La Verdad

Imagen de Mariu

La verdad es hija de la Justicia; su fruto es la simplicidad

 

 “Hija de la justicia es la verdad. Así como Yo soy Verdad eterna que no engaño ni me pueden engañar, así el alma que posee la justicia hace relucir en todas sus acciones la verdad; por lo tanto, conociendo por experiencia la verdadera luz de la verdad, si alguien quiere engañarla, al advertir la falta de la luz que tiene en sí, pronto conoce el engaño, entonces sucede que con esta luz de la verdad no se engaña a sí misma, ni al prójimo, ni puede recibir engaño.

 

 Fruto que produce esta justicia y esta verdad, es la simplicidad, otra cualidad de mi Ser, el ser simple, tanto que penetro en todas partes, no hay cosa que pueda oponerse a que Yo penetre dentro, penetro en el Cielo y en los abismos, en el bien y en el mal, pero mi Ser simplísimo, penetrando aun en el mal; no se ensucia, es más, ni siquiera recibe la más mínima sombra. Así el alma, con la justicia y con la verdad, recogiendo en sí este bello fruto de la simplicidad, penetra en el Cielo, se introduce en los corazones para conducirlos a Mí, penetra en todo lo que es bien y encontrándose con los pecadores para ver el mal que hacen, no queda manchada, porque siendo simple prontamente se apresura, sin recibir daño alguno. Es tan bella la simplicidad, que mi corazón queda herido a una sola mirada de un alma simple, y ella es causa de admiración a los ángeles y a los hombres”. Vol. 2 10 de Agosto der 1899.

 

Cómo la palabra de Dios no sólo es verdad, sino también luz.

 

 Viniendo esta mañana el amantísimo Jesús le he dicho: “Mi amado Jesús, yo creo que todo lo que escribo son muchos disparates”.

Y Jesús: “Mi palabra no sólo es verdad, sino también luz, y cuando una luz entra en un cuarto oscuro, ¿qué hace? Disipa las tinieblas y hace descubrir los objetos que hay, feos o bellos, si están en orden o en desorden, y del modo como se encuentra ese cuarto se juzga a la persona que ocupa aquella habitación. Ahora, la vida humana es el cuarto oscuro, y cuando la luz de la verdad entra en un alma, disipa las tinieblas, esto es, hace descubrir lo verdadero de lo falso, lo temporal de lo eterno, así que arroja de sí los vicios y se mete al orden de las virtudes, porque siendo mi luz santa, que es mi misma Divinidad, no podrá comunicar otra cosa que santidad y orden, por lo tanto el alma siente salir de sí, luz de paciencia, de humildad, de caridad y más. Si mi palabra produce en ti estas señales, ¿por qué temes?”

 Después de esto, Jesús me ha hecho oír que rogaba al Padre por mí, diciendo: “Padre Santo, te pido por esta alma, haz que cumpla en todo perfectamente nuestra Santísima Voluntad, haz oh Padre adorable que sus acciones estén tan conformadas con las mías, pero en modo tal que no se puedan distinguir las unas de las otras, y así poder cumplir sobre ella lo que he diseñado”.

 ¿Pero quién puede decir la fuerza que me sentía infundir en mi alma por esta oración de Jesús? Me sentía vestir el alma por una fuerza tal, que para cumplir la Voluntad Santísima de Dios no me hubiera importado sufrir mil martirios, si así fuera su beneplácito. Siempre sean dadas las gracias al Señor, que tanta misericordia usa con esta pobre pecadora.Vol. 2 del 18 de Agosto de 1899.

 

 

Jesús le habla de sus escritos. Contiendas con la obediencia.

 

 Sintiéndome un clavo clavado en el corazón por las palabras que ayer dijo mi dulce Jesús, y siendo Él siempre benigno con esta miserable pecadora, para aliviar mis penas ha venido, y compadeciéndome toda me ha dicho:

 “Hija mía, no quieras afligirte más. Debes saber que todo lo que te hago escribir, o sobre las virtudes o bajo alguna semejanza, no es otra cosa que hacer que te pintes tú misma, y a aquella perfección a la cual he hecho llegar tu alma”.

 ¡Oh Dios! Qué gran repugnancia siento al escribir estas palabras, porque no me parece que sea verdad lo que dice. Siento que no entiendo aún qué cosa sea virtud y perfección, pero la obediencia así lo quiere, y es mejor morir que tener que ver con ella. Mucho más que tiene dos caras: Si se hace como ella dice, toma el aspecto de señora y te acaricia como amiga fiel, y hasta te promete todos los bienes que hay en el Cielo y en la tierra; pero si después descubre una sombra de dificultad en contra, súbito, sin que uno lo advierta, si uno la mira se encuentra como un guerrero que está preparando sus armas para herirte y destruirte. ¡Oh mi Jesús! ¿Qué tipo de virtud es esta obediencia que hace temblar con solo pensar en ella?

 Entonces, mientras Jesús me decía aquellas palabras, yo le he dicho: “Mi buen Jesús, ¿en qué aprovecha a mi alma el tener tantas gracias, si después me amargan toda mi vida, especialmente en las horas de tu privación? Porque el comprender quién eres Tú y de quién estoy privada, es un continuo martirio para mí; por lo tanto no me sirven más que para hacerme vivir continuamente amargada”.

