La finalidad de la Santa Comunión es formar el Ser Divino en el alma.
Habiendo recibido la comunión, estaba pensando cómo podía estrecharme más que nunca con el bendito Jesús, y Él me ha dicho:
“Para estrecharte más íntimamente Conmigo, hasta llegar a perder tu ser en Mí, así como Yo me transfundo en el tuyo, debes en todo tomar lo que es mío y en todo dejar lo que es tuyo; de modo que si tú piensas siempre en cosas santas y que se refieren solamente al bien, al honor y a la gloria de Dios, dejas tu mente y tomas la divina; si hablas, si obras bien y sólo por amor de Dios, dejas tu boca, tus manos y tomas mi boca y mis manos; si caminas los caminos santos y rectos, caminarás con mis mismos pies; si tu corazón me ama sólo a Mí, dejarás tu corazón y tomarás el mío y me amarás con mi mismo amor, y así de todo lo demás, así que tú quedarás revestida de todas mis cosas, y Yo de todas las cosas tuyas.
¿Puede haber una unión más estrecha que ésta? Si el alma llega a no reconocerse más a sí misma, sino al Ser Divino en ella, estos son los frutos de las buenas comuniones, y ésta es la finalidad divina al quererse dar en comunión a las almas, pero cuánto queda frustrado mi amor, y qué pocos frutos recogen las almas de este sacramento, hasta quedar la mayor parte indiferentes y aun nauseados de este alimento divino”.Vol. 8 Enero 8 de 1909.
PREPARACIÓN Y AGRADECIMIENTO EN LA COMUNIÓN.
Escribo pero tiemblo y no se yo misma lo que digo, la obediencia quiere que escriba algo acerca de cómo me preparo y cómo agradezco a Jesús Bendito en la comunión.yo no sé decir nada de ésto, porque mi dulce Jesús viendo mi incapacidad y que no soy buena para nada, hace todo por Sí mismo: Él prepara mi alma y Él mismo me suministra él agradecimiento y yo lo sigo.
Ahora el modo de Jesús es siempre inmenso, y yo junto con Jesús me siento inmensa y como sí supiera hacer alguna cosa, y sí Jesús se retira yo quedó siempre cómo lo que soy, la ignorante, la mala, y es exactamente por ésto por lo que Jesús me ama tanto, porque soy ignorante y porque nada soy y nada puedo; pero sabiendo que a cualquier costo lo quiero recibir, para no hacer un deshonor al venir en mí, sino sumo honor, prepara el mismo mi pobre alma, me dá sus mismas cosas, sus méritos, sus vestiduras, sus obras, sus deseos, en suma, todo Sí mismo, y sí se necesita, también lo que ha hecho la Mamá Santísima, lo que han hecho los Santos, porque todo es suyo, y yo digo
a todos:
"Jesús, házte honor al venir en mí; Mamá Reina mía, Santos, Ángeles todos, yo soy pobre, pobre, todo lo que es vuestro ponedlo en mi corazón, no para mi sino para honor de Jesús."
Y siento que todo el cielo concurre a prepararme. Y después Jesús desciende en mí, y me parece verlo todo complacido al verse honrado por sus mismas cosas, y a veces me dice:
"¡Bravo, bravo a mi hija, cómo estoy contento, cuánto me complazco, dondequiera que miro en ti encuentro cosas dignas de Mí, pues todo lo que es mío es tuyo, cuántas cosas bellas me has hecho encontrar.!" Vol. 9 Abril 10, 1910
Jesús está presente en Luisa más que en las especies Eucarísticas.
Estaba muy afligida por la privación de mi Sumo Bien, y habiendo recibido la Comunión, al recibir la Santa Partícula se detuvo en la garganta, y yo succionándola para hacerla descender chupaba un humor dulce y exquisito, y después de haber chupado mucho ha descendido, y veía la partícula cambiada en Niño que decía:
“Tu cuerpo es mi tabernáculo, tu alma es el copón que me contiene, el latido de tu corazón es como partícula que me sirve para transformarme en ti como dentro de una hostia, con esta diferencia, que en la hostia, al consumirse estoy sujeto a continuas muertes, en cambio el latido de tu corazón, simbolizado por tu amor, no estando sujeto a consumirse, mi Vida es continua, ¿entonces por qué tanto afligirte por mis privaciones?
