"PENSAMIENTOS"

Imagen de Mariu

El pensar en sí mismo ciega la mente; el

pensar sólo en Dios es luz a la mente.

 

 Esta mañana, mi siempre amable Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, el pensar en vosotros mismos ciega la mente y os forma una especie de encanto humano, y este encanto humano forma una red en torno al hombre; esta red está formada de debilidad, de opresiones, de melancolías, de temores y de todo lo que de mal contiene la naturaleza humana, y por cuanto más se piensa en sí mismo, aun bajo aspecto de bien, más densa se hace la red y más ciega queda el alma.

En cambio, el no pensar en sí mismo, sino pensar sólo en Mí, sólo en amarme, cualesquiera que sean las cosas, es luz a la mente y en ella se forma un dulce encanto divino, y este encanto divino también teje en la mente su red, y esta red está formada toda de luz, de fortaleza, de gozo, de confianza, en suma, de todos los bienes que poseo Yo mismo, y cuanto menos se piensa en sí mismo, más densa se forma esta red, así que no se reconoce más.

¡Cómo es bello ver al alma envuelta en esta red que en ella ha tejido el encanto divino, cómo es agradable, graciosa y amada por todo el Cielo!, lo contrario para el alma que piensa en sí misma”. Vol 11 del 16 de Agosto del 1912

 

 

El pensamiento de sí mismo empequeñece al alma.

 

 Orando, mi bendito Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, el pensamiento de sí mismo empequeñece al alma, y desde su pequeñez mide mi grandeza, y casi quisiera restringirme, en cambio quien no piensa en sí mismo, pensando en Mí se engrandece en mi inmensidad y me da el honor a Mí debido”.Vol 11 del 17 de Agosto de 1912.

 

 

 

Las reflexiones, las preocupaciones sobre sí mismo,

aun sobre el bien, para quien ama a Dios son

tantos vacíos que forman al amor.

 

 Estaba diciendo a mi siempre amable Jesús: “Mi único temor es que Tú me pudieras dejar, retirándote de mí”.

 Y Jesús: “Hija mía, no puedo dejarte porque tú no haces ninguna reflexión sobre de ti misma, ni tomas ningún cuidado de ti; las reflexiones, los cuidados personales aun sobre el bien, para quien me ama de verdad son tantos vacíos que forma al amor, por lo tanto mi Vida no llena toda, toda el alma, estoy como al margen, en un rincón y me dan así ocasión de darme mis escapadas; en cambio quien no es llevado a las reflexiones de los cuidados propios, y piensa sólo en amarme, y toma cuidado sólo de Mí, Yo lo lleno todo, no hay punto de su vida en que no encuentre la mía, y queriendo darme mis escapadas debería destruirme a Mí mismo, lo cual no puede ser jamás.

 Hija mía, si supieran las almas el mal que hacen las reflexiones propias, encorvan al alma, la abajan, la hacen tener el rostro vuelto hacia sí mismas, y mientras más se miran más humanas se vuelven, más reflexionan, más sienten las miserias y más empobrecen, en cambio el solo pensamiento de Mí, en amarme, en estarse toda abandonada en Mí, hace recta al alma, y con tener el rostro dirigido a mirarme sólo a Mí, se elevan y crecen; más me miran más divinas se hacen, mientras más reflexionan sobre Mí más se sienten ricas, fuertes y valerosas”.

Después ha agregado: “Hija mía, las almas que están unidas con mi Querer y que me hacen hacer mi Vida en ellas y piensan sólo en amarme, están unidas Conmigo como los rayos al sol; ¿quién forma los rayos? ¿Quién les da vida? El sol; si el sol no pudiera formar los rayos no podría extender su luz ni su calor, así que los rayos ayudan al sol a hacer su curso y lo embellecen de más. Así Yo, sólo por medio de estos rayos que forman una sola cosa Conmigo, me extiendo sobre todas las regiones y doy luz, gracia, calor, y me siento más embellecido que si no los tuviera.

