PROFESÍAS EN LOS ESCRITOS DE LA SIERVA DE DIOS LUISA PICCARRETA

Imagen de Mariu

Imagen de la Iglesia.

 

 Habiendo dicho al confesor mis temores de que no fuera Voluntad de Dios mi estado, y que al menos como prueba quisiera tratar a esforzarme en salir, y ver si lo conseguía o no. Y el confesor, sin poner su acostumbrada dificultad ha dicho: “Está bien, mañana probarás”.

 Entonces yo he quedado como si hubiera sido liberada de un peso enorme. Ahora, habiendo oído la santa misa y recibido la comunión, en cuanto he visto a mi adorable Jesús en mi interior que me miraba fijamente, con las manos juntas, en acto de pedir piedad y ayuda. Y en ese momento me he encontrado fuera de mí misma, dentro de una estancia donde estaba una mujer majestuosa y venerable, pero gravemente enferma, dentro de un lecho con la cabecera tan alta que casi tocaba el techo; y yo era obligada a estar encima de esta cabecera en brazos de un sacerdote para tenerla firme, y mirar a la pobre enferma.

Entonces yo, mientras estaba en esta posición, veía a unos pocos religiosos que rodeaban y daban cuidados a la paciente, y con profunda amargura decían entre ellos: “Está mal, está mal, no se necesita otra cosa que una pequeña sacudida”. Y yo pensaba en tener firme la cabecera del lecho por temor de que moviéndose el lecho pudiese morir. Pero viendo que la cosa iba para largo y casi fastidiándome del mismo ocio, decía a aquel que me tenía, por caridad, bájame, no estoy haciendo ningún bien, ni dando ninguna ayuda, ¿en qué aprovecha el estarme así inútil?, si bajo al menos puedo servirla, ayudarla”.

 Y aquél: “¿No has oído que aun con una pequeña sacudida puede empeorar y sucederle cosas tristísimas? Así que si tú desciendes, no habiendo quien mantenga firme el lecho puede incluso morir”.

 Y yo: “¿Pero puede ser posible que haciendo sólo esto le pueda venir este bien? Yo no lo creo, por piedad bájame”. Entonces, después de haber repetido varias veces estas palabras, me ha bajado al piso, y yo sola, sin que ninguno me detuviera me he acercado a la enferma, y con sorpresa y dolor veía que el lecho se movía. A aquellos movimientos se le ponía lívida la cara, temblaba, aparecía el estertor de la agonía. Aquellos pocos religiosos lloraban y decían: “No hay más tiempo, está ya en los momentos extremos”. Después entraban personas enemigas, soldados, capitanes para golpear a la enferma, y aquella mujer moribunda se ha levantado con intrepidez y majestad para ser llagada y golpeada. Yo al ver esto temblaba como una caña y decía entre mí: “He sido yo la causa, yo he dado el empujón para que sucediera tanto mal”. Y comprendía que aquella mujer representaba la Iglesia enferma en sus miembros, con tantos otros significados que me parece inútil explicar, porque se comprende leyendo lo que he escrito. Entonces me he encontrado en mí misma y Jesús en mi interior ha dicho:

 “Si te suspendo para siempre, los enemigos comenzarán a hacer derramar sangre a mi Iglesia”.

 Y yo: “Señor, no es que no quiera estar, el Cielo me guarde que yo me aleje de tu Voluntad aun por un abrir y cerrar de ojos, sólo que si quieres me estaré, si no quieres me quitaré”.

 Y Él: “Hija mía, apenas el confesor te ha liberado, esto es, cuando te dijo: “Está bien, mañana probamos”. El nudo de víctima se ha soltado, porque sólo el adorno de la obediencia es lo que constituye la víctima, y jamás la aceptaría por tal sin este adorno, aun a costa, si fuese necesario, de hacer un milagro de mi omnipotencia para dar luz a quien dirige, para hacer dar esta obediencia. Yo sufrí, sufrí voluntariamente, pero quien me constituyó víctima fue la obediencia a mi amado Padre, que quiso adornar todas mis obras, desde la más grande hasta la más pequeña con el adorno honorífico de la obediencia”.

