Jesús quiere nuestro enlace en todo lo que ha hecho. Así como Dios estableció la época y el tiempo de la Redención, así es para el Reino de su Voluntad. La Redención es medio y ayuda para el hombre, la Voluntad Divina es principio y fin del hombre.
(1) Estaba según mi costumbre haciendo mis actos en la Voluntad Suprema, y trataba de encontrar todo lo que hizo mi Jesús, mi Mamá Celestial, la Creación y todas las criaturas, ahora mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ayudaba a hacerme presente todos sus actos que yo omitía buscar, no teniendo la capacidad para ello, y Jesús todo bondad me hacía presente su acto diciéndome:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad todos mis actos están presentes, como alineados entre ellos.
Mira, aquí están todos los actos de mi infancia, están mis lágrimas, mis gemidos, está también cuando de pequeño niño, pasando por los campos cogía las flores, ven a poner tu ‘te amo’ sobre las flores que tomo y sobre mis manos que se extienden para tomarlas, en aquellas flores era a ti a quien miraba, era a ti a quien tomaba como pequeña florecita de mi Voluntad, ¿no quieres tú entonces hacerme compañía en todos mis actos infantiles con tu amor y con entretenerte Conmigo en estos actos inocentes?
Después está cuando de pequeño niño, cansado de llorar por las almas tomaba un brevísimo sueño, pero antes de cerrar los ojos te quería a ti para reconciliar el sueño, quería verte besar mis lágrimas al imprimir tu ‘te amo’ en cada lágrima, y con el arrullo de tu ‘te amo’ me hagas cerrar los ojos al sueño, pero mientras duermo no me dejes solo, sino espérame a que me despierte, a fin de que igual que al cerrar mis ojos al sueño, así al abrirlos me despierte en tu ‘te amo’.
(3) Hija mía, estaba establecido para quien debía vivir en mi Querer que fuera inseparable de Mí, y a pesar de que tú entonces no existías, mi Voluntad te hacía presente y me daba tu compañía, tus actos, tu ’te amo’; ¿y sabes tú qué significa un ‘te amo’ en mi Voluntad?
Ese ‘te amo’ encierra una felicidad eterna, un amor divino, y para mi infantil edad era bastante para hacerme feliz y para formar en torno a Mí un mar de alegría, bastante para hacerme poner a un lado todas las amarguras que me daban las criaturas.
Si tú no sigues todos mis actos habrá un vacío de tus actos en mi Voluntad, y Yo quedaré aislado sin tu compañía, quiero tu enlace a todo lo que he hecho, porque siendo una la Voluntad que nos une, por consecuencia uno debe ser el acto.
Pero sígueme aún, mírame aquí, cuando en mi infantil edad de dos o tres años Yo me apartaba de mi Mamá, y de rodillas con los bracitos abiertos en forma de cruz rogaba a mi Celestial Padre para que tuviese piedad del género humano, y en mis bracitos abiertos abrazaba a todas las generaciones; mi posición era desgarradora, tan pequeño, de rodillas con los bracitos abiertos, llorar, rogar, mi Mamá no habría podido resistir el verme, su amor materno que tanto me amaba la habría hecho sucumbir, por eso ven tú que no tienes el amor de mi Mamá, ven a sostenerme los bracitos, a enjugarme las lágrimas, pon un ‘te amo’ sobre aquel terreno donde apoyaba mis pequeñas rodillas, a fin de que no me sea tan duro, y después arrójate en mis bracitos a fin de que te ofrezca a mi Celestial Padre como hija de mi Voluntad. Desde entonces yo te llamaba, y cuando me veía solo, abandonado por todos, Yo decía entre Mí:
‘Si todos me dejan, la recién nacida de mi Voluntad no me dejará jamás solo’. Porque el aislamiento me es demasiado duro, y por eso mis actos esperan a los tuyos, y tu compañía”.
(4) ¿Pero quién puede decir todo lo que mi dulce Jesús me hacía presente de todos los actos de su Vida? Si yo quisiera decirlos todos me extendería demasiado, debería llenar volúmenes enteros, por eso mejor aquí pongo punto...
(5) Después de esto estaba diciendo a mi amable Jesús: “Amor mío, si tanto amas el que tu Santísima Voluntad sea conocida y que reine con su pleno dominio en medio de las criaturas, ¿por qué cuando viniste a la tierra, unido con tu Mamá Celestial, que así como obtuvo al suspirado Redentor así podía obtener el suspirado Fiat, no formaste unido a la Redención el cumplimiento de tu Santísima Voluntad? Vuestra presencia visible habría ayudado, facilitando en modo admirable el reino de la Suprema Voluntad sobre la tierra; en cambio hacerlo por medio de esta pobre, mezquina e incapaz criatura, me parece como si no debiese tener toda la gloria y el total triunfo”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, todo estaba establecido, la época y el tiempo, tanto de la Redención como aquél de hacer conocer mi Voluntad en la tierra a fin de que reinase en ella. Estaba establecido que mi Redención debía servir como medio de ayuda, Ella no había sido el principio del hombre, sino que surgió como medio después de que el hombre se alejó de su principio; en cambio mi Voluntad fue el principio del hombre y el fin en el cual debe encerrarse; todas las cosas tienen su principio en mi Voluntad y todo debe regresar en Ella, y si no todas en el tiempo, en la eternidad ninguno le podrá huir, por eso, también por esta razón, el primado es siempre de mi Voluntad.
