Celestial Mamá, que tuvo la misión única de Madre del Hijo de Dios y el oficio de corredentora del género humano. Para la misión de maternidad divina fue enriquecida con tanta gracia, que unida toda junta la de todas las demás criaturas, terrestres y celestes, nunca podrán igualarla; pero no bastó con esto para atraer al Verbo a su seno materno; abrazó a todas las criaturas, amó, reparó y adoró a la Majestad Suprema por todas, de manera de poder hacer Ella sola todo lo que todas las generaciones humanas debían hacer hacia Dios. (28)

 

(28) Es tesis común y completamente cierta en teología que "la predestinación de María a la maternidad divina fue total y absolutamente gratuita e independiente de cualquier mérito previsto de María, sin embargo en el orden de la ejecución la Virgen se dispuso convenientemente para ser digna Madre del Verbo encarnado". Y en éste y en otros capítulos Jesús enseña a Luisa en qué consistió su actividad para disponerse a ser su digna Madre: en "hacer Ella sola todo lo que todas las generaciones deberían haber hecho ante Dios": amor, reparaciones, agradecimientos, dolores, etc., correspondencia de amor por todas las cosas creadas (como se verá en el capítulo siguiente) y cuando hubo cumplido esto, llenando todos los tiempos con esa su actividad y a nombre de todos, habiendo llegado esa "plenitud de los tiempos" -como dice la Escritura- ahí se encarnó el Verbo. Así que la "plenitud de los tiempos" no es una fecha o un día o un tiempo sino María Santísima misma: "cuando la Divinidad encontró en esta Virgen la compensación del amor de todas las criaturas..."

¡Ah, cómo estos escritos de Luisa, cuando se conozcan, se aprecien y se estudien, enriquecerán enormemente, entre otros muchos temas, la teología mariana!

 

Así que en su Corazón virginal había un venero inagotable hacia Dios y hacia todas las criaturas. Y cuando la Divinidad encontró en esta Virgen la compensación del amor de todas, se sintió atraer y realizó su concepción, y al concebirme, Ella tomó el oficio de corredentora y tomó parte y abrazó junto conmigo todas las penas, las satisfacciones, las reparaciones y el amor materno hacia todos. Así que, mi Mamá tenía en su Corazón una fibra de amor materno hacia cada criatura. Por eso con verdad y con justicia la declaré, cuando Yo estaba en la cruz, Madre de todos. Ella corría junto conmigo en el amor, en las penas, en todo, no me dejó nunca solo. Si el Eterno no le hubiera dado tanta gracia de poder recibir de Ella sola el amor de todos, Él nunca se habría movido del Cielo para venir a la tierra a redimir el género humano. He aquí la necesidad y la conveniencia de que, por la misión de Madre del Verbo, tenía que abrazar todo y sobrepasar todo.

Cuando un oficio es único, viene por consecuencia que nada se le debe escapar, debe tener bajo su mirada todo para poder dar ese bien que posee, debe ser como un sol que puede dar luz a todos. Así fue de Mí y de mi Mamá Celestial.

Ahora, tu misión de hacer conocer la Voluntad Eterna se entrelaza con la mía y con la de mi querida Mamá, y debiendo servir para bien de todos, es necesario concentrar en una criatura este sol eterno de mi Querer, para que, como misión única, pueda este sol, desde una criatura, expandir sus rayos para que todos puedan tomar el bien de su luz. Así que, por decoro y honor de mi Voluntad, debo derramar en ti tantas gracias, luz, amor y conocimiento de Ella como precursores y preparativos que convienen a la habitación del sol de mi Querer. Es más, debes saber que así como mi Humanidad por el oficio de redentor concibió en Ella a todas las almas, así tú, por el oficio de hacer conocer y reinar mi Voluntad, al hacer tus actos por todos en mi Voluntad, todas las criaturas quedan concebidas en tu voluntad y a medida que vas repitiendo tus actos en la Mía, así formas otros tantos sorbos de vida de Voluntad Divina para poder alimentar a todas las criaturas que en virtud de mi Voluntad quedan como concebidas en la tuya. ¿No sientes cómo en mi Voluntad abrazas a todas, desde la primera hasta la última criatura que deberá existir en la tierra, y por todas quieres satisfacer, amar y complacer a esta Suprema Voluntad, darla a todas y quitar todos los obstáculos que impiden su dominio en las criaturas, hacerla conocer por todas, y te ofreces tú también con penas para satisfacer por todas a esta Voluntad Suprema que tanto quiere hacerse conocer y reinar en las criaturas? A ti es dado, hija mía, hacer conocer los méritos, el valor y el bien que mi Voluntad contiene y su eterno dolor por vivir desconocida y oculta en medio de las generaciones humanas, es más, despreciada y ofendida por los malos y, a lo más, puesta a la par de las virtudes por los buenos... ¡como si fuera una pequeñita luz, como lo son las virtudes, y no un sol, como es mi Voluntad!

La misión de mi Voluntad es la más grande que puede existir, no hay bien que de ella no descienda, no hay gloria que de ella no me venga; Cielo y tierra, todo lo concentra. Por eso sé atenta y no quieras perder el tiempo. Todo lo que te he dicho para esta misión de mi Voluntad era necesario, no por ti sino por el honor, la gloria y la santidad de mi Voluntad. Y como mi Querer es uno, una debía ser aquélla a quien debía confiarlo, y por medio de ella hacer fulgurar sus rayos para hacer bien a todos".

 

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4 de Mayo de 1925

Vol. 17

 

Continuación del capítulo anterior.

La Misión de la Divina Voluntad

reflejará a la Santísima Trinidad en

la tierra; hará volver al hombre a su

origen y dará cumplimiento a todo.

 

Después de haber escrito lo que está arriba, me puse a hacer la adoración a mi crucificado Jesús, fundiéndome toda en su Santísima Voluntad, entonces mi amado Jesús salió de mi interior y poniendo su santísimo rostro junto al mío, todo ternura me dijo: "Hija mía, ¿escribiste todo sobre la misión de mi Voluntad?"

Y yo: "Sí, sí lo escribí todo".

Y Él, de nuevo: "¿Y si te dijera que no escribiste todo? Es más, la cosa más esencial la dejaste; por eso, vuelve a escribir y agrega:

La misión de mi Voluntad reflejará a la Santísima Trinidad en la tierra; y así como en el Cielo están el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, inseparables entre Ellos, pero distintos entre Ellos, los cuales forman toda la bienaventuranza del Cielo, así en la tierra existirán tres personas que por su misión serán distintas e inseparables entre ellas: La Virgen, que con su maternidad refleja la paternidad del Padre Celestial y encierra su potencia para cumplir la misión de Madre del Verbo Eterno y corredentora del género humano; mi Humanidad, que por la misión de redentor encierra la Divinidad, y el Verbo, sin separarse jamás del Padre y del Espíritu Santo, manifiesta mi sabiduría celestial, agregando el vínculo de hacerme inseparable de mi Mamá; y tú, que para la misión de mi Voluntad el Espíritu Santo hará ostentación de su amor manifestándote los secretos, los prodigios de mi Querer y los bienes que contiene, para hacer felices a aquéllos que se dedicarán a conocer cuánto bien contiene esta Voluntad Suprema para amarla y hacerla reinar en ellos, ofreciendo sus almas para hacerla habitar en sus propios corazones y poder formar su vida en ellos, agregando el vínculo de la inseparabilidad entre tú, la Madre y el Verbo Eterno.

Estas tres misiones son distintas e inseparables, y las primeras dos han preparado las gracias, la luz y el trabajo con penas inauditas para la tercera misión, la misión de mi Voluntad, para fundirse ambas en ella, sin dejar su oficio, a fin de encontrar su reposo, porque sólo mi Voluntad es reposo celestial. Estas misiones no se repiten porque es tal y tanta la exuberancia de la gracia, de la luz y del conocimiento, que todas las generaciones humanas podrán quedar llenas, es más, no podrán contener todo el bien que contienen.

Estas misiones están simbolizadas por el Sol, que al crearlo lo llené con tanta luz y calor de manera que todas las generaciones humanas tienen luz sobreabundante, y no me importó ponerle al principio de la creación, siendo que sólo Adán y Eva debían gozárcelo, la luz necesaria para ellos solos y después hacerla crecer en proporción al crecimiento de las generaciones humanas, no, no; hice al Sol lleno de luz como es ahora todavía y como será. Mis obras únicas, por decoro y honor de nuestra potencia, sabiduría y amor, son siempre hechas con la plenitud de todo el bien que contienen y no están sujetas a crecer ni a decrecer. Así hice con el Sol: concentré en él toda la luz que debía servir hasta al último hombre. ¿Y cuántos bienes no hace el Sol a la tierra? ¿Cuánta gloria en su muda luz no da a su Creador? Puedo decir que me glorifica y me hace conocer más el Sol en su mudo lenguaje, por los bienes inmensos que hace a la tierra, que todas las demás cosas juntas; y esto porque es pleno en su luz y estable en su curso. Cuando miré el Sol que con tanta luz sólo Adán y Eva gozaban, miré también a todos los vivientes, y viendo que esa luz debía servir a todos, mi Bondad Paterna exultó de alegría y quedé glorificado en mis obras.

Así hice con mi Mamá: la llené de tanta gracia que puede dar gracias a todos sin agotársele una sola. Lo mismo hice con mi Humanidad: no hay bien que no posea, encerró todo y aun la misma Divinidad, para darla a quien quiera. Y así también he hecho contigo: he encerrado en ti mi Voluntad, y con Ella me he encerrado a Mí mismo; he encerrado en ti sus conocimientos, sus secretos y su luz; he llenado tu alma hasta el borde, tanto, que lo que escribes no es otra cosa que el desbordamiento de lo que contienes de mi Voluntad. Y a pesar de que ahora te sirve sólo a ti, y algún rayo de luz a uno que otro, Yo me contento porque siendo luz, por sí misma más que segundo sol se hará camino para iluminar a las generaciones humanas y llevar el cumplimiento de nuestras obras: que nuestra Voluntad sea conocida y amada y reine como vida en las criaturas. Esta fue la finalidad de la creación; esto, su principio y esto será el medio y el fin.

Por eso sé atenta, porque se trata de poner a salvo esa Voluntad Eterna que con tanto amor quiere habitar en las criaturas, pero quiere ser conocida y no quiere estar como extraña sino quiere dar sus bienes y hacerse vida de cada uno; quiere sus derechos, su lugar de honor; quiere que se ponga la voluntad humana a un lado, única enemiga suya y del hombre. La misión de mi Voluntad fue la finalidad de la creación del hombre. Mi Divinidad no partió del Cielo, de su trono, en cambio mi Voluntad sí partió, y no sólo partió, sino que descendió en todas las cosas creadas y ahí formó su vida; y mientras todas las cosas me reconocieron y Yo con majestad y decoro en ellas habito, sólo el hombre no, el hombre me arrojó. Pero Yo quiero conquistarlo y vencerlo... por eso mi misión no ha terminado. Y para esto te he llamado a ti confiándote mi misma misión: para que pongas en el regazo de mi Voluntad al que me arrojó, y así todo me regrese en mi Querer. Por eso no te asombres por cuantas cosas grandes y maravillosas pueda decirte para esta misión, por cuantas gracias pueda hacerte, porque no se trata de hacer un santo o de salvar a las generaciones, sino se trata de poner a salvo una Voluntad Divina, de que todo regrese al principio, al origen del cual todas las cosas salieron y de que la finalidad de mi Voluntad tenga su cumplimiento".

 

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9 de Agosto de 1925

Vol. 18

 

Corresponder a Dios en amor por todas

las cosas creadas es el primer deber de

la criatura. La primera en cumplirlo

fue la Celestial Reina.

 

Mientras me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino para corresponder en amor a Dios por todo lo que hizo en la creación por amor a las criaturas, el pensamiento me decía que no era necesario hacer esto ni era agradable a mi Jesús este modo de orar, y que éstas eran invenciones de mi cabeza. Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, has de saber que este modo de orar, es decir, de corresponder a Dios en amor por todas las cosas creadas por Él, es un derecho divino, y entra en el primer deber de la criatura. La creación fue hecha por amor al hombre, es más, fue tanto nuestro amor que si hubiera sido necesario hubiéramos creado tantos cielos, tantos soles, tantas estrellas, tantos mares, tierras y plantas y todo lo demás, por cuantas criaturas debían venir a la luz de este mundo, para que cada una tuviera una creación para ella sola, un universo todo suyo. Como de hecho fue, cuando todo fue creado: fue sólo Adán el único espectador de todo lo creado y podía gozar y disfrutar todo el bien que quería. Y si no lo hicimos así, una creación para cada uno, fue porque el hombre podía gozar igualmente todo como si fuera suyo, no obstante que los demás también lo gocen; en realidad ¿quién no puede decir: ‘el Sol es mío’ y gozar de la luz del Sol por cuanto quiera? ¿Quién no puede decir: ‘el agua es mía’ y quitarse la sed y servirse de ella cuando la necesita? ¿Quién no puede decir: ‘la tierra, el fuego, el aire’ son míos? Y así de tantas otras cosas creadas por Mí. Y si algunas cosas parece que al hombre le faltan y las logra con dificultad, es por el pecado, el que obstaculizando el paso a mis beneficios impide a las cosas creadas por Mí ser magnánimas hacia la criatura ingrata. Entonces, siendo que en todas las cosas creadas Dios vinculó su amor hacia cada criatura, en ella entró el deber de corresponder a Dios con su pequeño amor, con su gratitud, con su agradecimiento hacia Quien tanto había hecho por ella. Este no corresponder en amor a Dios por todo lo que hizo en la creación por el hombre es el primer fraude que hace la criatura a Dios, es usurparse sus dones sin ni siquiera reconocer de donde vienen, ni a quien tanto la ha amado. Por eso es el primer deber de la criatura. Y es tan indispensable e importante este deber que Aquélla que tomó a pecho toda nuestra gloria, nuestra defensa, nuestro interés, no hacía otra cosa que girar por doquier, desde la más pequeña cosa creada por Dios hasta la más grande, para imprimir su correspondencia de amor, de gloria y de agradecimiento por todos y a nombre de todas las generaciones humanas. ¡Ah sí, fue precisamente mi Mamá Celestial la que llenó Cielos y tierra de la correspondencia por todo lo que Dios había hecho en la creación. (29)

(29) Ver nota anterior, nº 28.

 

Después de Ella, fue mi Humanidad la que cumplió este deber tan sacrosanto, al que la criatura había faltado tanto, y fue lo que hizo propicio a mi Padre Celestial hacia el hombre culpable. Así que, éstas fueron mis oraciones y las de mi inseparable Mamá, ¿no quieres tú entonces repetir nuestras mismas oraciones? Es más, precisamente para esto te he llamado en mi Querer, a fin de que te asocies con Nosotros y sigas y repitas nuestros actos".

Entonces yo trataba, por cuanto podía, de girar por todas las cosas creadas para dar a mi Dios la correspondencia del amor, de la gloria y del agradecimiento por todo lo que hizo en la creación. Y me parecía ver en todas las cosas la correspondencia de amor de mi Emperatriz Mamá y de mi amado Jesús, y esta correspondencia formaba la más bella armonía entre el Cielo y la tierra y vinculaba al Creador con la criatura; cada correspondencia de amor era una tecla, una sonatina de música celestial que raptaba.

 

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15 de Agosto de 1925

Vol. 18

 

La fiesta de la Asunción se debería

llamar la fiesta en el Cielo de

la Divina Voluntad obrante en

la Santísima Virgen.

 

Después, me puse a pensar en la fiesta de mi Celestial Mamá en su asunción al Cielo, y mi dulce Jesús con un acento tierno y conmovedor me dijo:

"Hija mía, el verdadero nombre de esta fiesta debería ser: fiesta de la Divina Voluntad obrante en la criatura. Fue la voluntad humana la que cerró el Cielo, la que destrozó los vínculos con su Creador, la que hizo salir todas las miserias, el dolor, y la que puso término a las fiestas que la criatura debía gozar en el Cielo. Ahora, esta criatura, Reina de todos, con hacer siempre y en todo la Voluntad del Eterno, es más, se puede decir que su vida fue únicamente la Voluntad Divina, abrió el Cielo, se vinculó al Eterno e hizo volver las fiestas en el Cielo con la criatura; cada acto que hacía en la Voluntad Suprema en la tierra, era una fiesta que iniciaba en el Cielo, eran soles que formaba como ornamentos de esta fiesta, eran músicas que enviaba para alegrar la Jerusalén Celestial, así que la verdadera causa de esta fiesta es la Voluntad Eterna obrante y cumplida en mi Mamá Celestial, la que obró tales prodigios en Ella que dejó estupefactos a Cielos y tierra, encadenó al Eterno con los vínculos indisolubles de amor, raptó al Verbo Eterno hasta su seno; los mismos ángeles arrobados repetían entre ellos: ‘¿De dónde tanta gloria, tanto honor, tanta grandeza y tantos prodigios jamás vistos, en esta excelsa criatura? ¡Y es del exilio de donde viene!’, y atónitos reconocían la Voluntad de su Creador como vida y obrante en Ella y estremeciéndose decían: ‘¡Santa, Santa, Santa, honor y gloria a la Voluntad de nuestro Soberano Señor, y gloria y tres veces santa Aquélla que hizo obrar a esta suprema Voluntad!’