 Y Él ha agregado: “Cuando una persona ha gustado lo dulce de un alimento y después es obligada a tomar lo amargo, para quitar esa amargura se duplica el deseo de gustar lo dulce, y esto sirve mucho a aquella persona, porque si gustara siempre lo dulce sin probar jamás lo amargo, no tendría gran aprecio por lo dulce, y si siempre gustara lo amargo sin conocer lo dulce, no conociéndolo ni siquiera lo desearía, por eso lo uno y lo otro sirven, y así te sirven también a ti”.

 Y yo: “Pacientísimo Jesús mío, perdóname por tener que soportar a un alma tan mísera e ingrata, me parece que esta vez quiero investigar demasiado”.

 Y Jesús: “No te turbes, soy Yo mismo el que pongo las dificultades en tu interior para tener ocasión de conversar contigo, y a la vez para instruirte en todo”. Vol. 2 del 22 de Sep. 1899

 

Ofrece su vida por la Iglesia y por el triunfo de la verdad.

 

 Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, con el bendito Jesús en brazos en medio de mucha gente, las cuales con fierros, espadas, cuchillos, trataban, quien de golpear, quien herir, y quien cortar los miembros de Nuestro Señor; pero por cuanto hacían y se esforzaban no podían hacer ningún mal, por el contrario, los mismos cuchillos, por cuan afilados y cortantes, perdían su actividad y se volvían inútiles.

Jesús y yo estábamos sumamente afligidos al ver la brutalidad de aquellos corazones deshumanizados, que si bien veían que no podían hacer nada, al mismo tiempo repetían los golpes tratando de tener éxito en su intento; y que si ningún daño hacían era porque no podían.

Aquellos se enfadaban porque sus armas resultaban inútiles, y no podían efectuar su resuelta voluntad de hacer daño a Nuestro Señor, y decían entre ellos: “¿Y por qué no podemos hacer nada? ¿Cuál es la causa? Parece que otras veces habíamos podido alguna cosa, pero encontrándose en brazos de ésta no podemos hacer nada; probemos para ver si podemos hacer daño a ésta y quitárnosla de enfrente”.

Mientras esto decían, Jesús se ha puesto a mi lado y ha dado libertad a aquellos de hacer lo que quisieran. Entonces, antes que aquellos me pusieran la mano encima he dicho: “Señor, ofrezco mi vida por la Iglesia y por el triunfo de la verdad, acepta te ruego mi sacrificio”.

 

 Y aquellos han tomado una espada y me truncaban la cabeza. Jesús bendito aceptaba mi sacrificio, pero mientras esto hacían, en el acto de cumplir el sacrificio me he encontrado en mí misma con sumo disgusto mío, mientras creía haber llegado al punto de mis deseos, por el contrario he quedado desilusionada.Vol. 5 Mayo 20 de 1903.

 

 

La verdad es luz.  Semejanza con el sol.

 

 Encontrándome en mi habitual estado, veía a mi siempre amable Jesús como si pusiera en mi interior un globo de luz, y después me ha dicho:

 “Hija mía, mi verdad es luz, y al comunicarla a las almas, siendo ellas seres limitados, les comunico mis verdades con luz limitada, pues no son capaces de recibir la luz inmensa; sucede como al sol, que mientras en lo alto del cielo se ve un globo de luz limitado, circunscrito, la luz que expande inviste toda la tierra, la calienta, la fecunda, así que al hombre le resulta imposible numerar las plantas fecundadas, las tierras iluminadas y calentadas por el sol; mientras que en lo alto de los cielos, con una sola mirada a lo alto del cielo lo ve completo, pero no puede ver hasta dónde va a terminar la luz, ni el bien que hace.  Así sucede a los soles de las verdades que comunico a las almas, dentro de ellas parecen limitadas, pero cuando estas verdades salen fuera, ¿cuántos corazones no tocan?  ¿Cuántas mentes no iluminan?  ¿Cuántos bienes no hacen?  Por eso has visto que he puesto en ti un globo de luz, son mis verdades que te comunico, sé atenta en recibirlas, más atenta en comunicarlas para dar curso a la luz de mis verdades”.

 Después he vuelto a la oración y me he encontrado en brazos de mi Mamá Celestial, que estrechándome a su seno me acariciaba, pero después, no sé cómo lo he olvidado, y me estaba lamentado de que todos me habían dejado, y Jesús pasando por delante me ha dicho: 

 “Poco antes ha venido mi Mamá que con mucho amor te ha estrechado entre sus brazos, (pero mientras lo decía, lo he recordado).  Así sucede Conmigo, cuántas veces vengo y tu lo olvidas, ¿podría tal vez estar sin venir?  Más bien hago como la mamá cuando su bebita duerme, la besa, la acaricia, pero la bebita no se da cuenta, y cuando se despierta se lamenta de que la mamá no la besa ni la ama, así haces tú”.

 Viva Jesús, artífice de amorosas estratagemas.Vol. 12 del 25 de Sep. de 1920

 

 

 

Todas las palabras de Jesús son fuentes

que llevan y brotan hacia la Vida eterna.

