Los vuelos del alma en el Querer Divino.
Esta mañana mi dulce Jesús no ha venido, y yo la he pasado entre suspiros, ansias y amarguras, pero toda sumergida en su Voluntad. Llegada la noche no podía más, y lo llamaba y lo volvía a llamar, mis ojos no se podían cerrar, me sentía inquieta, a cualquier costo quería a Jesús; mientras me encontraba en esto ha venido y me ha dicho:
“Paloma mía, ¿quién te puede decir los vuelos que haces en mi Querer, el espacio que recorres, las extensiones que vuelas? ¡Ninguno, ninguno, ni siquiera tú lo sabrías decir! Yo, sólo Yo lo puedo decir, Yo que mido las fibras, Yo que numero el vuelo de tus pensamientos, de tus latidos, y mientras vuelas veo los corazones que tocas; pero no te detengas, vuela a otros corazones y llama y vuelve a llamar y vuela de nuevo, y sobre tus alas lleva mi te amo a otros corazones para hacerme amar, y después, en un solo vuelo ven a mi corazón para tomar descanso, para después reiniciar vuelos más rápidos. Yo me divierto con mi paloma y llamo a los ángeles, a mi Mamita a divertirse Conmigo. Pero mira, no te lo digo todo, el resto te lo diré en el Cielo, ¡oh, cuántas cosas sorprendentes te diré!”
Después me ha puesto la mano en la frente y ha agregado:
“Te dejo la sombra de mi Voluntad, el aliento de mi Querer, duerme”.
Y me he dormido. Vol. 12 del 23 de mayo de 1918.
Las almas que viven en la Divina Voluntad
toman parte de la actividad eterna de la Divina Voluntad
Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, las almas que viven en mi Voluntad son las pequeñas ruedas que giran en la gran rueda de la eternidad. Mi Voluntad es el movimiento y la vida de la rueda de la eternidad interminable; conforme ellas entren en mi Querer para orar, para amar, para obrar, etc., la rueda de la eternidad las hace girar en su circunferencia interminable, y ellas, como en esa rueda encuentran todo lo que se ha hecho y lo que se debe hacer, todo lo que debería hacerse y no se hace, a medida que giran derraman luz y oleadas divinas en lo que se ha hecho y se debe hacer, dando a nombre de todos el honor divino a su Creador, y rehacen lo que no ha sido hecho por las criaturas.
¡Oh! Cómo es bello ver entrar a un alma en mi Querer, en cuanto entra, la gran rueda de la eternidad le da la cuerda para hacerla girar en su gran mole, y la pequeña rueda hace giros eternos; la cuerda de la gran rueda la pone en comunicación con todas las cuerdas divinas, y mientras gira hace lo que hace su mismo Creador, por eso estas almas son como las primeras creadas por Mí, y como las últimas, porque al girar se encuentran al principio, en medio y al final; así que serán la corona de toda la familia humana, la gloria, el honor y el suplemento de todo, y el regreso a Dios de todo el orden de las cosas creadas por Él. Por eso tus giros sean continuos en mi Querer, Yo te daré la cuerda y tú te prestarás a recibirla, ¿no es verdad?”
Después ha agregado: “No has dicho todos los giros que hace la ruedecilla de tu voluntad en la gran rueda de la eternidad”.
Y yo: “¿Cómo podía decirlos si no lo sé?”
Y Él: “En cuanto el alma entra en mi Voluntad, aun con una simple adhesión, con un abandono, Yo le doy la cuerda para hacerla girar, ¿y sabes cuántas veces gira? Gira por cuantas inteligencias piensan, por cuantas miradas dirigen las criaturas, por cuantas palabras dicen, por cuantas obras y por cuantos pasos se hacen, giran a cada acto divino, a cada movimiento, a cada gracia que del Cielo desciende, en suma, en todo lo que se hace en el Cielo y en la tierra ellas forman el giro; los giros de estas ruedecillas son veloces, rápidos, así que son incalculables a ellas mismas, pero Yo los numero todos, primero para tomarme la gloria, el amor eterno que me dan, y después para fundir todo el bien eterno, para darles la capacidad de hacerlas sobrepasar todo, para poder abrazar a todos y hacerse corona de todo”. Vol. 13 del 4 de Febrero de 1922.
