La Paz en la Divina Voluntad.

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La paz.


 Continúo viéndome toda llena de miserias, y no sólo eso, sino también inquieta. Me parece que todo mi interior se ha puesto en armas por la pérdida de Jesús.

Estaba pensando entre mí, que mis grandes pecados me habían merecido el que mi adorable Jesús me hubiese dejado, y por eso no lo vería más. ¡Oh, qué muerte cruel es este pensamiento para mí! Es más, pensamiento más despiadado que cualquier muerte. ¡No ver más a Jesús! ¡No oír más la suavidad de su voz! ¡Perder a Aquel del cual depende mi vida y del cual me viene todo bien! ¿Cómo poder vivir sin Él? ¡Ah, si pierdo a Jesús para mí todo ha terminado! Con estos pensamientos sentía una agonía de muerte, todo mi interior trastornado porque quería a Jesús, y Él, en un destello de luz se ha manifestado a mi alma diciéndome:

 “Paz, paz, no quieras turbarte. Así como una flor olorosísima perfuma el lugar donde se pone, así la paz llena de Dios al alma que la posee”.



 Y como relámpago se ha ido. Ah Señor, cuán bueno eres con esta pecadora, y en confianza te digo también: Cómo eres impertinente, pues nada menos debo perderte a Ti, y ni siquiera quieres que me turbe o me inquiete, y si lo hago, me haces entender que yo misma me alejo de Ti, porque con la paz me lleno de Dios y con turbarme me lleno de tentaciones diabólicas. ¡Oh mi dulce Jesús, cuánta paciencia se necesita Contigo, porque cualquier cosa que me suceda, ni siquiera puedo inquietarme, ni turbarme, sino que quieres que me esté en perfecta calma y paz Vol. 3 del 3 de Enero de 1900

 

Las almas pacíficas son el apoyo de Jesús.

 

 Sintiéndome oprimida, estaba casi a punto de ser sorprendida por las venenosas olas de la turbación. Mi amable Jesús, mi centinela fiel, pronto ha corrido a impedir que la turbación entrara en mí, y gritándome ha dicho:

 “Hija, ¿qué haces? Es tal y tanto el amor y el interés que tengo de mantener al alma en paz, que estoy obligado a hacer milagros para conservar al alma en paz, y quien turba a estas almas quisiera hacerme frente e impedir este milagro mío todo de amor, por tanto te recomiendo que seas equilibrada en todo.

Mi Ser está en pleno equilibrio en todo, males veo, los siento, amarguras no me faltan, sin embargo no me desequilibro jamás; mi paz es perenne, mis pensamientos son pacíficos, mis palabras están endulzadas con paz, el latido de mi corazón no es jamás agitado, aun en medio de inmensos gozos o de interminables amarguras, aun el mismo obrar de mis manos en el acto de flagelar corre en la tierra inmerso en olas de paz. Así que si tú no te conservas en paz, estando Yo en tu corazón me siento deshonrado, mi modo y el tuyo no van más de acuerdo, así que me sentiría en ti obstaculizado para desarrollar mis modos en ti, y por lo tanto me harías infeliz.

Sólo las almas pacíficas son mis bastones donde me apoyo, y cuando las muchas iniquidades me arrancan los flagelos de las manos, apoyándome en estos bastones hago siempre menos de lo que debería hacer. ¡Ah, jamás sea, si me faltaran estos bastones, faltándome los apoyos reduciría todo a ruinas!”   Vol. 11 del 18 de Mayo de 1914.

 

 

La verdadera paz viene de Dios.  El más

grande castigo es el triunfo de los malvados.

 

 Continuando mi habitual estado lleno de amarguras y de privaciones, mi dulce Jesús en cuanto ha venido me ha dicho:

 “Hija mía, los gobiernos se sienten faltar el piso bajo sus pies, Yo usaré todos los medios para rendirlos, para hacerlos reentrar en ellos mismos y hacerles conocer que sólo de Mí pueden esperar verdadera y duradera paz; ahora humillo a uno y ahora al otro, ahora los hago volverse amigos y ahora enemigos, haré de todo para rendirlos, les haré faltar los brazos, haré cosas inesperadas e imprevistas para confundirlos y hacerles comprender la inestabilidad de las cosas humanas y de ellos mismos, para hacerlos comprender que sólo Dios es el Ser estable de quien pueden esperar todo bien, y que si quieren justicia y paz, deben venir a la fuente de la verdadera justicia y de la verdadera paz, de otra manera no concluirán nada, continuarán debatiéndose, y si parecerá que congenian, no será duradero, y comenzarán después más fuerte las contiendas.  Hija mía, para como están las cosas sólo mi dedo omnipotente puede ajustarlas, y a su tiempo lo pondré, pero grandes pruebas se necesitan y habrán en el mundo, por eso se necesita gran paciencia”.

