El Don Divino

Imagen de Mariu

Quien no recibe los bienes de Dios es un ingrato.  Dudas y dificultades.

 

 Después de haber escrito lo que esta dicho arriba me sentía toda compenetrada y más que nunca aniquilada, y habiéndome puesto a rezar, mi siempre amable Jesús ha venido y estrechándome fuerte a su corazón me ha dicho:

 “Hija de mi Querer, ¿por qué no quieres reconocer los dones que tu Jesús quiere darte?  Esta es suma ingratitud.  Supón un rey rodeado por sus fieles ministros, y que un pobre joven descalzo, andrajoso, que llevado por amor de ver al rey va al palacio y haciéndose más pequeño de lo que es, por detrás de los ministros mira al rey y luego se esconde temiendo ser descubierto, pero el rey poniendo en él su atención, mientras el muchacho se está agazapado tras los ministros, lo llama, lo conduce aparte; el pequeño tiembla, enrojece, teme ser castigado, pero el rey se lo estrecha al corazón y le dice:  “No temas, te he llamado aparte para decirte que quiero elevarte por encima de todos, todos los dones que he dado a mis ministros quiero que tú los superes, no quiero que salgas de mi palacio”.  Si el muchacho es bueno aceptará con amor la propuesta del rey, dirá a todos cuan bueno es el rey, lo dirá a los ministros, llamando a todos para agradecer al rey, pero si es ingrato se negará a aceptar diciendo:  “¿Qué quieres de mí?  Soy un pequeño pobre, andrajoso, descalzo, no son para mí esos dones”.  Y guardará en su corazón el secreto de su ingratitud; ¿no es ésta una horrenda ingratitud?  ¿Y qué será de este muchacho?  Así eres tú, porque te ves indigna quieres desembarazarte de mis dones”.

 Y yo:  “Amor mío, Tú tienes razón, pero lo que me causa más impresión es que siempre quieres hablar de mí”.

 Y Él:  “Es justo, es necesario que hable de ti.  ¿Sería correcto que un esposo que quiere casarse con su esposa deba tratar con los otros y no con ella?  Mientras que es necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, que los papás den la dote a estos esposos y que anticipadamente uno se habitúe a los modos del otro”.

 Y yo he agregado:  “Dime vida mía, ¿quién es mi familia?  ¿Cuál es mi dote y la tuya?”  Y sonriendo ha continuado:

 “Tu familia es la Trinidad.  ¿No te acuerdas que en los primeros años de cama te llevé al Cielo, y ante la Trinidad Sacrosanta nos unimos?  Y Ella te dotó de tantos dones que tú misma no los has conocido aún, y conforme te hablo de mi Querer, de sus efectos y de su valor, son descubiertos los dones con que desde entonces fuiste dotada.  De mi dote no te hablo, porque lo que es mío es tuyo.  Y además, después de pocos días descendimos del Cielo y las Tres Divinas Personas tomamos posesión de tu corazón y formamos nuestra perpetua morada; Nosotros tomamos el gobierno de tu inteligencia, de tu corazón, de toda tú, y cada cosa que tú hacías era un desahogo de nuestra Voluntad Creadora en ti, eran confirmaciones de que tu querer estaba animado de un Querer Eterno.  El trabajo ya está hecho, sólo queda hacerlo conocer para hacer que no sólo tú, sino también otros puedan tomar parte en estos tan grandes bienes, y esto lo estoy haciendo llamando ahora a un ministro mío, y ahora a otro, y hasta ministros de lugares lejanos para hacerles conocer estas grandes verdades.  La cosa es mía, no tuya, así que déjame hacer; es más, debes saber que cada vez que manifiestas un valor de más de mi Querer, me siento tan contento que te amo con amor multiplicado”.

 Y yo enrojeciendo por mis dificultades he dicho:  “Mi sumo y único Bien, mira cómo me he hecho más mala, antes no tenía dudas en lo que Tú me decías, pero ahora no, cuántas dudas, cuántas dificultades, yo misma no sé de dónde las saco”.

