Caminando por el dolor hacia el amor

Imagen de Mariu

Aunque nuestro compañero inseparable a lo largo de toda la vida es el dolor, poco nos hemos familiarizado con el, a continuación vamos a ir descubriendo como atraves de él, podemos llegar a asemejarnos más con Jesús transformándolo en amor, siempre y cuando seamos capaces de adentrarnos en los sentimientos más íntimos de su amoroso corazón.

El conocimiento que Luisa nos presenta sobre este tema, da mucha luz para comprender esta paradoja.

CAMINANDO POR EL DOLOR HACIA EL AMOR.

VOL.  2

(2) “Hija mía, el camino de la cruz es un camino lleno de estrellas, conforme se camina, esas estrellas se cambian en soles luminosísimos. ¿Qué felicidad será para el alma por toda la eternidad el estar circundada por estos soles? Además, el premio grande que doy a la cruz es tal, que no hay medida, ni de largo ni de ancho, es casi incomprensible a las mentes humanas, y esto porque al soportar las cruces no puede haber nada de humano, sino todo divino”.

LA RESPUESTA DE JESÚS AL DOLOR.

Un fragmento de las palabras en la Homilia del Papa Benedicto XVI DEL 25/03/2012

(...)La respuesta de Jesús, anunciando su pasión inminente, viene a decir que un encuentro ocasional en aquellos momentos sería superfluo y tal vez engañoso. Al que los griegos quieren ver en realidad, lo verán levantado en la cruz, desde la cual atraerá a todos hacia sí (cf. Jn 12,32). Allí comenzará su «gloria», a causa de su sacrificio de expiación por todos, como el grano de trigo caído en tierra que muriendo, germina y da fruto abundante. Encontrarán a quien seguramente sin saberlo andaban buscando en su corazón, al verdadero Dios que se hace reconocible para todos los pueblos.(...)

 

LA CRUZ ABRE EL CIELO

 

Vol. 2-23 Mayo 16, 1899

Jesús habla de la cruz y se lamenta de las almas devotas.

 

(1) Jesús ha seguido por otros días manifestándose del mismo modo, no queriendo separarse de mí. Parecía que aquel poco de sufrimientos que había vertido en mí lo atraían tanto, que no sabía estar sin mí. Esta mañana ha vertido otro poco de amargura de su boca en la mía y después me ha dicho:

(2) “La cruz dispone al alma a la paciencia. La cruz abre el Cielo y une juntos Cielo y tierra, esto es, Dios y el alma. La virtud de la cruz es potente y cuando entra en un alma tiene la virtud de quitar la herrumbre de todas las cosas terrenas, no sólo eso, sino que da el aburrimiento, el fastidio, el desprecio de las cosas de la tierra, y a cambio le da el sabor, el agrado de las cosas celestiales, pero por pocos es reconocida la virtud de la cruz, por eso la desprecian”.

(3) ¿Quién puede decir cuántas cosas he comprendido de la cruz mientras Jesús hablaba? El hablar de Jesús no es como el nuestro, que tanto se entiende por cuanto se dice, sino que una sola palabra deja una luz inmensa, que rumiándola bien podría hacer estar ocupado todo el día en profundísima meditación. Por eso si yo quisiera decirlo todo me extendería demasiado y me faltaría el tiempo para hacerlo. Después de un poco Jesús ha regresado de nuevo, pero un poco más afligido. Yo rápidamente le he preguntado la causa, y Jesús me ha hecho ver muchas almas devotas y me ha dicho:

 

Vol. 2-48  Julio 22, 1899

Cómo la cruz vuelve al alma transparente.

 

(1) Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver con una cruz de oro colgada del cuello, toda resplandeciente, y que al mirarla se complacía inmensamente. De repente se ha encontrado presente el confesor y Jesús le ha dicho: “Los sufrimientos de los días pasados han acrecentado el resplandor a la cruz, tanto, que mirándola siento mucho agrado”.