 

 Ahora, ¿se podría preguntar a un rayo de sol cuántos caminos ha hecho, cuánta luz, cuánto calor ha dado? Si tuviera razón respondería: “No me quiero ocupar de esto, lo sabe el sol y basta; pero si hubiera otras tierras a las cuales dar luz y calor los daría, porque el sol que me da vida, a todo puede llegar”. Y si el rayo quisiera reflexionar, volverse hacia atrás a lo que ha hecho, perdería su curso y se oscurecería. Así son mis almas amantes, son mis rayos vivientes, no reflexionan sobre lo que hacen, estarse en el Sol Divino es toda su intención, y si quisieran reflexionar les sucedería a ellas como al rayo del sol y mucho perderían”.Vol. 11 Sep. 2 1912

 

Debemos reconocernos solamente en Dios.

 

 Continuando mi aflicción decía entre mí: “No me reconozco más, dulce vida mía, ¿dónde estás? ¿Qué cosa debería hacer para reencontrarte? Faltando Tú, amor mío, no encuentro la belleza que me embellece, la fortaleza que me fortifica, la vida que me vivifica, me falta todo, todo es muerte para mí, y la misma vida sin Ti es más desgarradora que cualquier muerte, ¡ah, es siempre morir! Ven Jesús, no puedo más. ¡Oh luz suprema, ven, no me hagas esperar más!

Me haces sentir los toques de tus manos, y mientras hago por asirte me huyes; me haces ver tu sombra, y mientras hago por mirar dentro de la sombra la majestad, la belleza de mi Sol Jesús, pierdo sombra y Sol. ¡Ah, piedad, mi corazón está atormentado, está desgarrado en pedazos, no puedo vivir más! ¡Ah, si pudiera morir al menos!” Mientras esto decía, en cuanto ha venido mi siempre amable Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, estoy aquí dentro de ti, si quieres reconocerte ven en Mí, y dentro de Mí ven a reconocerte; si vienes en Mí a reconocerte te pondrás en el orden, porque en Mí encontrarás tu imagen hecha por Mí y semejante a Mí, encontrarás todo lo que se necesita para conservar y embellecer esta imagen, y viniendo a reconocerte en Mí, reconocerás también al prójimo en Mí, y viendo cómo te amo a ti y cómo amo al prójimo, te elevarás al grado del verdadero amor divino, y todo, dentro y fuera de ti, las cosas tomarán el verdadero orden, que es el orden divino.

En cambio si te quieres reconocer dentro de ti, en primer lugar no te reconocerás en verdad, pues te faltará la luz divina; en segundo lugar, todas las cosas las encontrarás en desorden y reñirán entre ellas; la miseria, la debilidad, las tinieblas, las pasiones y todo lo demás, será el desorden que encontrarás dentro y fuera de ti, que no sólo te harán la guerra a ti, sino también entre ellas para ver cuál te hace más mal, e imagínate tú misma en que orden te pondrán al prójimo. Y no sólo quiero que debas reconocerte en Mí, sino que si quieres recordarte de ti debes venir a hacerlo en Mí, de otra manera si quieres recordarte de ti sin Mí, harás más mal que bien”. Vol. 11 del 2 de Nov. del 1912

 

 

 

El éxtasis en la Humanidad de Jesús y el éxtasis de la Divina Voluntad.

