Los actos hechos en la Divina Voluntad son soles que iluminan a todos
y servirán para que se salve quien tenga un poco de buena voluntad.
Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, las tinieblas son densas, y las criaturas se precipitan cada vez más; es más, en estas tinieblas van cavando el precipicio donde perecerán. La mente del hombre ha quedado ciega, no tiene más luz para mirar el bien, sino sólo el mal, y el mal lo inundará y lo hará perecer, así que donde creía encontrar salvación, encontrará la muerte. ¡Ah, hija mía! ¡Ah, hija mía!”
Después ha agregado: “Los actos hechos en mi Voluntad son como soles que iluminan a todos, y mientras dura el acto de la criatura en mi Voluntad, un sol de más resplandece en las mentes ciegas, y quien tiene un poco de buena voluntad encontrará luz para salvarse del precipicio, los demás, todos perecerán, por eso en estos tiempos de densas tinieblas, cuánto bien hacen los actos de la criatura hechos en mi Voluntad, quien se salve será únicamente en virtud de estos actos”.
Dicho esto se ha retirado. Después ha regresado de nuevo y ha agregado:
“El alma que hace mi Voluntad y vive en Ella, puedo decir que es mi carroza y Yo tengo las riendas de todo; tengo las riendas de la mente, de los afectos, de los deseos, y ni siquiera una dejo en su poder, y sentándome sobre su corazón para estar más cómodo, mi dominio es completo y hago lo que quiero, ahora hago correr la carroza, ahora la hago volar, ahora me lleva al Cielo, ahora giro toda la tierra, ahora me detengo, ¡oh, cómo soy glorioso, victorioso y domino e impero! Si después el alma no hace mi Voluntad y vive del querer humano, la carroza se deshace, me quita las riendas y Yo quedo sin dominio, como un pobre rey expulsado de su reino, y el enemigo toma mi puesto, y las riendas quedan en poder de las propias pasiones”. Vol. 12 del 28 de Sep. de 1917
Primer acto que hizo Jesús al recibirse Sacramentado
Esta mañana, después de haber recibido al bendito Jesús estaba diciéndole: “Vida mía Jesús, dime, ¿cuál fue el primer acto que hiciste cuando te recibiste a Ti mismo Sacramentalmente”.
Y Jesús: “Hija mía, el primer acto que hice fue el de multiplicar mi Vida en tantas Vidas mías por cuantas criaturas puedan existir en el mundo, a fin de que cada una tuviera una Vida mía únicamente para ella, que continuamente reza, agradece, da satisfacción, ama, por ella sola, como también multiplicaba mis penas por cada alma, como si por ella sola sufriera y no por otros. En aquel momento supremo de recibirme a Mí mismo, Yo me daba a todos, y a sufrir en cada uno de los corazones mi Pasión, para poder sojuzgar los corazones por vía de penas y de amor, y dándoles todo lo mío divino, venía a tomar el dominio de todos. Pero, ¡ay de Mí! mi amor quedó desilusionado por muchos y espero con ansia los corazones amantes, que recibiéndome se unan Conmigo para multiplicarse en todos, deseando y queriendo lo que quiero Yo, para tomar al menos de ellos lo que no me dan los otros, y para recibir el contento de tenerlos conforme a mi deseo y a mi Voluntad. Por eso hija mía, cuando me recibas haz lo que hice Yo, y Yo tendré el contento de que al menos seamos dos que queremos la misma cosa”.
Pero mientras esto decía, Jesús estaba muy afligido, y yo le he dicho: “Jesús, ¿qué tienes que estás tan afligido?”
“¡Ay, ay, cuantos males como torrente impetuosa inundarán los países, cuántos males, cuántos males! Italia está atravesando horas tristes, tristísimas. Estréchense más a Mí, estén de acuerdo entre ustedes, rueguen a fin de que los males no sean peores”.
Y yo: “¡Ah! mi Jesús, ¿qué será de mi país? No será que ya no me quieres como antes, porque queriéndome Tú perdonabas en algo los castigos”.
Y Él casi llorando: “No es verdad, te quiero bien”. Vol. 12 de Octubre 23 de 1917.