(2) Después se ha dirigido a mí y me ha dicho: “La cruz comunica tal resplandor al alma, de volverla transparente y así como cuando un objeto es transparente se le pueden dar todos los colores que se quiera, así la cruz, con su luz da todos los lineamientos y formas más bellas que jamás se puedan imaginar, no sólo por los demás sino también por la misma alma que los experimenta. Además de esto, en un objeto transparente enseguida se descubre el polvo, las pequeñas manchas y hasta cualquier oscurecimiento; así es la cruz, como hace transparente al alma, enseguida le descubre los pequeños defectos, las mínimas imperfecciones, tanto que no hay mano maestra más hábil que la cruz, para tener al alma preparada para volverla digna habitación del Dios del Cielo”.

(3) ¿Quién puede decir lo que he comprendido de la cruz y cuán envidiable es el alma que la posee?

(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y me he encontrado sobre una escalera altísima, bajo la cual había un precipicio y por añadidura los escalones de esta escalera eran movibles y tan estrechos que apenas se podía apoyar la punta de los pies; lo que más daba terror era el precipicio y el no poder encontrar apoyo de ningún tipo, y queriéndose aferrar de los escalones, estos se caían junto; el ver que casi todas las demás personas se caían infundía escalofrío en los huesos; sin embargo no se podía evitar el pasar por aquella escalera. Entonces lo he intentado, pero en cuanto subí dos o tres escalones, viendo el gran peligro que corría de caer en el abismo, he comenzado a llamar a Jesús para que viniera en mi ayuda, entonces, sin saber cómo, he encontrado a Jesús junto a mí y me ha dicho:

(5) “Hija mía, esto que tú has visto es el camino que recorren todos los hombres en esta tierra; los escalones móviles, sobre los que no pueden apoyarse para tener un sostén, son los apoyos humanos, las cosas terrenas, que queriéndose apoyar sobre ellas, en vez de darles una ayuda les dan un empujón para precipitarse más pronto en el infierno. El medio más seguro es el caminar casi volando, sin apoyarse sobre la tierra, a fuerza de los propios brazos, con los ojos en sí mismos, sin mirar a los demás y también teniéndolos todos atentos a Mí para tener ayuda y fuerza, así se podrá fácilmente evitar el precipicio”.

 

Vol. 2-49 Julio 28, 1899

La vida humana es un juego. También Jesús juega.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido con un aspecto admirable y misterioso, traía en el cuello una cadena que pendía sobre todo el pecho, por una parte se veía como un arco, por la otra parte de la cadena como una aljaba llena de piedras preciosas y de gemas, que era uno de los más bellos adornos al pecho de mi dulce Jesús y con una lanza en la mano. Mientras estaba en este aspecto me ha dicho:

(2) “La vida humana es un juego: quién juega el placer, quién el dinero y quién la propia vida, y tantos otros juegos que hacen. También Yo me deleito de jugar con las almas, ¿pero cuáles son estos juegos que hago? Son las cruces que envío, si las reciben con resignación y me lo agradecen, Yo me recreo y juego con ellas, complaciéndome inmensamente, recibiendo por ello gran honor y gloria y a ellas les hago hacer grandes adquisiciones”.

(3) En el acto de decir esto ha comenzado a tocarme con la lanza, con el arco, y con la aljaba, y todas aquellas piedras preciosas que contenía la aljaba salían y se cambiaban en tantas cruces y saetas que herían a las criaturas. Algunas, pero en número muy escaso, se alegraban, las besaban y se lo agradecían, y venían a formar un juego con Jesús; otras las tomaban y se las arrojaban en la cara a Jesús, ¡oh, cómo quedaba afligido y qué gran pérdida tenían esas almas! Después Jesús ha agregado:

(4) “Esta es la sed que grité en la cruz, porque no pudiendo satisfacerla completamente entonces, me complazco en apagarla en las almas de mis amados que sufren. Por lo tanto, sufriendo, vienes a dar un alivio a mi sed”.