Si no me ves me oyes, si no me oyes me tocas, y ahora con la fragancia de mis perfumes que expando a tu alrededor, ahora con la luz de que te sientes investir, ahora con hacer descender en ti un licor que no se encuentra sobre la tierra, ahora con el solo tocarte y en tantos otros modos a ti invisibles.”
Ahora, por obedecer escribo estas cosas que Jesús dice que me suceden frecuentemente, y aun estando despierta.
Estos perfumes que yo misma no sé decir de qué especie sean, yo los llamo los perfumes del amor, y estos los percibo en la comunión, si rezo, si trabajo, especialmente si no he visto a Jesús, y digo entre mí: “Hoy no has venido, ¿no sabes, oh Jesús, que sin Ti no puedo, no quiero estar? Y súbito y casi de improviso me siento como investir por aquel perfume. Otras veces, moviendo o quitando las sábanas siento salir aquel perfume y en mi interior oigo: “Aquí estoy.”
Otras veces mientras estoy toda afligida, hago por levantar los ojos y un rayo de luz se hace ante mi vista. Pero yo a estas cosas no les presto atención ni me satisfacen, lo único que me vuelve feliz es Jesús, todo el resto lo recibo con cierta indiferencia.
Lo he escrito sólo por obedecer. Vol. 9 Julio 8, 1910.
El alma debe revestirse de Jesús para recibirlo Sacramentado.
Estaba preparándome para recibir a mi dulce Jesús en el sacramento y le pedía que cubriera Él mi gran miseria, y Jesús me ha dicho:
“Hija, para hacer que la criatura pudiera tener todos los medios necesarios para recibirme, quise instituir este sacramento al final de mi Vida, para poder alinear en torno a cada hostia toda mi Vida, como preparativo para cada una de las criaturas que me habría de recibir.
La criatura jamás podría recibirme si no tuviera a un Dios que preparara todo, que movido solamente por exceso de amor por quererse dar a la criatura, y no pudiendo ésta recibirme, ese mismo exceso me llevara a dar toda mi Vida para prepararla, así que ponía todos mis pasos, mis obras, mi amor, delante de los suyos, y como en Mí estaba también mi Pasión, ponía también mis penas para prepararla.
Así que revístete de Mí, cúbrete con cada uno de mis actos y ven”.
Después me he lamentado con Jesús porque ya no me hacía sufrir como antes, y Él ha agregado:
“Hija mía, Yo no miro tanto el sufrir, sino la buena voluntad del alma y el amor con el que sufre, por eso el más pequeño sufrimiento se hace grande, las naderías toman vida en el todo y adquieran valor, y el no sufrir es más fuerte que el mismo sufrir.
¡Qué dulce violencia es para Mí ver a una criatura que quiere sufrir por amor mío!
Qué me importa a Mí que no sufra, cuando veo que el no sufrir le es un clavo más doloroso que el mismo sufrir; en cambio, la no buena voluntad, las cosas forzadas y sin amor, por cuanto grandes, son pequeñas; Yo no las miro, más bien me son de peso”.Vol. 12 Oct. 24 1918.
Jesús mismo ha querido preparar a la criatura a que lo reciba dignamente en la Eucaristía,
poniendo toda su Vida para ella en cada Hostia.
Después ha regresado mi dulce Jesús, era un tierno niño, gemía, lloraba y temblaba por el frío; se ha arrojado en mis brazos para que lo calentara; yo me lo he estrechado fuerte, fuerte, y según mi costumbre me fundía en su Querer para encontrar los pensamientos de todos junto con los míos y circundar al tembloroso Jesús con las adoraciones de todas las inteligencias creadas; las miradas de todos, para hacerlas mirar a Jesús y distraerlo del llanto; las bocas, las palabras, las voces de todas las criaturas, a fin de que todas lo besaran para no hacerlo gemir y con su aliento lo calentaran.
