....La última espía de amor en el punto de la muerte.
Primera parte. "Ahora hija mía, hasta en tanto que no comienza la culpa en la criatura, todo es Voluntad mía, y en cuanto comienza la culpa, así comienzan las lágrimas, los dolores de esta Madre Celestial. ¡Oh, cómo llora por su hijo! Pero no lo deja, su Amor la ata a vivir en aquella criatura para darle vida, y si bien se siente como sofocar su Vida Divina, la cual ni siquiera es conocida ni amada, su Amor es tanto que sigue su Vida aunque la ofendiese, para darle una sorpresa de amor para salvar a su hijo.
Nuestra Bondad, nuestro Amor es tanto, que intentamos todos los caminos, usamos todos los medios para arrancarlo del pecado, para ponerlo a salvo, y de si no lo logramos en vida, le hacemos la última sorpresa amor en el punto mismo de la muerte.
Tú debes saber que en aquel punto es la última espía de Amor que hacemos a la criatura, la circundamos de gracias, de luz, de bondad; ponemos tales ternuras de amor, de ablandar y vencer los corazones más duros, y cuando la criatura se encuentra entre la vida y la muerte, entre el tiempo que termina y la eternidad que está por comenzar, casi en el acto en el que el alma está por salir del cuerpo,
Yo tu Jesús, me hago ver con una amabilidad que rapta, con una dulzura que encadena y endulza las amarguras de la vida, especialmente las de aquel punto extremo; después la miro, pero con tanto Amor de arrancarle un acto de dolor, un acto de amor, una adhesión a mi Voluntad.
Ahora, en aquel punto de desengaño, al ver, al tocar con la mano cuánto la hemos amado y la amamos, sienten tal dolor que se arrepienten de no habernos amado, y reconocen nuestra Voluntad como principio y cumplimiento de su vida, y como satisfacción aceptan la muerte, para cumplir un acto de nuestra Voluntad, porque tú debes saber que si la criatura no hiciera ni siquiera un acto de Voluntad de Dios, las puertas del Cielo no son abiertas, ni es reconocida como heredera de la patria celestial, ni los ángeles, ni los santos la pueden admitir entre ellos, ni ella quisiera entrar, porque conocería que no le pertenece.
Por eso, sin nuestra Voluntad no hay ni santidad verdadera ni salvación. Y ¡oh! cuántos son salvados en virtud de esta nuestra última espía toda de amor, excepto los más perversos y obstinados, si bien les convendrá hacer una larga etapa y de purgatorio.
Por eso el punto de la muerte es nuestra pesca diaria, el reencuentro del hombre extraviado." Después ha agregado. “Hija mía, el punto de la muerte es la hora del desengaño, y todas las cosas se presentan en aquel punto, la una después de la otra, para decirle: 'Adiós, la tierra para ti ha terminado, comienza la eternidad." Marzo 22, 1938 Volumen 35