Todas las criaturas giran alrededor de Dios,
así como la tierra gira alrededor del sol.
Estaba pensando cómo todas las cosas giran alrededor del sol, la tierra, nosotros, todas las criaturas, el mar, las plantas, todos, en suma, todos giramos alrededor del sol, y porque giramos alrededor del sol quedamos iluminados, recibimos su calor, así que él refleja sus ardientes rayos sobre todos, y nosotros, la Creación toda con girarle alrededor gozamos de su luz y recibimos parte de los efectos y bienes que contiene el sol. Ahora, ¿cuántos seres giran alrededor del Sol Divino? Todos: todos los ángeles, los santos, los hombres, todas las cosas creadas, la misma Mamá Reina, ¿no tiene acaso el primer giro, que rápidamente girando alrededor de Él absorbe todos los reflejos del Sol Eterno? Ahora, mientras esto pensaba, mi Divino Jesús se ha movido en mi interior, y estrechándome toda a Él me ha dicho:
“Hija mía, fue precisamente ésta la finalidad para la cual creé al hombre, para que me girara siempre alrededor, y Yo, como Sol, estando en el centro de su giro debía hacer reflejar en él mi luz, mi amor, mi semejanza y toda mi felicidad; a cada giro suyo debía darle siempre nuevos contentos, nueva belleza y flechas más ardientes.
Antes que el hombre pecase mi Divinidad no estaba oculta al hombre, porque con girarme en torno, él era mi reflejo, por tanto era la pequeña luz, era entonces como connatural que siendo Yo el gran Sol, la pequeña luz pudiera recibir los reflejos de la mía; en cuanto pecó se detuvo de girarme en torno, su pequeña luz se oscureció, se volvió ciego y perdió la luz para poder ver en carne mortal mi Divinidad, por cuanto la criatura es capaz, tanto, que al venir a redimir al hombre tomé carne mortal para hacerme ver, no sólo porque junto con la carne el hombre había pecado, y Yo junto con la carne debía expiar, sino porque le faltaban los ojos para poder ver mi Divinidad, tan es cierto, que mi Divinidad que habitaba en mi Humanidad, como relámpagos y a gotas pudo hacer apenas salir algún rayo de luz de mi Divinidad.
Mira entonces qué gran mal es el pecado, es perder el hombre su giro en torno a su Creador, es anular la finalidad de su creación, es cambiarse de luz en tinieblas, de bello en horrible, es un mal tan grande, que con toda mi Redención no pude restituirle los ojos para poder ver en carne mortal a mi Divinidad, sino sólo cuando esta carne del hombre, deshecha, pulverizada por la muerte, resucite de nuevo en el día del juicio.
¿Qué sucedería si la Creación toda pudiera faltar a su giro en torno al sol? Todas las cosas se trastornarían, perderían la luz, la armonía, la belleza, una cosa chocaría con la otra, y a pesar de que hubiera sol, no girando alrededor de él, el sol estaría para toda la creación como muerto. Ahora, el hombre con el pecado original perdió su giro alrededor de su Creador y por eso perdió el orden, el dominio de sí mismo, la luz, y cada vez que peca, no sólo no gira en torno a su Dios, sino que ni siquiera en torno a los bienes de la Redención, que como nuevo sol vino a traerle el perdón y la salvación. ¿Pero sabes tú quién no se detiene jamás en su giro? El alma que hace y vive en mi Voluntad, ella corre siempre, no se detiene jamás y recibe todos los reflejos de mi Humanidad, y también los rayos de luz de mi Divinidad”. Vol. 16 del 14 de Sep. de 1923.
Lo obrado en la Divina Voluntad contiene la potencia creadora.
El obrar de Jesús forma la corona al obrar de las criaturas.