 Y Jesús:  “No te aflijas ni siquiera por esto, soy Yo mismo quien muchas veces suscito estas dificultades para responder no sólo a ti y confirmarte las verdades que te digo, sino para responder a todos aquellos que leyendo estas verdades puedan encontrar dudas y dificultades, y Yo les respondo desde antes, a fin de que puedan encontrar la luz y la respuesta a todas sus dificultades.  Críticas no faltarán, por eso todo es necesario”. Vol. 13 del 5 de Diciembre de 1921.

 

18-14

Noviembre 19, 1925

 

El Divino Querer quiere la compañía de la criatura para poder

enriquecerla, instruirla y darle la posesión del bien que le hace conocer.

 

(1) Me sentía como inmersa en el mar inmenso de la Suprema Voluntad, y habría querido, como me dice mi amable Jesús, que nada se me escapara de todos los actos que ha hecho, hace y hará, que para Jesús son un acto solo, y que yo siempre estuviera junto con esta Divina Voluntad para darle mi pequeña correspondencia de amor y de agradecimiento; habría querido al menos hacer una larga lista de todos los actos de esta Voluntad Suprema para admirar, alabar lo que Ella sabe hacer, y estar siempre junto con Ella, jamás dejarla sola.  Pero, ¡ay de mí!  Mi pequeñez es tanta, que me pierdo y no sé dónde tomarla para seguirla, porque dondequiera la encuentro y siempre en acto de obrar cosas sorprendentes, sea en las cosas grandes como en las más pequeñas.  Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:

(2) “Hija de mi Santo Querer, quien es hija debe conocer lo que hace el padre, debe saber lo que posee y debe poder decir al padre:  ‘Lo que es tuyo es mío’.  Y si esto no fuera, significa que no hay sumo acuerdo entre padre e hija, o que tal vez no es hija legítima de este padre.  Así es, quien es verdadera hija de mi Voluntad debe conocer lo que hace y los inmensos bienes que posee; es propiamente esto el vivir en mi Querer, hacer compañía a todos los actos que hace mi Voluntad.  Ella no quiere vivir aislada en medio de la Creación, sino quiere la compañía de la criatura, por causa de la cual, porque la ama tanto, mantiene el orden de toda la Creación y se hace vida de cada cosa; y cuando encuentra al alma que le hace compañía en esta vida que mantiene en todo el universo, mi Voluntad jubilosa hace fiesta y se siente feliz, encuentra a aquélla que ama y por la cual es correspondida en amor, encuentra a quién puede hacerse conocer, lo que posee, y en su felicidad narra al alma los arcanos de su Querer, su valor y sus efectos sorprendentes; pero esto es nada, conforme narra sus conocimientos, lo que hace y lo que es, así le hace donación de lo que le manifiesta, y más que válida escritura es el mismo conocimiento, que con caracteres de luz ha impreso en el alma la posesión de los bienes que su conocimiento contiene.  ¡Oh! cómo es bello ver la santidad, la potencia, la inmensidad de mi Querer entretenerse con la pequeñez de la voluntad humana en el acto en que le hace compañía; Él quiere dar siempre, no se detiene jamás, quiere ver a la pequeñez bella, rica, potente, la quiere tener siempre cerca para poder darle siempre.  No hay cosa más bella, más graciosa, más sorprendente al verse, que un alma que busca seguir los actos de la Voluntad de su Creador; hay una competencia continua entre ellos, un amor recíproco, un dar y un recibir continuo.  ¡Oh! si tú supieras cómo eres rica; por cuantas cosas conoces de mi Voluntad, tantos bienes posees; si tú los enumeras te perderías y quedarías ahogada en ellos.  Por eso sé atenta en seguir los actos de mi Querer si quieres hacerle continua compañía”.

 

 

 

El Divino Querer quiere la compañía de la criatura para poder

enriquecerla, instruirla y darle la posesión del bien que le hace conocer.

