Jesús le habla acerca de la Divina Voluntad y de la perseverancia.
Continuando el estado de privación me sentía como un tedio y un cansancio de mi pobre situación, y mi pobre naturaleza quería liberarse de dicho estado. Mi adorable Jesús, teniendo compasión de mí ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, en cuanto te retiras de mi Querer, así empiezas a vivir de ti misma; en cambio si te estás fija en mi Voluntad vivirás siempre de Mí mismo, muriendo del todo a ti misma.”
Después ha agregado: “Hija mía, ten paciencia, resígnate en todo a mi Voluntad, y no por poco sino siempre, siempre, porque sólo la perseverancia en el bien es lo que hace conocer si el alma es verdaderamente virtuosa, sólo ella es la que une todas las virtudes, se puede decir que sólo la perseverancia une perpetuamente a Dios y al alma, virtudes y gracias, y como cadena se pone alrededor y atando todo junto forma el nudo segurísimo de la salvación; pero donde no hay perseverancia hay mucho que temer.”
Dicho esto ha desaparecido. Volumen 4 - 30-3-1901
Basta un acto perfecto de resignación a la Voluntad Divina para quedar purgado de todas las imperfecciones en las cuales el alma no ha puesto nada de lo suyo.
Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba pensando entre mí: “¿Qué dirá mi bendito Jesús cuando venga a mi alma? Dirá: “Cómo es fea esta alma, mala, fría, abominable”. Cuan rápido hará consumir las especies para no estar en contacto con esta alma tan fea, ¿pero qué quieres de mí? A pesar de que soy tan mala, sin embargo debes tener paciencia para venir, porque de todos modos me eres necesario, y no puedo hacer otra cosa”. Mientras esto decía ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, no quieras afligirte por esto, no se requiere nada para remediarlo, basta un acto perfecto de resignación a mi Voluntad para poder quedar purgado de todas estas fealdades que tú dices, y Yo te diré lo contrario de lo que piensas, te diré: “Cómo eres bella, siento el fuego de mi amor en ti, y el perfume de mis fragancias, en ti quiero hacer mi perfecta morada”.
Y ha desaparecido. Entonces, habiendo venido el confesor le he dicho todo, y él me ha dicho que no estaba bien, porque es el dolor el que purga al alma, y que la resignación no entraba en esto. Por eso, después de haber recibido la comunión he dicho: “Señor, el padre me ha dicho que no está bien lo que me has dicho, explícate mejor y hazme conocer la verdad”. Y Él bondadosamente ha agregado:
“Hija mía, cuando se trata de pecado voluntario, entonces se requiere el dolor, pero cuando se trata de imperfecciones, de debilidades, de frialdades y otras cosas, y que el alma no ha puesto nada de lo suyo, entonces basta un acto de perfecta resignación, y se tiene necesidad también de este estado para quedar purgado, porque el alma al hacer este acto primero se encuentra con la Voluntad Divina que purga la voluntad humana y la embellece con sus cualidades, y después se funde conmigo”. VOL. 6 Abril 9, 1904.