 

 Estaba pensando en cómo Jesús bendito ha cambiado las cosas, aún viniendo Él yo no quedo petrificada como antes, sino que en cuanto se va me siento en estado natural; yo no sé que me ha sucedido, pero lo que es más, es que me da fastidio si me viene el pensamiento, o bien que quien tiene autoridad sobre mí quiere conocer mis cosas. Entonces el buen Jesús que me vigila cada pensamiento, y ni siquiera una de estas mis cosas quiere que mi mente olvide, al venir me ha dicho:

 “Hija mía, ¿quisieras acaso tú que Yo usara cuerdas y cadenas para tenerte atada? En un tiempo eran necesarias, y Yo con todo amor te tenía atada y me hacía el sordo ante cualquier lamento tuyo, recuérdalo. Pero ahora no lo veo ya necesario, hace ya más de dos años que he querido usar contigo cadenas más nobles, como es mi Voluntad, por eso en este tiempo te he hablado siempre de mi Querer y de los efectos sublimes e indescriptibles que mi Querer contiene y que a ninguno hasta ahora he manifestado. Mira cuantos libros quieras y verás que en ninguno encontrarás lo que te he dicho a ti de mi Voluntad.

Esto era necesario para disponer tu alma al estado presente en el cual te encuentras; después de haberte tenido siempre conmigo, lo sabía muy bien, que tú no habrías podido soportar el sufrir la falta de mi presencia continua si no la hubiera sustituido con una cosa toda mía, que invadiendo toda tu alma debía tenerte raptada mucho más que como lo haría mi misma presencia, así que mi Voluntad es la que la sustituye para tenerte raptado cada pensamiento tuyo, afecto, deseo, palabra, tanto, que tu lengua habla de mi Voluntad con tal elocuencia y entusiasmo, porque está raptada por mi Querer.

Por eso sientes fastidio cuando se te pregunta cómo y porqué Jesús no viene como antes, porque estás raptada por mi Voluntad, y tu alma sufre cuando te quieren romper el dulce encanto de mi Querer”.

 Y yo: “Jesús, ¿qué dices? Déjame, déjame, vete, son mis maldades las que me han reducido a este estado”. Jesús ha sonreído al oír decirse: “Vete”, y estrechándome más a Él me ha dicho:

 “No puedo irme, ¿puedo acaso separarme de mi Voluntad? Si tú tienes mi Voluntad debo estarme siempre contigo, mi Querer y Yo somos uno solo, no somos dos, pero vayamos a los hechos, dime, ¿cuáles son tus maldades?”

 Y yo: “Amor mío, no lo sé. Tú mismo lo has dicho, que tu Voluntad me tiene raptada, ¿cómo puedo conocerlas? “

 Y Jesús: “¡Ah! ¿no las conoces?”

 Y yo: “No puedo conocerlas, porque Tú me tienes siempre arriba y no me das tiempo para pensar en mí misma, y en el acto en el que quiero pensar en mí, Tú, o me reprendes severamente hasta decirme que debería avergonzarme por hacerlo, o bien amorosamente atrayéndome a Ti con tal fuerza, que haces que me olvide de mí misma, ¿cómo puedo hacerlo?”

 Y Jesús: “Si no puedes hacerlo significa que Yo me complazco más en que no lo hagas, manteniendo en ti mi Voluntad en lugar de todo y viéndose quitada alguna cosa de lo suyo, por eso te está encima y te impide pensar en ti misma, sabiendo que donde tiene en todo el lugar mi Querer, maldades no puede haber. Por eso, celoso me mantengo vigilante”.

 Y yo: “Jesús, ¿te burlas de mí?”

 Y Jesús: “Hija mía, me obligas a hablar para hacerte comprender cómo están las cosas. Escucha, para hacerte llegar a un punto tan noble y divino, Yo he hecho contigo como dos amantes que se aman hasta la locura; jamás habrías tú amado tanto mi Voluntad si no me hubieras conocido, por eso primero te he dado el éxtasis de mi Humanidad, a fin de que conociendo quién soy Yo, tú me amaras, y para atraer todo tu amor he usado contigo muchas estratagemas de amor, y tú las recuerdas, no es necesario que te las enumere. Ahora, después de haberte atraído bien, bien, a amar mi persona, tú has sido tomada por mi Voluntad, y la amas, y no pudiendo estar sin Mí después de tanto tiempo, como si hubiéramos vivido juntos, era necesario que el éxtasis de mi Voluntad tomara el lugar de mi Humanidad, y todo lo que he hecho antes han sido gracias para disponerte al éxtasis de mi Voluntad, porque cuando Yo dispongo a un alma a vivir en modo más alto en mi Voluntad, estoy obligado a manifestarme para infundir gracias tan grandes”.