 

(1) Me sentía como inmersa en el mar inmenso de la Suprema Voluntad, y habría querido, como me dice mi amable Jesús, que nada se me escapara de todos los actos que ha hecho, hace y hará, que para Jesús son un acto solo, y que yo siempre estuviera junto con esta Divina Voluntad para darle mi pequeña correspondencia de amor y de agradecimiento; habría querido al menos hacer una larga lista de todos los actos de esta Voluntad Suprema para admirar, alabar lo que Ella sabe hacer, y estar siempre junto con Ella, jamás dejarla sola.  Pero, ¡ay de mí!  Mi pequeñez es tanta, que me pierdo y no sé dónde tomarla para seguirla, porque dondequiera la encuentro y siempre en acto de obrar cosas sorprendentes, sea en las cosas grandes como en las más pequeñas.  Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:

(2) “Hija de mi Santo Querer, quien es hija debe conocer lo que hace el padre, debe saber lo que posee y debe poder decir al padre:  ‘Lo que es tuyo es mío’.  Y si esto no fuera, significa que no hay sumo acuerdo entre padre e hija, o que tal vez no es hija legítima de este padre.  Así es, quien es verdadera hija de mi Voluntad debe conocer lo que hace y los inmensos bienes que posee; es propiamente esto el vivir en mi Querer, hacer compañía a todos los actos que hace mi Voluntad.  Ella no quiere vivir aislada en medio de la Creación, sino quiere la compañía de la criatura, por causa de la cual, porque la ama tanto, mantiene el orden de toda la Creación y se hace vida de cada cosa; y cuando encuentra al alma que le hace compañía en esta vida que mantiene en todo el universo, mi Voluntad jubilosa hace fiesta y se siente feliz, encuentra a aquélla que ama y por la cual es correspondida en amor, encuentra a quién puede hacerse conocer, lo que posee, y en su felicidad narra al alma los arcanos de su Querer, su valor y sus efectos sorprendentes; pero esto es nada, conforme narra sus conocimientos, lo que hace y lo que es, así le hace donación de lo que le manifiesta, y más que válida escritura es el mismo conocimiento, que con caracteres de luz ha impreso en el alma la posesión de los bienes que su conocimiento contiene.  ¡Oh! cómo es bello ver la santidad, la potencia, la inmensidad de mi Querer entretenerse con la pequeñez de la voluntad humana en el acto en que le hace compañía; Él quiere dar siempre, no se detiene jamás, quiere ver a la pequeñez bella, rica, potente, la quiere tener siempre cerca para poder darle siempre.  No hay cosa más bella, más graciosa, más sorprendente al verse, que un alma que busca seguir los actos de la Voluntad de su Creador; hay una competencia continua entre ellos, un amor recíproco, un dar y un recibir continuo.  ¡Oh! si tú supieras cómo eres rica; por cuantas cosas conoces de mi Voluntad, tantos bienes posees; si tú los enumeras te perderías y quedarías ahogada en ellos.  Por eso sé atenta en seguir los actos de mi Querer si quieres hacerle continua compañía”.Vol. 18 del 19 de Nov. de 1925.

 

 

 

 

 

Se necesitan las disposiciones para poseer el don del Querer Divino.

Semejanzas de Él.  El vivir en el Querer Supremo es la cosa más grande,

es el vivir Vida Divina, y el alma obra en la unidad de la Luz Eterna.

 

(1) Estaba pensando en lo que está dicho anteriormente, que la Voluntad de Dios es un don, y por eso como don se posee como cosa propia; en cambio quien hace la Voluntad de Dios debe estar a las órdenes, debe preguntar frecuentemente qué debe hacer y pedir que se le preste el don, no para ser el dueño sino para hacer la misma acción que Dios quiere, terminada la cual debe devolver el don que ha tomado en préstamo.  En mi mente se formaban tantas imágenes y semejanzas entre quien vive en el Querer Divino y lo posee como don, y entre quien hace la Santísima Voluntad de Dios, que no solo no posee la plenitud del don, y si lo posee es a intervalos y en préstamo.  Digo ahora algunas de estas semejanzas:

(2) Supongamos que tuviese una moneda de oro que tuviera la virtud de hacer surgir cuantas monedas yo quisiera, ¡oh! cuán rica me podría hacer con este don, en cambio otro lo recibe en préstamo este don por una hora para realizar una acción suya y devolverlo de inmediato; ¡qué diferencia entre mi riqueza por el don que poseo y entre la de quien lo recibe en préstamo!  O bien, si tuviera en don una luz que no se apaga jamás, así que, de noche o de día yo estoy al seguro, tengo siempre el bien de ver esta luz que nadie me puede quitar, se hace conmigo como connatural y me hace conocer el bien para hacerlo y el mal para rehuirlo, así que con esta luz dada a mí en don, yo me río de todos, del mundo, del enemigo, de mis pasiones, y hasta de mí misma; por tanto esta luz es para mí fuente perenne de felicidad, está sin armas y me defiende, es sin voz y me enseña, es sin manos ni pies y dirige mi camino y se hace guía segura para llevarme al Cielo.  En cambio otra persona cuando siente la necesidad debe ir a pedir esta luz, pues no la tiene a su disposición, y habituada a no ver siempre junto con la luz, no posee el conocimiento del bien y del mal y no tiene fuerza suficiente para hacer siempre el bien y evitar el mal; entonces, no poseyendo la luz encendida continuamente, ¿en cuántos engaños, peligros y caminos sinuosos no se encuentra?  Qué diferencia entre quien la posee como don suyo esta luz, y entre quien la debe ir a pedir cuando la necesita.  Ahora, mientras mi mente se perdía en tantas semejanzas, decía entre mí:  “Así que el vivir en la Voluntad de Dios es poseer la Voluntad de Dios, y esto es un don; por tanto, si la bondad de Dios no se complace en darlo, ¿qué puede hacer la pobre criatura?”  En ese momento mi amable Jesús se ha movido en mi interior, como estrechándome toda a Él, y me ha dicho:

(3) “Hija mía, es verdad que el vivir en mi Querer es un don, y es el poseer el don más grande, pero este don que contiene valor infinito, que es moneda que surge a cada instante, que es luz que nunca se apaga, que es sol que jamás tiene ocaso, que pone al alma en su lugar establecido por Dios en el orden divino y por lo tanto toma su lugar de honor y de soberanía en la Creación, no se da sino a quien está dispuesto, a quien no debe hacer despilfarro, a quien debe estimarlo tanto y amarlo más que la propia vida, es más, debe estar pronto a sacrificar la propia vida para hacer que este don de mi Querer tenga la supremacía sobre todo y sea tenido en cuenta más que la propia vida, más bien, su vida como una nada en comparación a Él.  Por eso primero quiero ver que el alma quiere hacer en verdad mi Voluntad y nunca la suya, pronta a cualquier sacrificio para hacer la mía, en todo lo que hace pedirme siempre, aun como préstamo el don de mi Querer.  Entonces Yo, cuando veo que nada hace sin el préstamo de mi Querer, lo doy como don, porque con pedirlo y volver a pedirlo ha formado el vacío en su alma donde poner este don celestial, y con haberse habituado a vivir con el préstamo de este alimento divino, ha perdido el gusto del propio querer, su paladar se ha ennoblecido y no se adaptará a los alimentos viles del propio yo; por tanto, viéndose en posesión del don que ella tanto suspiraba, anhelaba y amaba, vivirá de la Vida de aquel don, lo amará y lo tendrá en la estima que merece.  ¿No condenarías tú a un hombre que lleno de afecto pueril hacia un niño, sólo para que le estuviese un poco en su compañía entreteniéndose juntos, le diese un billete de mil, y el niño no conociendo el valor, después de algunos momentos lo rompa en mil pedazos?  Pero si en cambio primero lo hace desear, luego le hace conocer el valor, después el bien que le puede hacer ese billete de a mil y luego se lo da, aquel niño no lo hará pedazos, sino que ira a guardarlo bajo llave, apreciando el don y amando más al donador, tú alabarías a ese hombre que ha tenido la habilidad de hacer conocer el valor del billete al pequeño niño.  Si esto hace el hombre, mucho más Yo que doy mis dones con sabiduría, con justicia y con verdadero amor; he aquí entonces la necesidad de las disposiciones, del conocimiento del don y de la estima y aprecio, y del amar al mismo don.  Por eso, como precursor del don de mi Voluntad que quiero hacer a la criatura es el conocimiento de Ella, el conocimiento prepara el camino, el conocimiento es como el contrato que quiero hacer del don que quiero dar, y por cuanto más conocimiento envío al alma, tanto más es estimulada a desear el don y a solicitar al Divino Escritor que ponga la última firma, que el don es suyo y lo posee.  Entonces, la señal de que quiero hacer don de mi Querer en estos tiempos, es el conocimiento de Él, por eso sé atenta en no dejar escapar nada de lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, si quieres que Yo ponga la última firma del don que suspiro dar a las criaturas”.