Estaba pensando entre mí: “Quisiera girar siempre en su Querer Divino, quisiera ser como rueda de reloj que gira siempre sin detenerse jamás”. Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, ¿quieres girar siempre en mi Querer? ¡Oh! con qué ganas y con qué amor quiero que gires siempre en mi Querer, tu alma será la rueda, mi Voluntad te dará la cuerda para hacerte girar velozmente sin detenerte jamás, tu intención será el punto de partida de adonde quieres ir, qué camino quieres tomar, si al pasado o bien en el presente, o quieres deleitarte en los caminos futuros, a tu libre elección, siempre me serás amada y me dará sumo deleite cualquier punto de partida que tu tomes”.
Después ha agregado: “Hija amadísima de mi Voluntad, todo lo que se ha hecho en mi Voluntad contiene la potencia creadora. Mira, todo lo que hizo mi Humanidad estando en la tierra, como todo fue hecho en la Voluntad Suprema, todo contiene esta potencia creadora, tanto, que así como está un sol siempre en acto, siempre pleno de luz y de calor, sin disminuir jamás, ni crecer en su pleno esplendor, tal como fue creado por Dios, así todo lo que hice, todo está en acto, y como el sol es de todos y de cada uno, así mi obrar, mientras es uno es de todos y de cada uno, es más, mis pensamientos forman la corona a cada inteligencia creada, mis miradas, mis palabras, mis obras, mis pasos, mis latidos, mis penas, forman la corona de las miradas, de las palabras, de las obras, de las penas, etc., etc., de las criaturas, podría decir que como corona están a guardia de todo lo que hace la criatura. Ahora, si la criatura piensa en mi Voluntad, la corona de mis pensamientos se abre y encierra en los míos los pensamientos de ella, y tomando parte en la potencia creadora, hacen hacia Dios y hacia las criaturas el oficio de mi inteligencia; así si miras, si hablas, mis miradas, mis palabras forman el puesto para recibir las tuyas y formando una sola corona hacen el oficio de mis miradas y de mis palabras, y así de todo lo demás. Las almas que viven en mi Voluntad son mis verdaderas repetidoras, mis inseparables imágenes reproducidas en ellas y absorbidas de nuevo en Mí, para hacer que todo lo que hacen quede con el sello de que son obras mías y continúen mi mismo oficio”. Vol. 17 del 14 de A gosto de 1924.
Todo lo que Jesús hizo, tanto para gloria del Padre como para el
bien de las criaturas, quedó depositado en la Divina Voluntad, la
cual lo conserva todo en acto, con todos sus efectos.
Estaba diciendo entre mí: “Cómo quisiera recorrer todos los caminos del Querer eterno para poder encontrar todos los actos de esta Voluntad Suprema, salidos de Ella para bien de toda la familia humana, para poder poner en cada acto de su Voluntad un acto de la mía, para corresponderle con mi amor, con mi gratitud, con mi gracias por mí y a nombre de todos mis hermanos, pero, ¿cómo puedo encontrar todos estos actos de la Voluntad Divina, yo que soy tan pequeña, tan insignificante?” Mientras así pensaba, deseando abrazar y poner un beso mío, un mi te amo al menos a cada acto de la Suprema Voluntad, he sentido moverse en mi interior a mi dulce Jesús, y una luz en mi mente me decía:
“Hija mía, ¿quieres tú recorrer todos los actos de mi Voluntad salidos de Ella para bien de todas las criaturas? Ven conmigo en mi Humanidad, lo suspiro, lo quiero, que tú lo hagas. Tú debes saber que mi Humanidad recorrió todos los caminos del eterno Querer, y en todos los actos que encontraba hechos para bien de todos mis hermanos, hacía el mío para corresponder a la Divina Voluntad por tantos actos suyos hechos para bien de todas las generaciones humanas. Era el acto más legítimo que me convenía hacer, primero para honor de mi Padre Celestial; y conforme esto hacía dejaba el depósito de estos actos míos en la misma Voluntad Divina, a fin de que estuvieran siempre en acto de dar a mi Padre Divino este legítimo honor que las criaturas no le dan, y violentar a la Voluntad eterna a hacer la paz con la voluntad humana.