(5) Volviendo otras veces a rogarle que liberase al confesor porque sufría, me ha dicho:

(6) “Hija mía, ¿no sabes tú que la marca más noble que puedo imprimir en mis amados hijos es la cruz?”

 

Vol. 3-66 Mayo 1, 1900

Frutos de la cruz.

(1) Habiendo recibido la comunión, mi dulce Jesús se ha hecho ver todo afabilidad, y como parecía que el confesor ponía la intención de la crucifixión, mi naturaleza sentía casi repugnancia de someterse. Entonces mi dulce Jesús para animarme me ha dicho:

(2) “Hija mía, si la Eucaristía es garantía de la futura gloria, la cruz es desembolso para comprarla. Si la Eucaristía es semilla que impide la corrupción, y es como esas hierbas aromáticas, con las que ungiéndose los cadáveres no se corrompen, y dona la inmortalidad al alma y al cuerpo, la cruz la embellece y es tan potente, que si hay deudas contraídas ella se hace fiadora y con mayor seguridad hace que se le restituya la escritura de la deuda contraída, y después de que ha satisfecho todo adeudo, con ello forma al alma el trono más deslumbrante en la futura gloria. ¡Ah! sí, la cruz y la Eucaristía se alternan juntas, y una obra más potentemente que la otra”.

(3) Después ha agregado: “La cruz es mi lecho florido, no porque no sufriera dolores atroces, sino porque por medio de la cruz daba a luz a tantas almas a la gracia, veía brotar tantas bellas flores que producían tantos frutos celestiales, así que viendo tanto bien, tenía para delicia mía aquel lecho de dolor y me deleitaba de la cruz y del sufrir. También tú hija mía, toma como delicias las penas y deléitate de estarte crucificada en mi cruz. No, no quiero que temas el sufrir, como si quisieras obrar como holgazana, ánimo, obra con animosidad y exponte por ti misma al sufrir”.

(4) Mientras esto decía, veía a mi buen ángel que estaba preparado para crucificarme, y yo por mí misma he extendido los brazos, y el ángel me crucificaba. ¡Oh, cómo gozaba el buen Jesús de mi sufrir, y cómo estaba yo contenta, porque podía dar gusto a Jesús siendo un alma tan miserable! Me parecía que fuera un gran honor para mí el sufrir por amor suyo.

 

Vol. 3-82  Junio 14, 1900

Efectos de la cruz.

 

(1) Encontrándome no poco sufriente, mi adorable Jesús al venir toda me compadecía y me ha dicho:

(2) “Hija mía, ¿qué tienes que sufres tanto? Déjame aliviarte un poco”.

(3) Y (pero Jesús estaba más sufriente que yo) así me ha dado un beso, y como estaba crucificado me atrajo fuera de mí misma y ha puesto mis manos en las suyas, mis pies en los suyos, mi cabeza apoyaba sobre la suya y la suya sobre la mía. ¡Cómo estaba contenta al encontrarme en esta posición! Si bien los clavos y las espinas de Jesús me causaban dolor, eran dolores que me daban alegría porque eran sufridos por amor a mi amado Bien; es más, hubiera querido que aumentaran. También Jesús parecía contento de mí porque me tenía en aquel modo atraída a Él. Me parecía que Jesús me consolaba y yo era consuelo para Él.

(4) Entonces, en esta posición hemos salido fuera, y habiendo encontrado al confesor, enseguida pedí por sus necesidades y le he dicho al Señor que se dignara hacer oír al confesor cómo es dulce y suave su voz. Jesús para contentarme se dirigió a él y le habló de la cruz diciéndole:

(5) “La cruz absorbe en el alma mi Divinidad, la asemeja a mi Humanidad y copia en sí misma mis mismas obras”.