Así que es mi Voluntad la que más que todo fue y es festejada en el día de la Asunción al Cielo de mi Madre Santísima; fue únicamente mi Voluntad la que la hizo ascender tan alto y la que la distinguió entre todos; todo lo demás habría sido nada si no hubiera poseído el prodigio de mi Querer obrante, fue mi Voluntad la que le dio la fecundidad divina y la hizo Madre del Verbo, fue mi Voluntad la que le hizo ver y abrazar a todas las criaturas juntas, haciéndose Madre de todas y amando a todas con un amor de maternidad divina, y haciéndola Reina de todos la hacía imperar y dominar. Así que en aquel día mi Voluntad recibió los primeros honores, la gloria y el fruto abundante de su labor en la creación y comenzó su fiesta que jamás se interrumpe por la glorificación de su obrar en mi amada Madre; y si bien el Cielo fue abierto por Mí y muchos santos estaban ya en posesión de la Patria Celestial cuando la Reina Celestial fue asunta al Cielo, sin embargo como la causa primaria fue precisamente Ella, que había cumplido en todo la Suprema Voluntad, se esperó a Aquélla que tanto la había honrado y que contenía el verdadero prodigio de la santísima Voluntad para hacer la primera fiesta al Supremo Querer. ¡Oh, cómo todo el Cielo glorificó, bendijo y alabó a la Voluntad Eterna cuando vio a esta sublime Reina entrar en el empíreo, en medio de la corte celestial, toda fundida en el sol eterno del Querer Supremo! La vio llena de la potencia del Fiat Supremo, no había habido en Ella ni siquiera un latido que no tuviera impreso este Fiat, y atónitos todos los habitantes celestiales la miraban y le decían: ‘Asciende más arriba, es justo que Aquélla que ha honrado tanto al Fiat Supremo y por cuyo medio nos encontramos en la Patria Celestial, tenga el trono más alto y sea nuestra Reina’.

Y el más grande honor que recibió mi Mamá fue ver glorificada en Ella a la Divina Voluntad".

 

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10 de Octubre de 1925

Vol. 18

 

Intercambio de Voluntad entre Dios

y la Santísima Virgen y Luisa.

La Santísima Virgen repite al alma

todo lo que hizo a Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi pobre mente se encontraba en una atmósfera altísima, y me parecía ver a la Divinidad y sobre una rodilla del Padre Celestial veía a mi Reina Mamá muerta, como si no tuviera vida; yo, asombrada, pensaba para mí: "Mi Mamá ha muerto, pero... qué muerte tan dichosa, morir en las rodillas de nuestro Creador". Pero mirando mejor, vi como si su voluntad, separada de su cuerpo, estaba en las manos del Padre Divino. Yo miraba asombrada pero no me sabía explicar lo que veía. Entonces una voz que salió del trono divino dijo:

"Ésta es la elegida entre todas las elegidas, es la toda bella, es la única criatura que nos hizo don de su voluntad y, muerta, nos la dejó sobre nuestras rodillas, en nuestras manos, y Nosotros, en correspondencia, le hicimos don de nuestra Voluntad. (30)

(30) Ver nota anterior, n°26.

 

Don más grande no podíamos hacerle, porque con adquirir esta Suprema Voluntad tuvo poder para hacer descender al Verbo a la tierra y para hacer formar la redención del género humano. Una voluntad humana no tendría nunca poder sobre Nosotros ni ningún atractivo; en cambio, una Voluntad Divina dada por Nosotros mismos a esta incomparable criatura nos venció, nos conquistó y nos raptó, y no pudiendo resistir, cedimos a sus instancias de hacer descender al Verbo a la tierra. Ahora esperamos que vengas tú a morir sobre nuestra otra rodilla, dándonos tu voluntad, y Nosotros, viéndola muerta en nuestras manos como si no existiera más para ti, te haremos don de la Nuestra, y por medio tuyo, es decir, por medio de nuestra Voluntad donada a ti, volverá a vivir nuestro Fiat en la tierra. Estas dos voluntades muertas sobre nuestras rodillas serán el rescate de tantas voluntades rebeldes, y las tendremos como prendas preciosas que nos reharán de los tantos males de todas las demás criaturas, porque con nuestra Voluntad todo podrán satisfacernos".

Entonces esa voz dejó de oírse y yo me encontré en la otra rodilla paterna en acto de dar mi último respiro quedando muerta, pero en ese mismo instante volví en mí misma y no sé decir lo que sentía en mí, sólo pedía de todo corazón que no más mi voluntad entrara en mí, sino que sólo la Divina tuviera vida en mí. Ah, sólo Ella es la portadora de todos los bienes y la repetidora de Jesús en las almas, y haciendo eco al Fiat de la creación abraza todo y a todos en un solo abrazo y da la correspondencia a Dios por la obra de la creación, de la redención y de la santificación. La Voluntad Divina obrante en nosotros todo puede hacer, es la verdadera Reina que reina e impera sobre todo.

Después vi a mi Mamá Celestial con el Niño Jesús entre sus brazos, lo besaba y lo ponía a su pecho para darle su purísima leche y yo le dije: "Mamá mía, ¿y a mí nada me das? ¡Ah, por lo menos permite que ponga mi ‘te amo’ entre tu boca y la de Jesús mientras os besáis, a fin de que en todo lo que hacéis corra mi pequeño ‘te amo’."

Entonces Ella me dijo:

"Hija mía, pon tu pequeño ‘te amo’ no sólo en la boca sino en todos los actos que corren entre Mí y mi Hijo. Debes saber que en todo lo que Yo hice hacia mi Hijo tuve intención de hacerlo también hacia todas las almas que debían vivir en la Voluntad Divina, porque estando éstas en Ella, estaban dispuestas a recibir todos los actos que Yo hacía hacia Jesús y encontraba espacio suficiente donde depositarlos. (31)

 

(31) Es maravilloso saber que así como la Santísima Virgen ejerció su maternidad espiritual y divina hacia Jesús, así quiere ejercerla hacia cada uno de nosotros.

Su Santidad Juan Pablo ll en su encíclica Redemptoris Mater en el nº 47 nos dice: "Durante el Concilio Pablo Vl proclamó solemnemente que María es Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores’. Más tarde, el año 1968 en la Profesión de Fe, conocida bajo el nombre de ‘Credo del pueblo de Dios’, ratificó esta afirmación aun más comprometida con las palabras ‘Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el Cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos’."

Un excelente mariólogo contemporáneo, como lo es el P. Neubert, exponiendo en su libro "María en el dogma" este emocionante aspecto de la maternidad espiritual y divina de María hacia cada uno de nosotros dice, comparando entre la vida natural recibida de nuestros padres y la vida que recibimos de María, que "hay una distancia en cierto modo infinita, y esto porque lo que recibimos de Ella es la misma vida de Dios. Ser partícipes de la naturaleza divina, vivir de la misma vida que vive la adorable Trinidad, poder decir que por esta vida hacemos una sola cosa con Cristo, que el principio que lo anima a Él es el mismo que nos anima a nosotros... ¡qué misterios para extasiarnos durante toda la eternidad! Pues bien, María es quien nos engendra a esta vida divina. Al hacernos partícipes de la vida divina nos hace partícipes también, según la medida de nuestra capacidad, de los atributos de esta vida."

Un poco más adelante dice: "María nos ama con el amor mismo con que ama a Jesús, pues nosotros formamos una sola cosa con Él..."

Todos los teólogos reconocen la presencia de María y su intervención maternal, pero no han llegado a precisar todavía la naturaleza de esa acción. Pues claro, para precisarla y conocerla se necesita que sea Dios mismo quien nos la revele.

Pero volviendo al texto de Luisa, dice que María quiere hacer con nosotros y en nosotros lo que hizo con Jesús, (esto es, amarnos con el mismo amor con el que lo amó a Él). En otro lugar, Jesús le dice a Luisa acerca de esto: "Ella (María) vivía de mi palpitar eterno y Yo vivía de su palpitar materno..." ¿Qué era éste su palpitar materno? En otro lugar se lo dice así:

"Ahora, hija mía, escúchame y ponme atención. Quiero decirte una gran sorpresa de nuestro amor y quiero que no dejes escapar nada: quiero hacerte conocer hasta dónde llegó la maternidad de mi Madre Celestial, qué cosa hizo y cuánto le costó y le cuesta aún. Debes saber que la gran Reina no sólo me hizo de Madre con concebirme en su seno, con darme a la luz, con nutrirme con su leche, con prestarme todos los cuidados posibles que se necesitaron a mi infancia, no, esto no era suficiente ni a su amor materno ni a mi amor de Hijo. Por eso, su amor materno corría en mi mente y si algún pensamiento doloroso me afligía, Ella extendía su maternidad en cada pensamiento mío, lo ocultaba en su amor y lo besaba, así que mi mente me la sentía Yo oculta bajo sus alas maternas que no me dejaban nunca solo; cada pensamiento mío tenía a mi Mamá que me amaba y me prestaba todos sus cuidados maternos. Su maternidad se extendía en cada respiro mío, en cada latido de mi corazón, y si mi respiro y mi latido estaban ahogados por el amor y por el dolor, Ella corría con su maternidad para no dejarme ahogar por el amor y poner el bálsamo a mi corazón traspasado. Si Yo miraba, si caminaba, si obraba, Ella corría para recibir en su amor materno mis miradas, mis palabras, mis obras, mis pasos, los investía con su amor materno, los ocultaba y los conservaba en su Corazón y me hacía de Mamá. En el alimento que me preparaba hacía correr su materno amor, así que Yo, al comerlo, sentía su maternidad que me amaba... Además, ¿qué decirte, cuánta ostentación de maternidad hizo en mis penas? No hubo pena ni gota de mi sangre que Yo derramara en la cual no sintiera a mi querida e inseparable Mamá, y después de que me hacía de Mamá, tomaba mis penas, mi sangre y se las ocultaba en su Corazón materno para amarlas y continuar su maternidad.

¿Quién puede decirte cuánto me amó y cuánto la amé? Mi amor fue tanto que Yo no sabía estar en todo lo que hacía sin sentir su maternidad junto conmigo. Puedo decir que Ella corría para no dejarme nunca, aun en mi respiros, y Yo la llamaba. Su maternidad fue para Mí una necesidad, un consuelo, un apoyo para toda mi vida de acá abajo.

Ahora, hija mía, escucha otra sorpresa de amor de tu Jesús y de nuestra Mamá Celestial, porque en todo lo que se hacía entre Mí y mi Mamá el amor no encontraba obstáculo ni estorbo alguno, el amor del uno corría en el amor del otro para formar una sola vida de amor, y ahora, queriendo hacer lo mismo con todas las almas... ¡cuántos obstáculos, cuántos estorbos, rechazos e ingratitudes! Pero mi amor no se detiene jamás. Has de saber que al extender mi inseparable Mamá su maternidad dentro y fuera de Mí, Yo la constituía y la confirmaba como Madre de cada pensamiento de criatura, de cada respiro, de cada latido, de cada palabra... y hacía extender su maternidad en todas las obras de todas las criaturas, en sus pasos, en todas sus penas. Su maternidad corre por doquier; en los peligros de caer en pecado, corre, cubre con su maternidad a las almas para que no caigan, y si caen, deja su maternidad como ayuda y defensa para hacerlas levantarse. Su maternidad corre y se extiende en las almas que quieren ser buenas y santas y como si encontrara a su Jesús en ellas, hace de madre a su inteligencia, guía sus palabras, las cubre y las guarda en su amor materno para hacer crecer otros tantos Jesús; su maternidad hace ostentación en el lecho de los moribundos y sirviéndose de los derechos de autoridad de Madre que le fueron dados por Mí, me dice con acento tan tierno que Yo no se lo puedo negar: ‘Hijo mío, soy Madre y ellos son hijos míos, debo ponerlos a salvo; si no me concedes esto, mi Maternidad queda estéril.’ Y mientras esto me dice, los cubre con su amor y los esconde en su maternidad para ponerlos a salvo.

Mi amor fue tanto que le dije: ‘Madre mía, quiero que Tú seas la Madre de todos y lo que me has hecho a Mí lo hagas a todas las criaturas. Tu maternidad se extienda en cada acto de ellas de manera que a todas las vea Yo cubiertas y ocultas en tu amor materno’. Y mi Mamá aceptó y quedó confirmada en que no sólo debía ser Madre de todas sino que debía investir cada acto de ellas con su amor materno. Y ésta fue una de las gracias más grandes que hice a todas las generaciones humanas..., pero ¿cuántos dolores no recibe mi Mamá? Llegan a no querer recibir su maternidad, a desconocerla. Por eso todo el Cielo pide y espera con ansia que la Divina Voluntad sea conocida y reine, porque sólo entonces la gran Reina hará a sus hijos lo que hizo a su Jesús y su maternidad tendrá vida en sus hijos. Yo cederé mi lugar en su Corazón materno a quienes quieran vivir en mi Querer. Ella me los hará crecer y guiará sus pasos, los ocultará en su maternidad y santidad; en todos sus actos se verá impreso su amor materno y su santidad, serán verdaderos hijos suyos que me asemejarán en todo. Ah, cómo quisiera que todos supieran que quien quiera vivir en mi Querer tiene una Reina y Madre poderosa que suplirá lo que a ellos falte, los hará crecer en su regazo materno y en todo lo que hagan Ella estará junto con ellos para modelar los actos de ellos a los suyos, tanto que se conocerá que son hijos crecidos, custodiados y educados por el amor de la maternidad de mi Mamá. Y éstos serán los que la harán contenta, serán su gloria y su más grande honor."

¿Qué se puede decir de este trozo de los escritos de Luisa?

A nosotros se nos ocurren dos cosas:

Primera: que nadie nunca ha hablado así de la Maternidad espiritual y divina de María hacia Jesús y hacia nosotros... Para comentar y profundizar en este texto no nos bastaría un libro entero y mucho menos el breve espacio de una nota. Pero quien lo lea podrá meditarlo quién sabe cuántas veces y aprovecharlo.

Segunda: Por parte de la Santísima Virgen no hay falla en su actividad materna, la falla está en nosotros en nuestra actitud de hijos, pues no sabemos vivir como Jesús: con la necesidad de "sentir" su maternidad divina en todo lo que hacemos, no tenemos corazón de verdaderos hijos para llamarla en todo. Nuestra relación con Ella se reduce a una tibia devoción, y esto en el mejor de los casos...

Queremos terminar esta nota repitiendo lo que dijimos en la nota nº 28: ¡Ah, cómo estos escritos de Luisa, cuando se conozcan, se aprecien y se estudien, enriquecerán enormemente, entre otros muchos temas, la teología Mariana!

 

Así que si Yo besaba a mi Hijo, las besaba también a ellas, porque las encontraba junto con Él en su Suprema Voluntad, ellas eran las primeras formadas en Él, y mi amor materno me impelía a hacerlas participar en lo que hacía a mi Hijo. Gracias grandes se necesitaban para quienes debían vivir en esta Santa Voluntad y por eso Yo ponía a disposición de ellas todos mis bienes, mis gracias, mis dolores para ayuda de ellas, para defensa, para fortaleza, para apoyo, para luz; y Yo me sentía feliz y honrada con los más grandes honores por tener por hijos míos a los hijos de la Voluntad del Padre Celestial, la cual también Yo poseía, y por eso los veía también como partos míos. Es más, de ellos se puede decir lo que se dice de mi Hijo: que las anteriores generaciones encontraban la salvación en los méritos del futuro Redentor, así estas almas, en virtud de la Divina Voluntad obrante en ellas, estas futuras hijas son las que imploran incesantemente la salvación y las gracias a las generaciones. Están con Jesús y Jesús está en ellas, y repiten junto con Él todo lo que contiene Jesús. Por eso, si quieres que Yo repita a ti todo lo que hice a mi Hijo, haz que te encuentre siempre en su Voluntad, y seré magnánima contigo en mis favores".

 

* * *

12 de Noviembre de 1925

Vol. 18

 

Quien es puesto como cabeza

de una misión debe poseer

todos los bienes de la misma,

para comunicarlos a los demás.

 

Estaba fundiéndome, según mi costumbre, en el Santo Querer Divino y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior, me estrechó toda a sí y se puso en actitud de darme una lección y corregirme diciéndome:

"Hija mía, sé atenta en hacer tus actos en mi Voluntad. Has de saber que quien es llamado como cabeza de una misión, cuanto más encierra del bien perteneciente a esa misión, tanto más bien podrá comunicar a los demás; esos bienes serán como tantas semillas que prestará a los demás, a fin de que quien tenga la fortuna de querer adquirir esas semillas, se haga dueño de la cosecha de esas semillas. Así sucedió en Adán, pues siendo el primer hombre, fue constituido cabeza de todas las generaciones, y siendo la cabeza, era necesario que debía poseer, para poder darles a los demás, las semillas de lo que era necesario para el desarrollo de la vida humana; y si luego estas semillas han sido desarrolladas, dilucidadas y mayormente conocidas, según la buena voluntad de las generaciones posteriores y por la capacidad y aplicación que han puesto sobre esas mismas semillas, sin embargo Adán las tenía todas en sí mismo y se puede decir que todo de él viene, así que se puede decir que al ser creado por Dios fue dotado con todas las ciencias; lo que los demás aprenden con tantas fatigas, él lo poseía como tantos otros dones, en modo sorprendente. Por tanto poseía el conocimiento de todas las cosas de esta tierra; tenía la ciencia de todas las plantas, de todas las hierbas y de la virtud que cada una de ellas contenía; tenía la ciencia de todas las especies animales y de cómo debía usar de ellos; tenía la ciencia de la música, del canto, de la escritura, de la medicina, en suma, de todo. Y si las generaciones poseen cada una su ciencia particular, Adán las poseía todas. (32)

 

(32) El Génesis (2, 19) dice: "Formados, pues, de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, las hizo Yahvé Dios desfilar ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que el nombre de todos los seres vivientes fuese aquél que les pusiera el hombre. Así, pues, el hombre puso nombres a todos los animales domésticos, y a las aves del cielo y a todas las bestias del campo..." Sabemos que "poner nombre" a una cosa es designarla por sus características y cualidades especiales y ¿cómo habría podido Adán hacerlo si no hubiera tenido "la ciencia de todas las especies animales y de cómo debía usar de ellos?" Es doctrina común entre los teólogos que "el primer hombre, Adán, recibió, como maestro y cabeza de toda la humanidad, una ciencia y sabiduría excelentísima, infundida por Dios en el instante mismo de su creación".