 

 Estaba oprimida al pensar que estoy obligada a decir y a escribir aun las más pequeñas cosas que el buen Jesús me dice, y al venir me ha dicho:

 “Hija mía, cada vez que Yo te hablo intento abrir una fuentecita en tu corazón, porque todas mis palabras son fuentes que llevan y brotan a la vida eterna, pero para formarse estas fuentes en tu corazón, tú debes poner también de lo tuyo, es decir, debes masticarlas muy bien para poderlas poner en tu corazón y abrir en él la fuente; con pensarlas y repensarlas tú formas la masticación; con decirlas a quien tiene autoridad sobre ti y siéndote asegurado que es palabra mía, tú sin duda la pasas y abres la fuente para ti, y según las ocasiones de tus necesidades, te sirves de ella y bebes a grandes sorbos en la fuente de mi verdad; con escribirlas abres los canales que pueden servir a cualquiera que quiera quitarse la sed para no dejarlo morir de sed.  Ahora, con no decirlas tú no las piensas, y al no masticarlas no puedes pasarlas, por eso corres peligro de que la fuente no se forme y que el agua no brote, y cuando tengas necesidad de aquella agua, la primera en sufrir la sed serás tú, y si no escribes, no abriendo los canales, ¿de cuántos bienes no privarás a los demás?

 Ahora, mientras escribía pensaba entre mí:  “Hace ya algún tiempo que mi dulce Jesús no me habla de su Santísima Voluntad, sino de otras verdades; yo me siento más llevada a escribir sobre su Santísimo Querer, siento más gusto y siento como si fuera cosa exclusivamente mía, y su Querer me basta para todo”.  Y mi siempre benigno Jesús al venir me ha dicho:

 “Hija mía, no te debes maravillar si sientes más gusto y te sientes más llevada a escribir sobre mi Querer, porque oír, decir, escribir sobre mi Querer es la cosa más sublime que pueda existir en el Cielo y en la tierra, es lo que más me glorifica y toma todos los bienes juntos y toda la santidad de un solo golpe, en cambio las otras verdades encierran cada una su bien distinto, se beben de sorbo en sorbo, se suben escalón por escalón, se adaptan al modo humano, en cambio mi Voluntad, es el alma la que se adapta al modo divino, no son sorbos que se beben, sino mares; no escalones que se suben, sino vuelos que en un abrir y cerrar de ojos toman el Cielo, ¡oh, mi Voluntad, mi Voluntad!  Sólo al oírla de ti me trae tanta alegría y dulzura, y sintiéndome circundado por mi Voluntad que contiene la criatura, como por otra inmensidad mía, siento tanto gusto que me hace olvidar el mal de las otras criaturas, por eso debes saber que grandes cosas te he manifestado de mi Voluntad, pero que aun no las has masticado bien y no las has digerido, de modo de tomar toda la sustancia para formar la sangre de tu alma.  Cuando hayas formado toda la sustancia, regresaré de nuevo y te manifestaré otras cosas más sublimes de mi Voluntad, y mientras espero que las digieras bien, te tendré ocupada con otras verdades que me pertenecen, para que si las criaturas no se quieren servir del mar, del sol de mi Voluntad para venir a Mí, se puedan servir de las fuentecitas, de los canales para venir a Mí y tomar para su bien las cosas que me pertenecen”.Vol. 13 del 13 de Octubre de 1921.

 

 

Cada verdad contiene en sí una bienaventuranza, felicidad, alegría y

belleza distinta.  Qué significará conocer una verdad de más acerca

de la Divina Voluntad cuando el alma esté en el cielo.

 

 Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:

 “Hija mía, por cuantas verdades de más te manifiesto, tantas especialidades de bienaventuranzas te hago en don; cada verdad contiene en sí una beatitud, felicidad, alegría y belleza distinta, así que cada verdad de más que conoces pone en ti una bienaventuranza, una felicidad, alegría, belleza, de las cuales tú quedas enriquecida; son semillas divinas que el alma recibe, y que manifestándolas a los demás les comunica estas semillas y enriquece a quien las recibe.  Ahora, las verdades conocidas en la tierra, siendo semillas divinas que germinan beatitud, alegría, etc., en el Cielo, cuando el alma esté en su patria serán hilos eléctricos de comunicación, por medio de los cuales la Divinidad hará salir de su seno tantos actos de beatitud por cuantas verdades el alma ha conocido, ¡oh! cómo quedará inundada por tantos diversos mares inmensos. 

Ya la semilla la tienes, con tener la semilla tienes el vacío donde poder recibir estos mares inmensos de felicidad, de alegría y de belleza; quien no tiene la semilla, quien no ha conocido una verdad en la tierra, le falta el vacío para poder recibir estas bienaventuranzas.  Sucede como cuando un pequeño no ha querido estudiar otros idiomas, haciéndose grande y oyendo hablar en aquellos idiomas que no quiso o no pudo estudiar, no entenderá nada, porque su inteligencia con no querer estudiarlos quedó cerrada y no hizo ningún esfuerzo para preparar un lugarcito para comprender esas lenguas, a lo más quedará admirado, gozará de la felicidad de los demás, pero él ni la poseerá ni será causa de felicidad a los demás. 

Ve entonces qué significa conocer una verdad de más o una verdad de menos, si todos supieran qué grandes bienes se pierden, harían competencia para hacer adquisición de verdades.  Ahora, las verdades son las secretarias de mis bienaventuranzas, y si Yo no las manifiesto a las almas, esas verdades no rompen el secreto que contienen y continúan nadando en mi Divinidad esperando su turno para hacerla de agentes divinos y hacerme conocer, cuántas beatitudes de más contengo, y por cuanto más largamente han estado ocultas en mi seno, con tanto más fragor y majestad salen fuera para inundar a las criaturas y manifestar mi gloria. 

