El Reino de la Divina Voluntad

«Y ahora una palabra a todos los que leáis estos escritos... Os pido, os suplico que recibáis con amor lo que Jesús quiere daros, es decir, Su Voluntad.

Pero para daros la Suya, quiere la vuestra; de lo contrario, no podrá reinar aquella. Si supieseis... ¡Con este amor mi Jesús quiere daros el don más grande que exista en el Cielo y en la tierra, como es Su Voluntad!

Los actos hechos en la Divina Voluntad son soles que iluminan a todos

y servirán para que se salve quien tenga un poco de buena voluntad.

Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús me ha dicho:

Todas las cosas contienen el germen de la regeneración.  La Voluntad de Dios debe regenerar en la voluntad humana para cambiarla en Divina.

Esta mañana, después de haber penado mucho esperando a mi adorable Jesús, yo, sin embargo, mientras lo esperaba hacía cuanto más podía por unir todo lo que estaba obrando en  mi interior con lo interior de Nuestro Señor, teniendo intención de darle toda la gloria y reparación que le daba su Humanidad Santísima.