Esta es una de las primeras veces que Luisa escribe acerca de Adán y del modo como fue creado; a partir de aquí (volumen 18), se encuentran numerosos capítulos acerca de este punto tan importante como lo es no sólo la creación de nuestro primer padre Adán sino también su primer periodo de vida antes del pecado: qué hacía, cómo lo hacía, qué santidad poseía, cómo toda la vida humana pende de él, etc. Nunca en los escritos ni un rasgo de evolución panteísta ni materialista, ni siquiera de un cierto evolucionismo perfectivo, sino en todo conforme con el magisterio de la Iglesia y con la teología sobre este punto. Y si bien el tema principal de este libro es la Santísima Virgen María, vamos a incluir aquí unos pocos pasajes de los escritos que tratan sobre Adán:

"Hija mía, hija primogénita de mi Voluntad, como a hija de Ella quiero develarte la santidad de aquél que poseyó el Reino de mi Fiat Divino: En el principio de la creación este Reino tuvo su vida, su perfecto dominio y su completo triunfo, así que este Reino no es del todo extraño a la familia humana, y como no es extraño está toda la esperanza de que retorne de nuevo en medio de ella para reinar y dominar. Ahora, has de saber que Adán poseyó tal santidad cuando fue creado por Dios y sus actos, aun mínimos, tenían tal valor, que ningún santo, ni antes ni después de mi venida a la tierra, puede compararse con su santidad, y todos los actos de éstos no llegan al valor de un solo acto de Adán, porque él poseyó en mi Voluntad Divina la plenitud de la santidad, la totalidad de todos los bienes divinos, y ¿sabes tú que significa plenitud? Significa estar lleno hasta el borde, hasta derramar afuera luz, santidad, amor; estar lleno de todas las cualidades divinas de modo de poder llenar cielo y tierra, de la cual tenía el dominio y extendía en ella su reino. Por eso cada acto suyo hecho en esta plenitud de los bienes divinos tenía tal valor que ningún otro, por cuanto se sacrificara, sufriera e hiciera el bien, pero que no poseyera el Reino de mi Voluntad y su total dominio, puede compararse a uno de estos actos en el Reino de Ella. Así que la gloria y el amor que me dio Adán hasta en tanto que vivió en el Reino de mi Querer, ninguno, ninguno me los ha dado, porque él en sus actos me daba plenitud y totalidad de todos los bienes, y sólo en mi Voluntad se encuentran estos actos, fuera de Ella, no existen. Por esto Adán tenía sus riquezas y sus actos de valor infinito que le participaba mi Querer ante la Divinidad: porque Dios al crearlo ningún vacío dejó en él sino que todo fue plenitud divina, por cuanto a la criatura le es posible contener..."

"Hija mía, ahora has de saber que verdaderamente Adán posee en el Cielo una gloria que ningún otro por cuan santo haya sido le es dada, excepto mi Mamá Celestial; y esto porque ningún otro santo posee un acto solo en la unidad de mi Voluntad Divina. Era justo y decoroso para nuestra Majestad Divina que la primera criatura salida de nuestras manos creadoras poseyera más gloria que todos los demás, y mucho más porque el primer periodo de su vida fue hecho como Nosotros quisimos, se puede decir que era vida nuestra, voluntad y obras nuestras que corrían en él, ¿cómo poder destruir este primer periodo de la vida de Adán si fue más nuestra que suya? Es inútil pensarlo, porque lo que se hace en nuestra Divina Voluntad es intangible, ninguno puede tocarlo porque entra en el orden divino e infinito. Y si bien él cayó, pero sus actos hechos hasta entonces quedaron íntegros y bellos tal como los había hecho. Este primer periodo de vida de Adán es inolvidable, hija mía, para Nosotros, para él y para todo el Cielo. Así que en virtud de este primer periodo de su vida inocente y hecha toda en la unidad de nuestro Fiat, Adán posee tal gloria y belleza que con ninguno se puede comparar y al solo verlo todos los bienaventurados reconocen cuán bella, majestuosa y enriquecida de tanta gracia fue la creación del primer hombre. Al verlo se ve en él el bien incalculable de la Divina Voluntad en la criatura, la alegría y la felicidad que se puede poseer y sólo en él, como dentro de un espejo, ven los bienaventurados cómo fue creado el hombre, el amor exuberante que le dimos, las riquezas con que lo dotamos... todo le dimos por cuanto la criatura puede contener hasta derramar fuera y poder inundar toda la tierra. Y si esto no fuera así que en Adán no se viera toda la magnificencia de la obra de nuestras manos creadoras, ni siquiera en el Cielo se podría conocer lo más grande que hicimos en la creación y lo que hace y puede hacer la criatura en nuestra Voluntad Divina."

Qué importante es todo este conocimiento acerca de nuestro primer padre Adán, que no queda sólo como un conocimiento histórico de lo que fue su creación y su gran periodo de vida antes del pecado sino como un conocimiento práctico al descubrirlo como el más santo y el más perfecto en el Cielo y que, lógicamente, su intercesión para quien quiere vivir en la Divina Voluntad es poderosísima. Algunas personas que conocieron a Luisa cuentan que cuando alguien se acercaba a ella para pedirle oraciones y explicaciones para vivir en la Divina Voluntad, ella les decía: "Rézale a tu padre Adán, él te ayudará".

Todo este conocimiento acerca de Adán, Jesús le dice a Luisa que no lo había revelado antes porque la criatura no conociendo el vivir en la Divina Voluntad, el vivir en la unidad del Fiat Divino, no habría comprendido nada. Y esto es ciertísimo, pues nadie sabe nada de este período de la vida de Adán.

No nos extendemos más, sólo decimos que en los escritos de Luisa hay abundantísimo material sobre este tema de Adán antes del pecado.

 

¿Ves entonces cómo quien debe ser la cabeza es necesario que contenga en sí todo el bien del que deben los demás participar? Así es de ti, hija mía: habiéndote llamado como cabeza de una misión especial, más que un nuevo Adán, pues no se trata de ciencias humanas sino de la ciencia de las ciencias, como es mi Voluntad, ciencia toda de Cielo, quiero que encierres en ti todas las semillas que mi Voluntad contiene, y por cuantos más actos hagas en Ella y por cuantos más conocimientos adquieras, tantos más rayos de luz pondrás al sol de mi Voluntad. Y habiendo mayor plenitud de luz, se podrá difundir más para bien de las generaciones, de modo que, impresionadas por la plenitud de la luz, podrán conocer con mayor claridad el bien que contiene mi Voluntad, qué significa vivir en Ella y el gran bien con el que quedan enriquecidas. Sucederá como sucede con el Sol, que como posee tanta plenitud de luz, puede con facilidad tomar como en un puño a toda la tierra, calentarla, iluminarla y fecundarla, de manera tal que todos pueden conocer, quien más, quien menos, el bien que hace el Sol con llevar su luz a todos; pero si el Sol en lo alto de su esfera fuera pobre de luz ¿podría la luz que desciende iluminar plenamente a toda la tierra? A lo más a una pequeña parte de la tierra que girara más cercana al Sol. Y si al Sol, que debía iluminar naturalmente a la tierra, le di tal plenitud de luz para el bien de todas las generaciones, mucho más quiero llenar de plenitud de luz al Sol de mi Voluntad que debe iluminar a las almas, calentarlas y poner en ellas la fecundidad de la semilla de la santidad divina. Y así como elegí a Adán como cabeza y como elegí un punto en el cielo donde fijar el centro del Sol que debía iluminar a la tierra, así te elegí a ti como centro del sol de mi Voluntad, y debe ser tanta la plenitud de la luz que todos puedan gozar y quedar revestidas por esta luz y hacerla cada uno como cosa propia. Por esto se necesitan tus actos completos en mi Voluntad y el conocimiento que Yo te voy manifestando: para formar la plenitud de esta luz.

Es costumbre de la sabiduría eterna establecer los actos de la criatura para dar cumplimiento al bien que le quiere hacer. Esto sucedió para que viniera a la tierra la redención del Verbo Eterno: se necesitó el curso de cuatro mil años, y durante ese tiempo estaban establecidos todos los actos que debían hacer las criaturas para disponerse a merecer el gran bien de la redención y todas las gracias y conocimientos que debía dar la Suprema Majestad para hacer conocer el bien que debía llevar el descendimiento del Verbo en medio de ellas; he aquí el porqué de los patriarcas, de los profetas y de todos los buenos del antiguo testamento, quienes con sus actos debían hacer el camino, la escalera, para llegar al cumplimiento de la redención ansiada. Pero esto no bastó, porque por cuan buenos y santos eran sus actos, estaba el muro altísimo del pecado original que mantenía la división entre ellos y Dios; he aquí por qué se necesitó una Virgen concebida sin mancha original, inocente y santa y enriquecida por Dios con todas las gracias, la cual hizo como suyos todos los actos buenos del curso de los cuatro mil años, los cubrió con su inocencia, santidad y pureza, de modo que la Divinidad vio aquellos actos a través de los actos de esta inocente y santa criatura, la cual no sólo abrazó todos los actos de los antiguos, sino que Ella sola, con los suyos, los superó a todos, y por eso obtuvo el descendimiento del Verbo a la tierra. Sucedió a todos los actos buenos de los antiguos como a quien tiene mucho oro y plata, pero en aquellos metales preciosos no esta acuñada la imagen del rey, que es lo que da el valor de moneda al metal, por lo que si bien por sí mismo contiene valor, pero no puede llamarse un valor de moneda que pueda correr en el reino como derecho de moneda, pero supón que aquel oro o aquella plata fueran adquiridos por el rey, el cual dándoles la forma de moneda acuñara su imagen, entonces aquel oro adquiriría el derecho de moneda. Así hizo la Virgen: acuñó su inocencia, su santidad y el Querer Divino, que Ella poseía íntegro, en todos aquellos actos y los presentó todos juntos a la Divinidad y obtuvo así el Redentor ansiado. Así que la Virgen completó y cumplió todos los actos que se necesitaban para hacer descender el Verbo a la tierra. Pero no terminó aquí, pues para hacer que el Redentor tuviera su campo de acción en la tierra y para hacer que cualquiera que quisiera pudiera servirse también de aquellos actos como monedas para comprarse el Cielo, se necesitaba, al sello de la inocencia, de la santidad y del Querer Divino, el sello del obrar del mismo Verbo encarnado para hacer subir al hombre al Cielo. Si el sello de la Virgen bastó para hacerme descender en medio de las criaturas, para hacer subir al hombre se necesitó mi obrar divino. Y ésta es la razón por la que Yo abracé e hice míos todos los actos, suplí a todos, completé y cumplí todo y por todos, y puse el sello divino a todos los actos buenos, desde el primero hasta el último hombre que vendrá a la tierra; y este sello fue puesto por Mí con penas inauditas y con el desembolso de mi sangre, y así di, como rey magnánimo, la moneda a todos para comprarse el Cielo. Todo esto estaba establecido por la Sabiduría increada, y ni siquiera un acto podía faltar de todo esto para llevar a cumplimiento la redención.

Ahora, hija mía, así como fue de la redención, así es de mi Voluntad. Para hacerla conocer y hacerla reinar como acto primero de vida en la criatura, se necesita el cumplimiento de los actos; también tú, a ejemplo de mi Celestial Mamá y del mío, debes en mi misma Voluntad abrazar todos los actos hechos en el antiguo testamento, los de la Reina del Cielo, los hechos por Mí y los que se hacen y se harán por todos los buenos y santos hasta el último de los días, y a todos les pondrás tu sello de correspondencia de amor, de bendición, de adoración con la santidad y potencia de mi Voluntad. Nada te debe escapar. Mi Voluntad abraza todo y también tú debes abrazar todo y a todos y poner a mi Voluntad en su primer puesto de honor en todos los actos de las criaturas. Mi Voluntad será tu sello con el que sellarás la imagen de mi Voluntad en todos los actos de las criaturas. Por eso tu campo es vastísimo; te quiero ver correr en mi Voluntad sobre todas las gracias y prodigios que hice en el antiguo testamento para darme tu correspondencia de amor y de agradecimiento; te quiero ver correr en los actos de los Patriarcas y de los Profetas para suplir a su amor; no hay acto en el que no te quiera encontrar, y no me sentiré satisfecho ni contento si no te encuentro en todos los actos de las criaturas que se han hecho y que se harán, ni tú podrás decir que has cumplido y completado todo en mi Voluntad, pues te faltaría alguna cosa del verdadero vivir en mi Querer. Por eso sé atenta si quieres que la plenitud de la luz sea suficiente para poder iluminar con el sol de mi Voluntad a todas las gentes. Quien quiere dar luz a todos, debe abrazar a todos como con un solo abrazo haciéndose vida y suplencia de todo y de todos. ¿No es acaso mi Voluntad vida de todo? ¿Y esta vida no es correspondida con tantas amarguras? ¿No se necesita entonces que alguien corra en todos para endulzar estas amarguras, sustituyéndose como acto de vida con mi misma Voluntad por cada acto de la ingrata criatura?"

 

* * *

6 de Marzo de 1926

Vol. 19

 

De la Santísima Virgen se supo sólo

lo necesario; así será también de Luisa.

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús vino y tomando mi mano con la suya me elevó en Él a lo alto, entre el cielo y la tierra. Yo, casi temiendo, me estreché a Jesús y le apreté fuertemente la mano, y queriendo desahogar con Él la pena que tanto me oprime, le dije: "Amor mío y vida mía Jesús, tiempo atrás me decías que querías hacer de mí una copia de mi Mamá Celestial, pero de Ella casi nada se supo de los tantos mares de gracia con los que a cada instante era inundada por ti. Ella no dijo nada a nadie, todo se lo tuvo para Ella sola. Ni el Evangelio dice nada de ello. Se sabe sólo que fue tu Mamá y que dio al mundo a ti, Verbo Eterno, pero todo lo que pasó entre Tú y Ella, los favores, las gracias, se los tuvo todos para Ella sola. En cambio conmigo quieres todo lo contrario, quieres que manifieste lo que me dices, no quieres el secreto para todo lo que pasa entre Tú y yo... y yo sufro por esto. ¿Dónde está entonces la copia que quieres hacer entre mí y mi Mamá?" Y mi dulce Jesús, estrechándome fuerte a su Corazón, todo ternura me dijo:

"Hija mía, ánimo, no temas. Así como fue de mi Mamá que no se supo de Ella sino sólo lo necesario y suficiente para hacer conocer que Yo era su Hijo y que por medio suyo vine a redimir a las generaciones humanas, y que fue Ella la primera en la cual tuve mi campo de acción divino en su alma, y todo lo demás de los favores y de los mares de gracia que recibió quedaron en el sagrario de los secretos divinos; pero se supo la cosa más importante, la más grande, la más santa: que el Hijo de Dios era hijo suyo, y esto para Ella fue el honor más grande y la elevó por encima de todas las criaturas. Así que sabiéndose lo más de mi Mamá, lo menos no era necesario. Así será también de mi hija: se sabrá sólo que mi Voluntad tuvo su primer campo de acción divina en tu alma y todo lo que sea necesario para hacer conocer lo que se refiere a mi Voluntad y cómo quiere salir en campo para hacer que la criatura vuelva a su origen, cómo con tantas ansias la espera en sus brazos para que no haya más división entre Mí y ella. Y si esto no se supiera ¿cómo la criatura podría suspirar un bien tan grande? ¿Cómo podría disponerse a una gracia tan grande? Si mi Mamá no hubiera querido hacer conocer que Yo era el Verbo Eterno e Hijo suyo ¿cuál bien habría producido la redención? El bien no conocido, por cuán grande sea, no tiene caminos para comunicar el bien mismo que posee. Y como mi Mamá no se opuso, así la hija mía no debe oponerse a lo que se refiere a mi Voluntad. Todo el resto de los secretos, los vuelos que haces en mi Querer, los bienes que tomas, las cosas más íntimas entre Yo y tú, quedarán en el sagrario de los secretos divinos. No temas, tu Jesús te contentará en todo."

 

* * *

28 de Marzo de 1926

Vol. 19

 

Viviendo en el Querer Divino todos

los bienes quedan concentrados en

el alma. La finalidad primaria de

la redención fue el Fiat Voluntas Tua

reinante en la tierra. La Celestial

Mamá y sus actos como ayuda del alma.

 

Habiendo recibido la santa comunión estaba llamando a todos: a mi Mamá Reina, a los santos, al primer hombre Adán seguido de todas las generaciones hasta el último hombre que vendrá a la tierra, y además a todas las cosas creadas, a fin de que todos juntos postrados conmigo en torno a Jesús, lo adoráramos, lo bendijéramos, lo amáramos, en tal modo que a Jesús nada le faltara de todas sus obras salidas de sus manos, ni un corazón que late, ni un sol que resplandece, ni la extensión del cielo azul tachonado de estrellas, ni el mar que murmura, ni siquiera la más pequeña florecita que eleva su perfume; a todo y a todos quería poner en torno a Jesús Hostia, a fin de que le rindieran los honores debidos. Y su Querer me hacía todo presente como si todo fuera mío, y yo quería dar todo a Jesús. Entonces, mientras esto hacía, me parecía que Jesús estaba feliz al mirar a todas las generaciones y a todas sus cosas alrededor de Él, y estrechándome a sí me dijo:

"Hija mía, cómo estoy contento al ver a mi alrededor todas las obras mías. Me siento volver a dar la alegría, la felicidad que les di al crearlas, y Yo les correspondo con nueva felicidad; es éste el gran bien que contiene y lleva nuestra Voluntad, y en quien en Ella vive centra los bienes de todos en ella, porque mi Voluntad no hay bien que no lleve, y vincula al alma a todos y a todo lo que a Ella pertenece. Así que si la criatura no se hubiera sustraído de mi Querer Yo habría encontrado a todos en cada una, y a cada una en todos; los bienes, la luz, la fuerza, la ciencia, el amor, la belleza debían ser comunes a todos, no debía haber ni tuyo ni mío, ni en el orden natural ni en el orden espiritual, cada una habría podido tomar cuanto hubiera querido. El Sol es símbolo de cómo debía ser la vida humana en mi Voluntad: todos pueden tomar luz por cuanta quieren, sin que a nadie le falte; pero como se sustrajo de mi Voluntad, los bienes, la luz, la fuerza, el amor, la belleza, quedaron divididos y como repartidos entre las criaturas, por eso no hubo más orden, ni armonía, ni verdadero amor ni hacia Dios ni entre ellas. Oh, si el Sol se pudiera dividir en muchos rayos, separándose del centro de la luz, terminarían estos rayos solares con volverse tinieblas. ¿Y qué sería de la tierra? Ah, ciertamente que ya nadie podría tener una luz toda suya y toda para sí. Así fue de mi Voluntad: el hombre al sustraerse de Ella perdió la plenitud de los bienes, la plenitud de la luz, de la fuerza, de la belleza, etc., y por eso estuvo obligado a vivir de miseria. Por eso sé atenta, tu vivir en mi Querer sea continuo para que tú contengas todo y Yo encuentre a todos en ti."