(4) Después de esto, mi pobre mente se perdía en el Querer Supremo, y hacía cuanto más podía por hacer todos mis actos en la Divina Voluntad; me sentía investida por una luz suprema, y mis pequeños actos, en cuanto salían de mí, tomaban lugar en aquella luz y se convertían en luz, y yo no podía ver ni el punto de la luz en el cual los había hecho, ni dónde encontrarlos, sólo veía que se habían incorporado en aquella luz interminable y no más, y a mí me resultaba imposible poder navegar en toda aquella luz inaccesible, estarme dentro sí, pero atravesarla toda no le era dado a mi pequeñez.  Mientras estaba en esto, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(5) “Hija mía, cómo es bello el obrar del alma en mi Voluntad, su acto se une al acto único de su Creador que no conoce sucesión de actos, porque la luz eterna no es divisible, y si se pudiera dividir, lo que no puede ser, la parte dividida se volvería tinieblas, así que el acto divino, siendo luz, de todo su obrar forma un solo acto.  Por eso el alma obrando en la luz de mi Querer se une a aquel acto único de su Creador y toma lugar en el ámbito de la luz de la eternidad, por eso no puedes verlos, ni en la parte de la luz donde los has hecho, ni donde se encuentran, porque la luz eterna de Dios, para la criatura, es intraspasable y no se puede abarcar toda, pero ten por seguro que su acto está en aquella luz, el cual toma lugar en el pasado, en el presente y en el futuro.  Mira el sol, siendo él imagen de la sombra de la luz divina, tiene en parte esta propiedad:  Supón que tú obraras en el punto donde el sol expande su luz solar, tú ves su luz delante, sobre y detrás de ti, a derecha e izquierda, por eso si tú quisieras ver cuál es la parte de la luz del sol que toda te circundaba, tú no la sabrías encontrar ni distinguir, sabrías decir sólo que su luz ciertamente estaba sobre ti.  Ahora, aquella luz estaba desde el primer instante en que fue creado el sol, está y estará, y si tu acto pudiera convertirse en luz solar como se convierte en luz divina, ¿podrías encontrar tu partecita de luz y la luz que te ha sido dada por el sol para hacerte obrar?  Claro que no, pero sabrías que de ti ha salido un acto que se ha incorporado en la luz del sol, por eso digo que el vivir en el Querer Supremo es la cosa más grande, es el vivir Vida Divina.  El Celestial Creador en cuanto ve al alma en su Voluntad, la toma entre sus brazos, y poniéndola en su seno la hace obrar con sus mismas manos y con aquella potencia de aquel Fiat con el cual fueron hechas todas las cosas; hace descender sobre la criatura todos sus reflejos para darle la semejanza de su obrar; he ahí por qué el obrar de la criatura se vuelve luz y se une a aquel acto único de su Creador y se constituye gloria eterna y alabanza continua de su Creador.  Por eso sé atenta y haz que el vivir en mi Querer sea para ti tu todo, a fin de que jamás puedas descender de tu origen, es decir del seno de tu Creador”. Vol. 18 del 25 de Dic. 1925

 

 

 

 

 

El camino y el trabajo que hace la Divina Voluntad en todas las

cosas creadas para llegar a la criatura, a fin de que ella ponga

el último punto para su cumplimiento.

 

(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y la pequeñez de mi mente se perdía en Él, por todas partes y en todo lo veía siempre en acto de obrar en toda la Creación.  ¡Oh! cómo habría querido seguirlo para darle mi pequeña correspondencia de amor en todo lo que Él obraba, darle mi gracias, mi adoración profunda, mi mezquina compañía.  Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:

(2) “Hija mía, mi Voluntad está siempre en camino en las cosas creadas para ir hacia la criatura, ¿pero quién la completa?  ¿Quién pone el último punto al trabajo de mi Voluntad?  La criatura.  Esto es, la criatura que toma todas las cosas creadas como cumplimiento de mi Voluntad; mi Voluntad hace su camino en la semilla, hace que la tierra la reciba, dándole virtud de hacerla germinar y multiplicarse; hace su camino llamando al agua para regarla, al sol para fecundarla, al viento para purificarla, al frío para hacerle profundizar sus raíces, al calor para desarrollarla y hacerla llegar a justa maduración; luego da virtud a las máquinas para cosecharla, para trillarla, para molerla, y así poder darle sustancia de pan, y llamando al fuego para cocerla la lleva a la boca de la criatura, a fin de que de ella coma y conserve su vida.  Ve entonces cuánto camino y trabajo ha hecho mi Voluntad en aquella semilla, cuántas cosas creadas ha llamado sobre esa semilla para hacerla llegar como pan a la boca de las criaturas.  Ahora, ¿quién pone el último paso al camino de mi Voluntad y el cumplimiento del último acto de mi Supremo Querer?  Quien toma aquel pan y lo come como portador del Divino Querer en él, y conforme come el pan, come mi Querer en él para acrecentar las fuerzas del cuerpo y del alma, para cumplir en todo la Divina Voluntad.  Se puede decir que la criatura es el centro del reposo al cual mi Voluntad aspira en todos los caminos y trabajos que hace en todas las cosas creadas para llegar a la criatura; y así en todas las otras cosas creadas que sirven al hombre, mi Voluntad hace su camino en el mar y trabaja en la multiplicación de los peces; hace su camino sobre la tierra y multiplica plantas, animales y pájaros; hace su camino en las esferas celestes para tener todo bajo sus ojos, para hacer que nada le huya y hacerse pies, manos y corazón para cada criatura, para dar a cada una el fruto de sus innumerables cosechas; pero toda su fiesta es sólo por quien toma de lo suyo como último punto y cumplimiento de su Supremo Querer.  Si no fuese por mi Voluntad, – que en cuanto se desprendió su Fiat, se dejó en camino en todas las cosas creadas para hacerlas llegar al hombre, a fin de que tuviese su primer puesto el Fiat Supremo en quién y para quién todas las cosas habían sido creadas, y así fuera el regulador y el actor de la misma vida de la criatura – , todas las cosas quedarían paralizadas, y como tantas pinturas en las cuales no está la vida de las cosas que representan; así que, pobre criatura si mi Voluntad se retirase de hacer su camino en todas las cosas creadas, todas quedarían como pinturas, sin producir más el bien que cada cosa contiene hacia el hombre; por eso puedo decir que no son las cosas creadas que lo sirven, sino mi Voluntad velada, escondida, que se hace servidora del hombre.  ¿No es entonces justo y el más sagrado deber, que el hombre mire en todas las cosas a mi Suprema Voluntad y la cumpla en todo, e intercambiándose servicio sirva a Aquélla que no desdeña servirlo aun en las más pequeñas cosas?  Y Yo me siento como correspondido, pagado por mi trabajo cuando veo que llegan al hombre y las toma como cumplimiento de mi Voluntad.  Y por eso hago fiesta, porque la finalidad de mi largo camino en las cosas creadas ha obtenido mi intento y el cumplimiento de mi Voluntad realizado en la criatura.  Sucede a mi Voluntad como a un actor, el cual debe exponer su escena al público.  ¡Pobrecito! cuántos trabajos escondidos, cuántos desvelos, cuantos preparativos, cuánto arte en sus mismos movimientos no prepara para ponerse en actitud, ahora de hacer sonreír al público, ahora de hacerlo llorar.  En todo este trabajo el actor no hace fiesta, más bien suda, se cansa y se fatiga, y cuando todo le parece que ya está preparado, se dispone a llamar al público a ver su escena, y por cuanta más gente ve, más siente despuntar en el corazón la alegría, quién sabe y a lo mejor podrá hacer una bella fiesta, pero el verdadero cumplimiento de su fiesta es cuando terminada la escena siente correr a manos llenas las monedas de oro y de plata en sus manos, como aprobación y triunfo de su escena; pero si en cambio después de tantos preparativos, prepara la mesa, toca y vuelve a tocar trompetas y ninguno se presenta, o poca gente, que a los primeros actos de su escena lo dejan solo, pobrecito, cómo sufre,  y la esperanza de su fiesta se cambia en luto.  ¿Quién ha sido el que ha amargado tanto a aquel pobre actor tan hábil y tan bueno en hacer sus escenas?  ¡Ah! la gente ingrata que no ha querido ser ni siquiera espectadora de las escenas de aquel pobre actor.  Tal es mi Voluntad, que como hábil actor prepara las escenas más bellas para divertir al hombre en el teatro de toda la Creación, no para recibir sino para dar: prepara las escenas de luz, de las más refulgentes; las escenas de floración y de bellezas, las más deslumbrantes; las escenas de fuerza en el estruendo del trueno, en el estallido del rayo, en el elevarse de las olas y hasta en las alturas de las montañas más altas; las escenas más conmovedoras del niño que llora, que tiembla entumecido de frío; escenas dolorosas de sangre y trágicas, y hasta de muerte en mi Pasión; ningún actor por cuan hábil sea, puede igualarme en la variedad de mis escenas amorosas.  Pero, ¡ay de Mí! cuántos no miran mi Voluntad en todas estas escenas y no toman la sustancia del fruto que hay en ellas, y cambian en luto las fiestas que se preparaba mi Voluntad en la Creación y en la Redención, por eso hija mía, no dejes que se te escape nada, todas las cosas tómalas como don que te hace mi Voluntad, sean pequeñas o grandes, naturales o sobrenaturales, amargas o dulces, haz que todas entren en ti como dones y cumplimiento de mi Voluntad”.Vol. 18 del 10 de Enero de 1926.