 

 Mas tarde encontrándome en mí misma, sentía temor de tratar de salir, pero después me las arreglaba diciendo: “Debía pensar quien me ha dado la obediencia, y además, si el Señor lo quiere, yo estoy dispuesta”.Vol. 5 de Oct. 24 de 1903

 

Para obedecer al confesor regreso a decir los otros significados que comprendí el día 24 del corriente:

La mujer representaba la Iglesia que estando enferma, no en sí misma sino en sus miembros, y si bien abatida y ultrajada por los enemigos, y enferma en sus mismos miembros, jamás pierde su majestad y veneración; de la cama donde se encontraba, comprendía que la Iglesia mientras parece oprimida, enferma e impedida, también reposa con un reposo perpetuo y eterno, y con paz y seguridad en el seno paterno de Dios, como un niño en el seno de su propia madre; el respaldo del lecho que tocaba el techo, comprendía que era la protección divina que asiste siempre a la Iglesia, y que todo lo que ella contiene, todo ha venido del Cielo: Sacramentos, doctrina y todo lo demás, todo es celestial, santo y puro, de modo que entre el Cielo y la Iglesia hay continua comunicación, jamás interrumpida.

En los pocos religiosos que prestaban cuidados, asistencia a la mujer, comprendía que pocos son aquellos que a capa y espada defienden a la Iglesia, teniendo como propios los males que recibe, la recámara donde estaba, compuesta de piedras, representaba la solidez y firmeza y también la dureza de la Iglesia para no ceder a ningún derecho que le pertenece. La mujer moribunda que con intrepidez y coraje se hace golpear por los enemigos, representaba la Iglesia, que mientras parece que muere, entonces resurge más intrépida, ¿pero cómo? Con los sufrimientos y el derramamiento de sangre, verdadero espíritu de la Iglesia, siempre pronta a las mortificaciones, como lo estuvo Jesucristo.  Vol. 6 del 25 de Oct. 1903

 

Ve las almas purgantes ir en auxilio de los pueblos.

 Continuando mi habitual estado, he visto al bendito Jesús y a muchas almas purgantes que Jesucristo mandaba en ayuda de los pueblos, en los cuales parecía que debían suceder muchas desgracias de enfermedades contagiosas, en algún lugar terremotos; además, quien se suicidaba, quien se arrojaba en los pozos, en los mares, y quien mataba a otros, parecía que el hombre estaba cansado de sí mismo, porque sin Dios no siente la fuerza de continuar la vida.

¡Oh Dios, cuántos castigos y cuántos miles de personas serán victimas de estos flagelos! Vol. 7 de Marzo 9 de 1906.

 

Ve lugares devastados por la Justicia.

 

 Después de haber pasado días de privación y de lágrimas, finalmente esta mañana ha venido Jesús y me ha dicho:

 “¡Ah! hija mía, tú no sabes nada de lo que debe suceder de aquí a un año. ¡Oh, cuántas cosas sucederán! Mira un poco”.

 Mientras me encontraba en esto me he encontrado fuera de mí misma junto con Jesús, y veía, dónde lugares hundidos y ciudades enteras sepultadas, donde lugares inundados y desaparecido lo que en aquellos lugares existía, en otros puntos terremotos con daño notable, gente muerta, revoluciones en más lugares, y en ciertos puntos tan violentas, que no se podía poner un pie en la tierra sin pisar sangre humana. ¿Pero quién puede decir lo que de trágico se veía? Después de esto el buen Jesús ha agregado:

 

 “¿Has visto? ¡Ah! hija mía, ánimo, paciencia en el estado en el que te encuentras, la justicia queriendo descargarse sobre las criaturas evita descargarse sobre de ti, y el vacío de tus sufrimientos llenará el vacío de los sufrimientos de ellas; dejemos correr un poco la justicia, es necesario; las criaturas se ensoberbecen demasiado, después terminará todo y Yo estaré contigo como antes”. Vol. 8 del 12 de Octubre de 1907.