 Y yo sorprendida he dicho: “¡Qué dices, oh Jesús! ¿Cómo, tu Voluntad es éxtasis?”

 

 Y Jesús: “¡Sí, verdadero y perfecto éxtasis es mi Querer! Y entonces tú rompes este éxtasis cuando quieres pensar en ti, pero Yo no te dejo vencer. Por lo tanto, los tiempos que exigen grandes castigos vendrán, si bien tú no lo crees, pero creerás tú y quien te dirige cuando oigan de ellos, por eso es necesario que el éxtasis de mi Humanidad sea interrumpido, pero no del todo, de otra manera tú me atarías por todos lados, así que haré entrar el dulce encanto de mi Querer para hacerte sufrir menos al ver los castigos”. Vol. 11 Sep. 12 1913

 

 

 

La unión de Voluntad forma toda la

perfección de las Tres Divinas Personas.

 

 Me la paso afligidísima por los modos que mi siempre amable Jesús tiene conmigo, pero resignada a su Santísimo Querer. Si me lamento con Jesús por sus privaciones y por su silencio, Él me dice:

“No es tiempo de poner atención a esto, estas son niñerías y de almas muy débiles que ponen atención a sí mismas y no a Mí, que piensan en lo que sienten y no lo que les conviene hacer, estas almas apestan a humano y no puedo fiarme de ellas. De ti no espero esto, quiero el heroísmo de las almas que olvidándose de sí mismas ponen atención sólo a Mí, y unidas Conmigo se ocupan de la salvación de mis hijos, porque el demonio usa de todas sus astucias para arrancarlos de mis brazos. Quiero que te adaptes a los tiempos, ahora dolorosos, ahora luctuosos y ahora trágicos, y junto Conmigo reces y llores por la ceguera de las criaturas; tu vida debe desaparecer haciendo entrar en ti toda mi Vida. Haciéndolo así, sentiré en ti el perfume de mi Divinidad, me fiaré de ti en estos tiempos tan tristes, que sin embargo no son mas que los preludios de los castigos, ¿qué será cuando las cosas avancen más? ¡Pobres hijos, pobres hijos!”

 Y parece que Jesús sufre tanto que se queda sin palabras y se oculta más adentro de mi corazón, de modo que desaparece del todo. Y cuando cansada de mi estado doloroso renuevo los lamentos, lo llamo y le digo: “Jesús, ¿no sabes las tragedias que están sucediendo?

¿Cómo es posible que tu piadoso corazón pueda soportar tales estragos en tus hijos?” Y parece que Él apenas se mueve en mi interior, como si no se quisiera hacer sentir, y siento dentro de mi respiro otro respiro afanoso, como si estuviera en agonía, es el respiro de Jesús, porque advierto que es dulce, pero mientras me consuela toda me hace sentir penas mortales, porque en aquel respiro siento el respiro de todos, especialmente los de tantas vidas muriendo y que Jesús sufre con ellos el estertor de la agonía. Otras veces parece que se duele tanto, que manda tristes lamentos, de mover a piedad los corazones más duros. Ahora, continuando con mis lamentos, esta mañana al venir me ha dicho:

 “Hija mía, la unión de nuestros quereres es tanta, que no se distingue cuál sea el querer del Uno y cual el del Otro; y esta unión de Voluntad, que forma toda la perfección de las Tres Divinas Personas, porque como somos uniformes en la Voluntad, esta uniformidad lleva uniformidad de santidad, de sabiduría, de belleza, de potencia, de amor y de todo lo demás de nuestro Ser, así que nos vemos como en un espejo recíprocamente Uno en el Otro, y es tanta nuestra complacencia al mirarnos, que nos vuelve plenamente felices. Entonces Uno refleja en el Otro, y cada cualidad de nuestro Ser, como tantos mares inmensos diferentes en sus gozos, uno descarga en el otro, por eso, si alguna cosa fuera disímil entre Nosotros, nuestro Ser no podría ser ni perfecto ni plenamente feliz