 Después ha agregado con un acento más conmovedor y doloroso:

 “Hija mía, el más grande castigo es el triunfo de los perversos, aun se necesitan purificaciones, y los malos con su triunfo purificarán mi Iglesia, pero después los trituraré y los esparciré como polvo al viento, por eso no te impresiones por los triunfos que oyes, sino llora Conmigo por su triste suerte”.  Vol. 12 del 14 de Oct. 1918

 

 

 

Predice las guerras y la suerte de algunos países.

 

 Me sentía muy afligida por la privación de mi amable Jesús, y mi mente era afligida por el pensamiento de que todo había sido en mí, o trabajo de la fantasía o del enemigo, porque corren noticias de paz y de triunfo para Italia, y yo recordaba que mi dulce Jesús me había dicho que Italia será humillada.  ¡Qué pena, qué agonía mortal, pensar que mi vida era un engaño continuo!  Sentía que Jesús quería hablarme, y yo no quería escucharlo, lo rechazaba; he luchado así tres días con Jesús, y muchas veces estaba tan cansada que no tenía fuerzas para rechazarlo, y entonces Jesús decía y decía, y yo tomando fuerzas de su mismo hablar le decía:  “No quiero saber nada”. Finalmente Jesús me ha rodeado el cuello con su brazo y me ha dicho:

 “Cálmate, cálmate, soy Yo, escúchame.  No recuerdas que meses atrás lamentándote Conmigo de la pobre Italia te dije:  “Hija mía, pierde quien vence y vence quien pierde”.  Italia, Francia, han sido ya humilladas, y no serán más hasta que no sean purificadas y vuelvan a Mí libres, independientes y pacíficas.  En el triunfo puramente aparente que gozan ya sufren la más grande de las humillaciones, porque no ellas, sino un extranjero que ni siquiera es europeo, es el que ha venido a arrojar al enemigo, así que si se pudiera decir triunfo, que no lo es, es del extranjero.  Pero esto es nada, ahora más que nunca pierden más, tanto en lo moral como en lo temporal, porque esto los hará disponerse a cometer mayores delitos, a encarnizadas revoluciones internas, que rebasarán la misma tragedia de la guerra.  Y además, lo que te he dicho no se refiere sólo a los tiempos presentes, sino también a los futuros, y lo que no se realice ahora se realizará después, y si en esto alguno encuentra dificultades, dudas, significa que no entiende mi hablar, mi hablar es eterno, como soy Yo.

 Ahora quiero decirte una cosa consoladora:  Italia y Francia ahora vencen y Alemania pierde.  Todas las naciones tienen sus manchas negras y todas merecen humillaciones y que las aplasten.  Habrá un desorden general, trastornos por todas partes; con el hierro, con el fuego y con el agua, con muertes repentinas, con males contagiosos, renovaré el mundo, haré cosas nuevas; las naciones harán una especie de torre de Babel, llegarán a no entenderse ni siquiera entre ellas mismas; los pueblos se rebelarán entre ellos, no querrán más reyes; todos serán humillados y la paz vendrá sólo de Mí, y si oyes hablar de paz, no será verdadera sino aparente.  Cuando haya purificado todo pondré mi dedo en modo sorprendente y daré la verdadera paz, y entonces todos aquellos que serán humillados volverán a Mí, y Alemania será católica, tengo grandes designios sobre ella; en Inglaterra, en Rusia y dondequiera que se haya derramado la sangre resurgirá la fe y se incorporarán a mi Iglesia; será el gran triunfo y la unión de los pueblos.  Por eso reza, se necesita paciencia, porque no será tan pronto, sino que se necesitará tiempo”. Vol. 12 del 16 de Oct. 1918

 

 

 

La paz es la primavera del alma.