La voluntad, también en la criatura, es el depósito de todos sus pensamientos, del bien y del mal que hace, ella es depositaria de todo, nada se le escapa que no deposite en ella. Ahora, mi Humanidad tenía dos voluntades, la humana y la Divina, y todo lo que Yo hacía lo depositaba en la Divina, para poder encontrar no sólo los actos hechos por la Suprema Voluntad y corresponderla, sino para poder hacer otros nuevos actos de Voluntad Divina, para poder formar en Ella de todo lo obrado por mi Humanidad, una nueva creación, dejándola en depósito en Ella, a fin de que me los mantuviera íntegros, siempre nuevos y bellos, sin crecer ni decrecer, porque no sujetos, por cuanto tomen de ellos, a sufrir la más mínima disminución. Y así como en la creación del cielo, del sol, de las estrellas, y de tantas otras cosas creadas por la Divinidad para bien de toda la familia humana, fue dejado el depósito en nuestra Suprema Voluntad, a fin de que las conservara siempre en ese estado creado por Nosotros, como de hecho las conserva; así confié todo el obrar de mi Humanidad en Ella, a fin de que todo lo que hice estuviera siempre en acto de darse a las criaturas. Mi obrar es más que nuevo cielo, sol y estrellas, y así como el sol que está sobre vuestro horizonte no rehúsa dar luz a todos y darse a cada uno, y si el ojo humano no toma toda la inmensidad de su luz es porque la circunferencia del ojo es pequeña, es más, según la vista es más aguda, más buena, más luz toma, pero el sol está en acto de quererse dar todo; así la nueva creación de mis actos, hechos todos en esta Voluntad y depositados en Ella para redimir, para restaurar a la criatura, están en acto de darse a todos, y más que sol, estrellas y cielo, se extiendan sobre la cabeza de todos, a fin de que todos puedan tomar el gran bien que contienen. Pero entre el sol que resplandece en el cielo azul, y el que contiene el cielo de mi Humanidad, hay gran diferencia, en aquél, por cuanto el ojo se fatiga en mirar para llenarse de luz, su circunferencia no se ensancha, queda siempre la que es; en cambio el ojo del alma, mientras más se esfuerza para mirar, para cooperar, para conocer, para amar todo lo que ha hecho mi Humanidad, se ensancha más, recibe más luz, comprende más y toma más bienes, así que está en su poder ser más rica o pobre, más llena de luz, de calor, o más fría y en tinieblas.
(4) Entonces, si quieres recorrer los caminos del eterno Querer, entra por la puerta de mi Humanidad, dentro encontrarás mi Divinidad y la Divina Voluntad te hará presente, como en acto, todo lo que ha hecho, hace y hará, tanto en la Creación como en la Redención y Santificación, y tendrás el contento de poder besar esos actos y poner en cada uno tu pequeño acto de amor, de adoración, de reconocimiento, los encontrarás todos en acto de darse a ti, y tú los amarás, tomarás los dones de tu Padre Celestial; don más grande no podía darte, esto es: Los dones, los frutos, los efectos de su Querer, pero los tomarás a medida que cooperes y hagas vivir tu voluntad perdida en la mía”.
Luego, por poco tiempo me he sentido toda en Jesús, y me parecía encontrar en Él todo el obrar de la Divina Voluntad para bien de las criaturas como en acto, yo buscaba seguir uno por uno los actos de la Voluntad Suprema, pero mientras esto hacía me ha desaparecido todo; pero el delirio de querer de nuevo a mi dulce Jesús me hacía morir; después de mucho lo sentí detrás de mi espalda, que extendiendo sus brazos me tomaba mis manos entre las suyas; yo con violencia lo jalé hacia delante, y con toda la amargura de mi alma le he dicho: “Jesús, no me . sin darme tiempo para decirle otra cosa me ha dicho:
“Hija mía, ¿cómo? ¿A Mí me dices que no te quiero ya más? Estas palabras se pueden decir a las criaturas, pero no a tu Jesús, a Aquél que nunca puede disminuir en el amor”.