Mientras esto hacía, el niñito Jesús no gemía más, ha cesado de llorar y habiéndosele quitado el frío me ha dicho:
“Hija mía, ¿has visto qué cosa me hacía temblar, llorar y gemir? El abandono de las criaturas. Tú me las has puesto a todas en torno mío, me he sentido mirado, besado por todas y he calmado mi llanto, pero has de saber que mi suerte Sacramental es más dura aún que mi suerte infantil: La gruta, si bien fría, era espaciosa, tenía aire para respirar; la hostia también es fría, es tan pequeña que casi me falta el aire.
En la gruta tuve un pesebre con un poco de heno por lecho, en mi Vida Sacramental aun el heno me falta y por lecho no tengo más que metales duros y helados.
En la gruta tenía a mi amada Mamá que frecuentemente me tomaba con sus purísimas manos y me cubría con besos ardientes para calentarme, me calmaba el llanto, me nutría con su leche dulcísima; todo lo contrario en mi Vida Sacramental, no tengo una Mamá, si me toman siento el toque de manos indignas, manos que huelen a tierra y a estiércol, ¡oh! cómo siento más esta peste que la del estiércol de la gruta; en vez de cubrirme con besos me tocan con actos irreverentes, y en vez de leche me dan la hiel de los sacrilegios, de los descuidos, de las frialdades.
En la gruta, San José no dejó que me faltara una lamparita de luz en las noches, aquí en el Sacramento, ¿cuántas veces quedo en la oscuridad, aun en la noche?
¡Oh! cómo es más dolorosa mi suerte Sacramental, cuántas lágrimas ocultas, no vistas por ninguno, cuántos gemidos no escuchados.
Si te ha movido a piedad mi suerte infantil, mucho más te debe mover a piedad mi suerte Sacramental.” Vol. 12 Diciembre 25 de 1920.
El por qué de la Vida Sacramental de Jesús: porque quiere descender a los corazones de las criaturas para transformarlas en El y hacer que suban a vivir en su Corazón. Gracias con que nos prepara a recibirlo. La falta de disposiciones y los males que resultan de ello.
Habiendo recibido la comunión, mi dulce Jesús se ha hecho ver, y yo apenas lo he visto me he arrojado a sus pies para besarlos y estrecharme toda a Él. Y Jesús extendiéndome la mano me ha dicho:
"Hija mía, ven entre mis brazos y hasta dentro de mi corazón, me he cubierto de los velos Eucarísticos para no infundir temor, he descendido en el abismo más profundo de las humillaciones en este Sacramento para elevar a la criatura hasta Mí, fundiéndola tanto en Mí de formar una sola cosa Conmigo, y con hacer correr mi sangre sacramental en sus venas constituirme vida de su latido, de su pensamiento y de todo su ser.
Mi amor me devoraba y quería devorar a la criatura en mis llamas para hacerla renacer como otro Yo, por eso quise esconderme bajo estos velos eucarísticos, y así escondido entrar en ella para formar esta transformación de la criatura en Mí; pero para que suceda esta transformación se necesitaban las disposiciones por parte de las criaturas, y mi amor llegando al exceso, mientras instituía el Sacramento Eucarístico, así ponía fuera de dentro de mi Divinidad otras gracias, dones, favores, luz para bien del hombre, para volverlo digno de poderme recibir; podría decir que puse fuera tanto bien de sobrepasar los dones de la Creación, quise darle primero las gracias para recibirme, y después darme para darle el verdadero fruto de mi Vida Sacramental.
Pero para preparar con estos dones a las almas, se necesita un poco de vacío de ellas mismas, de odio a la culpa, de deseo de recibirme, estos dones no descienden en la podredumbre, en el fango, por tanto sin mis dones no tienen las verdaderas disposiciones para recibirme, y Yo descendiendo en ellas no encuentro el vacío para comunicar mi Vida, estoy como muerto para ellas, y ellas muertas para Mí; Yo ardo y ellas no sienten mis llamas, soy luz y ellas quedan más cegadas.