 

 

Jesús cuando habla dona el bien que encierra su palabra.  En el

Divino Querer no habrá esclavos, ni rebeldes, ni leyes, ni mandatos.

 

(1) Estaba pensando en cuánta potencia, cuántos bienes están encerrados en el Santo Querer Divino, en cómo en Él todo es paz, todo es felicidad, en cómo no se tiene necesidad de ordenes para obrar, sino que la propia naturaleza siente en sí tal fuerza hacia el bien, que no puede hacer menos que hacerlo.  Qué felicidad sentirse convertida en bien, en santidad, en fuerza, a la propia naturaleza, así que en el reino del Querer Supremo no habrá leyes, sino que todo será amor y la naturaleza convertida en ley divina, de modo que por sí misma querrá hacer lo que el Fiat Supremo quiere que haga.  Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús con su acostumbrada luz que hacía salir de su inteligencia me ha dicho:

(2) “Hija mía, todo lo que te he dicho acerca de mi Voluntad han sido dones que te he hecho.  El conocimiento no basta si no se posee el bien que contiene el mismo conocimiento, si esto no fuese así te volvería infeliz, porque conocer un bien y no poseerlo es siempre un dolor.  Mucho más que Yo no sé hacer las cosas a la mitad, sino completas, por eso primero dispongo al alma, ensancho su capacidad y después dono el conocimiento junto con el bien que contiene, y como los conocimientos sobre mi Voluntad son divinos, he aquí por qué la naturaleza queda dotada con la semejanza de la Naturaleza Divina, y entonces, siendo más que hija no espera la orden, sino que se siente honrada de hacer, sin habérselo dicho, lo que quiere el Padre.  Las leyes, las ordenes, son para los siervos, para los esclavos, para los rebeldes, pero en el reino del Fiat Supremo no habrá siervos, ni esclavos, ni rebeldes, sino que será una misma la Voluntad de Dios y de la criatura, y por eso una será la Vida.  Y es también esta la razón por la que tanto y tantas cosas estoy diciendo acerca de mi Voluntad, para abundar en los dones, no sólo para ti, sino para quien quiera venir a vivir en mi Reino, a fin de que nada le falte, de nada tenga necesidad, sino que posea en sí mismo la fuente de los bienes.  No obraría como el Dios que soy, grande, potente, rico, magnánimo, si debiendo constituir el Reino de mi Voluntad no dotase a aquellos que deben vivir en Él con las prerrogativas y cualidades que posee mi misma Voluntad.  Es más, tú debes saber que como todas las cosas han salido de aquel acto único de Dios, así todo debe regresar en aquel acto único que no tiene sucesión de actos, y sólo puede regresar en este acto único, quien deja todo para vivir sólo de mi Voluntad, porque el alma viviendo en Ella, todo lo que hace se convierte en luz, y naturalmente sus actos quedan incorporados y ensimismados en la luz eterna del Sol de mi Voluntad, y por eso, como consecuencia, se vuelven un acto solo con el único acto de Ella.  En cambio, en quien obra fuera de Ella, se ve la materia que contiene la obra, no luz, y por eso no pueden incorporarse con la luz del acto único de Dios, por lo tanto pronto se verá que no es cosa nuestra, que no nos pertenece, por eso, todo lo que no sea hecho en virtud del Fiat Divino no será reconocido por Dios.  Supón que tú quisieras unir luz y tinieblas, cobre y oro, piedras y tierra, ¿no se distinguiría con claridad la luz de las tinieblas, el cobre del oro, las piedras de la tierra?  Y esto a causa de que son materias distintas una de la otra, pero si unieras juntas luz a luz, tinieblas a tinieblas, oro a oro, no sabrías distinguir ni separar la luz de antes de la luz de después, las tinieblas de antes a las de después, la masa de oro de antes a la de después, así es de mi Voluntad, lo que Ella misma hace en la criatura es luz, por lo tanto no es maravilla que quede incorporada al acto único de su Eterna luz.  Por eso, gracia más grande no podría hacer en estos tiempos tan borrascosos y de carrera vertiginosa en el mal, que hacer conocer que quiero dar el gran don del Reino del Fiat Supremo, y como confirmación de esto lo estoy preparando en ti con tantos conocimientos y dones, a fin de que nada falte al triunfo de mi Voluntad.  Por eso está atenta al depósito de este Reino que hago en ti”.