¿Crees tú que todo el Cielo esté al día de todos mis bienes?  ¡No, no!  ¡Oh, cuánto les queda por gozar y que hoy no gozan!  Cada criatura que entra en el Cielo y que ha conocido una verdad de más, no conocida por los demás, llevará en ella la semilla para hacer salir de Mí nuevos contentos, nuevas alegrías y nueva belleza, de los cuales esa alma será como causa y fuente, y los demás tomarán parte.  No llegará el último de los días si no encuentro almas dispuestas para revelar todas mis verdades, para hacer que la Jerusalén Celestial resuene de mi completa gloria, y todos los bienaventurados tomen parte en todas mis bienaventuranzas, quién como causa directa por haber conocido esa verdad, y quién como causa indirecta, por medio de aquella que la ha conocido.

 Ahora hija mía, quiero decirte para consolarte y para hacer que seas atenta en escuchar mis verdades, que las verdades que más me glorifican son las que se refieren a mi Voluntad, causa primaria por la que cree al hombre, que su voluntad fuera una con la de su Creador; pero el hombre habiéndose sustraído de mi Voluntad se hizo indigno de conocer el valor y los efectos y todas las verdades que Ella contiene. 

He aquí el por qué de todas mis premuras contigo, para hacer que entre Yo y tú los quereres corrieran juntos y estuvieran siempre en sumo acuerdo, porque para hacer que el alma pueda abrir las puertas y disponerse a conocer las verdades que mi Voluntad contiene,

lo primero es querer vivir de mi Querer,

lo segundo es querer conocerlo,

lo tercero es apreciarlo.

  Por eso contigo he abierto las puertas de mi Voluntad, a fin de que conocieras sus secretos que el hombre había sepultado en mi seno, los efectos y el valor que Ella contiene, y por cuantas verdades conoces de mi Voluntad tantas semillas recibes y tantos secretarios divinos te hacen cortejo.  ¡Oh! cómo hacen fiesta en torno a ti, pues han encontrado a quien confiar su secreto, pero la fiesta más bella la harán cuando te conduzcan al Cielo, cuando la Divinidad, a tu primer entrar, hará salir tantas diversas bienaventuranzas distintas entre ellas, de alegría, de felicidad y de belleza, que no sólo te inundarán a ti, sino que todos los bienaventurados tomarán parte.  ¡Oh, cómo el Cielo espera tu llegada para gozar de estos nuevos contentos!”Vol. 13 del 25 de enero de 1922

 

Las verdades son nuevas creaciones.  La verdad es luz

 

 Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús al venir, viéndome toda reacia en manifestar y en escribir lo que Él me dice, con una actitud imponente que me hacía temblar me ha dicho:

 “Hija mía, mi palabra es creadora, y cuando hablo haciendo conocer una verdad que me pertenece, no es otra cosa que nuevas creaciones divinas que hago en el alma.  Y así como cuando creé el cielo, con un solo Fiat extendí los cielos y los tachoné de millones de estrellas, tanto, que no hay lugar de la tierra desde el que no se vea este cielo, y si de algún punto no se viera sería un deshonor a la potencia creadora, y podrían decir que la fuerza creadora no tenía poder para extenderse por todas partes, así mis verdades son más que cielo que quisiera hacer conocer a todos, desde un extremo al otro de la tierra, y como tantas estrellas pasar de boca en boca para adornarme el cielo de las verdades que he manifestado.  Si la criatura quisiera ocultar mis verdades, haría como si me quisiera impedir que creara el cielo, y con el secreto en el que quiere dejarme me daría el deshonor, como si una persona quisiera impedir que los demás mirasen el cielo, el sol, y todas las cosas creadas por Mí para no hacerme conocer.  ¡Ah! hija mía, la verdad es luz, y la luz por sí misma se extiende, pero para extenderse es necesario hacerla conocer, el resto lo hará por sí misma, de otra manera quedará reprimida, sin el bien de poder iluminar y hacer el camino que quiere.  Por eso sé atenta y no me impidas el poder extender la luz de mis verdades”. Vol. 13 del 30 de Enero de 1922.

 

 

El gran bien que lleva el oír las verdades.

 

 Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado en medio de un valle florido en el cual he encontrado a mi confesor difunto, muerto el día 10 del corriente,[2] y según su costumbre de cuando vivía acá abajo me ha dicho:

 “Dime:  ¿qué te ha dicho Jesús?”

 Y yo:  “Me ha hablado en mi interior, con palabras no me ha dicho nada, y usted sabe que las cosas que escucho en mi interior no las tomo en cuenta”.

 Y él:  “Quiero oír también lo que te ha dicho en tu interior”.

 Y yo, como obligada, me ha dicho:

 “Hija mía, te llevo en mis brazos; mis brazos te servirán de barquita para hacerte navegar en el mar interminable de mi Voluntad, tú, después, conforme hagas tus actos en mi Querer formarás las velas, el mástil, el ancla, que servirán no sólo como adorno de la barquita, sino para hacerla caminar con más velocidad.  Es tanto el amor que tengo a quien vive en mi Querer, que la llevo en mis brazos sin dejarla jamás”.