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(...)Después, habiéndose retirado, ha regresado de nuevo todo afligido, tanto que movía a piedad, y se ha arrojado en mis brazos como para encontrar reposo, y yo al verlo le he dicho:  “¿Qué tienes Jesús que estás tan afligido?”

 Y Jesús:  “Ah, hija mía, tú no sabes nada de lo que quieren hacer, quieren jugarse Roma, se la quieren jugar los extranjeros, los mismos italianos son tales y tantas las infamias que harán, que sería menor mal si la tierra hiciera salir fuego para incinerarla, que lo que harán.  Mira, por todas partes salen gentes para concurrir juntas y dar el asalto, y lo que es peor es que vienen bajo vestidos de corderos, mientras que son lobos rapaces que quieren devorar la presa; qué uniones diabólicas, se unen para tener más fuerza y dar el asalto.  Reza, reza, es el último precipicio de estos tiempos en el cual la criatura quiere precipitarse”.Vol. 14 del 27 de Oct. 1922

Cuantos males vendran...

 “Hija mía, tú no sabes qué cosa es mi Voluntad en la tierra, se ve que después de tantas lecciones mías no lo has entendido bien.  Debes saber que el alma que hace vivir mi Voluntad en ella, conforme reza, conforme sufre, obra, ama, etc., etc., forma un dulce encanto a las pupilas divinas, de manera que encierra en ese encanto, con sus actos, la mirada de Dios, de modo que raptado por la dulzura de este encanto, muchos castigos que se atraen las criaturas con sus graves pecados, este encanto tiene virtud de impedir que mi justicia se derrame con todo su furor sobre la faz de la tierra, porque también mi justicia siente el encanto de mi Voluntad que obra en la criatura. 

¿Te parece poco que el Creador vea en las criaturas, viviendo aún sobre la tierra, su Voluntad obrante, triunfante, dominante, con esa misma libertad con la cual obra y domina en el Cielo? 

Este encanto no está en el Cielo, porque mi Voluntad en mi Reino domina como en su casa, y el encanto viene formado en Mí mismo, no fuera de Mí, así que soy Yo, es mi Voluntad la que encanta con una fuerza raptora a todos los bienaventurados, de manera que sus pupilas están encerradas en mi encanto para gozar eternamente, así que no ellos me forman el dulce encanto, sino Yo a ellos, así que mis pupilas están libres, no sufren ninguna fascinación.

 En cambio mi Voluntad viviendo en la criatura que navega en el exilio, es obrante y dominante en casa de la criatura, y por esto me forma el encanto, me fascina y hace sentir a mi mirada un atractivo tal, que me rapta a fijar mis pupilas en ella, sin poder separarlas.  ¡Ah! tú no sabes cuán necesario es este encanto en estos tiempos.-

¡Cuántos males vendrán!  Los pueblos se verán obligados a devorarse uno al otro, serán tomados de tal rabia, de ensañarse el uno contra el otro, pero la culpa mayor es de los jefes y gobernantes.  ¡Pobres pueblos!  Tienen por jefes a verdaderos carniceros, diablos encarnados que quieren hacer carnicería de sus hermanos.  Si los males no debieran ser graves, tu Jesús no te dejaba como privada de Él; tú temes que sea por otra cosa por lo que te privo de Mí, no, no, está segura, es mi justicia que privándote de Mí quiere descargarse sobre las criaturas; tú no salgas jamás de mi Voluntad, a fin de que su dulce encanto pueda evitar a los pueblos males mayores”.Vol. 17 Oct. 23 de 1924.

 

Imagen del estado de la Iglesia.  Necesidad de purificarla.

Encontrándome en mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y con gran sorpresa mía he encontrado en medio de un camino a una mujer tirada por tierra, toda llena de heridas y los miembros todos descoyuntados, no había hueso en su lugar.  La mujer, si bien tan maltrecha que parecía el verdadero retrato del dolor, era bella, noble, majestuosa, pero al mismo tiempo daba piedad el verla abandonada por todos, expuesta a quien quisiera hacerle daño. 