(6) Después hemos continuado girando otro poco y, ¡oh, cuántas escenas dolorosas que traspasaban el alma de lado a lado! Las graves iniquidades de los hombres, que ni siquiera se doblegan ante la justicia, al contrario, se arrojan con mayor furor, como si quisieran dar dobles heridas por cada herida, y la gran miseria que ellos mismos se están preparando. Entonces, con suma amargura nuestra nos hemos retirado; Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma

 

 

Vol. 3-86  Junio 24, 1900

La cruz es el alimento de la humildad.

(1) Después de haber pasado algunos días de privación, en que a lo más se hacía ver como sombra, como un relámpago, mis potencias las sentía todas adormecidas, de modo que yo misma no entendía lo que sucedía en mi interior. En este adormecimiento una sola pena se despertaba en mi interior, y era que me parecía que me había pasado como a uno que mientras duerme pierde la vista, o bien es despojado de todas sus riquezas, por lo que el miserable no puede ni dolerse, ni defenderse, ni usar algún medio para liberarse de sus infortunios.

¡Pobrecito, en qué estado tan desastroso se encuentra! Pero, ¿cuál es la causa? El sueño, porque si estuviera despierto ciertamente se sabría defender de sus desventuras. Así es mi mísero estado, no me es dado ni siquiera dar un gemido, un suspiro, derramar una lágrima, porque he perdido de vista a Aquel que es todo mi amor, todo mi bien y que forma todo mi contento. Parece que para que yo no sufra por su privación me ha adormecido y me ha dejado. ¡Ah! Señor, despiértame Tú, a fin de que pueda ver mis miserias y conocer al menos de qué estoy privada.

(2) Ahora, mientras me encontraba en este estado, desde dentro de mi interior he oído al bendito Jesús que se lamentaba continuamente. Aquellos lamentos han herido mis oídos y despertándome un poco he dicho: “Mi solo y único Bien, por tus lamentos advierto el estado tan sufriente en el cual te encuentras, esto te sucede porque quieres sufrir solo y no quieres hacerme partícipe de tus penas, es más, para no tenerme en tu compañía me has adormecido y me has dejado sin hacerme entender más nada. Entiendo el por qué de todo esto, para estar más libre en castigar, pero ¡ah! ten compasión de mí, pues sin Ti estoy ciega, y ten compasión de Ti, porque siempre es bueno en todas las circunstancias tener quien te haga compañía, que te consuele y que de algún modo mitigue tu furor, porque por ahora estás firme en mandar flagelos, pero cuando veas a tus imágenes perecer por la miseria, te lamentarás más que ahora y tal vez me dirás: “¡Ah, si tú te hubieras empeñado más en aplacarme, si hubieras tomado sobre ti las penas de las criaturas, no vería tan destrozados a mis mismos miembros!” ¿No es verdad mi pacientísimo Jesús? ¡Ah, consuélate un poco y déjame sufrir en lugar tuyo!”

(3) Mientras esto decía, Él se lamentaba continuamente, casi en acto de querer ser compadecido y aliviado, pero quería que le arrancara casi por fuerza este mismo alivio, por lo que tras mis ruegos ha extendido en mi interior sus manos y pies clavados y me ha participado un poco sus penas. Después de esto, dando un poco de tregua a sus lamentos me ha dicho:

(4) “Hija mía, son los tristes tiempos que a esto me obligan, porque los hombres se han fortalecido y ensoberbecido tanto, que cada uno cree ser dios para sí mismo, y si Yo no pongo mano a los flagelos haría un daño a sus almas, porque sólo la cruz es el alimento de la humildad. Entonces, si no hiciera esto, Yo mismo les haría faltar el medio para humillarlos y rendirlos de su extraña locura, si bien la mayor parte me ofenden más, pero Yo hago como un padre que reparte a todos el pan para alimentarlos; que algunos hijos no lo quieran tomar, más bien que se sirvan de él para arrojarlo en la cara al padre, ¿qué culpa tiene de ello el pobre padre? Así soy Yo. Por eso compadéceme en mis aflicciones”.