 Pero mientras esto decía he visto los brazos de Jesús en forma de barquita, y yo en medio de ella.  El Confesor al oír esto me ha dicho:

 “Debes saber que cuando Jesús te habla y te manifiesta sus verdades, son rayos de luz que llueven sobre ti, después tú, cuando me las manifestabas a mí, no teniendo su virtud, me las manifestabas a gotas, y mi alma quedaba toda llena de aquellas gotas de luz, y aquella luz me incitaba más y me daba más deseos de escuchar otras verdades para poder recibir más luz, porque las verdades llevan el perfume celestial, la sensación divina, y esto sólo al oírlas, ¿qué será para el que las practique?  Es por esto que amaba y deseaba tanto escuchar lo que te decía Jesús, y quería decirlo a los demás, era la luz, el perfume que sentía y quería que otros tomaran parte en ello.  ¡Si supieras el gran bien que ha recibido mi alma al escuchar las verdades que te decía Jesús!  Cómo todavía gotea luz y expande perfume celestial, que no sólo me da refrigerio, sino que me sirve de luz a mí, y a quien está cerca de mí, y conforme tú haces tus actos en el Querer Divino, yo tomo parte especial, porque me siento la semilla que tú pusiste en mí de su Querer Santísimo”.

 Y yo:  “Déjeme ver su alma, como es que gotea luz.”  Y él abriéndose por la parte del corazón me hacía ver su alma toda chorreando luz; esas gotas se unían, se separaban, una corría sobre la otra, era muy bello verlo.

 Y él:  “¿Has visto?  ¡Cómo es bello escuchar las verdades!  Quien no escucha las verdades gotea tinieblas que dan horror”.Vol. 14 del 13 de Marzo de 1922

 

 

Qué cosa es la verdad.

 

 Encontrándome en mi habitual estado, estaba siguiendo las horas de la Pasión de mi dulce Jesús, especialmente cuando fue presentado a Pilatos, el cual le preguntó cuál era su reino, y mi siempre amable Jesús me ha dicho:

 “Hija mía, fue la primera vez en mi Vida terrena que tuve que tratar con un gobernante gentil, el cuál me preguntó cuál era mi reino, y Yo le respondí que mi reino no es de este mundo, que si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían.  Con esto abría a los gentiles mi reino y les comunicaba mi celestial doctrina, tanto que Pilatos me preguntó:  ‘¿Cómo, Tú eres rey?’  Y Yo inmediatamente le respondí:  ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad.’  Con esto Yo quería abrirme camino en su mente para hacerme conocer, y él, sintiéndose como golpeado me preguntó:  ‘¿Qué cosa es la verdad?’  Pero no esperó mi respuesta, no tuve el bien de hacerme comprender, le habría dicho:  ‘La verdad soy Yo, todo en Mí es verdad; verdad es mi paciencia en medio de tantos insultos; verdad es mi mirada dulce entre tantas burlas, calumnias, desprecios; verdad son mis modos afables, atrayentes, en medio de tantos enemigos, que mientras ellos me odian Yo los amo, y mientras quieren darme la muerte Yo quiero abrazarlos y darles la vida; verdad son mis palabras dignas y llenas de sabiduría celestial; todo en Mí es verdad”.  La verdad es más que sol majestuoso, que por cuanto se quiera pisotear, surge más bello, más luminoso y hace avergonzar a los mismos enemigos, haciéndolos caer por tierra, a sus pies.  Pilatos me preguntó con ánimo sincero, y Yo le respondí inmediatamente, en cambio Herodes me preguntó con maldad y por curiosidad, y Yo no le respondí, así que a quien quiere saber las cosas santas con sinceridad, Yo me revelo más allá de lo que se quiere; en cambio, a quien quiere saberlas con maldad y para curiosear, Yo me le escondo, y mientras éstos quieren hacer burla de Mí, Yo los confundo y me burlo de ellos.  Pero como mi persona llevaba consigo la verdad, también ante Herodes hizo su oficio, mi silencio ante sus tempestuosas preguntas, mi mirada modesta, el aspecto todo lleno de dulzura, de dignidad, de nobleza de mi misma persona, eran todas verdades, y verdades operantes”. Vol. 14 del 1º de Junio de 1922

 

 

Las verdades son más que soles.  Quien no está vacío del todo de su

querer, no puede tener un cierto conocimiento del Querer Divino.

 

 Estaba pensando entre mí:  “Jesús dice tantas cosas de su Santísimo Querer, pero parece que no es comprendido, y aun los mismos confesores parecen dudosos, y delante a una luz tan inmensa no quedan ni iluminados, ni movidos a amar a un Querer tan amable”.  Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, poniéndome un brazo en el cuello me ha dicho:

 “Hija mía, no te asombres por esto, quien no está vacío del todo de su querer, no puede tener un cierto conocimiento del mío, porque el querer humano forma las nubes entre mi Querer y el suyo, e impide el conocimiento del valor y efectos que el mío contiene; pero a pesar de esto no pueden decir que no es luz.  Mira, tampoco las cosas que se ven aquí en la tierra son comprendidas por el hombre, ¿quién puede decir cómo hice para crear el sol, cuánta luz y calor contiene?  Sin embargo lo ven, gozan de sus efectos, todo el día está con ellos, su calor y luz los siguen por todos lados, y con todo esto ni saben ni pueden decir su altura, la luz y el calor que posee, y si alguno quisiera elevarse para conocer esto, la luz lo eclipsaría y el calor lo quemaría, así que el hombre está obligado a tener los ojos bajos y gozarse la luz sin poderlo investigar, y contentarse con decir:  ‘Es sol”.  Entonces, si esto sucede con el sol que se ve y que Yo creé para el bien natural del hombre, mucho más con las verdades que contienen, ¡oh! cuánta más luz y calor que el mismo sol, especialmente las verdades que se refieren a mi Voluntad, que contienen efectos, bienes y valor eternos; ¿quién puede medir todo lo que Ella contiene?  Sería quererse eclipsar, sería mejor bajar la frente y gozarse la luz que lleva mi verdad, amarla y hacer suya aquella pequeña luz que comprende la inteligencia humana y no hacer que, porque no comprenden toda la plenitud de la luz, la hagan a un lado como cosa que a ellos no pertenece; así que del sol no comprendido se goza de su luz por cuanto más se puede, se sirve de ella para obrar, para caminar, para mirar, y ¡oh! cómo se suspira el día para que la luz les haga compañía y viva con ellos.  Además, mis verdades, que son más que luz, que hacen despuntar el sol del día en las mentes humanas, no son tomadas en cuenta, ni amadas, ni suspiradas y se tienen como naderías, ¡qué dolor!  Pero Yo cuando veo que ellos hacen a un lado mis verdades, Yo los hago a un lado a ellos, y hago hacer su curso a mis verdades con las almas que las aman y las suspiran, y se sirven de la luz de ellas para modelar sus vidas y hacerse con ellas una sola cosa.  ¿Crees tú que te haya dicho todo de las verdades, de los efectos y valor que mi verdad contiene?  ¡Oh! cuántos otros soles debo hacer surgir, no te asombres si no comprendes todo, conténtate con vivir de su luz, y esto me basta”.Vol. 14 del 23 de Junio de 1922

 

 

Las verdades, por cuanto más se piensan,

se leen, etc., expanden más su perfume.

 

 Estaba viendo en mis escritos, de acuerdo a la obediencia, lo que debía señalar para hacerlos copiar y pensaba entre mí:  “¿En qué aprovechará tantos sacrificios, qué bien vendrá de esto?”  Y mientras esto pensaba y hacía, el bendito Jesús me ha tomado la mano entre las suyas, y estrechándola fuertemente me ha dicho:

 “Hija mía, así como las flores al ser tocadas expanden con más intensidad su perfume, tanto que si no son tocadas parece que no contengan tanto perfume, y el aire no queda embalsamado por aquel olor, así mis verdades, por cuanto más se piensan, se leen, se escriben, se habla de ellas, se difunden, tanto más perfume expanden, de modo que perfuman todo, hasta el Cielo, y Yo siento el perfume de mis verdades y me siento llevado a manifestar otras verdades, viendo que las verdades manifestadas expanden la luz y el perfume que contienen.  En cambio, si mis verdades no son tocadas, el perfume y la luz quedan como reprimidos y no se expanden, y el bien y lo útil que contienen mis verdades queda sin efecto y Yo me siento defraudado en la finalidad por la cual he manifestado mis verdades.  Así que, aunque no fuera por otra cosa que hacerme sentir el perfume de mis palabras para volverme contento, deberías estar feliz de hacer el sacrificio”.Vol. 14 del 26 de Agosto de 1922

 

 

Efectos de la palabra y mirada de Jesús.  Jesús reprende

a Luisa por querer dejar ocultas estas verdades.

 

 Estaba pensando en mi dulce Jesús cuando fue presentado a Herodes, y decía entre mí:  “Cómo es posible que Jesús, tan bueno, no se haya dignado decirle una palabra, ni dirigirle una mirada.  ¿Quién sabe y a lo mejor aquel pérfido corazón, ante la potencia de la mirada de Jesús se hubiera convertido?”  Y Jesús haciéndose ver me ha dicho:

 “Hija mía, era tanta su perversidad e indisposición de ánimo, que no mereció que lo mirara y le dijera una palabra, y si lo hubiera hecho él se habría hecho más culpable, porque cada palabra mía o mirada son vínculos de más que se forman entre Yo y la criatura.  Cada palabra es una unión mayor, un mayor estrechamiento; y en cuanto el alma se siente mirada, la gracia comienza su trabajo.  Si la mirada o la palabra ha sido dulce, benigna, el alma dice:  ‘Cómo era bella, penetrante, suave, melodiosa, ¿cómo no amarlo?’  O bien si ha sido una mirada o palabra majestuosa, fulgurante de luz, dice:  ‘Qué majestad, qué grandeza, qué luz tan penetrante, cómo me siento pequeña, cómo soy miserable, cuántas tinieblas en mí ante esa luz tan fulgurante’.  Si te quisiera decir la potencia, la gracia, el bien que lleva mi palabra o mirada, cuántos libros te haría escribir.  Ahora, mira entonces cuántos bienes te he hecho al mirarte tantas veces, en tenerte Conmigo en familiares conversaciones, no han sido sólo palabras, sino discursos completos, por esto puedes comprender que las uniones entre tú y Yo, las relaciones, los vínculos, las estrechuras, son innumerables.  Yo he hecho contigo como un maestro, que con otros que quieren alguna indicación les dice sólo algunas palabras, pero con sus propios discípulos, queriendo hacer de ellos otros tantos maestros semejantes a él, se está con ellos todo el día, habla largamente, está siempre sobre ellos y ahora desarrolla un argumento, ahora una semejanza para hacerse comprender más, no los deja jamás solos por temor de que distrayéndose, hagan que el viento se lleve sus fatigas, y si es necesario quita horas a su reposo para educarlos; no ahorra nada, ni fatigas, ni cansancios, ni sudores para obtener su propósito, que sus discípulos se vuelvan maestros.  Así he hecho Yo contigo, nada he ahorrado, con los demás he tenido sólo algunas palabras, contigo discursos, largas lecciones, semejanzas, de noche, de día, a todas horas.  ¿Cuántas gracias no te he hecho?  ¿Cuánto amor, hasta no saber estar sin ti?  Es grande el designio que he hecho sobre ti, por eso mucho te he dado; ahora, tú en agradecimiento quisieras tener oculto en ti lo que te he dicho y dado, y por lo tanto no darme la gloria que con manifestarlo Yo habría tenido.  ¿Qué dirías tú de un discípulo que después de que el maestro ha llegado con tantas fatigas a hacerlo maestro, quisiera retener en sí la instrucción recibida, sin impartirla a los demás?  ¿No sería un ingrato, y un dolor para el maestro?  ¿Qué dirías del sol, que después de que le he dado tanta luz y calor no quisiera hacer descender esta luz y calor sobre la tierra?  ¿No le dirías al sol:  ‘Es cierto que eres bello, pero no haces bien en tenerla para ti, la tierra, las plantas, las generaciones humanas esperan tu luz, tu calor, los quieren para recibir la vida, la fecundidad; ¿por qué quieres privarnos de tanto bien?  Mucho más que con dárnoslas nada pierdes, al contrario, adquieres mayor gloria y todos te bendecirán”.  Tal eres tú, es más, más que sol, he puesto en ti tanta luz de verdad sobre mi Voluntad, que sería bastante más que sol para iluminar a todos y para hacer más bien que cuanto hace el sol a la tierra, y Yo y las generaciones esperamos que salga de ti esta luz, y tú piensas en cómo ocultarla y casi te afliges si personas autorizadas quieren ocuparse de hacerla salir.  No, no, no está bien”.

 Yo me sentía morir al oír a mi dulce Jesús, y mucho más me sentía culpable porque en estos días, habiéndose llevado un escrito mío, no han conseguido el intento que se proponían de hacerlo salir fuera, y yo he sentido una gran satisfacción por eso.  ¡Oh! cómo me sentía mal al oírme reprender tan duramente, y de corazón le pedía perdón.  Y Jesús para tranquilizarme me ha bendecido diciéndome:

 “Te perdono y te bendigo, pero serás más atenta y no lo harás más”.Vol. 14 del 24 de nov. 1922

 

Jesús todo lo obró y lo sufrió en su Voluntad.

  Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús y sentía sus penas junto a mí, como si ahora las estuviera Él sufriendo, y mirándome me ha dicho:

 “Hija mía, Yo sufrí todo en mi Voluntad, y a medida que sufría mis penas abrían tantos caminos en mi Voluntad para llegar a cada criatura.  Si no hubiera sufrido en mi Voluntad, que envuelve todo, mis penas no habrían llegado hasta ti, ni hasta todos y cada uno, habrían quedado con mi Humanidad; es más, con haberlas sufrido en mi Voluntad no sólo abrían tantos caminos para ir a todas las criaturas, sino que abrían también tantos otros para hacerlas entrar a ellas hasta Mí, y unirse con esas penas y darme cada una de las penas que con sus ofensas me debían dar en todo el curso de los siglos, y mientras Yo estaba bajo la tempestad de los golpes, mi Voluntad me traía a cada una de las criaturas a golpearme, así que no fueron sólo aquellos los que me flagelaron, sino las criaturas de todos los tiempos, que habrían con sus ofensas concurrido a la bárbara flagelación, y así en todas las demás penas mi Voluntad me traía a todos, ninguno faltaba a la llamada, todos me estaban presentes, ninguno faltó, por eso mis penas fueron ¡oh, cuánto más duras, más múltiples que las que se vieron!  Entonces si quieres que los ofrecimientos de mis penas, tu compasión y reparación, tus pequeñas penas, no sólo lleguen hasta Mí, sino que hagan los mismos caminos de las mías, haz que todo entre en mi Querer, y todas las generaciones recibirán los efectos.  Y no sólo mis penas, sino también mis palabras, porque dichas en mi Voluntad llegaban a todos, como por ejemplo cuando Pilatos me preguntó si Yo era rey y Yo le respondí:  ‘Mi reino no es de este mundo, si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían’.  Y Pilatos al verme tan pobre, humillado, despreciado, se asombró y dijo más marcado:  ‘¡Cómo!  ¿Tú eres rey?’  Y Yo con firmeza le respondí a él y a todos los que se encuentran en algún puesto:  ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad, y la verdad es que no son los puestos, los reinos, las dignidades, el derecho de mando lo que hace reinar al hombre, lo que lo ennoblece, lo que lo eleva sobre todos; es más, éstas cosas son esclavitudes, miserias, que lo hacen servir a viles pasiones, a hombres injustos, cometiendo también él tantos actos de injusticia que lo desnoblecen, lo arrojan en el fango y le atraen el odio de sus dependientes, así que las riquezas son esclavitudes, los puestos son espadas con las que muchos quedan muertos o heridos; el verdadero reinar es la virtud, el despojamiento de todo, el sacrificarse por todos, el someterse a todos, y esto es el verdadero reinar que vincula a todos y se hace amar por todos, por eso mi reino no tendrá jamás fin, y el tuyo está próximo a perecer’.  Y estas palabras en mi Voluntad las hacía llegar a los oídos de todos aquellos que se encuentran en puestos de autoridad, para hacerles conocer el gran peligro en el que se encuentran, y para poner en guardia a quienes aspiran a los puestos, a las dignidades, al mando”.Vol. 16 del 16 de Junio de 1923