Entonces, movida a compasión miraba alrededor para ver si había alguien que me ayudara a levantarla y ponerla en lugar seguro, y ¡oh! maravilla, junto a mí estaba un joven que me parecía que fuera Jesús, y juntos la hemos levantado de la tierra, pero a cada movimiento sufría penas desgarradoras debido al dislocamiento de los huesos.  Así, poco a poco la hemos transportado dentro de un palacio, poniéndola sobre una cama, y junto con Jesús, que parecía que amaba tanto a esa mujer que quería darle su propia Vida para salvarla y darle la salud, tomábamos en nuestras manos los miembros dislocados para ponerlos en su lugar; al toque de Jesús los huesos tomaban su lugar y aquella mujer se transformaba en una bella y graciosa niña.  Yo he quedado asombrada por esto, y Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, esta mujer es la imagen de mi Iglesia.  Ella es siempre noble, llena de majestad y santa, porque su origen está en el Hijo del Padre Celestial; pero a qué estado tan doloroso la han reducido los miembros a Ella incorporados, no contentos con no vivir santamente, a la par de Ella, la han llevado en medio de la calle, exponiéndola al frío, a las burlas, a los golpes, y sus mismos hijos, como miembros dislocados, viviendo en medio de la calle se han dado a toda clase de vicios; el amor al interés, predominante en ellos los ciega y cometen las más feas infamias y viven junto a Ella para herirla y gritarle continuamente: 

‘Sea crucificada, sea crucificada’.  En qué estado tan doloroso se encuentra mi Iglesia, los ministros que deberían defenderla son sus más crueles verdugos; pero para renacer es necesaria la destrucción de estos miembros e incorporarle miembros inocentes, desinteresados, que viviendo a la par con Ella, regrese bella y graciosa niña, tal cual Yo la constituí, sin malicia, más que sencilla niña, para crecer fuerte y sana.  Esta es la necesidad de que los enemigos inicien la batalla, para que se purguen los miembros infectados.  Tú reza y sufre a fin de que todo redunde para mi gloria”.

 

 Dicho esto me he encontrado en mí misma.Vol. 17 del 6 de Sept. 1924.

 

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Para obedecer al confesor regreso a decir los otros significados que comprendí el día 24 del corriente: La mujer representaba la Iglesia que estando enferma, no en sí misma sino en sus miembros, y si bien abatida y ultrajada por los enemigos, y enferma en sus mismos miembros, jamás pierde su majestad y veneración; de la cama donde se encontraba, comprendía que la Iglesia mientras parece oprimida, enferma e impedida, también reposa con un reposo perpetuo y eterno, y con paz y seguridad en el seno paterno de Dios, como un niño en el seno de su propia madre; el respaldo del lecho que tocaba el techo, comprendía que era la protección divina que asiste siempre a la Iglesia, y que todo lo que ella contiene, todo ha venido del Cielo: Sacramentos, doctrina y todo lo demás, todo es celestial, santo y puro, de modo que entre el Cielo y la Iglesia hay continua comunicación, jamás interrumpida. En los pocos religiosos que prestaban cuidados, asistencia a la mujer, comprendía que pocos son aquellos que a capa y espada defienden a la Iglesia, teniendo como propios los males que recibe, la recámara donde estaba, compuesta de piedras, representaba la solidez y firmeza y también la dureza de la Iglesia para no ceder a ningún derecho que le pertenece. La mujer moribunda que con intrepidez y coraje se hace golpear por los enemigos, representaba la Iglesia, que mientras parece que muere, entonces resurge más intrépida, ¿pero cómo? Con los sufrimientos y el derramamiento de sangre, verdadero espíritu de la Iglesia, siempre pronta a las mortificaciones, como lo estuvo Jesucristo. Vol. 6 25 de Oct. 1903

 

 

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Comentarios

Imagen de Estrella

cierto!

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Entre el Cielo y la Iglesia hay continua comunicación, jamás interrumpida