(5) Dicho esto ha desaparecido dejándome medio despierta y medio adormecida, no sabiendo yo misma ni si debo despertarme perfectamente, ni si debo dormirme otra vez.

 

Vol. 3-96 Julio 16, 1900

Los castigos sirven para bien de las criaturas.

(1) Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Después de mucho esperar ha venido y me ha dicho:

(2) “Hija mía, la mejor cosa es ponerte en Mí y en mi Querer, entonces, poniéndote en Mí, y siendo Yo paz, aunque vieras mandar castigos quedarías en paz, sin sentir turbación”.

(3) Y yo: “¡Ah Señor, siempre estás en eso, en los castigos! Aplácate de una vez y no castigues más! Además, no puedo abandonarme en tu Querer en esto”.

(4) Y Él ha agregado: “No puedo aplacarme. ¿Qué dirías tú si vieras a una persona desnuda, que en vez de cubrir su desnudez pusiera atención a adornarse con bagatelas, dejando las partes más íntimas expuestas a la desnudez?”

(5) Y yo: “Me daría horror verla y ciertamente la desaprobaría”.

(6) Y Él: “Pues bien, así son las almas, desnudas del todo, no tienen más virtudes que las cubran. Por eso es necesario que las golpee, las castigue, las despoje, para hacerlas entrar en ellas mismas y que se fijen en la desnudez de sus almas, cosa más necesaria que la del cuerpo. Y si esto no hiciera, pondría más atención a las bagatelas, como la persona desaprobada por ti, las cuales son cosas que se refieren al cuerpo y no pondría atención a la cosa más esencial, cual es el alma, a la que han vuelto tan monstruosa que no se reconoce más”.

(7) Después de esto me parecía que tuviera en la mano una cuerdita, que pasándola por detrás del cuello me ataba y después ataba el suyo a esa misma cuerda, y así ha hecho al corazón y a las manos, y con esto parecía que me ataba toda a su Querer. Habiendo hecho esto ha desaparecido.

 

 

Vol. 4-67  Abril 21, 1901

La necesidad de los castigos es para no permitir

que el hombre se corrompa mayormente.

 

(1) Continuando mi habitual estado, he visto a mi dulce Jesús con una cruz en la mano, en actitud de arrojarla sobre las gentes y me ha dicho:

(2) “Hija mía, el mundo es siempre corrupto, pero hay ciertos tiempos en que llega a tal corrupción, que si Yo no derramara sobre las gentes parte de mi cruz, perecerían todos en la corrupción, como fue en los tiempos en que vine Yo al mundo, la sola cruz salvó a muchos de la corrupción en la cual estaban inmersos. Así en estos tiempos, ha llegado a tanto la corrupción, que si Yo no vertiera los flagelos, las espinas, las cruces, haciéndoles derramar hasta la sangre, quedarían sumergidos en las olas de la corrupción”.

(3) Y mientras esto decía parecía que agitaba aquella cruz sobre las gentes y sucedían castigos.

 

 

Vol. 4-69 Junio 13, 1901

La cruz y las tribulaciones son el pan de la bienaventuranza eterna.

 

(1) Después de un largo silencio por parte de mi adorable Jesús, en que a lo más decía alguna cosa sobre los flagelos que quiere derramar, esta mañana encontrándome oprimida, cansada por mi dura situación, especialmente por las continuas privaciones a las cuales estoy frecuentemente sujeta, lo he visto por breves instantes y me ha dicho:

(2) “Hija mía, las cruces y las tribulaciones son el pan de la eterna bienaventuranza”.

(3) Por tanto comprendía que sufriendo mayormente, más abundante y más sabroso será el pan que nos nutrirá en la celestial morada, o sea que por cuanto más se sufre, más garantía recibimos de la futura gloria.

 

 

Vol. 4-79  Agosto 5, 1901

Cómo las mortificaciones son los ojos del alma.