Luego, estaba pensando entre mí: "Si tanto bien contiene el verdadero vivir en la Suprema Voluntad, ¿por qué la Mamá Celestial, que era toda Voluntad de Dios, no impetró junto al suspirado Redentor el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, y así hacer volver al hombre a ese Fiat Supremo del cual salió, para darle de nuevo todos los bienes y la finalidad para la cual había sido creado? Y mucho más, pues Ella, siendo toda Voluntad de Dios, no tenía ningún alimento extraño a Dios, y por lo tanto poseía la misma potencia divina y con ésta todo podía impetrar."

Entonces mi dulce Jesús, moviéndose de nuevo en mi interior, suspirando agregó:

"Hija mía, en todo lo que hizo mi Mamá y en todo lo que hice Yo en la redención, la finalidad primaria fue que mi Fiat reinase en la tierra. No habría sido ni decoro ni verdadero amor ni magnanimidad grande, ni mucho menos obrar como el Dios que era, si viniendo al mundo hubiera debido y querido dar a las criaturas sólo la cosa más pequeña, como son los medios para salvarse, y no la cosa más grande, como es mi Voluntad, que contiene no sólo los remedios, sino todos los bienes posibles que hay en el Cielo y en la tierra, y no sólo la salvación y la santidad, sino esa santidad que la elevaba hasta la misma santidad de su Creador. Oh, si tú pudieras penetrar dentro de cada oración, de cada acto, de cada palabra y de cada pena de mi indivisible Mamá, encontrarías dentro el Fiat que suspiraba e imploraba; si pudieras penetrar dentro de cada gota de mi sangre, en cada latido mío, en cada respiro, paso, obra, en cada dolor y lágrima, encontrarías dentro el Fiat que suspiraba y pedía para las criaturas. Pero a pesar de que la finalidad primaria era el Fiat, mi Bondad debió bajar a la finalidad secundaria, para hacer como un maestro que mientras contiene las ciencias más altas y pudiendo dar lecciones de las más nobles y sublimes, dignas de sí mismo, como los alumnos son todos analfabetos, se debe abajar a dar lecciones de a, be, ce, para poder, poco a poco, llegar a su finalidad primaria, que es la de dar lecciones de la ciencia que posee para hacer otros tantos maestros dignos de tal maestro. Pero si ese maestro no hubiera querido abajarse a dar lecciones de estudios inferiores, y hubiera querido dar lecciones de su alta ciencia, los alumnos analfabetos no le habrían entendido, y confundidos por tanta ciencia ignorada por ellos, lo habrían dejado, y el pobre maestro, por no haberse querido abajar, no habría podido dar ni el bien pequeño de su ciencia ni menos el grande. Ahora, hija mía, cuando Yo vine a la tierra, las criaturas eran todas analfabetas de las cosas del Cielo y si Yo hubiera querido hablar del Fiat y del verdadero vivir en Él, hubieran sido incapaces de comprenderlo. Si no conocían el camino para venir a Mí y eran la mayor parte cojos, ciegos, enfermos, Yo debí abajarme en los míseros velos de mi Humanidad que cubría a aquel Fiat que quería dar, hermanarme con ellos, ponerme en común con todos para poder enseñar los primeros rudimentos, el a be ce del Fiat Supremo; y todo lo que Yo enseñé, hice y sufrí no fue otra cosa que preparar el camino, el reino y el dominio a mi Voluntad. Esto es costumbre en nuestras obras, hacer las cosas menores como acto preparatorio a las cosas mayores. ¿Y no hice igual contigo? Ciertamente no te hablé al principio del Fiat Supremo ni de la altura de la santidad a la que Yo quería que llegaras en mi Querer, ni hice ninguna mención de la misión tan grande a la que te llamaba, sino que te tuve como pequeña niña a la cual me deleitaba enseñarle la obediencia, el amor al sufrir, el desapego de todo, la muerte a tu propio yo, y a medida que te prestabas Yo me alegraba, porque veía en ti preparado el lugar donde depositar mi Fiat y las lecciones sublimes que pertenecen a mi Voluntad. Y así fue también en la redención: todo fue hecho con la finalidad de que el Fiat pudiera de nuevo reinar en la criatura así como cuando la hicimos salir de nuestras manos creadoras. Nosotros no tenemos prisa en nuestras obras, porque tenemos no sólo los siglos sino toda la eternidad a nuestra disposición, por eso vamos a paso lento, pero con nuestro triunfo seguro; primero preparamos y después hacemos. Y no es que con haberme regresado al Cielo no tenga la misma potencia que si continuara estando en la tierra, no, mi potencia es siempre igual, la misma estando en el Cielo como estando en la tierra. ¿Acaso no llamé y elegí a mi Mamá estando en la Patria Celestial? Y así te he llamado y elegido a ti, con la misma potencia a la que nadie puede resistir, para el suspirado Fiat, es más, te digo que para obtener esto, tú tienes cosas más grandes y más importantes y que no tuvo mi amada Mamá, por eso tú eres más feliz: porque Ella no tuvo una Mamá ni sus obras como ayuda para obtener el suspirado Redentor, sino que sólo tuvo el cortejo de los actos de los profetas, de los patriarcas y de los buenos del antiguo testamento y de los grandes bienes y méritos previstos del futuro Redentor. En cambio tú tienes a una Mamá y a todas sus obras por ayuda, tienes las ayudas, las penas, las oraciones y la misma Vida, no prevista sino efectuada, de tu Redentor. No hay bien ni oración que hayan sido hechos y que se hacen en la Iglesia que no estén contigo para darte ayuda para obtener el suspirado Fiat. Y como en todo lo que fue hecho por Mí, por la Reina del Cielo y por todos los buenos, la finalidad primaria era el cumplimiento de mi Voluntad, por eso todo está contigo para impetrar el objeto de su finalidad. Por eso sé atenta, Yo estaré junto contigo, mi Mamá también estará siempre contigo, nunca estarás sola para suspirar el triunfo de nuestra Voluntad."

 

* * *

31 de Marzo de 1926

Vol. 19

 

El alma en la Divina Voluntad

debe conocer, amar y poseer

lo que a Ella pertenece.

La Santísima Virgen concibió en

Ella al Verbo Eterno porque hizo la

Voluntad de Dios como la hace Dios.

 

Mi pobre mente se perdía en el Divino Querer y una luz interminable inundaba el pequeño círculo de mi inteligencia, y mientras esta luz me parecía como concentrada en mi mente, se expandía fuera, llenaba toda la atmósfera y penetrando hasta en los Cielos me parecía como concentrada en la Divinidad. Pero ¿quién puede decir lo que sentía y comprendía estando en aquella luz? Sentía la plenitud de la felicidad. Ninguna cosa podía penetrar en aquella luz que pudiera ensombrecer en lo más mínimo el gozo, la belleza, la fuerza, la penetración en los secretos divinos y el conocimiento de los arcanos supremos. Entonces mi siempre amable Jesús, mientras yo nadaba en aquella luz, me dijo:

"Hija mía, esta luz, esta morada tan encantadora que no conoce ocaso ni noche es mi Voluntad. Todo es completo y pleno en Ella, felicidad, fortaleza, belleza, conocimiento del Ser Supremo, etc. Esta luz interminable que es nuestra Voluntad salió del seno de la Divinidad como patrimonio del hombre, la más bella heredad que podíamos darle. Ella salió de lo íntimo de nuestro seno llevando consigo parte de todos nuestros bienes para hacérselos heredar a la criatura y formarla toda bella y santa, a semejanza de Aquél que la había creado. ¿Ves entonces, hija mía, qué significa hacer y vivir en mi Voluntad? No hay bien que exista en el Cielo y en la tierra que Ella no posea. Y quiero que tú los conozcas, de lo contrario ¿cómo puedes amarlos y poseerlos y servirte de ellos en las diversas circunstancias si no los conoces? Si no sabes que tienes una fortaleza divina a tu disposición, por una nadería te abatirás; si no sabes que posees una belleza divina, no tendrás el valor de estar conmigo a lo familiar, pues te sentirías desemejante de Mí y no tendrás la confianza de arrancarme que el Fiat venga a reinar en la tierra; si no sabes que todo lo que he creado es tuyo, no me amarás en todas las cosas y no tendrás la plenitud del verdadero amor... y así de todas las demás cosas. Si tú no conoces todos los bienes que posee mi Voluntad, que no hay cosa que a Ella no pertenezca y que tú debes poseer, te sucedería como a un pobre que le fuera dado un billón, pero sin hacerle conocer que en su tugurio le ha sido puesta esa suma, ¡pobrecito! como no conoce el bien que posee continúa su vida pobre, hambriento, harapiento y bebe a sorbos las amarguras de su pobreza; pero si en cambio lo conoce, cambia su fortuna, cambia su tugurio en un palacete, se alimenta abundantemente, viste con decencia y con lujo y bebe los dulces sorbos de su riqueza. Así que por cuantos bienes pueda uno poseer, si no los conoce es como si no los tuviera. Ésta es la causa de por qué continuamente ensancho tu capacidad y te doy más conocimientos sobre mi Voluntad y te hago conocer todo lo que a Ella pertenece: a fin de que no sólo poseas mi Voluntad sino también todo lo que a Ella pertenece.

Por otra parte, mi Supremo Querer para venir a reinar en el alma quiere encontrar sus bienes, sus dominios, por tanto el alma debe hacerlos suyos, para hacer que, viniendo a reinar en ella, Él encuentre sus mismos dominios donde poder extender su régimen, su mando, y si no encuentra Cielo y tierra en el alma ¿sobre quién entonces debe reinar? Ésta es la necesidad por la que mi Querer quiere concentrar todos los bienes en ti y por la que tú debes conocerlos, amarlos y poseerlos: para que estando todos en ti, Él pueda encontrar su reino, dominarlo y regirlo."

Luego, estaba pensando en lo que Jesús me había dicho y veía más que nunca mi pequeñez y decía entre mí: "¿Cómo puedo concentrar yo todo lo que el Querer Divino posee? Me parece que por cuanto más Jesús me dice, más pequeña me hago y más incapaz me siento, entonces ¿cómo puede ser esto?" Y Jesús volviendo agregó:

"Hija mía, has de saber que mi Mamá Celestial pudo concebirme a Mí, Verbo Eterno, en su seno purísimo, porque hizo la Voluntad de Dios como la hace Dios. Todas las demás prerrogativas que poseía, es decir, virginidad, concepción sin mancha original, santidad, mares de gracia que poseía, no eran medios suficientes para concebir a un Dios, porque todas estas prerrogativas no le daban ni la inmensidad ni la omnividencia para poder concebir a un Dios inmenso y que todo ve, y mucho menos le daban la fecundidad de poderlo concebir; en suma, le habría faltado el germen para la fecundidad divina. En cambio, con poseer el Supremo Querer como vida propia y con hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios, recibió el germen de la fecundidad divina, y con él la inmensidad, la omnividencia, y por eso en modo connatural pude quedar concebido en Ella, no me faltaba ni la inmensidad ni nada de todo lo que a mi Ser pertenece.

Ahora, hija mía, también para ti será como connatural la concentración de todo lo que a mi Voluntad pertenece si llegas a hacer la Divina Voluntad como la hace el mismo Dios; la Voluntad de Dios en ti y la que reina en Dios mismo será una sola, ¿qué maravilla entonces si todo lo que es de Dios y que esta Voluntad rige, conserva y domina, sea también tuyo? Más bien lo que se necesita es que conozcas lo que a Ella pertenece, a fin de que puedas amar los bienes que posees, y amándolos adquieras los derechos de posesión. Este hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios fue el punto más alto, más substancioso y más necesario para mi Mamá para obtener el suspirado Redentor. Todas las demás prerrogativas fueron la parte superficial, la decencia, el decoro que a Ella convenía. Y así es para ti: si quieres obtener el suspirado Fiat como en el Cielo en la tierra, debes llegar a esto de hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios."

 

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16 de abril de 1926

Vol. 19

 

Cómo para vivir en el Divino Querer

se necesita el pleno abandono en

los brazos del Padre Celestial, como

la Reina Mamá, y cómo la nada

debe ceder la vida al Todo.

Cuidados de Jesús hacia el alma.

 

Me sentía muy pequeña e incapaz de hacer nada y llamé en mi ayuda a mi Reina Mamá a fin de que junto conmigo pudiéramos amar, adorar y glorificar a mi sumo y único Bien por todos y a nombre de todos. Entonces me encontré en una inmensidad de luz y toda abandonada en los brazos de mi Padre Celestial, es más, tan unificada, como si formara una sola cosa con Él, de modo que no sentía más mi vida sino la de Dios. Pero ¿quién puede decir lo que experimentaba y hacía?

Después de esto, mi dulce Jesús salió de dentro de mi interior y me dijo:

"Hija mía, todo lo que has experimentado, tu pleno abandono en los brazos de nuestro Padre Celestial, el no sentir más tu misma vida es la imagen del vivir en mi Querer, porque para vivir en Él el alma debe vivir más de Dios que de sí misma, es más, la nada debe ceder la vida al Todo para poder hacer todo y tener su acto encima de todos los actos de cada criatura. Ésta fue la vida de mi Mamá Divina. Ella fue la verdadera imagen del vivir en mi Querer. Su vivir en Él fue tan perfecto que no hacía más que recibir continuamente de Dios lo que le convenía hacer para vivir en el Supremo Querer, así que recibía el acto de la adoración suprema, para poderse poner encima de cada adoración que todas las criaturas estaban obligadas hacer hacia su Creador, porque la verdadera adoración tiene vida en las tres Divinas Personas: nuestra concordia perfecta, nuestro amor mutuo, nuestra única Voluntad forma la adoración más profunda y perfecta en la Trinidad Sacrosanta. Por lo tanto, si la criatura me adora pero su voluntad no está de acuerdo con la mía, es palabra vana, pero no adoración. Por eso mi Mamá todo tomaba de Nosotros, para poderse difundir en todo y ponerse encima de cada acto de criatura, encima de cada amor, de cada paso, de cada palabra, de cada pensamiento, encima de cada cosa creada. Ella ponía su acto primero sobre todas las cosas y esto le dio el derecho de Reina de todos y de todo, y superó en santidad, en amor, en gracia a todos los santos que ha habido y que habrá y a todos los ángeles juntos. El Creador se volcó sobre Ella para darle tanto amor de tener amor suficiente para poderlo amar por todos; le comunicó la suma concordia y la Voluntad única de las tres Divinas Personas, de manera que pudo adorar en modo divino por todos y suplir todos los deberes de las criaturas. Si no fuera así, no sería una verdad que la Mamá Celestial superó a todos en la santidad, en el amor, sino un modo de decir, siendo que Nosotros cuando hablamos, son hechos, no palabras. Por eso, todo encontramos en Ella, y habiendo encontrado todo y a todos, todo le dimos, constituyéndola Reina y Madre del mismo Creador.

Ahora, hija de mi Suprema Voluntad, quien quiere todo, debe encerrar todo y ponerse encima como acto primero de los actos de todos, así que tú debes estar encima de todo amor, de toda adoración y gloria de cada criatura. Mi Voluntad es todo; he aquí por qué la misión de la Soberana Reina y la tuya se pueden llamar una sola, y tú debes seguir paso a paso el modo como Ella estaba con Dios, a fin de poder recibir la actitud divina para poder tener en ti un amor que dice amor por todos, una adoración que adora por todos, una gloria que se difunde por todas las cosas creadas. Tú debes ser nuestro eco, el eco de mi Mamá Celestial, porque sólo Ella fue quien vivió perfectamente y plenamente en el Supremo Querer y por eso puede serte de guía y hacerte de Maestra.