 

 

 

Cómo cada acto más de bien que hacemos, es un hilo de voluntad

humana que se ata a la corriente de luz eterna, y vuelve más

plena, más fuerte, más brillante la luz en nuestra alma.

 

 Me sentía muy amargada por la pérdida de mi dulce Jesús, ¡oh! cómo lloraba mi pasado, cuando su amable presencia hacía feliz mi pobre existencia, aun en medio de las más duras penas mi pobre lecho era para mí un pequeño paraíso, me sentía reina junto con mi amable Jesús, dominadora de mí misma, y con el contacto continuo con Él me sentía como dominadora de su mismo corazón divino; y ahora, ¡cómo ha cambiado mi felicidad!  Es más, cada vez que lo busco y no lo encuentro, una infelicidad me rodea, me arranca un fragmento de vida, porque sólo Jesús es mi vida, y siento más a lo vivo las penas de mi duro exilio.  ¡Oh! cuán cierto es que no son las penas las que hacen infeliz a la criatura, sino el bien querido y no encontrado.  Y mientras le decía:  Ten piedad de mí, no me abandones, ven, resurge en mi pobre alma inmersa en las amargas aguas de tu privación.  He sentido que mi amado Bien, mi dulce Vida se movía en mi interior, y poniéndome sus brazos al cuello me ha dicho:

 “La hija mía, la hija mía”.

 Yo he mirado que Jesús salía de un fondo de luz, y al extender sus brazos la luz se extendía junto a Él, pero aquella luz no era toda plena, se veía un vacío en la misma luz, pero si bien se veía el vacío, pero no se veían tinieblas, sólo como si se necesitaran otros hilos de luz para llenar ese vacío y para hacer más intensa, más fuerte, más brillante aquella luz.  A la vista de Jesús me he sentido resurgir de muerte a vida; sus palabras, la hija mía, la hija mía, cambiaron en ese momento mi infelicidad, porque estar con Jesús y ser infeliz es imposible, a lo más se puede estar con Jesús sufriendo en las penas más atroces, pero infeliz, jamás, es más, parece que la infelicidad, si es que está en el alma, huye de la presencia de Jesús y da lugar a la felicidad que Jesús lleva Consigo.  Entonces, continuando sus palabras me ha dicho:

 “Hija mía, ánimo, no temas, no hay tinieblas en ti, porque el pecado es tinieblas, el bien es luz.  ¿No ves que he salido de un fondo de luz de dentro de tu interior?  ¿Pero sabes tú qué cosa es esta luz?  Es todo tu obrar interior que haces, cada acto de más que haces es un hilo de más de tu voluntad que conectas a la corriente de la luz eterna, y ese hilo se convierte en luz; así que por cuantos más actos hagas, agregando así otros hilos, la luz se hará más plena, más fuerte, más brillante.  Por tanto, lo que has hecho es la luz que ves, lo que te queda por hacer es el vacío que ves en la misma luz; y Yo estaré siempre en medio de esta luz, no sólo para gozármela, sino para conectar los hilos de la voluntad humana con la corriente de la luz eterna, porque el principio, el fondo, la corriente de la luz soy Yo.  ¿Pero sabes tú qué cosa es la verdadera luz?

  La verdadera luz es la verdad; la verdad conocida, abrazada, amada y puesta en práctica por el alma es la verdadera luz que la transforma en la misma luz y la hace poner dentro y fuera nuevos y continuos partos de luz.  Y esta verdad forma la verdadera Vida de Dios en el alma, porque Dios es verdad, y el alma está atada a la verdad, más bien la posee.  Dios es luz y ella está unida a la luz y se alimenta de luz y de verdad; pero mientras Yo alimento al alma de Verdad y de luz, ella debe tener abierta la corriente de su voluntad para recibir la corriente de la comunicación divina, de otra manera puede suceder como a la corriente eléctrica, a la cual no le basta que se genere la corriente, sino que se necesitan los preparativos para recibirla, pero con todo esto no a todos llega la misma luz, sino según las lámparas que se tienen, quien tiene una recibe una luz, quien tiene diez recibe por diez la luz, si las lámparas contienen más hilos eléctricos, las lámparas se ven más plenas de luz; si menos hilos, a pesar de que haya espacio en el vidrio, la luz es pequeña, y a pesar que la fuente de donde viene la corriente puede dar más luz, no la recibe porque falta la fuerza de la electricidad en las lámparas para recibirla.  Por eso se necesita la corriente celestial que la quiera dar y la corriente humana para recibirla, y según vayas haciendo más actos en mi Voluntad, agregarás otros hilos para volver más completa la luz que quiero encerrar en ti”. Vol. 17 del 1º de Marzo de 1925.

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