(3) Después de esto estaba pensativa porque me había sido impuesto por la santa obediencia el no dejar de escribir ni siquiera una palabra que mi dulce Jesús me pudiese decir, mientras que yo soy muy fácil para omitir algunas cosas, porque estoy convencida de que ciertas cosas íntimas, ciertos desahogos que Jesús hace a mi pequeña alma, no es necesario ponerlos sobre el papel, sino que deben quedar en el secreto del corazón.  Entonces rogaba que me diese la gracia de no faltar a la obediencia, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(4) “Hija mía, si quien te guía y te dirige te da esta obediencia, significa que ha entendido que soy Yo quien te habla y el valor que contiene aun una sola palabra mía.  Mi palabra es luz y está llena de vida, por lo tanto quien posee la vida la puede dar, mucho más que mi palabra contiene la fuerza creadora, por eso una sola palabra mía puede crear innumerables vidas de gracia, vidas de amor, vidas de luz, Vida de mi Voluntad en las almas.  Tú misma no podrás comprender el largo camino que puede hacer una sola palabra mía, quien tiene oído la escuchará, quien tiene corazón quedará herido por ella.  Por eso quien te guía tiene razón en darte esta obediencia.  ¡Ah, tú no sabes cómo lo asisto y estoy en torno a él mientras lee mis y tus escritos sobre mi Voluntad, para hacerle comprender toda la fuerza de las verdades y del gran bien que hay en ellas; y él gira en torno a mi Voluntad, y en virtud de la luz que siente, te da esta obediencia.  Por eso sé atenta y Yo te ayudaré y te facilitaré lo que a ti te parece difícil.  Tú debes saber que mi corazón está dilatado, sufre y suspira porque quiero hacer conocer el reino del Fiat Supremo, los grandes bienes que hay en Él, y el gran bien que recibirán aquellos que lo poseerán.  Es propiamente en mi corazón que lo tengo y me lo siento explotar, porque quiero ponerlo fuera.  ¿No quieres darme tú ese alivio a fin de que mi corazón, poniéndolo fuera se alivie y no tenga que sufrir más, ni suspirar con suspiros dolientes?  Y esto lo harás haciendo conocer lo que te manifiesto acerca de mi Voluntad, porque cuando haces esto me das el campo para abrir los caminos para preparar el lugar donde debo poner el Reino de mi Voluntad; y si tú no manifiestas lo que te digo, me cierras estos caminos y mi corazón se inflama de más.  Por eso déjame hacer, y tú sígueme y no pienses en ello”. Vol. 19 del 9 de Sept. 1916

 

 

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