¡Ah, si tú supieras con cuánto amor estoy a tu alrededor, con cuánto celo te vigilo a fin de que no sea interrumpido tu vivir en mi Eterno Querer! Tú debes saber que estoy haciendo más contigo que con mi misma Mamá Celestial, porque Ella no tenía tus necesidades ni tendencias ni pasiones que pudieran mínimamente impedir el curso de mi Voluntad en Ella, con suma facilidad el Creador se volcaba en Ella y Ella en Él, por lo que mi Voluntad era siempre triunfante en Ella, y por eso no tenía necesidad de incitaciones ni de amonestaciones. En cambio contigo debo tener más atenciones, cuando veo que alguna pasioncilla, alguna pequeña tendencia quiere surgir en ti y también cuando tu voluntad humana quisiera tener algún acto de vida propia en ti, debo amonestarte, la potencia de mi Querer debe estar en acto de abatir lo que surge en ti que no pertenece a Ella, y mi gracia y mi amor deben correr en lo podrido que la voluntad humana iría formando, o bien impedir con gracias anticipadas que lo podrido se pueda formar en tu alma. Porque Yo amo tanto, me cuesta tanto el alma en la cual reina mi Querer y en la cual tiene su campo de acción divina mi Fiat Supremo, finalidad única de toda la creación y de la misma redención, que la amo y me cuesta más que toda la creación y que la misma redención. Porque la creación fue el principio de nuestra obra hacia las criaturas, la redención fue el medio, el Fiat será el fin, y las obras cuando están cumplidas, se aman más y adquieren el valor completo. Hasta en tanto que una obra no está cumplida, hay siempre por hacer, por trabajar, por sufrir y no se puede calcular su justo valor; en cambio cuando está cumplida, queda sólo el poseer y el gozar la obra hecha y su valor completo viene a completar la gloria de aquél que la formó. Por eso la creación y la redención deben encerrarse en el Fiat Supremo. ¿Ves entonces cuánto me cuestas y cuánto siento amarte? El Fiat obrante y triunfante en la criatura es para Nosotros la cosa más grande, porque la gloria que fue establecida por Nosotros recibir por medio de la creación, nos viene dada, nuestra finalidad, nuestros derechos adquieren su pleno poder. He aquí por qué mis cuidados todos para ti, mis manifestaciones a ti, mi amor por toda la creación y redención concentrado todo en ti: porque en ti quiero ver el triunfo de mi Voluntad."

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28 de abril de 1926

Vol. 19

 

La creación y la Mamá Celestial son

los ejemplares más perfectos del vivir

en el Divino Querer. Cómo la Virgen

Santísima superó a todos en el sufrir.

 

Estaba pensando entre mí: "Mi dulce Jesús cuando habla de su Querer, une casi siempre a la Soberana Reina del Cielo o a la creación; parece que se deleita tanto en hablar de una y de otra que va buscando ocasiones, pretextos, inventos, para manifestar lo que hace la Santísima Voluntad tanto en la Mamá Celestial como en la creación."

Entonces, mientras esto pensaba, mi amable Jesús se movió en mi interior y todo ternura me estrechó a Él y me dijo:

"Hija mía, si esto hago es porque tengo fuertes razones. Debes saber que mi Voluntad sólo en la creación y en mi Mamá Celestial ha estado siempre íntegra y ha tenido libre su campo de acción. Entonces, debiendo llamarte a ti a vivir en mi Querer como una de ellas, debo proponértelas como ejemplo, como una imagen que debes imitar. Así que para poder hacer cosas grandes de modo que todos puedan tomar de ese bien, excepto si no quieren, la primera cosa es que mi Voluntad debe obrar integralmente en el alma. Mira la creación, cómo mi Voluntad está íntegra en ella, y como está íntegra, la creación está en su lugar y contiene la plenitud de aquel bien con el que fue creada y por eso se mantiene siempre nueva, noble, pura, fresca y puede participar a todos el bien que posee, y lo bueno es que mientras se da a todos, ella nada pierde y está siempre tal como fue creada por Dios. ¿Qué cosa ha perdido el Sol con dar tanta luz y calor a la tierra? Nada. ¿Qué ha perdido el cielo azul con estar extendido en la atmósfera, la tierra con producir tantas y tan variadas plantas? Nada. Y así de todas las cosas por Mí creadas. ¡Oh, cómo la creación decanta en modo admirable aquel dicho que dicen de Mí: 'es siempre antiguo y siempre nuevo'! Así que mi Voluntad en la creación es centro de vida, es plenitud de bien, es orden, armonía, a todas las cosas las mantiene en el puesto por Ella querido. ¿Dónde podrás encontrar un ejemplo más bello, una imagen más perfecta del vivir en mi Querer si no en la creación? Por eso Yo te llamo a vivir en medio de las cosas creadas como una hermana de ellas, a fin de que aprendas a vivir en el Supremo Querer para poder estar también tú en tu puesto querido por Mí, para poder encerrar en ti la plenitud del bien que mi Querer quiere encerrar en ti, a fin de que quien quiera pueda tomar de ese bien. Y como tú estás dotada de razón, debes sobrepasarlas a todas y corresponder a su Creador en amor y gloria por cada cosa creada, como si todas estuvieran dotadas de razón. Así que serás la suplente de toda la creación, y ella te será espejo en el cual mirarte para poder copiar el vivir en mi Querer, a fin de que no te muevas de tu puesto, te será de guía y te hará de maestra al darte las lecciones más altas y perfectas sobre el vivir en mi Querer.

Pero lo que sobrepasa todo es mi Mamá Celestial, Ella es el nuevo cielo, es el sol más resplandeciente, la luna más refulgente y la tierra más florida, todo, todo encierra en Ella, y si cada cosa creada encierra la plenitud del bien recibido por Dios, mi Mamá encierra todos los bienes juntos, porque, dotada de razón y viviendo mi Voluntad íntegra en Ella, la plenitud de la gracia, de la luz, de la santidad, crecía a cada instante; cada acto que hacía eran soles, estrellas que mi Querer formaba en Ella, así que sobrepasó a la creación toda y mi Voluntad íntegra y permanente en Ella hizo la cosa más grande e impetró el suspirado Redentor. Por eso mi Mamá es Reina en medio de la creación, porque sobrepasó todo, y mi Voluntad encontró en Ella el alimento de su razón, la cual, íntegra y permanentemente la hacía vivir en Ella, había sumo acuerdo, se daban la mano recíprocamente, no había fibra de su Corazón, palabra, pensamiento en el cual mi Voluntad no poseyera su vida, ¿y qué cosa no puede hacer un Querer Divino? Todo. No hay potencia que le falte ni cosa que no pueda hacer, por eso se puede decir que todo hizo y todo lo que los demás no pudieron ni podrán hacer todos juntos, lo hizo Ella sola.

Por lo tanto no te maravilles si te señalo a la creación y a la Soberana Reina, porque debo señalarte los ejemplares más perfectos y en los que mi Voluntad tiene vida perenne y nunca ha encontrado obstáculo a su campo de acción divina para poder obrar cosas dignas de Ella.

Por eso, hija mía, si quieres que mi Fiat Supremo reine como en el Cielo, que es la cosa más grande que nos queda por hacer por las generaciones humanas, haz que mi Querer tenga el lugar de Soberano en ti y que viva íntegro y permanente. De todo lo demás no te preocupes, ni de tu incapacidad ni de las circunstancias ni de las cosas nuevas que puedan surgir en torno a ti, porque reinando en ti mi Querer, servirán como materia y alimento para que mi Fiat tenga su cumplimiento."

Después estaba pensando entre mí: "Mi Reina Mamá es verdad que hizo el más grande de los sacrificios, que ningún otro ha hecho, esto es: no querer conocer para nada su voluntad sino sólo la de Dios, y en esto abrazó todos los dolores, todas las penas hasta el heroísmo del sacrificio de sacrificar al propio Hijo para cumplir el Querer Supremo; pero hizo este sacrificio una vez, todo lo que sufrió después fue el efecto de su primer acto, no tuvo que luchar como nosotros en las diferentes circunstancias, en las adversidades imprevistas, en que es siempre lucha hasta sangrar el propio corazón por temor de ceder a nuestra guerreante voluntad humana. Con cuánta atención se necesita estar para que el Querer Supremo tenga siempre su lugar de honor y la supremacía sobre todo y muchas veces se siente más crudamente la lucha que la misma pena."

Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se movió en mi interior diciéndome:

"Hija mía, te equivocas, no fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá sino que fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias, encuentros estuvo expuesta su existencia y la mía; las penas en Ella eran siempre dobles, porque mis penas eran más que penas suyas. Además, mi sabiduría no cambió dirección con mi Mamá, en cada pena que debía tocarle Yo le preguntaba siempre si quería aceptarla para oírme repetir por Ella aquel Fiat en cada pena, en cada circunstancia y también en cada latido suyo. Aquel Fiat me resonaba tan dulce, tan suave y armonioso que lo quería oír repetir en cada instante de su vida, y por eso le preguntaba siempre: ‘Mamá, ¿quieres hacer esto? ¿quieres sufrir esta pena?’ Y mi Fiat le llevaba los mares de los bienes que Él contiene y le hacía entender la intensidad de la pena que aceptaba, y este entender con luz divina lo que paso a paso debía sufrir le daba un tal martirio que sobrepasaba infinitamente la lucha que sufren las criaturas, pues faltando en Ella el germen de la culpa, faltaba el germen de la lucha, y mi Voluntad debía encontrar otro invento para hacer que no fuera menor que las demás criaturas en el sufrir, porque debiendo adquirir con justicia el derecho de Reina de los dolores, debía superar a todas las criaturas juntas en las penas. (33)

 

(33) Ver nota 22.

 

¿Y cuántas veces no lo has experimentado tú misma que aunque no sentías ninguna lucha, mi Querer te hacía comprender las penas a las que te sometía y tú quedabas petrificada por la fuerza del dolor, y mientras quedabas deshecha en la pena, eras la pequeña corderita en mis brazos, dispuesta a aceptar otras penas a las que mi Querer te quería sometida? ¡Ah! ¿No sufrías tú más que con la misma lucha? La lucha es señal de pasiones vehementes, mientras que mi Voluntad si lleva el dolor, da la intrepidez, y con el conocimiento de la intensidad de la pena le da tal mérito que sólo lo puede dar una Voluntad Divina. Entonces, así como hago contigo, que en cada cosa que quiero de ti te pregunto primero si quieres, si aceptas, así hacía con mi Mamá, a fin de que el sacrificio sea siempre nuevo y me dé ocasión de conversar con la criatura, de entretenerme con ella, y de que mi Querer tenga su campo de acción divina en la voluntad humana."

 

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6 de mayo de 1926

Vol. 19

 

Cómo aquéllos que viven en el

Querer Divino son los primeros

ante Dios y forman su corona.

Su inseparabilidad con la Mamá Reina.

 

Estaba según mi costumbre fundiéndome en el santo Querer Divino y le pedía a la Mamá Celestial que viniera junto conmigo y que me diera su mano para que guiada por Ella pudiera corresponder a mi Dios por todo aquel amor, adoración y gloria que todos le deben. Entonces, mientras esto decía, mi amado Jesús se movió en mi interior y me dijo:

"Hija mía, debes saber que los primeros ante la Majestad Suprema son aquéllos que vivirán en mi Querer y que nunca saldrán de mi Voluntad. Mi Mamá vino al mundo después de cuatromil años, sin embargo ante Dios fue primero que Adán, sus actos, su amor están en el primer orden de las criaturas, así que sus actos están primero que todos los actos de las criaturas, porque fue Ella la más cerca de Dios, unida con los vínculos más estrechos de santidad, de unión y de semejanza y con vivir en nuestro Querer sus actos se hicieron inseparables de los nuestros, y los actos que se hacen inseparables, se hacen los más cercanos, como cosa connatural a su Creador. El antes y el después en nuestra Voluntad no existe, sino que todo es como acto primero, por eso quien vive en mi Voluntad, a pesar de que viva al último en el tiempo es siempre la primera en todo. Así que no se verá la época en la que las almas salieron a la luz del tiempo, sino que se verá si la vida de mi Voluntad estuvo en ellas como centro de vida, reinante y dominante en todos sus actos como reina y domina en el seno de la Divinidad. Éstas serán las primeras, sus actos hechos en nuestro Querer se elevarán sobre todos los actos de las demás criaturas y todos quedarán atrás. Por eso estas almas serán nuestra corona.

Mira, en cuanto tú llamabas a mi Mamá en mi Querer para corresponderme en amor, adoración y gloria, mi Querer os unió y el amor, la gloria, la adoración que hacía la Soberana Reina, se convirtieron en actos tuyos y los tuyos, de mi Mamá. Mi Voluntad todo puso en común y los unos se hicieron inseparables de los otros, y Yo oía en ti la voz de mi Mamá, su amor, su adoración, su gloria y en mi Mamá oía tu voz que me amaba, me adoraba, me glorificaba. ¡Cómo me sentía feliz al encontrar y oír a la Mamá en la hija y a la hija en la Mamá! Mi Voluntad une todo y a todos. No sería verdadero vivir en mi Querer ni obrar de mi Voluntad si todo lo que a Ella pertenece y todo su eterno obrar no lo concentra en el alma que vive en Ella y en la cual tiene su reino y dominio. Si así no fuera, el Reino de mi Voluntad sería un reino dividido, lo que no puede ser, porque mi Voluntad une todo junto su obrar y hace de él un acto solo, y si se dice que crea, redime, santifica y demás, son los efectos de ese acto único que nunca cambia acción. Por eso, el origen del vivir en mi Querer es eterno, inseparable de su Creador y de todos aquéllos en los que mi Voluntad tiene su reino y su dominio."

 

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18 de mayo de 1926

Vol. 19

 

Así como la Virgen Ssma. para obtener

al suspirado Redentor y concebirlo tuvo

que abrazar todo y hacer los actos de

todos, así quien debe vivir en el Querer

Divino debe abrazar a todos y responder

por todos. Temor de Luisa.

Jesús la asegura.

 

Estaba fundiéndome en el santo Querer Divino y mientras giraba por todas las cosas creadas para sellar mi ‘te amo’ a fin de que por doquier y sobre todos resonara mi ‘te amo’ para corresponder a mi Jesús por su tanto amor, llegué a ese punto de corresponder a mi Dios por todo el amor que tuvo en el acto de quedar concebido en el seno de la Mamá Celestial. Entonces mi amado Jesús salió de dentro de mi interior y me dijo:

"Hija mía, mi inseparable Mamá para concebirme a Mí, Verbo Eterno, fue enriquecida por mares de gracia, de luz y de santidad por la Majestad Suprema y Ella hizo tales y tantos actos de virtud, de amor, de oración, de deseos y de ardientes suspiros que sobrepasó todo el amor, virtud y actos de todas las generaciones que se necesitaban para obtener al suspirado Redentor. Entonces, cuando vi en la Soberana Reina el amor completo de todas las criaturas y todos los actos que se necesitaban para merecer que el Verbo fuera concebido, encontré en Ella la correspondencia del amor de todos, nuestra gloria reintegrada y todos los actos de los redimidos y hasta de aquéllos a los que mi redención habría servido de condena por su ingratitud, entonces mi amor hizo el último desahogo y quedé concebido; por eso el derecho de nombre de Madre, para Ella es connatural, es sagrado, porque al abrazar todos los actos de las generaciones, sustituyéndose por todos, sucedió como si a todos los pariera a nueva vida de sus entrañas maternas.

Ahora, debes saber que cuando hacemos nuestras obras, a la criatura que es elegida por Nosotros y a la cual le es confiada nuestra obra, debemos darle tanto amor, luz, gracia, para que nos pueda dar toda la correspondencia y la gloria de la obra a ella confiada. Nuestra potencia y sabiduría no se pondrían, desde el principio de una obra nuestra, en el banco de la criatura como en acto de quebrar. Así que en la criatura que es llamada como acto primero, nuestra obra debe quedar al seguro en ella y Nosotros debemos cobrar todo el interés y gloria equivalente a nuestra obra confiada. Y aunque después nuestra obra, al ser comunicada a las demás criaturas, por la ingratitud de ellas pasara peligro de quebrar, para Nosotros es más tolerable, porque aquélla a quien le fue confiada al principio nos hizo obtener todo el interés de las quiebras de las demás criaturas. Por eso todo le dimos y todo recibimos de la Soberana Reina: para que todo el capital de la redención pudiera quedar íntegro y por su medio pudiera quedar completada nuestra gloria y correspondido nuestro amor. ¿Qué hombre sensato pone desde el principio un capital suyo en un banco que está por quebrar? Primero se asegura y después confía su capital; sin embargo puede ser que con el tiempo el banco quiebre, a pesar de esto no puede ocasionarle grave daño, porque por los intereses recibidos se ha rehecho su capital. Si esto hace el hombre, mucho más Dios cuya sabiduría es incomprensible, y además que no se trataba de una obra cualquiera, de un pequeño capital, sino que se trataba de la gran obra de la redención y de todo el costo del valor infinito e incalculable del Verbo Eterno. Era obra única y no se podía repetir un nuevo descendimiento del Verbo Eterno a la tierra y por eso debíamos ponerla al seguro en la Soberana Celestial. Y como a Ella le confiamos todo, hasta la misma vida de un Dios, Ella, como fiadora nuestra, debía respondernos por todos, hacerse garante y responsable de esta vida divina a Ella confiada. Como de hecho lo hizo.

Ahora, hija mía, esto que hice y quise de mi Celestial Mamá en la gran obra de la redención, quiero hacerlo contigo en la gran obra del Fiat Supremo. La obra del Fiat Divino es una obra que debe abrazar todo, creación, redención y santificación; Ella es la base de todo y la vida que corre en todo y todo encierra. Ella, porque no tiene principio, es principio de todas las cosas y fin y cumplimiento de nuestras obras. Mira entonces que el capital que queremos confiarte es exuberante. Tú no lo has calculado, pero ¿sabes qué te confiamos en el Fiat Supremo? Te confiamos toda la creación, todo el capital de la redención y el de la santificación. Mi Voluntad es universal y en todas las cosas ha sido Ella operadora, así que todo lo que le pertenece es justo que te sea confiado, ¿o acaso quisieras tú mi Voluntad sin sus obras? Nosotros no sabemos dar nuestra vida sin nuestras obras y nuestros bienes; cuando damos, damos todo. Y así como la Reina Celestial, al darle el Verbo concentró en Ella sus obras y sus bienes, así a ti, al darte nuestra Suprema Voluntad reinante y dominante en ti, te damos todas las obras que a Ella pertenecen. Por esto te estamos dando tantas gracias, conocimientos, capacidad, a fin de que el Fiat Supremo desde el principio no vaya a sufrir ninguna quiebra, y tú, poniéndola al seguro, debes darle la correspondencia del amor y de la gloria de toda la creación, de la redención, de la santificación. Así que tu tarea es grande, es universal y debes abrazar a todos y a todo, de modo que si nuestra Voluntad al ser comunicada a las demás criaturas sufriera alguna quiebra, en ti debemos encontrar el resarcimiento del vacío de los demás, y poniéndola al seguro en ti al darnos el amor, la gloria y todos los actos que las demás criaturas deberían hacernos, nuestra gloria estará siempre completa y nuestro amor cobrará su justo interés. Por lo que tú también serás nuestra fiadora, la responsable de la Voluntad Divina a ti confiada y su garante."