Para formar la Redención Yo tenía necesidad de una Madre Virgen, concebida sin la sombra de la mancha original, porque debiendo tomar carne humana, era decoroso para Mí, Verbo Eterno, que no tomase una sangre infectada para formar mi Santísima Humanidad.
Ahora, para hacer conocer mi Voluntad, para que reinara, no era necesario que Yo hiciera una segunda madre según el orden natural, más bien necesito una segunda madre en el orden de la gracia, porque para hacer que reine mi Voluntad no tengo necesidad de otra Humanidad, sino de dar tal conocimiento de Ella, que atraídos por sus prodigios, por su belleza y santidad y por el bien grandísimo que le viene a la criatura, puedan con todo amor someterse a su dominio, y por eso, eligiéndote para la misión de mi Querer, según el orden natural te he tomado de la estirpe común, pero por el decoro de mi Voluntad, según el orden de la gracia, debía elevarte tanto, de no quedar en tu alma ninguna sombra contaminada por la cual mi Voluntad pudiera sentir renuencia de reinar en ti.
Así como se necesitaba la sangre pura de la Inmaculada Virgen para formar mi Humanidad, para poder redimir al hombre, así se necesitaba la pureza, el candor, la santidad, la belleza de tu alma para poder formar en ti la Vida de mi Voluntad. Y así como al formar mi Humanidad en el seno de mi Mamá, esta Humanidad se dio a todos, se entiende a aquellos que me quieren, como medio de salvación, de luz, de santidad, así esta Vida de mi Voluntad formada en ti se dará a todos para hacerse conocer y tomar su dominio.
Si hubiese querido liberarte de la mancha de origen, como a mi Celestial Mamá, para hacer que mi Voluntad tomase vida en ti, ninguno hubiera pensado en que mi Querer reinase en ellos, habrían dicho: ‘Se necesita ser una segunda Madre de Jesús, tener sus privilegios para hacer reinar la Vida de la Voluntad Suprema en nosotros’.
En cambio con conocer que eres de la estirpe de ellos, concebida como ellos, queriéndolo, podrán también ellos, ayudándose con su buen querer, conocer la Voluntad Suprema, lo que deben hacer para hacerla reinar en ellos, el bien que les viene, la felicidad terrestre y celeste preparada en modo distinto para aquellos que harán reinar a mi Voluntad.
Mi Redención debía servir para plantar el árbol de mi Voluntad, el cual regado con mi sangre, cultivado y trabajado con mis sudores y penas inauditas, abonado con los Sacramentos, debía primero hacer desarrollar el árbol, después florecer, y al final hacer madurar los frutos celestiales de mi Voluntad.
Pero para hacer madurar estos frutos preciosos no bastaba el curso de mis treinta y tres años, ni las criaturas estaban preparadas, dispuestas para tomar un alimento tan delicado que daba todo el Cielo. por eso me contenté con plantar el árbol, dejando todos los medios posibles para hacerlo crecer bello y gigantesco, y a tiempo oportuno, cuando los frutos están por madurar, a fin de que sean cortados, te he escogido a ti en modo todo especial para hacerte conocer el bien que contiene, y cómo quiero levantar de nuevo a la criatura a su origen, y que poniendo a un lado su voluntad, causa por la que descendió de su estado feliz, comerá de estos frutos preciosos, los cuales le darán tanto gusto, que servirán para quitarle toda la infección de las pasiones y del propio querer, y restituirle el dominio a mi Voluntad.
Ella, abrazando todo dentro de un solo abrazo, unirá todo junto, Creación, Redención y cumplimiento del fin por el cual todas las cosas fueron creadas, esto es, que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida como en el Cielo así en la tierra”.
(7) Y yo: “Jesús, amor mío, por cuanto más dices, tanto más siento el peso de mi pequeñez, y temo que pueda servir de obstáculo al reino de tu Voluntad sobre la tierra. ¡Oh, si Tú y mi Mamá lo hubiesen hecho directamente estando en la tierra, tu Querer habría tenido su pleno efecto!” Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(8) “Hija mía, nuestro trabajo fue plenamente cumplido, tú sé atenta a cumplir el tuyo. Esto es trabajo tuyo, mucho más que Yo y la Soberana Reina somos intangibles de las penas, estamos en estado de impasibilidad y de gloria completa, y por eso las penas no pueden tener más qué hacer con Nosotros; tú en cambio tienes las penas en tu ayuda para impetrar el Fiat Supremo, nuevos conocimientos, nuevas gracias, y Yo a pesar de que estoy en el Cielo, estaré escondido en ti para formar el Reino a mi Voluntad.
Mi potencia es siempre la misma, y aun estando en el Cielo puedo hacer lo que habría hecho estando visible sobre la tierra; cuando Yo quiero y la criatura se presta dándose toda en poder de mi Querer, Yo la invisto y le hago hacer lo que debería hacer Yo mismo. Por eso sé atenta y pon atención a tu trabajo”.(Vol. 19 del 20 de Jun. 1926)