Santo Rosario primeras oraciones

Imagen de Mariu

 

Reflexión previa: 
El Señor nos ha concedido hasta ahora 
que recemos el Sto. Rosario contemplando 
en los Misterios Gozosos la Encarnación del Verbo, 
en los Misterios Dolorosos nuestra Redención 
y en los Misterios Gloriosos nuestra Glorificación. 
En los Misterios de la Luz nos hace comprender ahora 
que el Señor quiere extender su Vida en nuestra vida, 
que quiere formar su Reino y por eso debemos 
seguirlo y conocerlo, para así realizarlo 
por María y con María. 
FIAT
 
 
“EL ROSARIO DE LA VIRGEN MARÍA” 
Es el título de la carta apostólica de Juan Pablo II, dirigida a toda la Iglesia el 16 de 
Octubre del 2002, comienzo del 25° año de su Pontificado. En el segundo capítulo, 
titulado “Misterios de Cristo, misterios de la Madre”, tras presentar el Rosario como 
“compendios del Evangelio”, el Papa dice que “por eso es conveniente que, después de 
haber recordado la Encarnación y la vida oculta de Cristo (MISTERIOS GOZOSOS) y 
antes de detenernos en los sufrimientos de la Pasión (MISTERIOS DOLOROSOS) y en el 
triunfo de la Resurrección (MISTERIOS GLORIOSOS), la meditación se detenga también 
en algunos momentos especialmente significativos de su vida pública (MISTERIOS DE 
LA LUZ). 
Comentando los MISTERIOS DE LUZ (número 21), dice el Papa:
“Pasando de la infancia de Jesús y de su vida en Nazaret a su vida pública, la 
contemplación nos lleva a esos misterios que podemos llamar, con título especial, 
MISTERIOS DE LA LUZ. En realidad, todo el misterio de Cristo es Luz. El es ‘la luz del 
mundo’ (Jn.8,12). Pero esta dimensión aparece especialmente en los años de su vida 
pública, cuando El anuncia el Evangelio del Reino. Queriendo indicar a la comunidad 
cristiana cinco momentos significativos –misterios ‘luminosos’– de esta fase de la vida 
de Cristo, pienso que pueden ser convenientemente indicados: 
1, en su Bautismo en el Jordán, 
2, en su auto-revelación en la bodas de Caná, 
3, en el anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión, 
4, en su Transfiguración y, por último, 
5, en la institución de la Eucaristía, expresión sacramental del Misterio Pascual. 
Cada uno de estos misterios es revelación del Reino que ya ha llegado en la 
persona misma de Jesús. Ante todo, es misterio de luz su Bautismo en el Jordán. En 
él, mientras Cristo baja –como inocente que se hace ‘pecado’ por nosotros (cfr. 2 
Cor.5,21)– al agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama su Hijo amado 
(cfr. Mt.3,17 y paralelos), mientras desciende el Espíritu Santo sobre El para conferirle 
la misión que Le espera. 
Misterio de luz es el comienzo de los signos [‘milagros’] en Caná (cfr. Jn.2,1-12), 
cuando Cristo, transformando el agua en vino, abrió el corazón de sus discípulos a la 
fe, gracias a la intervención de María, la primera de los creyentes. 
Misterio de luz es la predicación con la que Jesús anuncia la llegada del Reino 
de Dios e invita a la conversión (cfr. Mc.1,15), perdonando los pecados de quienes se 
acercan a El con humilde confianza (cfr. Mc.2,3-13; Lc.7,47-48), comienzo del 
ministerio de la Misericordia que El seguirá ejerciendo hasta el fin del mundo, sobre 
todo mediante el sacramento de la Reconciliación encomendado a su Iglesia (cfr. 
Jn.20,22-23). 
Misterio de luz por excelencia es así mismo la Transfiguración, que ocurrió, según 
la tradición, en el monte Tabor. La gloria de la Divinidad refulge en el rostro de Cristo, 
mientras el Padre Lo acredita a los Apóstoles extasiados para que Le escuchen (cfr. 
Lc.9,35 y paralelos) y se preparen a vivir con El el momento doloroso de su Pasión, 
para llegar con El a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el 
Espíritu Santo. 
Misterio de luz es, por último, la institución de la Eucaristía, en la que Cristo se 
hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo los signos del pan y del vino, dando 
‘hasta el fin’ testimonio de su amor a la humanidad (Jn. 13,1), por cuya salvación se 
iba a ofrecer en sacrificio. 
 
 
Presentamos ahora unas breves reflexiones, 
comparando los respectivos Misterios de las cuatro partes, 
para mejor admirar su armonía: 
 
En el primer Misterio de las cuatro partes contemplamos otras tantas
Anunciaciones: a María, a Juan el Bautista en el Jordán, al mismo Jesús en el 
Huerto de los olivos, a las mujeres delante del sepulcro. 
En el segundo Misterio de las cuatro partes contemplamos a Jesús y su
Reino presentes entre los hombres: a Jesús llevado por María en la Visitación, 
a Jesús que interviene por intercesión de su Madre en las bodas de Caná, a 
Jesús que lleva en su cuerpo flagelado todos los males del hombre, a Jesús 
que se va en la Ascensión, pero que sigue con nosotros siempre presente. 
En el tercer Misterio de las cuatro partes contemplamos los pasos del Reino
hacia su Triunfo: el Reino en Jesús en su nacimiento, el Reino anunciado por 
Jesús en su Vida pública, el Reino que El llama a triunfar en su coronación de 
espinas, el Reino preparado en los corazones por obra del Espíritu Santo. 
En el cuarto Misterio de las cuatro partes contemplamos la subida hacia
Dios, de transformación en transformación: la primera subida de Jesús al 
Templo, la subida al monte Tabor, la subida de Jesús al Calvario, la Asunción 
de María al Cielo.
En el quinto Misterio de las cuatro partes contemplamos cómo Jesús, en 
cuanto signo de su Reino, se oculta y se manifiesta: en su pérdida y hallazgo 
en el Templo, en la Eucaristía, en su crucifixión y muerte, en la Gloria de 
María… 

 

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