Mientras Jesús decía esto, me vino un gran espanto pues comprendí todo el peso de mi responsabilidad y temiendo fuertemente que pudiera poner en peligro nada menos que todo el peso y todas las obras de una Voluntad Divina, dije: "Amor mío, gracias por tanta bondad tuya hacia mí, pero siento que es demasiado lo que quieres darme, siento un peso infinito que me aplasta y además mi pequeñez e incapacidad, no tengo fuerza ni capacidad y temo poderte disgustar y no poder abrazar todo; ve a alguna otra criatura más capaz para que todo este capital de tu Suprema Voluntad pueda estar más seguro y Tú puedas recibir todo el interés equivalente a un capital tan grande. Yo no había pensado nunca en una responsabilidad tan grande, pero ahora que me lo haces entender siento que las fuerzas me faltan y temo por mi debilidad."

Y Jesús, estrechándome a Él para aliviarme del temor que me aplastaba, replicó:

"Hija mía, ánimo, no temas, es tu Jesús el que quiere darte tanto. ¿Acaso no soy Yo dueño de dar lo que quiero? ¿Quieres tú acaso poner un límite a mi obra completa que quiero confiarte? ¿Qué dirías tú si mi Mamá hubiera querido aceptarme a Mí, Verbo Eterno, sin mis bienes y sin los actos que se necesitaban para poderme concebir? ¿Habría sido esto verdadero amor y verdadera aceptación? Cierto que no. Así tú, quisieras mi Voluntad sin sus obras y sin los actos que le son convenientes a Ella.

Ahora, tú debes saber, para que quites este temor, que todo lo que te dije, es decir este capital tan grande, ya está en ti, y después de que te hice adquirir la práctica de darme la correspondencia de la gloria y del amor de toda la creación, redención y santificación, haciéndote abrazar todo y a todos y habiendo visto que el interés equivalente me llegaba con facilidad, entonces quise con más claridad hacerte conocer el gran capital de mi Voluntad a ti confiado, a fin de que conozcas el gran bien que posees, y conociéndolo puedas firmar la escritura del capital confiado a ti y a la vez hacerte el recibo del interés que me das. Si tú no lo conocías, no se podía hacer ni la escritura del capital ni el recibo del interés; he aquí por qué la necesidad de hacértelo conocer. Además, ¿por qué temes hasta quererme mandar con otra criatura? ¿No tienes en ti un amor que dice 'te amo por todos y por todo', un movimiento que me corresponde por el movimiento de todos, y que en todo lo que haces abrazas a todos para darme como dentro de un solo abrazo los actos, las oraciones, la gloria, las reparaciones de todos? Si ya lo haces ¿por qué temes?"

En ese momento vi a mi alrededor a otras almas y Jesús fue hacia ellas y pasando por todas parecía que las tocaba para ver si a su toque salía el movimiento de su vida divina, pero no salía nada, entonces regresó a mí y tomándome la mano me la estrechó fuertemente, a su toque salió de mí una luz y Jesús todo contento me dijo:

"Esta luz es el movimiento de la vida divina en ti. Fui a otras criaturas como tú viste, pero mi movimiento no lo encontré, ¿cómo puedo entonces confiarles el gran capital de mi Voluntad? Por eso te elegí y basta, sé atenta y no temas."

 

* * *

15 de junio de 1926

Vol. 19

 

Cómo la nada queda asustada y

tiembla bajo el Todo. Cómo la Virgen

ama a sus hijos celestiales y hace en el

Cielo el oficio de Madre. Así como el

conocimiento dio vida a los frutos de

la redención, así el conocimiento dará

vida a los frutos de la Divina Voluntad.

 

Me sentía toda llena de defectos, especialmente por la gran repugnancia que siento cuando se trata de escribir las cosas íntimas entre yo y Nuestro Señor, pues es tanto el peso que siento que no sé qué hacer para no hacerlo, y como la obediencia de quien está sobre mí se impone, yo quisiera discutir, quisiera decir mis razones para no hacerlo, sin embargo termino siempre cediendo. Entonces, habiendo pasado un contraste semejante me sentía llena de defectos y toda mala. Por eso al venir el bendito Jesús le dije: "Jesús, vida mía, ten piedad de mí, veme cómo estoy llena de defectos y cuánta maldad hay en mí."

Y Él, todo bondad y ternura me dijo:

"Hija mía, no temas, soy Yo que te vigilo y que estoy custodiando tu alma a fin de que el pecado aun mínimo no entre en tu alma, y donde tú u otros ven defectos y maldad en ti, Yo no los encuentro, más bien veo que tu nada siente el peso del Todo, porque por cuanto más te elevo íntimamente a Mí y te hago conocer lo que quiere hacer el Todo de tu nada, tanto más tú sientes tu nulidad y casi asustada y aplastada bajo el Todo quisieras no manifestar y mucho menos escribir sobre el papel lo que el Todo quiere hacer de esta nada. Y mucho más porque por cuanto rechazo sientas, Yo venzo siempre y te hago hacer lo que quiero.

Esto le sucedió también a mi Mamá Celestial cuando le fue dicho: 'Ave María, llena de gracia. Tú concebirás al Hijo de Dios.' Ella, al oír esto se asustó, tembló y dijo: '¿Cómo puede suceder esto?' (34)

 

(34) Como se dijo en la nota 20, la Santísima Virgen María conoció perfectísimamente desde el momento mismo de la anunciación que iba a concebir en sus entrañas virginales al Mesías, Hijo de Dios y Redentor de la humanidad, y con este perfecto conocimiento pronunció su Fiat en nombre propio y de toda la humanidad. De manera que como dice la Escritura, en ese momento se turbó o se asustó, y esto precisamente porque sabía y no como algunos ignorantes piensan que fue porque no sabía (!).

 

Pero terminó diciendo: 'Fiat Mihi secundum verbum tuum.' Ella sintió todo el peso del Todo sobre su nada y naturalmente se asustó. Así que cuando te manifiesto lo que quiero hacer de ti y tu nada se asusta, veo repetirse el asustarse de la Soberana Reina y Yo, compadeciéndote, alivio tu nada, la refuerzo a fin de que pueda resistir en sostener al Todo. Por eso no te preocupes de esto sino que piensa más bien en hacer obrar al Todo en ti."

Entonces, después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, abrazando todo y a todos para poder llevar a mi Creador los actos de todos como un acto solo. Y mientras esto hacía, mi dulce Jesús salió de dentro de mi interior y abrazando junto conmigo todo, se unía conmigo haciendo lo que hacía yo. Y después, todo amor, me dijo:

"Hija mía, amo tanto los actos hechos en mi Querer que Yo mismo tomo el empeño de custodiarlos en la unidad de mi Voluntad Suprema, de modo de hacerlos inseparables de Mí y de mis mismos actos. ¡Si tú supieras cuán celoso soy de estos actos! ¡Y cómo me glorifican de modo todo divino! Se puede decir que cada uno de estos actos es una nueva fiesta que se inicia en toda la creación y en toda la patria celestial; por donde se encuentra mi Voluntad, estos actos, corriendo en Ella como rayo de luz, llevan nuevas alegrías, fiestas y felicidades. Estos actos son las alegrías, las fiestas y la felicidad que forma la criatura en la Voluntad de su Creador. ¿Y te parece poco que la criatura pueda formar y llevar la fiesta, la alegría, la felicidad a su Creador y a donde pueda reinar nuestra Voluntad?

Esto sucedió con mi Mamá Reina. Como Ella obró siempre en la unidad de la luz del Querer Supremo, todos sus actos, el oficio de Madre, los derechos de Reina, quedaron inseparables de su Creador, y es tan verdadero, que la Divinidad cuando hace salir los actos de la bienaventuranza para hacer feliz a toda la patria celestial, hace salir a la vez todos los actos de la Mamá Celestial, así que todos los santos se sienten investidos no sólo de nuestras alegrías y bienaventuranzas, sino que quedan también investidos del amor materno de su Madre, de la gloria de su Reina y de todos sus actos convertidos en alegrías para toda la celestial Jerusalén. Así que todas las fibras de su Corazón materno aman con amor de Madre a todos los hijos de la patria celestial, y participa a todos las alegrías de Madre y la gloria de Reina. Así que Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto cuanto le costó la vida de su Hijo Dios, y en virtud de la unidad de la luz del Querer Supremo que poseía, sus actos quedaron inseparables de los nuestros, por lo que en el Cielo es Madre de amor, de alegrías y de gloria para todos sus hijos celestiales. Así que todos los santos tienen un amor mayor, gloria y alegrías de más por virtud de su Madre y Soberana Reina. (35)

 

(35) La maternidad divina de María no termina para nosotros en esta vida. Y si bien su "maternidad consumativa", como dicen los mariólogos, se consuma cuando nos hace entrar al Cielo, pero como se explica en éstos y en tantos otros capítulos de Luisa, la maternidad de María es para toda la eternidad, es "inamisible", esto es: sin posibilidad de dejar de serlo jamás, y no hay punto en el Cielo que no esté lleno de su amor, de sus alegrías y de su gloria para todos sus hijos celestiales, es decir, para todos los bienaventurados. Y la razón es que todos sus actos fueron hechos en la unidad de la Divina Voluntad.

 

Por eso, amo tanto a quien vive en mi Voluntad que Yo me abajo hasta ella para hacer junto con ella lo que ella hace, para elevarla hasta el seno del Eterno, para hacer uno su acto con su Creador."

Después de esto me quedé pensando en la bendita Voluntad de Dios y muchas cosas se agolpaban en mi mente, pero no es necesario decirlas en el papel, y mi dulce Jesús volviendo agregó:

"Hija mía, el triunfo de mi Voluntad está conectado con la creación y con la redención, se puede llamar triunfo único. Y como una mujer fue causa de la ruina del hombre, después de cuatro mil años una Virgen mujer fue causa de que al hacer nacer de Ella mi Humanidad unida al Verbo Eterno, dio el remedio para la ruina del hombre caído. Ahora, el remedio del hombre está ya formado, ¿debe quedar sólo mi Voluntad sin su pleno cumplimiento, siendo que Ella tiene su acto primario tanto en la creación como en la redención? He aquí por qué después de otros dos mil años escogimos a otra virgen para triunfo y cumplimiento de nuestra Voluntad. (36)

 

(36) Varias veces en los escritos de Luisa hay expresiones como éstas: "una segunda virgen", "como una segunda madre mía", etc. La Santísima Virgen María es Madre y Reina del Reino de la Divina Voluntad y Luisa es Hija de Ella, igual que nosotros, pero Luisa tiene esa misión ya explicada en tantos pasajes de estar a la cabeza de la misión del Fiat Voluntas Tua, y para cumplir esta misión lo recibe todo de María. Este Reino se formó por primera en María, pero para transmitirlo a los demás era necesario transmitirlo a una primera, esto es, a Luisa y por medio de Luisa a todos los demás. Esto queda bien claro con todo el contenido de éste y de tantos otros capítulos.

 

Así que Ella, formando su Reino en tu alma y haciéndose conocer, con su conocimiento te ha dado la mano para elevarte a vivir en la unidad de su luz, de modo de formar tu vida en Ella y la Voluntad Divina de formar su vida en ti, y habiendo formado en ti su dominio, forma el nexo para comunicar su dominio a las demás criaturas. Y así como al descender el Verbo al seno de la Inmaculada Virgen no quedó sólo para Ella, sino que Yo formé el nexo de comunicación para las criaturas y me di a todos y como remedio de todos, así sucederá de ti, al haber formado en ti su Reino, mi Supremo Querer formó las comunicaciones para darse a conocer a las criaturas. Todo lo que te he dicho sobre Él, los conocimientos que te he dado, el modo y el cómo vivir en mi Querer, el hacerte conocer cómo quiere y suspira que el hombre regrese a sus brazos, que vuelva a su principio del Querer Eterno del cual salió, son todas vías de comunicación, vínculos de unión, transmisiones de luz, vientecillo para hacerlas suspirar el aire de mi Voluntad y así desinfectar el aire de la voluntad humana, y viento impetuoso que expugnará y desraizará a las voluntades más rebeldes. Cada conocimiento que te he dado sobre mi Voluntad contiene una potencia creadora y todo está en hacer salir fuera estos conocimientos, pues la potencia que contienen sabrá tocar los corazones para someterlos a su dominio. ¿No sucedió acaso lo mismo en la redención? Mientras estuve con mi Mamá en la vida oculta en Nazaret, todo calló a mi alrededor, aunque este ocultamiento junto con la Celestial Reina sirvió admirablemente para formar la sustancia de la redención y poder anunciar que ya estaba en medio de las criaturas, pero ¿cuándo los frutos de ella se comunicaron a los pueblos? Cuando salí en público y me hice conocer y les hablé con la potencia de mi palabra creadora, y a medida que todo lo que hice y dije se divulgó y se divulga aún en medio de los pueblos, así los frutos de la redención tuvieron y tienen sus efectos. Ciertamente, hija mía, si nadie hubiera conocido que Yo había venido a la tierra, la redención habría sido una cosa muerta para las criaturas, sin efectos. Así que el conocimiento ha dado la vida a los frutos de ella. Y así será de mi Voluntad, el conocimiento dará la vida a los frutos de mi Voluntad. Por eso he querido renovar lo que hice en la redención, elegir a otra virgen, estarme con ella escondido durante cuarenta y más años, segregándola de todos como dentro de un nuevo Nazaret, para estar libre con ella en decirle toda la historia, los prodigios, los bienes que hay en mi Voluntad y así poder formar en ti la vida de mi Voluntad. Y así como junto conmigo y con mi Mamá escogí a san José junto a nosotros, como nuestro cooperador, tutor y vigilante centinela de Mí y de la Soberana Reina, así puse junto a ti la vigilante asistencia de mis ministros como cooperadores, tutores y depositarios de los conocimientos, bienes y prodigios que hay en mi Voluntad y cómo Ella quiere establecer su Reino en medio de los pueblos. Quiero por medio tuyo depositar en mis ministros esta doctrina celestial como a nuevos apóstoles, a fin de que primero forme con ellos el anillo de conjunción con mi Voluntad y después la transmitan en medio de los pueblos. Si así no es o no debiera ser, no habría insistido tanto en hacerte escribir ni habría permitido la visita cotidiana del sacerdote, sino que habría dejado todo mi obrar entre tú y Yo. Por eso sé atenta y déjame libre en ti de hacer lo que quiero."

¿Quién puede decir cómo quedé confundida a este hablar de Jesús? Quedé muda y desde el fondo de mi corazón repetía: Fiat, Fiat, Fiat.

 

* * *

26 de junio de 1926

Vol. 19

 

Quien posee el Reino de la Voluntad

Divina obra en modo universal y poseerá

la gloria universal. Correspondencia

universal a la Soberana Reina.

 

Estaba según mi costumbre haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, o sea abrazando todo, creación, redención y a todos para poder dar a mi Creador la correspondencia del amor y de la gloria que todos le deben. Y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, la pequeña hija de mi Voluntad no sólo debe pensar y ocuparse en defender los derechos universales de su Creador, corresponderle por el amor y por la gloria que todos le deben, como si fueran uno solo, de modo que todo debe encontrar en ella, porque nuestra Voluntad envuelve, contiene todo y a todos y quien en Ella vive posee los modos universales, por eso todo puede darnos y de todo podemos rehacernos, sino que como hija nuestra también debe defender los derechos de la Soberana Reina.

Ella obró en modo universal, y por eso tuvo un amor, una gloria, una oración, una reparación, un dolor hacia su Creador por todas y por cada criatura, Ella no dejó escapar ningún acto que las criaturas debían a su Creador, y encerrando a todas en su materno Corazón, amaba en modo universal a todas y a cada una. Así que en Ella encontramos toda nuestra gloria, no nos negó nada, no sólo de lo que le tocaba darnos a Ella directamente, sino que nos dio lo que las demás criaturas nos negaron. Y para hacerla de Madre magnánima y amantísima que se desentraña por sus propios hijos, generó a todos en su Corazón doliente, cada fibra de él era un dolor traspasante en el cual daba la vida a cada hijo suyo, hasta llegar al golpe fatal de la muerte de su Hijo Dios. El dolor de esta muerte puso el sello de la regeneración de la vida a los nuevos hijos de esta Madre doliente. Ahora, una Virgen Reina que tanto nos amó y defendió nuestros derechos, una Madre tan tierna que tuvo amor y dolores por todos, merece que nuestra pequeña recién nacida de nuestro Supremo Querer la ame por todos, la corresponda de todo y abrazando todos sus actos en nuestro Querer, ponga el suyo unido al de Ella; porque Ella es inseparable de Nosotros, su gloria es nuestra y la nuestra es suya, y mucho más porque nuestro Querer pone todo en común."

Entonces yo al oír esto quedé un poco confundida y como sin saber hacer lo que Jesús me había dicho y le pedí que me diera la capacidad de hacerlo, y Jesús continuando su hablar me dijo:

"Hija mía, mi Querer contiene todo y así como celoso conserva todos sus actos como si fueran uno solo, así conserva todos los actos de la Soberana Reina como si fueran todos suyos, porque todo lo hizo en Él. Por lo tanto mi mismo Querer te los hará presentes.