Y mientras esto decía, me miraba fijamente dentro, como si quisiera encontrar en mí una cosa que mucho le interesaba, y miraba y volvía a mirar, finalmente me he sentido salir de dentro de mi interior otro Jesús, todo semejante al de afuera. Yo he quedado maravillada al ver que mi Jesús me está dentro de mí y fuera de mí, y Él, todo bondad me ha dicho:
“Dime hija mía, ¿quién ha formado esta Vida mía en ti? ¿No es el amor? ¿No son mis cadenas amorosas que no sólo me han formado en ti, sino me tienen atado y estrechado a ti? Y para hacer que esta Vida mía en ti pueda siempre crecer, he puesto en ti mi Eterno Querer, que haciendo uno solo con el tuyo, nos alimentamos juntos con el mismo alimento celestial, de modo de hacer una mi Vida con la tuya; ¿y con todo esto me dices: Ya no me quieres?”
Yo he quedado confundida y no he sabido qué decir... Vol. 17 del 8 de Marzo de 1925
Continúa diciendo otros modos de fundirse en la Divina Voluntad,
para dar la correspondencia a nombre de todos de amor y gloria
por la obra de la Creación, de la Redención y de la Santificación.
Habiendo hecho oír al confesor lo que está escrito antes, con fecha 10 de Mayo, no ha quedado contento y me ha impuesto seguir escribiendo acerca del modo de fundirme en el Santo Querer Divino; y yo, sólo por obedecer y por temor de que mi Jesús pudiera mínimamente disgustarse, comienzo nuevamente: “Agrego que mientras se presenta a mi mente aquel vacío inmenso al fundirme en el Supremo Querer, la pequeña niña continúa su giro, y elevándose en alto quiere corresponder a su Dios por todo el amor que tuvo por todas las criaturas en la Creación, quiere honrarlo como Creador de todas las cosas, por eso gira por las estrellas y en cada centelleo de luz imprime mi ‘te amo y gloria a mi Creador’; en cada átomo de luz del sol que desciende a lo bajo, ‘te amo y gloria’; en toda la extensión de los cielos, entre la distancia de un paso al otro, mi ‘te amo y gloria’; en el trinar del pájaro, en el movimiento de sus alas, ‘amor y gloria a mi Creador’; en el hilo de hierba que despunta de la tierra, en la flor que se abre, en el perfume que se eleva, ‘amor y gloria’; en la altura de los montes y en la profundidad de los valles, ‘amor y gloria’. Giro por cada corazón de criatura, como si me quisiera encerrar dentro, y gritar dentro a cada corazón mi ‘te amo y gloria a mi Creador’; quisiera que uno fuese el grito, una la voluntad, una la armonía de todas las cosas: ‘Gloria y amor a mi Creador’; y después, como si hubiera reunido todo junto, de manera que todo diga correspondencia de amor y testimonio de gloria por todo lo que Dios ha hecho en la Creación, me transporto a su trono y le digo: ‘Majestad Suprema y Creador de todas las cosas, esta pequeña niña viene en vuestros brazos para deciros que toda la Creación, a nombre de todas las criaturas, os da no sólo la correspondencia del amor, sino la de la justa gloria por tantas cosas creadas por Vosotros por amor nuestro. En vuestra Voluntad, en este vacío inmenso, he girado por todas partes, a fin de que todas las cosas os glorifiquen, os amen y os bendigan, y ya que he puesto en relación el amor entre Creador y criatura, que la voluntad humana había roto, y la gloria que todos os debían, haced descender vuestra Voluntad a la tierra, a fin de que vincule, reafirme todas las relaciones entre Creador y criatura, y así todas las cosas retornarán al orden primero, establecido por Vosotros; por eso hacedlo pronto, no tardéis más, ¿no veis cómo está llena de males la tierra? Sólo vuestra Voluntad puede detener esta corriente, puede ponerla a salvo, pero vuestra Voluntad conocida y dominadora”.
