ADORACIÓN AL SANTÍSIMO

Imagen de Mariu
 ADORACIÓN  AL  SANTÍSIMO – 1.  
 
   Jesús, Te adoramos, verdadero Dios y verdadero Hombre, aquí realmente presente como cuando naciste en Belén. Belén…, ¡“la casa del Pan”!  El verdadero Pan de la Vida eres Tú… También allí, tu Madre te envolvió en pobres pañales y te puso en un pesebre, donde comen los animales… Casi anticipando el testimonio supremo de tu Amor, darnos a Tí mismo como el verdadero alimento… “¡Señor, danos siempre este Pan!” 
 
 
PRIMERA  LECTURA  (Romanos 8, 14-30)  
Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 
 
Y vosotros no habeis recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino un Espíritu de hijos adoptivos por medio del cual exclamamos:
«¡Abbá, Padre!». El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.        Y si somos hijos, somos también herederos: herederos de Dios, coherederos de Cristo, si de verdad tomamos parte en sus sufrimientos para participar también en su gloria.
 
Y estoy convencido de que los padecimientos del momento presente no son comparables con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros.
 
 La creación misma espera con impaciencia la revelación de los hijos de Dios; pues ha sido sometida a la caducidad –no porque haya querido, sino por el querer de aquel que la ha sometido– y nutre la esperanza de ser también ella liberada de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad de la gloria de los hijos de Dios.       Pues bien sabemos que toda la creación gime y sufre hasta hoy en los dolores del parto; y no sólo ella, sino también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente esperando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo, porque en esperanza ya estamos salvados.         
 
Ahora, lo que se espera, si se ve, ya no es objeto de esperanza; pues lo que uno ya ve, ¿cómo podría aún esperarlo?       Pero si esperamos lo que no vemos, lo aguardamos con perseverancia.      De igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque ni siquiera sabemos lo que nos convenga pedir, pero el mismo Espíritu intercede con insistencia por nosotros, con gemidos inenarrables; y Aquel que escruta los corazones sabe cuales son los deseos del Espíritu, porque El intercede por los creyentes según los designios de Dios.    Por lo demás, sabemos que todo concurre al bien de aquellos que aman a Dios, que han sido llamados según su designio.    
 
Pues aquellos que El desde siempre ha conocido también los ha predestinado a que sean conformes a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y los que ha predestinado también los ha llamado; los que ha llamado también los ha hecho ser justos; los que ha hecho justos también los ha glorificado.
Palabra de Dios 
 
Reflexión  (ideas para desarrollar):  
- Comparación entre “el espíritu de hijos” y “el espíritu de esclavos o de siervos” – ¿Nos sentimos de verdad hijos? ¿Nos sentimos siempre en los brazos del Padre lleno de atenciones, de cuidados, de ternura, de amor a nosotros? Si así es, entonces todo lo demás no tiene importancia…, es más, todo es una buena ocasión para vivir en comunión con El, para intercambiar con El continuamente el Amor… Como Jesús, con Jesús, Jesús en nosotros. ¿Es así?   - Consideremos la Creación (ese es el verdadero nombre de “la naturaleza”). Todas las cosas, todos los seres vivientes o no, arden de impaciencia por nosotros… Parecen decirnos: “¡Queremos ver a Jesús… en tí!”. Parecen suplicarnos: “¡Tómame, tómame, llévame contigo, con tu espíritu, devuelveme con gratitud, con alabanza, con exultación, con admiración, con amor al Creador tuyo y mío; para tí me ha creado!”  - Y nosotros, para quienes Dios ha creado todo, vamos sin embargo siempre llorando por algo y pidiendo ésto o lo otro… El Espíritu Santo quiere sugerirnos lo que realmente es importante, “el Reino de Dios y su Justicia o santidad”, pero al no ver que eso nos importe, por eso “intercede con gemidos inenarrables”: ¡es el Corazón mismo de Dios, que todavía gime por nosotros! 
 
 
SEGUNDA  LECTURA  (Jn  4,5-34):  
Llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a José su hijo: allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo.       Era alrededor de mediodía.     Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua.   Le dice Jesús: «Dame de beber».  Sus discípulos mientras tanto habían ido a la ciudad a comprar de comer.     Pero la Samaritana le dice: «¿Cómo es que tú, que eres Judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?».    Es que los Judíos no mantienen buenas relaciones con los Samaritanos.  Jesús le responde: «Si tú conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo habrías pedido y él te hubiera dado agua viva».  Le dice le mujer: «Señor, tú no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo; ¿dónde tienes esa agua viva? ¿Es que eres tú más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y bebió él con sus hijos y sus rebaños?».  Responde Jesús: «Todo el que bebe de esta agua tendrá de nuevo sed; pero el que beba del agua que Yo le daré, nunca más tendrá sed, más aún el agua que Yo le daré se hará en él una fuente de agua que brota para la vida eterna».  «Señor, le dice la mujer, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que seguir viviendo aquí a sacar agua».  Y El le dice: «Ve a llamar a tu marido y luego vuelve aquí».  Contesta la mujer: «No tengo marido».  Le dice Jesús: «Bien has dicho "no tengo marido"; pues has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».  Le contesta la mujer: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres han adorado a Dios sobre eso monte y vosotros decís que es en Jerusalén donde hay que adorar ».  Jesús le dice:  . «Creeme, mujer, ha llegado el momento en que ni en este monte, ni en Jerusalén adorareis al Padre. Vosotros adorais al que no conoceis, nosotros adoramos al que conocemos, porque la salvación viene de los Judíos. Pero ha llegado el momento, y es este, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verità; porque el Padre busca tales adoradores. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad».  Le responde la mujer: «Sé que ha de venir el Mesías (o sea, el Cristo): cuando venga, nos enseñará todo».  Le dice Jesús: «Soy yo, el que te habla».  En ese momento llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer. Pero ninguno le dijo: «¿Qué deseas?», o: «¿Por qué hablas con ella?».  La mujer mientras tanto dejó el cántaro, se fue a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será tal vez el Mesías?».  Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro. Entre tanto los discípulos le rogaban: «Maestro, come».  Pero El respondió: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no conoceis».  Y los discípulos se preguntaban: «¿Es que alguien le ha traído algo que comer?».   Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la Voluntad de Aquel que me ha mandado y dar cumplimiento a su obra». 
.Palabra del Señor.
 
Reflexión  (ideas para desarrollar):
 
 – Los tres panes que Jesús nos ha enseñado a pedir en el Padrenuestro (“El Sacramento de la Eucaristía y, no sólo, sino todos los Sacramentos dados a mi Iglesia e instituidos por Mí, darán todo el fruto que contienen y tendrán pleno cumplimiento cuando el Pan nuestro, o sea, la Voluntad de Dios, se haga en la tierra como en el Cielo”, Luisa Piccarreta, vol 15°, 2.5.1923). – El Pan de Jesús es la Voluntad del Padre, y ese ha de ser nuestro Pan de cada día y de cada momento. – “Si tú conocieras el Don de Dios...”   
 
CONSAGRACIÓN  AL  CORAZÓN  INMACULADO  DE  MARÍA
 

Autor:  Padre Pablo Martín Sanguiao