¡Ay de Mí! cuántos dolores en mi Vida Sacramental, muchas por falta de disposiciones, no sintiendo nada de bien en el recibirme, llegan a nausearme, y si continúan recibiéndome es para formar mi continuo calvario y su eterna condenación, si no es el amor lo que las lleva a recibirme, es una afrenta de más que me hacen, es una culpa de más que agregan a sus almas.
Por eso reza y repara por los tantos abusos y sacrilegios que se hacen al recibirme Sacramentado".Vol. 15 Marzo 27 1923.
Jesús forma en quien vive en la Divina Voluntad, no la vida “mística” de quien vive en Gracia (pero cuyos actos no son una sola cosa con el Acto eterno del Querer Divino), sino su Vida “real”, como la vive en el Stmo. Sacramento y aún más.
Me sentía oprimida por la privación de mi dulce Jesús, con la añadidura de que el confesor, como no había yo tenido la confianza de abrirme con él y porque soy mala, me había negado la absolución. Después, habiendo recibido la Santa Comunión, me abandonaba en brazos de mi dulcísimo Jesús y le decía:
“Amor mío, ayúdame, no me abandones, Tú sabes en qué estado me encuentro por tu privación, no obstante por parte de las criaturas, en vez de ayuda agregan penas a penas, así que sin Ti no tengo a nadie, o Contigo o sola a llorar mi dura suerte de haberte perdido.
Esto debería incitarte mayormente a no dejarme sola, al menos para hacer compañía a una pobre abandonada que vive muriendo en su duro exilio, por eso Tú que eres el Sumo entre los sacerdotes, dame Tú la absolución, dime que me perdonas las culpas que hay en mi alma, hazme oír tu voz dulcísima que me da vida y perdón”.
Mientras desahogaba mi dolor con Jesús, se ha hecho ver en mi interior, y los velos sacramentales formaban como un espejo en el cual Jesús estaba dentro, vivo y verdadero; y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, este espejo son los accidentes del pan que me tienen aprisionado en ellos.
Yo formo mi Vida en la hostia, pero ella nada me da, ni un afecto, ni un latido, ni el más pequeño ‘te amo’, ella está como muerta para Mí, permanezco solo, sin la sombra de alguna correspondencia, y por eso mi amor está casi impaciente por salir, por romper este espejo y bajar a los corazones, para encontrar en ellos la correspondencia que la hostia ni sabe ni puede darme.
¿Pero sabes tú dónde encuentro mi verdadera correspondencia? En el alma que vive en mi Voluntad, Yo en cuanto desciendo en su corazón, pronto consumo los accidentes de la hostia, porque sé que accidentes más nobles y a Mí más queridos están listos para aprisionarme, para no hacerme salir de aquel corazón que me dará no sólo vida en él, sino vida por vida; no estaré solo, sino que estaré con mi más fiel compañía, seremos dos corazones palpitando juntos, amaremos unidos, nuestros deseos serán uno solo, así que Yo permanezco en ella y en ella hago vida, vivo y verdadero, como la hago en el Santísimo Sacramento.
¿Pero sabes tú cuáles son estos accidentes que encuentro en el alma que hace mi Voluntad?
Son sus actos hechos en mi Querer, que más que accidentes se extienden en torno a Mí y me aprisionan, pero dentro de una prisión noble, divina, no oscura, porque sus actos hechos en mi Querer, más que sol la iluminan y la calientan.
¡Oh! cómo me siento feliz de hacer Vida real en ella, porque me siento como si me encontrara en mi morada celestial.
Mírame en tu corazón, cómo estoy contento, cómo me deleito y pruebo las alegrías más puras”.
Y yo: “Mi amado Jesús, ¿no es una cosa nueva y singular lo que Tú dices, que en quien vive en tu Voluntad Tú haces Vida real en él? ¿No es más bien esa Vida mística que Tú haces en los corazones que poseen tu gracia?”
Y Jesús: “No, no, no es Vida mística como para aquellos que poseen mi Gracia pero no viven con sus actos fundidos en mi Querer, y por eso no tienen materia suficiente para formarme los accidentes para aprisionarme; sería como si faltara la hostia al sacerdote y quisiera pronunciar las palabras de la consagración, las podría decir, pero las diría en el vacío y ciertamente mi Vida Sacramental no tendría existencia.