Entonces, después de esto siento que mi oficio no está completo, por eso desciendo a lo bajo de ese vacío para corresponder a mi Jesús por la obra de la Redención, y como si encontrase en acto todo lo que Él hizo, quiero darle mi correspondencia de todos los actos que deberían haber hecho todas las criaturas si lo hubieran esperado y recibido en la tierra, y después, como si me quisiera transformar toda en amor por Jesús, vuelvo a mi estribillo y digo: “Te amo en el acto de descender del Cielo e imprimo mi ‘te amo’ en el acto en que fuiste concebido, ‘te amo’ en la primera gota de sangre que se formó en tu Humanidad, ‘te amo’ en el primer latido de tu corazón, para sellar todos tus latidos con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu primer respiro, ‘te amo’ en tus primeras penas, ‘te amo’ en tus primeras lágrimas que derramaste en el seno materno; quiero corresponder tus oraciones, tus reparaciones, tus ofrecimientos con mi ‘te amo’, cada instante de tu Vida lo quiero sellar con mi ‘te amo’; ‘te amo’ en tu nacimiento, ‘te amo’ en el frío que sufriste, ‘te amo’ en cada gota de leche que chupaste de tu Mamá; intento llenar con mis ‘te amo’ los pañales con los que tu Mamá te envolvió; extiendo mi ‘te amo’ sobre de aquella tierra en la cual tu querida Mamá te recostó en el pesebre, y tus ternísimos miembros sintieron la dureza del heno, pero más que heno la dureza de los corazones; mi ‘te amo’ en cada gemido tuyo, en todas tus lágrimas y penas de tu infancia; hago correr mi ‘te amo’ en todas las relaciones, comunicaciones y amor que tuviste con tu Mamá; ‘te amo’ en todas las palabras que dijiste, en el alimento que tomaste, en los pasos que diste, en el agua que bebiste; ‘te amo’ en el trabajo que hiciste con tus manos; ‘te amo’ en todos los actos que hiciste en tu vida oculta; sello mi ‘te amo’ en cada acto interior tuyo y penas que sufriste; extiendo mi ‘te amo’ sobre aquellos caminos que recorriste, en el aire que respiraste, en todas las predicaciones que hiciste en tu Vida pública; mi ‘te amo’ corre en la potencia de los milagros que hiciste, en los Sacramentos que instituiste, en todo oh mi Jesús, aun en las fibras más íntimas de tu corazón imprimo mi ‘te amo’ por mí y por todos. Tu Querer me hace todo presente, y yo nada quiero dejarte en que no esté impreso mi ‘te amo’; tu pequeña hija de tu Querer siente el deber, de que si otra cosa no sabe hacer, al menos tengas un pequeño ‘te amo’ mío por todo lo que has hecho por mí y por todos. Por eso mi ‘te amo’ te sigue en todas las penas de tu Pasión, en todos los escupitajos, desprecios e insultos que te hicieron; mi ‘te amo’ sella cada gota de tu sangre que derramaste, cada golpe que recibiste, en cada llaga que se formó en tu cuerpo, en cada espina que traspasó tu cabeza, en los dolores acerbos de la crucifixión, en las palabras que pronunciaste sobre la cruz, hasta en tu último respiro intento imprimir mi ‘te amo’; quiero encerrar toda tu Vida, todos tus actos con mi ‘te amo’; por todas partes quiero que Tú toques, que veas, que oigas mi continuo ‘te amo’. Mi ‘te amo’ no te dejará jamás, tu mismo Querer es la vida de mi ‘te amo’.
¿Pero sabes qué quiere esta pequeña niña? Que ese Querer Divino que tanto amaste e hiciste en toda tu Vida sobre la tierra, se haga conocer a todas las criaturas, a fin de que todas lo amen y cumplan tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra; quiere vencerte en amor, a fin de que des tu Voluntad a todas las criaturas. ¡Ah! haz feliz a esta pobre pequeña que no quiere otra cosa que lo que quieres Tú, que tu Voluntad sea conocida y reine sobre la tierra.