 

 Me sentía muy oprimida y angustiada por la privación de mi dulce Jesús.  Entonces, después de una jornada de pena, ya avanzada la noche ha venido, y poniéndome sus brazos al cuello me ha dicho:

 “Hija mía, ¿qué hay?  Veo en ti un humor, una sombra que te vuelven desemejante de Mí y rompen la corriente de la bienaventuranza que entre Yo y tú casi siempre ha existido.  Todo es paz en Mí, por eso no soporto en ti ni siquiera una sombra que pueda opacar tu alma; la paz es la primavera del alma, todas las virtudes nacen, crecen y sonríen, como las plantas y las flores, a los rayos del sol primaveral, que disponen a toda la naturaleza a producir su fruto.  Si no fuera por la primavera, que con su sonrisa encantadora sacude a las plantas del entumecimiento del frío y viste la tierra como de un manto florido, que llama a todos con su dulce encanto para hacerse mirar, la tierra sería horrible y las plantas acabarían secándose.  Así que la paz es la sonrisa divina que sacude al alma de todo entumecimiento, que como primavera celestial sacude al alma del frío de las pasiones, de las debilidades, de las ligerezas, etc., y con su sonrisa hace surgir, más que campo florido, todas las flores y hace crecer todas las plantas, entre las cuales el Agricultor Celestial se digna pasear y tomar de ellas los frutos para hacer de ellos su alimento, así que el alma pacífica es mi jardín, en el cual Yo me recreo y me entretengo.  La paz es luz, y todo lo que el alma piensa, habla y obra, es luz que emite y el enemigo no puede acercarse porque se siente golpeado por esta luz, herido y deslumbrado, y para no quedar ciego está obligado a huir.  La paz es dominio, no sólo de sí mismo, sino de los demás, así que delante a un alma pacífica quedan, o conquistados, o confundidos y humillados, por esto, o se hacen dominar haciéndose amigos, o se van confundidos no pudiendo sostener la dignidad, la imperturbabilidad, la dulzura de un alma que posee la paz; aun los más perversos sienten la potencia que esa alma contiene.  Por eso me glorío tanto en hacerme llamar Dios de la paz, Príncipe de paz, y no hay paz sin Mí, sólo Yo la poseo y la doy a mis hijos como a hijos legítimos, los cuales quedan vinculados como herederos de todos mis bienes.

 El mundo, las criaturas, no tienen esta paz, y lo que no se tiene no se puede dar, a lo más pueden dar una paz aparente, que por dentro los desgarra, una paz falsa, que contiene dentro una bebida venenosa, y este veneno adormece los remordimientos de la conciencia y la conduce al reino del vicio, por eso la verdadera paz soy Yo, y quiero mantenerte a la sombra de mi paz, para hacer que jamás estés turbada, y la sombra de mi paz, como luz deslumbrante, pueda mantener lejos de ti cualquier cosa, o a cualquiera que quisiera ensombrecer tu paz”.Vol. 13 del 18 de Dic. 1921

 

 

 

 

 

Temores.  Jesús le da la paz.  Luisa quiere que Jesús haga su voluntad.

 

 Me sentía muy afligida, y con una opresión tal que me sentía morir por ciertas cosas que no es necesario escribir.  Ahora, mi dulce Jesús al venir me ha tomado entre sus brazos para sostenerme y darme fuerza, y después todo dulzura y bondad me ha dicho:

 “Hija mía, ¿qué pasa, qué pasa?  Mucho te oprimes, y Yo no lo quiero”.

 Y yo:  “Mi Jesús, ayúdame, no me abandones en tanta amargura, pero lo que más me oprime es que siento surgir en mí un querer que quisiera decirte:  “Esta vez Tú harás mi voluntad, no yo la tuya”.  Y el sólo pensar esto me da la muerte.  ¡Oh! cómo es verdad que tu Voluntad es vida, pero las circunstancias me empujan, ¡ah, ayúdame!”  Y he roto en llanto, y Jesús haciéndose bañar sus manos por mis lágrimas, y estrechándome más ha agregado:

 “Hija mía, ánimo, no temas, Yo soy todo para ti, mira cómo son bellas mis manos perladas por las lágrimas de quien teme no hacer mi Querer, ni siquiera una ha caído por tierra.  Ahora cálmate y escúchame, Yo haré lo que quieres tú, pero no porque lo quieres tú, sino como si lo quisiera Yo, ¿no estás contenta?  Del resto es necesario un poco de suspensión de tu estado, no tengo a quien confiarte, ¿quién podría hacerlo?  Tienen el corazón cubierto de una coraza de hierro, mis voces no son ni escuchadas ni comprendidas, los pecados son horrendos, los sacrilegios enormes, los flagelos están ya a las puertas de la ciudad, habrá gran mortandad, por eso se necesita un poco de suspensión de tu estado que impide el curso a mi justicia.  Tú me darás el tiempo libre para venir y Yo, retirándome, sin hacerte salir de mi Voluntad te daré lo que te sea necesario”.