 

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi bendito Jesús tardaba en venir y yo me sentía morir por la pena de su privación, cuando de improviso ha venido y me ha dicho:

(2) “Hija mía, así como los ojos son la vista del cuerpo, así la mortificación es la vista del alma, así que la mortificación se puede decir ojos del alma”.

(3) Y ha desaparecido.

 

 

Vol. 4-88  Septiembre 15, 1901

Huyendo de la cruz se permanece en lo oscuro.

 

(1) Esta mañana, mi adorable Jesús ha venido glorioso, con las llagas resplandecientes más que sol y con una cruz en la mano. Mientras estaba en esto veía también una rueda de la que salían cuatro ángulos; parecía que en un ángulo escapaba la luz y quedaba a oscuras, en esta oscuridad quedaba la gente como abandonada por Dios y sucedían guerras sangrientas contra la Iglesia y contra la gente misma. ¡Ah!, parecía que las cosas dichas antes por Jesús bendito se van acercando a pasos veloces. Ahora, Nuestro Señor viendo todo esto, movido a compasión se ha acercado a la parte oscura y arrojó encima la cruz que tenía en la mano, diciendo con voz sonora:

(2) “Gloria a la cruz”.

(3) Y parecía que aquella cruz llamaba de nuevo la luz, y los pueblos sacudiéndose imploraban ayuda y socorro. Y Jesús ha repetido:

(4) “Todo el triunfo y la gloria serán de la cruz, de otra manera los remedios empeorarán los mismos males; por lo tanto la cruz, la cruz”.

(5) ¿Quién puede decir cómo he quedado afligida y pensativa en lo que podrá suceder?

 

 

Vol. 4-98 Diciembre 29, 1901

Las tribulaciones son necesarias a quien vive a la sombra de Jesús.

 

(1) Estando toda oprimida, apenas he visto a mi adorable Jesús, el cual mirándome me ha dicho:

(2) “Hija mía, para quien vive a mi sombra es necesario que soplen los vientos de las tribulaciones, a fin de que el aire infectado de alrededor no pueda penetrar en él aunque esté bajo mi sombra; así que los vientos continuos, agitando siempre este aire malsano, lo tienen siempre lejano y hacen soplar un aire purísimo y saludable”.

(3) Al terminar ha desaparecido, y yo comprendía muchas cosas sobre esto, pero no es necesario explicarlas porque creo que es fácil comprender el significado.

 

 

Vol. 4-106 Febrero 8, 1902

Significados de la Pasión de Jesús.

 

(1) Esta mañana, al venir mi adorable Jesús me ha participado parte de su Pasión. Ahora, mientras me encontraba sufriendo, el Señor para aliviarme me ha dicho:

(2) “Hija mía, el primer significado de la Pasión contiene gloria, alabanza, honor, agradecimiento, reparación a la Divinidad. El segundo es la salvación de las almas y todas las gracias que se necesitan para obtener esta finalidad. Entonces, quien participa en las penas de mi Pasión, su vida contiene estos mismos significados, no sólo, sino que toma la misma forma de mi Humanidad, y como dicha Humanidad está unida con la Divinidad, también el alma que participa en mis penas está en contacto con la Divinidad y puede obtener lo que quiere. Es más, sus penas son como llaves para abrir los tesoros divinos, esto mientras vive acá abajo, y después allá en el Cielo también le está reservada una gloria distinta que le es dada por mi Humanidad y Divinidad, en modo de semejarse a mi misma luz y gloria, y será una gloria más especial para toda la corte celestial, que le será dada por medio de esta alma, por lo que Yo le he comunicado, porque por cuantas más almas se han semejado a Mí en las penas, tanto más de dentro de la Divinidad saldrá luz y gloria, y toda la corte celestial participará de esta gloria”.

(3) Sea siempre bendito el Señor, y todo sea para su gloria y honor.

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