Ahora, creo que la obediencia quedará en algún modo contenta; es cierto que en muchas cosas he debido hacer saltos, de otra manera no acabaría jamás. El fundirme en el Supremo Querer es para mí como una fuente que brota, y cada pequeña cosa que oigo, que veo, una ofensa hecha a mi Jesús, me es ocasión de nuevos modos y nuevas fusiones en su Santísima Voluntad. Ahora continúo con decir que mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, a lo que has dicho sobre el fundirte en mi Querer se le necesita dar otro nombre, cual es el de fundirte en el orden de la gracia, en todo lo que ha hecho y hará el Santificador a los santificantes, el Cual es el Espíritu Santo. Mucho más, pues si la Creación se atribuye al Padre, mientras estamos siempre unidas las Tres Divinas Personas en el obrar, la Redención al Hijo, el Fiat Voluntas Tua se atribuirá al Espíritu Santo; y es propiamente en el Fiat Voluntas Tua que el Divino Espíritu hará desahogo de su obra. Tú lo haces cuando viniendo ante la Suprema Majestad dices: ‘Vengo a corresponder en amor a todo lo que hace el Santificador a los santificantes, vengo a entrar en el orden de la gracia para poderos dar la gloria y la correspondencia del amor como si todos se hubiesen hecho santos, y a repararos por todas las oposiciones, las incorrespondencias a la gracia’. Y por cuanto está en ti, buscas en nuestra Voluntad los actos de la gracia del Espíritu Santificador, para hacer tuyo su dolor, sus gemidos secretos, sus suspiros angustiosos en el fondo de los corazones al verse tan mal acogido; y como el primer acto que hace es llevar nuestra Voluntad como acto completo de su santificación, al verse rechazado gime con gemidos inenarrables, y tú en tu infantil sencillez le dices: ‘Espíritu Santificador, hazlo pronto, os suplico, os imploro, haced conocer a todos vuestra Voluntad, a fin de que conociéndola la amen y acojan vuestro primer acto de su santificación completa, el cual es la Santa Voluntad vuestra’. Hija mía, las Tres Divinas Personas somos inseparables y distintas, así queremos manifestar a las generaciones humanas nuestras obras hacia ellas, que mientras estamos unidos entre Nosotros, cada uno de Nosotros quiere manifestar distintamente su amor y su obra hacia las criaturas”.Vol. 17 del 10 de Mayo de 1925.
El Ser Divino es equilibrado. El don del Fiat Divino pone todo en común.
La justicia en el dar quiere encontrar el apoyo de los actos de las criaturas.
Después de haber hecho mi acostumbrado giro en el Supremo Querer, rogaba al buen Jesús, a nombre de su Creación y Redención, a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre, a nombre de la Soberana Reina y de todo lo que Ella hizo y sufrió, que el Fiat Supremo fuese conocido, a fin de que se establezca su Reino con su pleno triunfo y dominio. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Si Jesús mismo quiere y ama tanto que su Reino sea establecido en medio a las criaturas, ¿por qué quiere que con tanta insistencia se ruegue? Si lo quiere lo puede dar sin tantos actos continuos”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, mi Ser Supremo posee el perfecto equilibrio, y también en el dar a las criaturas mis gracias, mis dones, y mucho más con este Reino del Fiat Supremo, que es el don más grande que Yo ya había dado en el principio de la Creación y que el hombre con tanta ingratitud me rechazó. ¿Te parece poco poner a disposición suya una Voluntad Divina con todos los bienes que Ella contiene, y no por una hora o por un día sino por toda la vida? ¿Te parece poco que el Creador ponga en la criatura su Voluntad adorable para poder poner en común su semejanza, su belleza, sus mares infinitos de riqueza, de alegrías, de felicidad sin fin? Y sólo con poseer nuestra Voluntad la criatura podía adquirir los derechos de comunidad, de semejanza y de todos los bienes de su Creador, sin Ella no puede haber derecho de comunidad con Nosotros; y si alguna cosa toma, son apenas nuestros pequeños reflejos y las migajas de nuestros interminables bienes. Ahora, un don tan grande, una felicidad tan inmensa, un derecho de semejanza divina con la adquisición de la nobleza de nuestra filiación, ¡rechazados! ¿Crees tú que sea cosa fácil que la Soberanía Divina, sin ser rogada, sin que ninguno se diera un pensamiento de recibir este reino del Fiat Supremo, lo dé a las criaturas? Seria repetir la historia que sucedió en el Edén terrestre, y quizá peor, y además nuestra justicia se opondría justamente. Por eso todo lo que te hago hacer, los continuos giros en el Querer Supremo, tus oraciones incesantes por que venga a reinar mi Voluntad, tu vida sacrificada por tan largos años, en los cuales no sabes ni del Cielo ni de la tierra, dirigida al único fin de que venga mi Reino, son tantos apoyos que pongo delante a mi justicia para que ceda sus derechos y equilibrándose con todos nuestros atributos, encontrase justo que el Reino del Fiat Supremo sea restituido a las generaciones humanas. Esto sucedió en la Redención, si nuestra justicia no hubiese encontrado las plegarias, los suspiros, las lágrimas, las penitencias de los patriarcas, de los profetas y de todos los buenos del antiguo testamento, y además una Virgen Reina que poseía íntegra nuestra Voluntad, que tomó todo con el máximo interés con tantas plegarias insistentes, tomando Ella todo el trabajo de la satisfacción de todo el género humano, nuestra justicia jamás habría cedido al descendimiento del suspirado Redentor en medio a las criaturas.