Ahora, debes saber que quien hizo bien a todos y amó a todos, y obró con modos universales hacia Dios y hacia todos, tiene los derechos, y con justicia, sobre todo y sobre todos. El obrar en modo universal es el modo divino, y mi Mamá Celestial pudo obrar con los modos de su Creador porque poseía el Reino de nuestra Voluntad. Entonces Ella, habiendo obrado en nuestro Querer Supremo tiene los derechos de las posesiones que formó en nuestro Reino y ¿quién otro le podrá corresponder si no quien vive en el mismo Reino? Porque sólo en este Reino está el obrar universal, el amor que a todos ama, que todo abraza y que nada le escapa.

Pero debes saber que quien posee el Reino de mi Voluntad en la tierra tiene derecho a la gloria universal en el Cielo, y esto en modo connatural y simple. Mi Voluntad abraza todo y contiene a todos, así que el alma que la posee, de ella salen todos los bienes, unidos a la gloria que estos bienes contienen. Además, mientras sale de ella la gloria universal, la recibe, ¿y te parece poco poseer la gloria universal en la patria celestial? Por eso sé atenta, el Reino del Supremo Querer es riquísimo, están las monedas que surgen, por eso todos esperan de ti, y aun mi Mamá quiere la correspondencia del amor universal que tuvo por todas las generaciones. Y a ti, por correspondencia, en la patria celestial te tocará la gloria universal, herencia sólo de quien habrá poseído el Reino de mi Voluntad en la tierra."

 

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11 de julio de 1926

Vol. 19

 

Así como para formar la redención

se conocieron a los que más sufrieron,

así será necesario hacer conocer a

la que sufrió por el Reino del Fiat.

 

Desde hace varios días mi dulce Jesús no me había dicho nada sobre su Santísima Voluntad, más bien se hacía ver triste, en actitud de castigar a las criaturas. Hoy, como si quisiera salir de su tristeza, porque cuando habla de su Voluntad parece que se pone en fiesta, al salir de dentro de mi interior me dijo:

"Hija mía, quiero consolarme, hazme hablar del Reino de mi Supremo Querer."

Y yo: "Amor mío y vida mía Jesús, si no me dices todos los secretos que hay en Él, no conociendo yo todo, no gozaré la plenitud de los bienes que este Reino posee y no podré darte la correspondencia del amor de los bienes que contiene y me sentiría infeliz en medio de tanta felicidad de que en todo lo que en Él posee no corre mi ‘te amo’, será pequeño pero es el ‘te amo’ de tu pequeña hija que amas tanto."

Y Él tomando mis mismas palabras me dijo: "Pequeña hija mía, tú misma lo dices cuán necesario es el conocimiento, y si es necesario para ti, mucho más para los demás.

Ahora, debes saber que para formar el reino de la redención, los que se distinguieron más en el sufrir fueron, primero mi Mamá, y aunque aparentemente no sufrió ninguna pena conocida por las criaturas, excepto mi muerte que fue conocida por todos y que fue para su materno Corazón el golpe fatal y desgarrador más que cualquier pena, pero como poseía la unidad de la luz de mi Querer, esta luz le llevaba a su Corazón traspasado no sólo las siete espadas que dice la Iglesia, sino todas las espadas, las lanzas, las punzadas de todas las culpas y penas de las criaturas que martirizaban de modo desgarrador su materno Corazón. Y esto es nada, esta luz le llevaba todas mis penas, mis humillaciones, mis desgarros, mis espinas, mis clavos, las penas más íntimas de mi Corazón. El Corazón de mi Mamá era el verdadero sol que mientras se ve sólo luz, esta luz contiene todos los bienes y efectos que la tierra recibe y posee, así que se puede decir que la tierra está encerrada en el Sol; así la Soberana Reina, se veía sólo su persona, pero la luz de mi Supremo Querer le encerraba todas las penas posibles e imaginables, y cuanto más íntimas y desconocidas eran estas penas, tanto más valiosas y más potentes sobre el Corazón divino para impetrar al suspirado Redentor, y más que luz solar descendían a los corazones de las criaturas para conquistarlas y atarlas al reino de la redención. Así que la Iglesia, de las penas de la celestial Reina, conoce tan poco que se puede decir que sólo las penas aparentes. (37)

 

(37) Afirmación ésta que parece exagerada, pero después de leer los escritos de Luisa resulta evidente que es cierta. En otro capítulo (vol. 34) Jesús le repite: "Sólo Yo puedo decir la verdara historia de la inmaculada concepción de mi Madre y de toda su vida, porque soy el Autor de todo, y si la santa Iglesia habla de la Celestial Reina, dice sólo las primeras letras del alfabeto de su santidad, de su grandeza y de los dones con los que fue enriquecida por Mí." Ver también notas 28 y 31.

 

Y por eso da el número de siete espadas, pero si conociera que su materno Corazón era el refugio, el depósito de todas las penas que la luz de mi Voluntad le llevaba, nada le ahorraba, no habría dicho siete espadas sino millones de espadas. Y mucho más, pues siendo penas íntimas sólo Dios conoce la intensidad del dolor y por eso fue constituida, con derecho, Reina de los mártires y de todos los dolores. Las criaturas saben dar el peso, el valor a las penas externas, pero a las internas no saben ponerles su justo precio. Para formar en mi Mamá primero el Reino de mi Voluntad y después el de la redención, no eran necesarias tantas penas, porque no teniendo culpa, la herencia de las penas no era para Ella, su herencia era el Reino de mi Voluntad, pero para dar el reino de la redención a las criaturas debió sujetarse a muchas penas. Así que los frutos de la redención fueron madurados en el Reino de mi Voluntad poseído por Mí y por mi Mamá. No hay cosa bella, buena y útil que no salga de mi Voluntad.

Luego, unida a la Soberana Reina vino mi Humanidad y Ella quedó escondida en Mí, en mis dolores, en mis penas, por eso poco se conoció de Ella, pero de mi Humanidad fue necesario que se conociera lo que hice, cuánto sufrí y cuánto amé, pues si nada se hubiera conocido, no habría podido formar el reino de la redención. El conocimiento de mis penas y de mi amor es imán, estímulo, incitación, luz, para atraer a las almas a tomar los remedios, los bienes que en ella hay; el saber cuánto me costaron sus culpas, su salvación, es cadena que las ata a Mí e impide nuevas culpas. En cambio, si nada se hubiera sabido de mis penas y de mi muerte, no conociendo cuánto me costó su salvación, nadie se habría preocupado de amarme y de salvar su alma. Mira entonces cuán necesario es hacer conocer cuánto hizo y sufrió aquél o aquélla que formó en sí un bien universal para darlo a los demás.

Ahora, hija mía, así como fue necesario hacer conocer quiénes fueron Aquél y Aquélla y cuánto les costó para formar el reino de la redención, así es necesario hacer conocer a aquélla a quien mi paterna bondad escogió como primera para formar en ella el Reino del Fiat Supremo y después dar el principio de la transmisión a los demás. Así como fue para la redención, que primero fue formado entre Yo y mi Mamá Celestial y después fue conocido por las criaturas, así será para el Fiat Supremo. Por lo tanto es necesario hacer conocer cuánto me cuesta este Reino de mi Voluntad y que para hacer que el hombre pueda entrar de nuevo en su Reino perdido debí sacrificar a la más pequeña de las criaturas, tenerla clavada por más de cuarenta años dentro de una cama, sin la plenitud de la luz del Sol que todos gozan, cómo su pequeño corazón fue el refugio de mis penas y de las de las criaturas, cómo amó a todos, rezó por todos, defendió a todos y cuántas veces se expuso a los golpes de la justicia divina para defender a todos sus hermanos, y luego sus penas íntimas, mis mismas privaciones que martirizaron su pequeño corazón dándole muerte continua, porque no conociendo otra vida más que la mía, otro querer más que el mío, todas estas penas formaron los cimientos del Reino de mi Voluntad y como rayos solares maduraron los frutos del Fiat Supremo. Entonces, es necesario hacer conocer cuánto te costó a ti y a Mí este Reino para que por el costo puedan conocer cuánto quiero que lo adquieran y por el costo puedan apreciarlo, amarlo y suspirar entrar a vivir en el Reino de mi Suprema Voluntad."

Esto lo escribí para obedecer, pero fue tanto el esfuerzo que apenas si pude mencionar lo de mi pobre existencia, ya que por la gran repugnancia me siento helar la sangre en las venas, pero me conviene repetir siempre ¡Fiat, Fiat, Fiat!...

* * *

22 de agosto de 1926

Vol. 19

 

Cómo los actos hechos en el Querer

Supremo toman las imágenes de

las cualidades divinas.

Qué es privación de Dios. La

Soberana Reina sufrió esa privación.

Qué significa ser cabeza de una misión.

 

Me sentía como sumergida en el Querer Eterno de mi adorable Jesús y hacía por cuanto más me era posible mi giro por toda la creación para hacer compañía a todos los actos que la Divina Voluntad hace en ella. Y mientras esto hacía, mi sumo y único Bien se hizo ver en mi interior que mirándome toda, numeraba uno por uno todos mis actos y se los ponía a su alrededor para gozárselos, y después me dijo:

"Hija mía, estoy numerando todos tus actos para ver si llegan al número establecido por Mí, y como mi Voluntad encierra todas las cualidades divinas, cada acto tuyo hecho en Ella toma la imagen de una cualidad suprema. ¡Míralos qué bellos son! Uno posee la imagen de mi sabiduría, otro, la imagen de la bondad, otro del amor, otro de la fortaleza, otro de la belleza, otro de la misericordia, otro de la inmutabilidad, otro del orden, en suma, cada acto tuyo toma la imagen distinta de todas mis cualidades supremas, pero se asemejan entre ellos, se armonizan, se dan la mano y forman un acto solo. ¡Qué bello es el obrar de la criatura en mi Voluntad! No hace más que producir imágenes divinas y Yo me deleito en rodearme de estas imágenes mías para gozar en la criatura los frutos de mis cualidades, y le doy a ella la virtud de reproducir otras imágenes divinas mías, porque quiero ver copiado, impreso, el Ser Supremo, y por esto tengo tanto interés en que la criatura haga mi Voluntad y viva en Ella: para repetir mis obras."

Después de esto estaba pensando entre mí: "¡Cómo es dura la privación de mi dulce Jesús! Se siente la verdadera muerte del alma y sucede como al cuerpo cuando parte el alma de él, que mientras posee los mismos miembros, éstos quedan vacíos de la vida, están muertos, sin movimiento y no tienen ya calor; así me parece mi pequeña alma sin Jesús, posee las mismas facultades pero vacías de vida, habiendo partido Jesús terminó la vida, el movimiento, el calor, por eso la pena es desgarradora, indescriptible e incomparable a cualquier otra pena. ¡Ah! la Mamá Celestial no sufrió esta pena porque su santidad la hacía inseparable de Jesús y por eso no quedó nunca privada de Él."

Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se movió en mi interior diciéndome:

"Hija mía, te equivocas, la privación de Mí no es separación sino dolor, y tienes razón al decir que es más que mortal, y este dolor tiene virtud no de separar sino de juntar con ligaduras más fuertes y más estables la unión inseparable conmigo. Y no sólo esto, sino que cada vez que el alma queda como privada de Mí, sin su culpa, Yo resurjo nuevamente para ella a nueva vida de conocimientos, haciéndome comprender más, de nuevo amor, amándola más y de nueva gracia para enriquecerla y embellecerla más, y ella resurge a nueva vida divina, a nuevo amor y a nueva belleza, porque es justo que sufriendo el alma penas mortales, venga sustituida con nueva vida divina. Si así no fuera, me dejaría vencer por el amor de la criatura, lo que no puede ser.

Además, no es verdad que la Soberana Reina no quedó nunca privada de Mí; separada, jamás, pero privada, sí, y esto no disminuía a la altura de su santidad, al contrario, la aumentaba. ¡Cuántas veces la dejé en el estado de pura fe! Porque debiendo ser la Reina de los dolores y la Madre de todos los vivientes, no podía faltarle el adorno más bello, la gema más fúlgida que le daba la característica de Reina de los mártires y Madre Soberana de todos los dolores. Esta pena de ser dejada en la pura fe la preparó para recibir el depósito de mis doctrinas, el tesoro de los sacramentos y todos los bienes de mi redención, porque siendo mi privación la pena más grande, pone al alma en condición de merecer ser la depositaria de los dones más grandes de su Creador, de sus conocimientos más altos y de sus secretos. ¿Cuántas veces no lo he hecho contigo? Después de una privación mía te he manifestado los conocimientos más altos sobre mi Voluntad y con esto te hacía depositaria no sólo de sus conocimientos sino de mi misma Voluntad. Además, la Soberana Reina como Madre debía poseer todos los estados de ánimo, por lo tanto también el estado de pura fe, para poder dar a sus hijos esa fe irremovible que hace dar la sangre y la vida para defender y testimoniar la fe; si no poseyera este don de la fe ¿cómo lo podría dar a sus hijos?"

Dicho esto desapareció.

Sin embargo mi mente quería pensar muchas cosas extrañas y quizá hasta desatinadas pero me esforzaba en hacer mis actos en la adorable Voluntad de Dios, y mientras esto hacía pensaba entre mí: "Si el vivir en el Reino supremo de la Voluntad Divina requiere tanta atención, tantos sacrificios, ¡serán poquísimos lo que querrán vivir en este Reino tan santo!"

Y mi dulce Jesús, volviendo me dijo:

"Hija mía, quien es llamado como cabeza de una misión debe no sólo abrazar a todos los miembros sino que debe regirlos, dominarlos y constituirse vida de cada uno de ellos, pues los miembros no dan vida a la cabeza ni hacen todo lo que hace ésta sino que cada uno hace su oficio. Así quien es llamado como cabeza de una misión, abrazando todo lo que es conveniente para poder desarrollar la tarea que le ha sido confiada, sufriendo más que todos y amando a todos, prepara el alimento, la vida, las lecciones, los oficios según la capacidad de quien querrá seguir su misión. Lo que es necesario para ti que debes formar el árbol con toda la plenitud de las ramas y multiplicidad de los frutos, no será necesario para quien debe ser sólo rama o fruto. Su tarea será mantenerse incorporado al árbol para recibir los humores vitales que él contiene, es decir, hacerse dominar por mi Voluntad no dando nunca vida al propio querer en todas las cosas, sean interiores o exteriores, conocer mi Voluntad y recibirla como vida propia para hacerle desarrollar su vida divina; en suma, hacerla reinar y dominar como reina.

Así pues, hija mía, quien debe ser cabeza es necesario que sufra, que trabaje y que haga él solo todo lo que todos los demás harán juntos. Esto lo hice Yo, porque era cabeza de la redención. Puedo decir: 'hice todo por amor de todos, para darles la vida y ponerlos a todos a salvo.' Como también la Virgen Inmaculada, porque era Madre y Reina de todos ¿cuánto no sufrió? ¿Cuánto no amó e hizo por todas las criaturas? Nadie puede decir que nos ha igualado ni en el sufrir ni en el amar, a lo más nos asemejan en parte, pero alcanzarnos, nadie. Pero al haber estado a la cabeza de todos, tanto Yo como la Soberana Reina, encerramos todas las gracias, todos los bienes; la fuerza estaba en nuestro poder, el dominio era nuestro, Cielo y tierra obedecían a nuestras señas y temblaban ante nuestra potencia y santidad; los redimidos tomaron nuestras migajas y comieron nuestros frutos, sanaron con nuestros remedios, se vigorizaron con nuestros ejemplos, aprendieron nuestras lecciones, resucitaron a costa de nuestra vida y si fueron glorificados fue en virtud de nuestra gloria, pero el poder es siempre nuestro, el manantial vivo de todos los bienes brota siempre de Nosotros y tan es verdad que si los redimidos se alejan de Nosotros pierden todos los bienes y se hacen enfermos y pobres más que antes. He aquí lo que significa ser cabeza. Es verdad que se sufre mucho, se trabaja bastante, se debe preparar el bien a todos, pero todo lo que se posee sobrepasa todo y a todos; hay tal distancia entre quien es cabeza de una misión y entre quien debe ser miembro, que se puede comparar la cabeza como sol y el miembro como pequeña luz. Por eso te he dicho tantas veces que tu misión es grande porque no se trata sólo de la santidad personal sino se trata de abrazar todo y a todos y preparar el Reino de mi Voluntad a las generaciones humanas."

Después de esto estaba siguiendo los actos en el Querer Supremo, los cuales se convertían en luz y formaban un horizonte de luz deslumbrante que formaba nubes de plata viva y donde penetraba esta luz, todo se convertía en luz, tenía el poder, la fuerza de vaciar todo para llenar todo de su luz refulgentísima. Y Jesús agregó:

"Hija mía, no hay cosa más penetrante que la luz, ella se expande por doquier con una rapidez encantadora llevando sus benéficos efectos a todos aquéllos que se dejan investir por ella; la luz no se niega a hacer su bien a nadie, sean personas, sea tierra, sea agua, plantas u otras cosas, su naturaleza es iluminar y hacer el bien y por eso no deja atrás a nadie, lleva a todos su beso de luz y les da el bien que contiene. Mi Voluntad es más que luz. Ella por todas partes se expande y lleva el bien que contiene, y los actos hechos en Ella forman la atmósfera de oro y de plata que tiene virtud de vaciar todas las tinieblas de la noche de la voluntad humana y con su luz benéfica lleva el beso del Eterno Querer para disponer a las criaturas a querer entrar en el Reino del Fiat Supremo. Cada acto tuyo hecho en Él es un horizonte nuevo que haces surgir al ojo del intelecto humano para hacerle suspirar la luz del bien que posee mi Voluntad. Hija mía, para preparar este Reino se necesita el trabajo, se necesitan las leyes celestiales que son leyes todas de amor, en él no entrarán las leyes de temores, de penas, de condena, porque las leyes de amor de mi Voluntad serán amigables, filiales, de recíproco amor entre Creador y criatura, así que los temores, las condenas, no tendrán vigencia ni vida, y si habrá algo de sufrimiento, será pena de triunfo y de gloria. Por eso sé atenta, porque se trata de hacer conocer un reino celestial, de manifestar sus secretos, sus prerrogativas, sus bienes para atraer a las almas a amarlo, a suspirarlo y a hacerles tomar su posesión."