Ahora, al crear al hombre infundimos en él nuestra imagen y semejanza para poder arrollar al hombre en nuestra felicidad, y reflejarnos y hacernos felices en él, pero el hombre rompió el primer anillo de conjunción, de voluntad entre él y el Creador, y por lo tanto perdió la verdadera felicidad, es más, cayeron sobre él todos los males, por eso ni podemos reflejarnos en él ni hacernos felices, sólo en el alma que hace en todo nuestro Querer lo hacemos y gozamos el fruto completo de la Creación; porque aun en aquellos que tienen alguna virtud, que rezan, que frecuentan los Sacramentos, pero si no son uniformes a nuestro Querer no podemos reflejarnos en ellos, porque como está separada la voluntad de ellos de la nuestra, todas las cosas están desordenadas y revueltas. ¡Ah, hija mía, sólo nuestra Voluntad es acepta, porque reordena, hace feliz y lleva consigo todos los bienes! Por eso siempre y en todo haz mi Voluntad, no pongas atención a otra cosa”.

 Y yo: “Amor mío y vida mía, ¿cómo puedo uniformarme a tu Voluntad, a los tantos flagelos que estás mandando? Se necesita demasiado para decir “Fiat”, y además, ¿cuántas veces me has dicho que si yo hacía tu Querer, Tú habrías hecho el mío? Y ahora, cómo has cambiado”.

 Y Jesús: “No soy Yo quien ha cambiado, es que ha llegado a tanto la criatura que se ha hecho insoportable. Acércate y chupa de mi boca las ofensas que las criaturas me envían, y si tú puedes tragarlas, Yo suspenderé los castigos”.

 Entonces me he acercado a su boca y con avidez chupaba, pero con sumo dolor mío me esforzaba por tragarlo y no podía, me sofocaba, volvía a hacer nuevos esfuerzos y no lo lograba, entonces Jesús con voz tierna y sollozando me ha dicho:

 “¿Has visto? No puedes pasarlo, arrójalo a tierra y caerá sobre las criaturas”.

 Entonces yo lo he arrojado, y también Jesús lo arrojaba de su boca sobre la tierra diciendo: “¡Es nada aún, es nada aún”.

 

 Y ha desaparecido.Vol. 11 8 de febrero de 1915,

 

Por cuanto dura la Divina Voluntad en

el alma, tanto dura la Vida Divina en ella.

 

 Estaba muy afligida y casi preocupada acerca de mi pobre estado, y Jesús, queriéndome distraer del pensar en mí misma me ha dicho:

 “Hija mía, ¿qué haces?  El pensamiento de ti misma te hace salir de mi Voluntad; ¿y no sabes tú que por cuanto dura mi Voluntad en ti, tanto dura la Vida Divina, y en cuanto cesa mi Querer así cesa la Vida Divina y retomas tu vida humana?  ¡Bello cambio que haces!  Así sucede a la obediencia, hasta en tanto que dura la obediencia dura la vida de quien ha mandado en quien obedece; en cuanto cesa la obediencia así se retoma la vida propia”.

 Después, como suspirando ha agregado:  “¡Ah!, tú no sabes la destrucción que hará el mundo, y todo lo que ha sucedido hasta ahora se puede llamar juego en comparación de los castigos que vendrán; no te los hago ver todos para no oprimirte demasiado, y Yo viendo la obstinación del hombre me estoy como oculto en ti; tú ruega junto Conmigo y no quieras pensar en ti misma”.Vol. 12 del 10 de mayo de 1919

 

 

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