Nuestra justicia habría sido inexorable y habría dicho un ‘no’ rotundo a mi venida a la tierra. Y cuando se trata de mantener el equilibrio de nuestro Ser Supremo, no hay nada qué hacer.
Ahora, ¿quién ha rogado hasta ahora con interés, con insistencia, poniendo el sacrificio de la propia vida, para que el Reino del Fiat Supremo venga sobre la tierra y triunfe y domine? ¡Ninguno!
Es verdad que la Iglesia recita el Padre Nuestro desde que Yo vine a la tierra, en el cual se pide que venga tu Reino, a fin de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, pero, ¿quién piensa en la petición que hacen? Se puede decir que toda la importancia de tal petición quedó en mi Voluntad, y las criaturas la recitan por recitarla, sin entender y sin interés de obtener lo que piden. Por eso hija mía, todo está escondido en el secreto mientras se vive sobre la tierra, por eso todo parece misterio, y si se conoce alguna cosa es tan escaso, que el hombre tiene siempre qué decir, a través de sus velos, sobre todo lo que Yo hago en mis obras, y llegan a decir:
¿Y por qué este bien, por qué estos conocimientos no han sido dados antes, mientras que ha habido tantos grandes santos? Pero en la eternidad no habrá secretos, Yo develaré todo y haré ver todas las cosas y obras mías con justicia, y que mi Justicia jamás podía dar este conocimiento si en la criatura no estuviesen los actos suficientes para poder dar lo que la Majestad Suprema quiere dar. Es verdad que todo lo que hace la criatura es gracia mía, pero mi misma gracia quiere encontrar el apoyo de las disposiciones y buena voluntad de la criatura.
Por tanto, para restablecer el Reino de mi Voluntad sobre la tierra se necesitan los actos suficientes de la criatura, a fin de que mi Reino no quede en el aire, sino que descienda para formarse sobre los mismos actos de la criatura, formados por ella para obtener un bien tan grande.
He aquí el por qué tanto te insisto en el girar en todas nuestras obras, Creación y Redención, para hacerte poner la parte de tus actos, tu te amo, tu adoración, tu reconocimiento, tu gracias sobre todas nuestras obras. Muchas veces lo he hecho Yo junto contigo, y además por cumplimiento, después de tu giro en nuestra Voluntad, tu estribillo tan agradable a Nosotros:
‘Majestad Suprema, tu pequeña hija viene ante Ti, sobre tus rodillas paternas, para pedirte tu Fiat, tu Reino, que sea por todos conocido; te pido el triunfo de tu Querer a fin de que domine y reine sobre todos. No soy yo sola quien te lo pido, sino que junto conmigo tus obras, tu mismo Querer, por eso a nombre de todos te pido, te suplico tu Fiat’. Si supieras cómo conmueve a nuestro Ser Supremo este tu estribillo, nos sentimos rogar por todas nuestras obras, suplicar por nuestro mismo Querer; Cielo y tierra doblan las rodillas para pedirnos el Reino de mi Eterno Querer. Por eso, si lo quieres, continúa tus actos, a fin de que una vez alcanzado el número establecido de ellos, puedas obtener lo que con tanta insistencia suspiras”.Vol. 19 del 13 de Sep. de 1926.