Así me encuentro en los corazones, que mientras pueden poseer mi Gracia, pero no viven del todo en mi Querer, estoy en ellos por Gracia, pero no realmente”.
Y yo: “Amor mío, ¿pero cómo puede ser que Tú puedas vivir realmente en el alma que vive en tu Querer?”
Y Jesús: “Hija mía, ¿no vivo acaso en la hostia sacramental vivo y verdadero, en alma, cuerpo, sangre y Divinidad?
¿Y por qué vivo en la hostia en alma, cuerpo, sangre y Divinidad?
Porque no hay una voluntad que se oponga a la mía; si Yo encontrara en la hostia una voluntad que se opusiera a la mía, Yo no haría en ella ni Vida real, ni perenne, y es también ésta la causa por la cual los accidentes Sacramentales se consumen cuando me reciben, porque no encuentro una voluntad humana unida Conmigo, de manera que quieran perder la suya para hacer adquisición de la mía, sino que encuentro una voluntad que quiere obrar, que quiere hacer por sí misma, y Yo hago mi breve visita y parto.
En cambio para quien vive en mi Voluntad, mi Querer y el suyo son uno solo; y si lo hago en la hostia, mucho más lo puedo hacer en él, mucho más, pues encuentro un latido, un afecto, mi correspondencia y mi utilidad, lo que no encuentro en la hostia.
Al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria mi Vida real en ella, de otra manera, ¿cómo podría vivir de mi Querer?
¡Ah! tú no quieres entenderlo, que la santidad del vivir en mi Querer es una santidad del todo diferente de las otras santidades, y quitadas las cruces, las mortificaciones y los actos necesarios de la vida, que hechos en mi Voluntad la embellecen de más, no es otra cosa que la vida de los bienaventurados del Cielo, que como viven en mi Querer, en virtud de Él cada uno me tiene en ellos como si fuera para uno solo, vivo y verdadero, no místicamente, sino realmente habitante en ellos; y así como no se podría decir vida de Cielo si no me tuvieran en ellos como vida propia, y si faltara aun una pequeña partecita de mi Vida en ellos no sería ni completa ni perfecta su felicidad, así quien vive en mi Querer no sería ni plena ni perfecta mi Voluntad en ella, porque faltaría mi Vida real que emite esta Voluntad.
Es verdad que son todos prodigios de mi amor, más bien el prodigio de los prodigios, que hasta ahora mi Querer ha retenido en Él y que ahora quiere hacerlo salir para alcanzar la finalidad primaria de la creación del hombre.
Por eso mi primera Vida real la quiero formar en ti”.
Y yo al oír esto he dicho: “¡Ay! amor mío, Jesús, a pesar de esto me siento tan mal por todas estas circunstancias, y Tú lo sabes; es verdad que esto me sirve para abandonarme más en tus brazos y pedirte a Ti lo que no me dan; pero con todo y esto siento un hálito de turbación que turba la paz de mi alma, ¿y Tú dices que quieres formar Vida real en mí? ¡Oh, cuán lejana estoy de eso!”
Y Jesús de nuevo: “Hija, no te preocupes por eso, lo que quiero es que tú no pongas nada de lo tuyo y que obedezcas por cuanto puedas.
Se sabe que todas las demás santidades, esto es, la de la obediencia y de las otras virtudes, no están exentas de pequeñeces, de turbaciones, de contiendas y de pérdida de tiempo que impiden formar un hermoso sol, a lo más forman una pequeña estrella; sólo la santidad de mi Querer es la que está exenta de estas miserias.
Y además, mi Voluntad encierra todos los Sacramentos y los efectos de ellos, por eso abandónate del todo en mi Voluntad, hazla toda tuya y recibirás los efectos de la absolución o de alguna otra cosa que te fuera negada.
Por tanto te recomiendo que no pierdas tiempo, pues con perderlo vienes a obstaculizar mi Vida real que estoy formando en ti”.Vol. 16 Nov. 5 de 1923.