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16 de abril de 1927

Vol. 21

 

Participación de la Santísima Virgen

en la institución de la Eucaristía.

Jesús hizo el depósito de su vida

sacramental en el Corazón de Ella.

Oficio que hace Ella en el Sacramento. (38)

 

(38) En éste y en el siguiente capítulo Jesús le revela a Luisa no sólo la participación activa que la Santísima Virgen María tuvo en la institución de la Eucaristía sino toda la actividad que desarrolla en toda la vida sacramental de Jesús. Esto está implícito en que María, Corredentora y Medianera universal (dos conceptos distintos, pero absolutamente inseparables) es también Dispensadora universal de todas las gracias. Es magisterio ordinario de la Iglesia que Ella coopera dependientemente de Cristo en la distribución de todas y cada una de las gracias que Dios concede a todos y a cada uno de los hombres (cristianos o paganos), de suerte que se la puede llamar con toda propiedad y exactitud "Dispensadora universal" de todas las gracias que Dios concede a la humanidad entera. Y ¿qué cosa son los sacramentos? Signos sensibles instituidos por Cristo (con la participación materna de la Virgen María en todos ellos) que confieren la gracia. De modo que María no pudo ser ajena a la institución del sacramento de la Eucaristía, ni de ningún otro, incluyendo el del Orden, pues Ella forma parte intrínseca de toda la obra redentora, sin separación ni interrupción alguna en todo lo que hizo y hace Jesús, y siempre en su papel de maternidad.

Es muy provechoso conocer toda esta actividad de María en torno a la Eucaristía y de los otros sacramentos, porque esto nos lleva a pedirle que se una a nosotros para que recibamos a Jesús sacramentado con todo el amor de Ella, a fin de que Jesús encuentre en nosotros ese mismo amor, esas mismas ternuras que tuvo Ella y se las repitamos, no sólo por nosotros sino por todas las comuniones que se han hecho y que se harán. Ella acudirá gozosa ("¿Qué no estoy aquí que soy tu Madre?") para que recibamos a Jesús junto con Ella como Ella lo recibió estando en la tierra.

 

Estaba haciendo la Hora cuando Jesús instituyó la santísima eucaristía, entonces Él, moviéndose en mi interior me dijo:

"Hija mía, cuando hago un acto, primero veo si hay al menos una criatura donde poner el depósito de mi acto, a fin de que tome el bien que hago y lo tenga custodiado y bien defendido. Así que, cuando instituí el santísimo sacramento busqué a esta criatura y mi Reina Mamá se ofreció a recibir este acto mío y el depósito de este gran don diciéndome: ‘Hijo mío, si te ofrecí mi seno y todo mi ser en tu concepción para tenerte custodiado y defendido, ahora te ofrezco mi Corazón materno para recibir este gran depósito y pongo como cortejo en torno a tu vida sacramental mis afectos, mis latidos, mi amor, mis pensamientos, toda Yo misma, para tenerte defendido, cortejado, amado, reparado; tomo Yo el compromiso de corresponderte por este gran don que haces. Confía en tu Mamá y Yo pensaré en defender tu vida sacramental. Y como Tú mismo me has constituido Reina de toda la creación, tengo el derecho de poner como cortejo en torno a ti toda la luz del Sol como homenaje y adoración, las estrellas, el cielo, el mar, todas las aves... todo lo pongo en torno a ti para darte amor y gloria.’ Entonces, asegurándome dónde podía poner este gran depósito de mi vida sacramental y confiando en mi Mamá, de quien tenía todas las pruebas de su fidelidad, instituí el santísimo sacramento. Ella era la única criatura digna que podía custodiar y defender este acto y repararme por todas las demás. Fíjate entonces que cuando las criaturas me reciben, Yo desciendo a ellas junto con los actos de mi inseparable Mamá, y es sólo por esto por lo que puedo continuar con mi vida sacramental.

Por esto es necesario que cuando quiero hacer una obra grande Yo elija primero a una criatura digna de Mí: primero, para tener el lugar donde depositar mi don, y, segundo, para tener la correspondencia. También en el orden natural hacen así: si el agricultor necesita sembrar la semilla, no la arroja en medio del camino, sino que va en busca del pequeño terreno, lo prepara, forma los surcos y luego pone la semilla, y para estar seguro la cubre con tierra esperando con ansia la cosecha para recibir la correspondencia de su trabajo y de la semilla que confió a la tierra. Otro quiere hacer un objeto precioso: primero prepara las materias primas, el lugar donde ponerlo y después lo forma. Así también he hecho contigo: te elegí, te preparé y luego te confié el gran don de las manifestaciones de mi Voluntad, y así como confié a mi querida Mamá la suerte de mi vida sacramental, así he querido fiarme de ti, confiándote la suerte del Reino de mi Voluntad."

 

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28 de mayo de 1937

Vol. 34

 

La Reina: Portadora de Jesús.

El gran don que le fue dado.

Tarea que tuvo del Ser Supremo.

 

Esta mañana mi Madre Celestial me hizo una dulce sorpresa. Habiendo recibido la santa comunión, se hizo ver en mi interior que estaba unida con el niño Jesús y lo tenía tan estrechado a su materno Corazón y tan cubierto con sus brazos que para verlo y recrearlo con mi pequeño amor debía abandonarme entre sus brazos para estar también yo unida con ellos a fin de amar como se aman Jesús y la Mamá Reina. Oh, cómo estaban contentos de que yo quería hacer vida junto con ellos, y mientras estaba estrechada con ellos, la Soberana Reina, toda bondad y ternura me dijo:

"Querida hija mía, has de saber que Yo soy la Portadora de Jesús. Éste fue un don que el Ente Supremo me confió, y cuando estuvo seguro de que Yo tenía gracia, amor, potencia y la misma Voluntad Divina para tenerlo custodiado, defendido y amado, entonces me hizo la entrega del don, esto es, el Verbo Eterno que se encarnó en mi seno, y me dijo: ‘Hija nuestra, te damos el gran don de la vida del Hijo de Dios a fin de que seas la dueña y lo des a quien quieras, pero debes tenerlo defendido, no lo dejes nunca solo en quien lo des, para suplir Tú si no lo aman, para repararlo si lo ofenden. (39)

 

(39) Ésta debería ser la actitud de los sacerdotes cuando como parte integrante de la Misa dan la comunión a los fieles: "no dejarlo solo en quien lo dan" sino ir espiritualmente junto con Jesús sacramentado en quien lo dan para que si no lo aman, lo amen ellos; si lo ofenden, lo reparen ellos, pues esas Hostias las consagraron ellos. Pero... ¿quién piensa en esto? ¿Quién tiene esta actitud verdaderamente sacerdotal en unión con María? ¡Ah, si aprendieran a ser sacerdotes como lo es María, Madre y Maestra de los sacerdotes! Pero muchos se limitan a administradores extrínsecos de los sacramentos, por eso en muchos casos las ligerezas y abusos en la administración delegada a otros del Santísimo Sacramento.

Pero quien vive en la Divina Voluntad, aunque no sea sacerdote ministerial, puede concurrir junto con María a recibir a Jesús en todas las comuniones que se han hecho y que se harán, "no dejándolo solo", realizando así el sacerdocio común, real y verdadero de los fieles que realmente aman a Jesús y hacen una sola cosa con Él, y no que solamente lo administran.

Y así de cada uno de los otros seis sacramentos. (Ver también nota 22).

 

Harás de tal modo que nada falte a la decencia, a la santidad y a la pureza que le conviene. Sé atenta, es el don más grande que te hacemos, y te damos el poder de bilocarlo por cuantas veces quieras, a fin de que quien lo quiera pueda recibir este gran don y poseerlo’.

Así que este Hijo es mío, es don mío, y como es mío conozco sus secretos amorosos, sus ansias, sus suspiros, se que llega a llorar y con sollozos repetidos me dice: ‘Mamá mía, llévame a las almas, quiero ir a las almas’. Y como yo quiero lo que quiere Él, puedo decir que suspiro y lloro junto con Él porque quiero que todos posean a mi Hijo, pero debo poner al seguro su vida, el gran don que Dios me confió. Por eso si desciende sacramentado a los corazones, Yo desciendo junto con Él para garantía de mi don, no puedo dejarlo solo, ¡pobre Hijo mío si no tuviera a su Mamá que descendiera junto con Él! ¡Cómo me lo tratan mal! Unos no le dicen ni un ‘te amo’ de corazón y yo debo amarlo, otros lo reciben distraídos, sin pensar en el gran don que reciben y yo me vuelco sobre Él para que no sienta sus distracciones y frialdades, otros llegan a hacérmelo llorar y yo debo calmarle el llanto y darle dulces reprensiones a la criatura para que no me lo haga llorar... ¡Cuántas escenas conmovedoras suceden en los corazones que lo reciben sacramentado! Hay almas que no se sacian nunca de amarlo y Yo les doy mi amor y aun el suyo para amarlo. ¡Éstas son escenas de Cielo con las que los mismos ángeles quedan raptados y Nosotros nos consolamos de las penas que nos dan las demás criaturas! Pero ¿quién puede decirte todo? Soy la Portadora de Jesús y Él no quiere ir sin mí, tanto que cuando el sacerdote está por pronunciar las palabras de la consagración sobre la hostia santa, hago alas con mis manos maternas para que descienda en medio de mis manos para quedar consagrado, a fin de que si manos indignas lo tocan, yo le haga sentir las mías que lo defienden y lo cubren con mi amor. Pero esto no me basta. Estoy siempre en guardia para ver si quieren a mi Hijo, tanto que si algún pecador se arepiente de sus graves pecados y la luz de la gracia despunta en su corazón, yo enseguida le llevo a Jesús como confirmación del perdón y pienso y me ocupo en todo lo que se necesita para hacerlo quedar en ese corazón convertido. Soy la Portadora de Jesús y lo soy porque poseo en mí el Reino de su Voluntad Divina; Ella me revela quién lo quiere y yo corro, vuelo para llevarlo, pero sin dejarlo solo y no sólo soy Portadora sino espectadora, escuchadora de lo que hace y dice a las almas. ¿Crees tú que Yo no he estado presente escuchando todas las lecciones que mi querido Hijo te ha dado sobre la Divina Voluntad? Yo estaba presente, escuchaba palabra por palabra lo que te decía y en cada palabra yo agradecía a mi Hijo y me sentía doblemente glorificada, porque hablaba del Reino que Yo ya poseía, que había sido toda mi fortuna y la causa del gran don de mi Hijo y al verlo hablar veía injertada la fortuna de mis hijos con la mía. ¡Oh cómo gozaba! Todas las lecciones que te ha dado, y hasta más, estaban ya escritas en mi Corazón y al ver que te las repetía a ti, Yo gozaba un paraíso de más en cada lección; y cuantas veces tú no estabas atenta y las olvidabas, Yo pedía perdón por ti y le pedía que repitiera sus lecciones y Él para contentarme, porque no sabe negar nada a su Mamá, te repetía sus bellas lecciones.

Hija mía, yo estoy siempre con Jesús, pero a veces me escondo en Él y parece que Él hace todo, como si lo hiciera sin mí, en cambio estoy adentro, concurro junto con Él y estoy al día de lo que hace, Otras veces Él se esconde en su Mamá y me hace hacer a mí, pero siempre Él está concurrente junto conmigo. Otras veces nos revelamos los dos y las almas ven a la Madre y al Hijo que las aman tanto, según las circunstancias y lo que su bien requiere, y muchas veces es el amor que no podemos contener lo que nos hace llegar a los excesos hacia ellas. Pero está segura que si está mi Hijo, estoy yo, y que si estoy Yo, está mi Hijo; es una tarea que me fue dada por el Ente Supremo de la que no puedo ni quiero retirarme. Y mucho más porque éstas son las alegrías de mi maternidad, los frutos de mis dolores, la gloria del Reino que poseo y la Voluntad y el cumplimiento de la Trinidad Sacrosanta."

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10 de febrero de 1937

Vol. 34

 

El Reino de la Divina Voluntad

será el Reino de la Reina del Cielo.

Sus deseos ardientes, oraciones

incesantes y asaltos de amor que da

a la Divinidad para obtenerlo.

Cómo pondrá su vida a disposición

de las criaturas para darles la gracia

de hacerlas vivir de Voluntad Divina.

 

Me sentía toda sumergida en el Querer Divino y me parecía que cielos y tierra suspiraban, pedían que venga su Reino a la tierra a fin de que una sea la Voluntad de todos y reine como en el Cielo así en la tierra; a esto se unía la Reina del Cielo que con sus suspiros ardientes investía todo, movía todo, unía todo a Ella, ángeles, santos y toda la creación, para pedir con sus mismos suspiros y con la misma Voluntad Divina que Ella posee que el Fiat descienda a los corazones y forme en ellos su vida. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús haciéndose ver todo amor, suspiraba fuerte, el Corazón le latía tanto como si le quisiera estallar, y me dijo:

"Hija de mi Querer, escúchame: Mi amor está por superarme, no puedo más contenerlo, a cualquier costo, aunque tenga que arrollar Cielo y tierra, quiero que venga a reinar mi Voluntad en la tierra. Y a esto se une mi Mamá Celestial, la cual sin jamás cesar me dice y me repite:

‘Hijo, hazlo pronto, no tardes más, usa tus estratagemas de amor, obra como ese Dios potente que eres, haz que tu Querer invista a todos y con su potencia y majestad unidas a un amor al que ninguno pueda resistir, tome posesión de todos y reine en todos como en el Cielo así en la tierra.’ (40)

 

(40) Estas oraciones en unión con María debemos aprendérnoslas de memoria y recitarlas interior y continuamente, pues son el eco del Pater Noster: "Venga tu Reino, hágase tu Voluntad como en el Cielo en la tierra", y sabiendo que estamos pidiendo junto con María lo que Dios nos quiere dar, infaliblemente lo obtendremos para nosotros y para las futuras generaciones.

 

Y esto me lo dice con tales y tantos suspiros ardientes, con latidos de fuego y con sus estratagemas de amor de Madre, que no puedo resistir. Y agrega:

‘Hijo mío, Hijo de mi Corazón, me hiciste Reina y Madre, pero ¿mi pueblo y mis hijos dónde están? Si Yo fuera capaz de infelicidad sería la Reina y la Madre más infeliz, porque poseo mi Reino pero no tengo a mi pueblo que viva de la misma Voluntad de su Reina; y si no tengo a mis hijos a los cuales Yo pueda confiar mi gran herencia de Madre ¿en dónde encontraré la alegría y la felicidad de mi maternidad? Por eso, haz que reine el Fiat Divino, pues sólo entonces tu Mamá será feliz y tendrá su pueblo y sus hijos que vivan junto con Ella de la misma Voluntad de su Madre.’

¿Crees tú que ante este hablar de mi Madre, que hace resonar continuamente en mis oídos, que dulcemente inviste mi Corazón y que son flechas y heridas de amor continuo, Yo pueda quedarme indiferente? Ni lo puedo ni lo quiero. Y mucho más porque Ella nunca me negó nada y por eso me falta la fuerza de negarle algo a Ella; mi Corazón divino me empuja a contentarla. Tú únete con Nosotros y suspira y reza para que mi Voluntad sea conocida y venga a reinar en la tierra. Y para mayormente confirmarte en esto, quiero hacerte oír a mi dulce Mamá."

En ese momento la sentí junto a mí y ocultándome bajo su manto azul y tomándome en su regazo materno, con un amor que no sé decir me dijo:

"Hija de mi materno Corazón, el Reino de la Divina Voluntad será mi Reino. A Mí la Trinidad Sacrosanta me lo confió cuando me confió al Verbo Eterno cuando descendió del Cielo a la tierra, así me confió su Reino y el mío. Por eso mis suspiros son ardientes, mis oraciones, incesantes, no hago más que asaltar a la Trinidad Santísima con mi amor, con mis derechos de Reina y de Madre que me dio, a fin de que lo que me confió salga a la luz y forme su vida, para que mi Reino triunfe en la faz de la tierra. Tú debes saber que es tanto este deseo que me quema, que me siento como si no tuviera gloria, mientras que tengo tanta que Cielos y tierra están llenos, si no veo formado el Reino de la Divina Voluntad en medio de mis hijos, porque cada uno de estos hijos que vivirán en Él me dará tanta gloria que me duplicará la gloria que poseo, y viéndome ahora privada de ella siento como si no tuviera gloria de Reina y amor de Madre de parte de mis hijos, y por eso a mi Corazón los llamo siempre y les voy repitiendo: ‘Hijos mío, hijos míos, venid a vuestra Mamá, amadme como Madre así como Yo os amo como hijos. Si no vivís de esta misma Voluntad de la que Yo viví, no podéis darme el amor de verdaderos hijos ni podéis conocer hasta donde llega mi amor por vosotros.’

Tú debes saber que mi amor y mis ansias ardientes de que quiero que este Reino exista en la tierra son tales que bajo del Cielo, giro por las almas para ver quién está dispuesta a vivir de Querer Divino, las observo y cuando las veo dispuestas entro en sus corazones y formo mi vida en ellas como preparación, como honor y decoro para el Fiat Divino que tomará posesión y formará su Vida en ellas. Por eso Yo seré inseparable de ellas, pondré mi vida, mi amor, mis virtudes y mis dolores a su disposición como muro de fortaleza inexpugnable, a fin de que puedan encontrar en su Madre lo que necesitan para vivir en este Reino tan santo. Y entonces será completa mi fiesta, mi amor se reposará en mis hijos, mi maternidad encontrará a quien me ama como hijo y daré gracias sorprendentes, pondré todo en fiesta, Cielo y tierra, y la haré de Reina dando abundantemente gracias inauditas.

Por eso, hija mía, únete con tu Mamá para que pidas y suspires junto conmigo el Reino de la Divina Voluntad."

 

 

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