 Yo he quedado más que nunca amargada por tantas otras cosas que Jesús me ha dicho acerca de nuestros tristes tiempos, pero calmada porque me ha asegurado que no me hacía salir de su Querer.  Al otro día ha venido mi Mamá Reina y trayéndome al niñito Jesús me lo ha puesto en los brazos y me ha dicho:

 “Hija mía, tenlo estrechado, no lo dejes ir, si supieras que quiere hacer, rézale, rézale, la oración en su Querer lo arrebata, lo encadena, así al menos se ahorrarán en parte los flagelos”.

 Dicho esto ha desaparecido, y yo he vuelto a la trágica duda de haber inducido a Jesús a hacer mi querer.Vol. 13 del 28 de Dic. 1921.

 

 

La paz sin Dios es imposible.  Amenaza de guerras.

 

 Paso días amargos por las privaciones de mi dulce Jesús, y si se hace ver es tan afligido y taciturno, que por cuantas cosas le pueda decir no logro consolarlo, y por ello quedo más amargada que antes.  Entonces esta mañana al venir me ha dicho:

 “Hija mía, las penas, las ofensas que me hacen las criaturas son tantas que ya no puedo más; las naciones se unen para hacer nuevas guerras, no te decía que las guerras no habían terminado y que la paz era una paz falsa y aparente, porque la paz sin Dios es imposible, era paz que no salía de la justicia, por eso no podía durar.  ¡Ah! los gobernantes de estos tiempos son verdaderos demonios encarnados que se unen para hacer el mal y poner en los pueblos el desorden, el caos, las guerras”.

 Y mientras esto decía, se escuchaba el llanto de las madres, el retumbar de los cañones, las alarmas en todos los países; pero espero que Jesús quiera aplacarse, y así quedarán todos en paz. Vol. 14 del 8 de Nov. 1922

 

 

 

 

 

 

La Divina Voluntad es madre de todas las voluntades

humanas.  En la Divina Voluntad no hay muertes.

 

 Me sentía abandonada por el Cielo y por la tierra, y pensaba entre mí que Jesús me había dicho hace ya mucho tiempo, que yo debía vivir en el duro exilio de la vida como si no existiera nadie más que Jesús y yo, todos debían desaparecer de mi mente y de mi corazón.  Y ahora, después de que todo me ha desaparecido y habituada a vivir sólo con Jesús, también Él ha huido dejándome sola en poder de amarguras indecibles en el duro estado de aislamiento.  ¡Oh! Dios, qué pena, ten piedad de mí, regresa a quien siente necesidad de tu Vida más que de la vida propia.  Ahora, mientras esto pensaba y otras cosas más desgarradoras aún, que sería demasiado largo el decirlas, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, y suspirando me ha dicho:

 “Hija de mi Supremo Querer, ánimo en tu aislamiento, éste sirve como compañía a mi Voluntad abandonada por las criaturas; el dolor de su aislamiento, ¡oh, cómo es más duro que el tuyo!  Mi Voluntad es la Madre de todas las voluntades de las criaturas, Ella, como Madre ternísima se ha quedado en el centro de la Creación para dar a luz a las voluntades humanas y tenerlas todas en torno a Ella, subirlas sobre sus rodillas, nutrirlas con la leche de sus enseñanzas celestiales y hacerlas crecer a su semejanza, dándoles toda la Creación donde entretenerse, y como mi Voluntad es centro de cada cosa creada, a cualquier parte que las criaturas fueran, Ella como centro de cada cosa les estaría más que madre afectuosa siempre cerca, para no hacerles faltar jamás sus cuidados maternos y para no dejarlas descender de su nobleza y semejanza.  Pero, ¡ay de Mí!  Estas hijas, estas voluntades humanas paridas por esta Madre Celestial de mi Voluntad, despreciando y no apreciando todos los cuidados maternos, su amor, sus ternuras y premuras, a pesar de que Ella esta junto a ellas, las voluntades humanas están lejanas de esta Madre, muchas ni siquiera la conocen, otras la desprecian y hacen de Ella mofa.  Pobre Madre que es Voluntad, en medio de tantas hijas paridas por Ella queda aislada, abandonada, y mientas todas toman de lo suyo para vivir, se sirven de todo para crecer a su desemejanza y para ofenderla; ¿se puede dar dolor más grande para una madre que el abandono de sus propios hijos, no ser conocida por el parto de sus propias entrañas, y cambiándose en enemigas ofendan a Aquélla que las ha dado a luz?  Por eso el dolor del aislamiento de mi Voluntad es grande e inconcebible.  Por eso tu aislamiento sea la compañía de esta Madre aislada, que llora y busca a sus hijas, que por cuanto llora, grita y llama a sus hijas con las voces más tiernas, con las lágrimas más amargas, con los suspiros más ardientes y con las voces más fuertes de castigos, estas hijas ingratas se están lejanas del seno de Aquélla que las ha generado.  Hija mía, ¿no quieres tomar parte, como verdadera hija fiel de mi Voluntad, en su dolor y en su aislamiento?”

 Después me he puesto a hacer la adoración a mi Crucificado Jesús, y delante a mi mente pasaba una larga fila de soldados, todos armados, que no terminaba jamás.  Yo habría querido pensar en mi Crucificado Jesús y ya no ver soldados, pero a pesar mío me veía obligada a ver estos soldados armados.  Entonces pedía a mi dulce Jesús que alejara de mí esta vista a fin de que pudiera quedar libre con Él, y Jesús todo afligido me ha dicho:

“Hija mía, cuanto más el mundo aparentemente parece en paz, alaba la paz, tanto más bajo aquella paz efímera y enmascarada esconden guerras, revoluciones y escenas trágicas para la pobre humanidad, y cuanto más parece que favorecen mi Iglesia y la alaban, canten victorias y triunfos y prácticas de unión entre estado e Iglesia, tanto más cercana está la contienda que preparan contra Ella.  Así fue de Mí, hasta en tanto que no me aclamaron Rey y me recibieron en triunfo, Yo pude vivir en medio de los pueblos, pero después de mi entrada triunfal en Jerusalén no me dejaron vivir más, y después de pocos días me gritaron ‘crucifícalo’ y armándose todos contra Mí me hicieron morir.  Cuando las cosas no parten de un fondo de verdad, no tienen fuerza de reinar largamente, porque faltando la verdad falta el amor y falta la vida que las sostiene, y por eso es fácil que salga fuera lo que escondían y cambian la paz en guerra, los favores en venganzas.  ¡Oh, cuántas cosas imprevistas están preparando!”

 Jesús ha desaparecido, y yo he quedado toda afligida y pensaba entre mí:  “Mi amado Jesús me ha dicho tantas veces que yo soy la pequeña recién nacida de la Divina Voluntad, por eso recién nacida apenas, sin haber formado mi pequeña vida en este Querer Supremo.  Jesús, ahora que tenía más necesidad de formar mi crecimiento me deja sola, entonces yo seré como un parto abortado de la Divina Voluntad, sin tener existencia.  ¿No ves amor mío en qué estado lamentable me encuentro, y cómo tus mismos designios sobre mí se resuelven en la nada?  ¡Ah! si no quieres tener piedad de mí, ten piedad de Ti mismo, de tus designios y de tus trabajos que has hecho a mi pobre alma”.  Pero mientras mi pobre mente quería adentrarse en el estado doloroso en el cual me encuentro, mi amado Bien ha salido de dentro de mi interior, y mirándome toda de la cabeza a los pies me ha dicho:

“Hija mía, en mi Voluntad no hay muertos ni abortos, y quien vive en Ella contiene por vida la Vida de mi Voluntad, y aunque se sienta morir, o aun muerta, se encuentra en mi Voluntad, la cual conteniendo la vida la hace resurgir a cada instante a nueva luz, a nueva belleza, gracia y felicidad, deleitándose en conservarla siempre pequeña en sí, para tenerla grande con Ella; pequeña pero fuerte, pequeña pero bella, recién nacida apenas, a fin de que nada de humano tenga, sino todo divino, así que su vida es sólo mi Voluntad, la cual llevará a cabo todos mis designios, sin que nada se pierda.  Serás como la gota de agua sumergida en el gran mar, como un grano en las grandes masas de los graneros; por cuanto la gota de agua parezca como desaparecida en el mar y el grano en los innumerables granos, no se puede negar ni quitarle el derecho de que su vida existe.  Por eso no temas, y haz de tal manera que pierdas tu vida para adquirir el derecho de tener por vida mi sola Voluntad”.  Vol. 18 del 24 de enero de 1926

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